martes, 2 de agosto de 2011

''Un amante de ensueño''

Sinopsis

Una antigua leyenda griega.

Poseedor de una fuerza suprema y de un valor sin parangón, fue bendecido por los dioses, amado por los mortales y deseado por todas las mujeres que posaban los ojos en él. No conocía la ley, y no acataba ninguna.

Su habilidad en la batalla, y su intelecto superior rivalizaban con los de Aquiles, Ulises y Heracles. De él se escribió que ni siquiera el poderoso Ares en persona podía derrotarle en la lucha cuerpo a cuerpo.

Y, por si el don del poderoso dios de la guerra no hubiera sido suficiente, también se decía que la misma diosa Afrodita le besó la mejilla al nacer, y se aseguró de que su nombre fuese siempre guardado en la memoria de los hombres.

Bendecido por el divino toque de Afrodita, se convirtió en un hombre al que ninguna mujer podía negarle el uso de su cuerpo. Porque, llegados al sublime Arte del Amor... no tenía igual. Su resistencia iba más allá de la de cualquier mero mortal. Sus ardientes y salvajes deseos no podían ser domados.

Ni negados.

De cabello y piel dorados, y con los ojos de un guerrero, de él se comentaba que su sola presencia era suficiente para satisfacer a las mujeres, y que con un solo roce de su mano les proporcionaba un indecible placer.

Nadie podía resistirse a su encanto.

Y proclive como era a provocar celos de otros, consiguió que le maldijeran. Una maldición que jamás podría romperse.

Como la del pobre Tántalo, su condena fue eterna: nunca encontraría la satisfacción por más que la buscase; anhelaría las caricias de aquélla que le invocara, pero tendría que proporcionarle un placer exquisito y supremo.

De luna a luna, yacería junto a una mujer y le haría el amor, hasta que fuese obligado a abandonar el mundo.

Pero se ha de ser precavida, porque una vez se conocen sus caricias, quedan impresas en la memoria. Ningún otro hombre será capaz de dejar a esa mujer plenamente satisfecha. Porque ningún varón mortal puede ser comparado a un hombre de tal apostura. De tal pasión. De una sensualidad tan atrevida.

Guárdate del Maldito.

Nicholas de Macedonia.

Sostenlo sobre el pecho y pronuncia su nombre tres veces a medianoche, bajo la luz de la luna llena. Él vendrá a ti y hasta la siguiente luna, su cuerpo estará a tu disposición.

Su único objetivo será complacerte, servirte.

Saborearte.

Entre sus brazos aprenderás el significado de la palabra «paraíso».

