lunes, 28 de noviembre de 2011

Abrazo Nocturno. Capitulo 2

-Estoy bien -le dijo-, vete.

-¡No lo haré! No te dejaré -le dijo ella-. Te hirieron por mí.

Él quería discutir, pero su cuerpo estaba demasiado mal para tomarse la molestia.

Nick trató de alejarse de la mujer, dio dos pasos y el mundo comenzó a cambiar de posición otra vez.

La siguiente cosa que supo, es que todo se volvió negro.

__________ apenas lo atrapó antes de que golpeara el piso. Ella se tambaleó ante el tamaño y el peso de él, pero de alguna forma evitó que le cayera encima.

Tan suavemente como pudo lo bajó a la acera. Aún así, él se estrelló contra el pavimento con bastante fuerza, haciéndola sufrir por él mientras la cabeza prácticamente hacía una abolladura en la acera.

-Lo siento -dijo ella, enderezándose y mirando hacia abajo. -Por favor dime que no te hice una conmoción. Espero no haberlo lastimado aun más tratando de ayudarlo.

¿Que iba a hacer ahora?

El extranjero ilegal tipo motero vestido todo de negro era enorme. Ella no se atrevía a dejarle en la calle desatendido. ¿Qué ocurriría si sus asaltantes regresaban? ¿O algún pillo de la calle se presentaba?

Ésta era Nueva Orleáns donde cualquier cosa podría ocurrirle a una persona mientras estaba consciente.

Inconsciente...

Bueno, no había forma de decir lo que le podrían hacer, dejarlo solo no era una opción.

Justo cuando el pánico se estaba llevando lo mejor de ella, oyó a alguien llamarla por su nombre.

Miró alrededor hasta que vio el estropeado Dodge Ram azul de Wayne Santana subiéndose a la cuneta. A los treinta y tres, Wayne tenía una cara toscamente atractiva que lo hacía parecer más viejo. Su pelo negro estaba entrelazado libremente con gris.

Ella suspiró de alivio al verlo allí. Bajó la ventanilla y se apoyó en el borde.

-Hey __________, ¿qué sucede?

-¿Wayne, me ayudarías a subir a este tipo en tu camioneta?

Lo miró un poco dudoso.

-¿Está borracho?

-No, esta herido.

-Entonces deberías llamar a una ambulancia.

-No puedo -lo miró suplicando- Por favor Wayne, necesito llevarlo a mi casa.

-¿Es amigo tuyo? -preguntó aun a más dudoso.

-Pues, bien, no. Nosotros nos hemos conocido aquí.

-Entonces déjalo. Lo último que necesitas es relacionarte con otro motorista. No es tu problema lo que le ocurra.

-¡Wayne!

-Él podría ser un criminal, __________.

-¿Cómo puedes decir algo así?

Wayne había sido condenado por homicidio accidental diecisiete años atrás. Después de que cumpliera su pena, se había pasado varios meses tratando de encontrar un trabajo. Sin dinero, ningún lugar en donde vivir, y nadie dispuesto a contratar un ex-convicto, ya estaba al borde de cometer otro delito para regresar a la cárcel cuando solicitó un puesto de trabajo en el club del padre de __________. En contra de las protestas de su padre, __________ lo contrató.

Cinco años más tarde, Wayne nunca había faltado un día al trabajo o llegado tarde. Era el mejor empleado de su padre.

-¿Por favor, Wayne? -preguntó, dirigiéndole su mirada de perrito abandonado que nunca fallaba en los hombres de su vida, para que hicieran su voluntad.

Wayne hizo una serie de ruidos irritados, mientras se bajaba de la camioneta para ayudarle.

-Un día, ese gran corazón tuyo te va a meter en problemas. ¿Sabes algo acerca de este hombre?

-No -Todo lo que sabía era que le había salvado la vida cuando nadie más se habría tomado la molestia. Por ese motivo él no era la clase de hombre que la lastimaría.

Ella y Wayne forcejearon para poder parar al desconocido, pero no fue fácil.

-Cristo -masculló Wayne mientras se tambaleaban con él entre ellos-. Es enorme y pesa una tonelada.

__________ coincidió. El hombre por lo menos media un metro noventa y ocho de puro músculo sólido y sin grasa. Aun con la gruesa chaqueta de cuero de motorista escondiendo su torso superior, no había duda lo bien formado y musculoso que era.

Ella nunca había sentido un cuerpo tan duro en su vida.

Después de un poco de esfuerzo, finalmente lo metieron en la camioneta.

Mientras se dirigían al club de su padre, __________ sostuvo la cabeza del desconocido en su hombro y le separó hacia atrás el cabello Castaño ondulado que caía sobre los cincelados rasgos de su cara.
Tenía una apariencia salvaje, indomable que le recordaba a un antiguo guerrero. Su pelo dorado rozaba los hombros en un estilo impreciso que demostraba que si bien él se preocupaba por su apariencia no se obsesionaba con ella.

Las cejas marrón oscuro se arqueaban sobre sus ojos cerrados. Su cara era rudamente deliciosa con la barba crecida de un día. Aun inconsciente, era imponente y totalmente hermoso, y su cercanía agitaba una necesidad muy profunda en ella.