Capitulo 1


- Cielo, necesitas que te echen un buen polvo.______(tu) Alexander se estremeció al escuchar el grito de Yarelli en mitad del pequeño Café deNueva Orleáns, donde se encontraban apurando los restos del almuerzo, consistente en judías rojas con arroz. Desafortunadamente para ella, la voz de su amiga poseía un encantador timbre agudo que podía hacerse oír incluso en mitad de un huracán.Y que en esta ocasión, fue seguido de un repentino silencio en el atestado local.Al echar un vistazo a las mesas cercanas, ___ percibió que los hombres dejaban de hablar, y se giraban para observarlas con mucho más interés del que a ella le gustaría.*¡Jesús! ¿Aprenderá alguna vez Yarelli a hablar en voz baja? O peor aún, ¿qué será lo próximo que haga, quitarse la ropa y bailar desnuda sobre las mesas?*Otra vez. Por enésima vez desde que se conocieron, ___ deseaba que Yarelli pudiese sentirse avergonzada. Pero su vistosa, y a menudo extravagante, amiga no conocía el significado de dicha palabra.Se tapó la cara con las manos e hizo lo que pudo por ignorar a los curiosos mirones. Un deseo irrefrenable de deslizarse bajo la mesa, acompañado de una urgencia aún mayor de darle una buena patada a Yarelli, la consumían.- ¿Por qué no hablas un poquito más alto, Yare? -murmuró-. Supongo que los hombres de Canadá nohabrán podido escucharte. - Oh, no lo sé -dijo el guapísimo camarero moreno al detenerse junto a su mesa-. Seguramente se dirigen hacia aquí mientras hablamos.Un calor abrasador tomó por asalto las mejillas de ___ ante la diabólica sonrisa que le dedicó el camarero, obviamente en edad de acudir a la universidad.- ¿Puedo ofrecerles algo más, señoras? -preguntó, y después miró directamente a ___-. O para ser más exactos, ¿hay algo que pueda hacer por usted, señora?*¿Qué tal una bolsa con la que taparme la cabeza y un garrote para golpear a Yare?*- Creo que ya hemos acabado -contestó ___ con las mejillas ardiendo. Definitivamente, mataría a Yare por esto-. Sólo necesitamos la cuenta. - Muy bien, entonces -dijo sacando la nota, y escribiendo algo en la parte superior del papel. La colocó justo delante de ___-. Puede hacerme una llamadita si necesita cualquier cosa.Una vez el camarero se marchó, ___ se dio cuenta de que había anotado su nombre y su teléfono en la parte superior del papel. Yare le echó un vistazo y soltó una carcajada.- Espera y verás -le dijo ___, reprimiendo una sonrisa mientras calculaba el importe de la mitad dela cuenta con su Palm Pilot-. Me las pagarás. Yare ignoró la amenaza y se dedicó a buscar el dinero en su bolso adornado con cuentas.- Sí, sí. Eso lo dices ahora. Si yo estuviese en tu lugar, marcaría ese número. Es monísimo el chico.- Jovencísimo -corrigió ___-. Y creo que voy a pasar. Lo último que necesito es que me encierren por corrupción de menores. Yare paseó la mirada por el preciso lugar donde el camarero esperaba, con una cadera apoyada en la
barra.- Sí, pero don Soy Igualito a Brad Pitt, que está ahí enfrente, bien lo merece. Me pregunto sitendrá algún hermano mayor...- Y yo me pregunto cuánto estaría dispuesto a pagar Joe por saber que su mujer se ha pasado todo el almuerzo comiéndose con los ojos a un chico.Yare resopló mientras dejaba el dinero sobre la mesa.- No me lo estoy comiendo. Lo estoy evaluando para ti. Después de todo, era de tu vida sexual de lo que hablábamos.- Bueno, mi vida sexual es sensacional y no le interesa a la gente que nos rodea. -Y tras soltar el dinero en la mesa, cogió el último trozo de queso y se encaminó hacia la puerta.- No te enfades -le dijo Yare mientras salía tras ella a la calle, atestada de turistas y de losclientes habituales de los establecimientos de Jackson Square. Las notas de jazz de un solitario saxofón se escuchaban por encima de la cacofonía de voces, caballos y motores de automóviles; una oleada de calor típico de Louisiana las recibió al salir ala calle.Intentado no hacer caso del aire, tan espeso que dificultaba la respiración, ___ se abrió camino entre la multitud y los tenderetes ambulantes, dispuestos a lo largo de la valla de hierro que rodeaba Jackson Square.- Sabes que es cierto -le dijo Yare una vez la alcanzó-. Quiero decir, ¡Dios mío, ___!, ¿cuánto hace? ¿Dos años?- Cuatro -contestó ella con aire ausente-. ¿Pero a quién le interesa llevar la cuenta?- ¿Cuatro años sin tener relaciones sexuales? -repitió Yarelys incrédula.Varios mirones se detuvieron, curiosos, para observar alternativamente a Yarelys y a ___.Ajena -como era habitual en ella- a la atención que despertaban, Yarelys continuó sin detenerse.- No me digas que tú has olvidado que estamos en plena Era de la Electrónica. O sea, vamos a ver,¿alguno de tus pacientes sabe que llevas tanto tiempo sin echar un polvo? ___ acabó de tragarse el trozo de queso y le dedicó a su amiga una desagradable y furiosa mirada.
¿Es que la intención de Yarelys era la de gritar a todo pulmón, en plena Vieux Carre, sus asuntos personales a todo humano y caballo que pasara por la zona?-Baja la voz -le dijo, y añadió con sequedad-, no creo que sea de la incumbencia de mis pacientes si soy o no la reencarnación de la Virgen. Y con respecto a la Era de la Electrónica, no quiero tener una relación con algo que viene acompañado de una etiqueta con advertencias y unas pilas. Yarelys soltó un bufido.
- Sí, vale, oyéndote hablar se diría que la mayoría de los hombres deberían venir acompañados de una etiqueta con esta advertencia: -alzó las manos para enmarcar la siguiente afirmación-Atención, por favor, Alerta Psíquica. Yo, macho-man, soy propenso a sufrir horribles cambios de humor, y a poner caras largas, y poseo la habilidad de decir la verdad a una mujer sobre su peso,sin previo aviso.___ soltó una carcajada. Había soltado de carretilla, en innumerables ocasiones, ese discursito sobre las etiquetas que deberían llevar los hombres. - Ah, ya lo entiendo, Doctora Amor -dijo Yarelys imitando la voz de la doctora Ruth -. Usted se
limita a sentarse y escuchar cómo sus pacientes le largan todos los detalles íntimos de sus encuentros sexuales, mientras usted vive como un miembro vitalicio del "Club de las Bragas deTeflón". -bajando la voz, Yarelys añadió:- No puedo creer que después de todo lo que has escuchado en tus sesiones, nada haya conseguido revolucionar tus hormonas.___ le lanzó una mirada divertida. ___ le lanzó una mirada divertida.
- Bueno, a ver, soy una sexóloga. No me beneficiaría mucho que mis pacientes se dedicaran ahacerme experimentar la petit mort mientras echan fuera todos sus problemas. En serio, Yare,perdería el título.- Pues no entiendo cómo puedes aconsejarles, cuando ni siquiera te acercas a un hombre.Haciendo una mueca, ___ comenzó a caminar hacia el lado opuesto de la plaza, justo frente a la Oficina de Información Turística, donde Yarelys había instalado su puestecillo para echar lascartas y leer las líneas de las manos. Cuando llegó al tenderete -una mesa cubierta con una faldilla de color morado intenso-, suspiró.
- Sabes que no me importaría quedar con un hombre que se mereciera que me depilara las piernas.Pero la mayoría resulta ser una pérdida de tiempo tan evidente que prefiero sentarme en el sofá yver las reposiciones de Hee Haw .Yarelys le dedicó una expresión irritada.- ¿Qué tenía de malo Gerry?- Mal aliento.- ¿Y Jamie?- Le encantaba hurgarse en la nariz. Especialmente durante la cena.

- ¿Tony?___ miró a Yarelys y ésta alzó las manos.- Vale, quizás tuviera un pequeño problema con lo de las apuestas. Pero es que todos necesitamos distraernos con algo.___ la miró furiosa.- Eh, Madam Yarelys, ¿ya has regresado de almorzar? -le preguntó Sunshine desde el puestecillosituado justo al lado del suyo, en el que vendía objetos de loza y dibujos, hechos por ella.Unos años más joven que ellas, Sunshine tenía una larga melena negra y siempre llevaba ropas que a ____ le hacían pensar que estaba delante de un hada. Su vestimenta de hoy consistía en una liviana falda blanca, que hubiese resultado obscena de no ser por los leotardos rosados que llevaba debajo, y una preciosa camisa de estilo medieval. - Sí, ya he vuelto -le contestó Yarelys mientras se arrodillaba para abrir la tapa del carrito de la compra que todas las mañanas aseguraba a la verja de hierro con una de esas cadenas que se usan para las bicicletas-. ¿Algo interesante durante mi ausencia?- Un par de chicos cogieron una de tus tarjetas, y dijeron que regresarían después de comer.- Gracias -dijo Yarelys guardando el monedero en el carro, sacó la caja de puros azul donde guardaba el dinero y las cartas de tarot -siempre envueltas en un pañuelo. En contraste, Yare llevaba una larga y vaporosa falda negra con un ceñido top de tirantes morado que apenas le cubría sus generosos senos. El pelo castaño y rizado, que le llegaba a los hombros, estaba recogido con un pañuelo de seda negra, con motas semejantes a las de un leopardo. El atuendo se completaba con unos enormes pendientes de plata, en forma de luna llena, que colgaban prácticamente hasta los hombros. Sin mencionar el yacimiento de plata que se había colocado en ambas muñecas, en forma de ciento cincuenta pulseras. Pulseras que tintineaban cada vez que se movía. La gente siempre había reparado en sus diferencias físicas, pero ella sabía que Yarelys escondíauna mente astuta y una gran inseguridad bajo su «exótico» atuendo. Por dentro, se parecían mucho más de lo que cualquiera podía imaginar.Excepto en la extraña creencia que Yare había desarrollado por el ocultismo.Y en su insaciable apetito sexual.Acercándose a ella, Yare dejó el libro en las manos -poco dispuestas a cogerlo- de ___ y comenzó a pasar hojas. Se las arregló para no dejarlo caer. Y para no poner los ojos en blanco por la exasperación que la invadía.
- Encontré esto el otro día, en esa vieja librería que hay junto al Museo de Cera. Estaba cubierto por una montaña de polvo; intentaba encontrar un libro sobre psicometría cuando derepente vi éste, ¡Voilà! -dijo señalando triunfalmente a la página.___ miró el dibujo y se quedó con la boca abierta.Jamás había visto algo parecido.El hombre del dibujo era fascinante, y la pintura estaba realizada con asombroso detalle. Si no fuese por las marcas dejadas en la página al haber sido impresa, se diría que se trataba de una fotografía actual de alguna antigua estatua griega.No, se corrigió a si misma: de un dios griego. Estaba claro que ningún mortal podía jamás tener esa pinta tan fantástica. Gloriosamente desnudo, el tipo exudaba poder, autoridad y una aplastante y salvaje sexualidad.
Aunque su pose pareciera ser casual, daba la sensación de estar contemplando un depredador listo para ponerse en acción en cualquier momento.Las venas se le marcaban en aquel cuerpo perfecto que prometía poseer una fuerza inigualable,diseñada específicamente para proporcionar placer a una mujer.Con la boca seca, ___ observó los músculos, que tenían las proporciones adecuadas para su altura y su peso. Contempló la profunda hendedura que separaba los duros pectorales y bajó hasta el estómago -esculpido con forma de tableta de chocolate-, que suplicaba ser acariciado por una mano femenina. Y entonces llegó al ombligo.Y después a... Bueno, no se les había ocurrido tapar aquello con una hoja de parra. ¿Y por qué deberían haberlo
hecho? ¿Quién, en su sano juicio, iba a querer ocultar unos atributos masculinos tan estupendos? Y siguiendo con aquella línea de pensamiento, ¿quién necesitaría un conso*lador con pilas teniendoaquello en su casa?Se humedeció los labios y volvió a la cara.Mientras contemplaba los afilados y apuestos contornos del rostro, y los labios -con una diabólica sonrisa apenas esbozada-, le asaltó la imagen de una ligera brisa agitando esos marrones mechones,aclarados por el sol, que se ensortijaban alrededor del cuello, especialmente diseñado para cubrirlo de húmedos besos. Y de aquellos penetrantes ojos de color marrón claro, mientras alzaba una lanza sobre la cabeza, y gritaba.El sofocante aire que le rodeaba se estremeció ligeramente de forma repentina, y le acarició las partes de su cuerpo expuestas a la brisa.. Casi podía escuchar el profundo timbre de la voz del tipo, y sentir cómo aquellos musculosos brazos la envolvían y la atraían hacia un pecho duro como una roca, mientras su cálido aliento le rozaba la oreja.Percibía unas manos fuertes y expertas que vagaban por su cuerpo, y le proporcionaban un deleite exquisito, mientras buscaban sus más recónditos lugares.Un escalofrío le recorrió la espalda y el cuerpo comenzó a palpitarle en zonas donde nunca habíapensado que aquello pudiese ocurrir. Sentía un dolor fiero y exigente que jamás había experimentado. Parpadeó y volvió a mirar a Yare, para ver si también ella se había visto afectada del mismo
modo. Pero si así era, no daba señales de ello. Debía estar alucinando. ¡Exacto! Las especias de las judías le habían llegado al cerebro y lo habían convertido en papilla.- ¿Qué opinas de él? -le preguntó Yare, mirándola por fin a los ojos.



2 comentarios:

  1. Woow :O
    La ame, es de no creer y si tu advertencia esta bien -SON BASTANTE HOT- :D
    Espero que subas más capitulos, bye!

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  2. Soy el Dr. George Ben, uno de los médicos del Hospital del Condado de Dallas. La gerencia del hospital me ha dado la oportunidad de publicitar en Internet cómo trabajamos y de que comenzamos nuevamente el año para la compra de órganos humanos, por ejemplo, riñón, Si está interesado en esta oferta, no dude en ponerse en contacto con el hospital en el siguiente correo electrónico: El hospital del condado de Dallas es especialista en Cirugía de órganos y como donante no existe ningún riesgo.
    Y este es nuestro correo electrónico:
    info.dallascountyhospital@gmail.com

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