Pero lo que más le gustaba de este extraño era el cálido aroma masculino y a cuero que tenia. La hacía querer acariciar con la nariz su cuello e inspirar la mezcla intoxicante hasta emborracharse con ella.

-Entonces -dijo Wayne mientras conducía-.¿Que le pasó? ¿Tú sabes?
-Fue atropellado por una carroza del carnaval.

Aun en la tenue luz del camión, podía adivinar que Wayne la miraba como diciéndole ¿estas loca?.

-No hay desfile esta noche. ¿De dónde vino?

-No sé. Especulo que él debe haber enojado a los dioses o algo.

-¿Huh?

Le peinó con su mano el desordenado cabello Castaño, jugueteó con las dos trenzas delgadas que
colgaban de su lado izquierdo mientras contestaba a la pregunta.

-Era un gran carruaje del dios Baco. Justamente pensaba que este pobre tipo debía haber ofendido al
Dios patrocinador del vino y del exceso para haber sido atropellado por él.

Wayne masculló sin aliento.

-Debe ser otra travesura de la fraternidad. Parece que cada año uno de ellos está robando una
carroza y dan un paseo alocado en ella. ¿Me pregunto dónde la estacionaran esta vez?

-Bueno, ellos trataron de estacionarla sobre mi amigo. Me alegro que no lo mataran.

-Estoy seguro que él también se alegrará, cuándo se despierte.

Sin duda. __________ agachó su cabeza y escuchó su respiración lenta, profunda.

¿Qué es lo que tenía que lo hacía tan irresistible?

-Hombre -dijo Wayne después de un breve silencio-. Tu padre se va a irritar con esto. Se servirá
mis pelotas en la cena cuando sepa que llevé a un tipo desconocido a tu casa.
-Entonces, no le digas nada.

Wayne le lanzó una mirada significativa y de disgusto.

-No puedo no decirselo. Si algo te ocurriese, entonces sería mi culpa.

Ella suspiró irritada mientras trazaba la línea afilada de las cejas arqueadas del desconocido.
¿Por qué le parecía tan familiar? Nunca lo había visto y sin embargo tenía un extraño sentido
de déjà vu. Como si le conociera de cierta forma.

Extraño. Muy, muy extraño.

Pero ella estaba acostumbrada a las rarezas. Su madre había escrito un libro sobre el tema, y
__________ lo había redefinido.

-Soy una chica grande, Wayne, puedo cuidarme.

-Sí y yo viví doce años con un montón de grandes hombres peludos que se desayunaban a niñitas
como tú que pensaban que podían cuidarse solas.

-Bien -dijo ella-. Lo meteremos en mi cama y yo dormiré en la de mis padres. Entonces, por la
mañana, comprobaré como está, con mi madre o con uno de mis hermanos.

-¿Qué ocurre si él se despierta antes de que llegues a casa y te roba?

-¿Robar qué? -preguntó. -Mis ropas no le entrarán y no tengo nada de valor. No a menos que a él
le guste mi colección de Peter, Paul y Mary.

Wayne puso sus ojos en blanco.

-Muy bien, pero mejor me prometes que no le darás una oportunidad para lastimarte.

-Lo prometo.

Wayne la miró menos que complacido, pero permaneció técnicamente callado mientras conducía hacia
su loft en Canal Street.
Sin embargo, maldijo entre dientes durante todo el camino. Afortunadamente __________ era capaz de
ignorar a los hombres que hacían eso alrededor de ella.

Una vez que llegaron al loft, que estaba ubicado sobre el bar de su padre, les tomó sus buenos
quince minutos poder sacar al desconocido de la camioneta y entrarlo en la casa.

__________ guió a Wayne a través del loft hacia el área donde ella había tendido una cortina de
tela de algodón rosada a lo largo de un alambre, para separar el área del dormitorio del resto del
gran cuarto.

Cuidadosamente, colocaron a su invitado desconocido en la cama.

-Bueno, vamos -dijo Wayne, tomándola del brazo.

__________ amablemente se soltó.

-No lo podemos dejar así.

-¿Por qué no?

-Está cubierto de sangre.

La cara de Wayne exteriorizó su exasperación. Era una expresión que todos tenían con ella tarde
o temprano, la mayoría de las veces temprano.

-Ve a sentarte en el sofá mientras lo desvisto.

-__________...

-Wayne, tengo veintinueve años, soy una artista divorciada que tomó clases de dibujo de desnudos
en la universidad, y me crié con dos hermanos mayores. Sé la apariencia que tiene un hombre
desnudo. ¿Ok?

Gruñendo quedamente, salió de su habitación y fue a sentarse en el sofá.

__________ inspiró profundamente mientras se volvía hacia su héroe vestido totalmente de negro.
Parecía inmenso en su cama.

También era un completo desastre.
Tentativamente, y también para no lastimarlo, corrió la cremallera de la chaqueta de motorista,
que era la mejor hecha que alguna vez hubiera visto. Alguien había pintado por todos lados, en
dorado y rojo un trabajo de símbolos celtas. Era simplemente hermoso. Un verdadero estudio en el
arte antiguo, y ella lo sabía. Toda su vida, había dibujado cosas celtas. Se había entrenado en
su arte y cultura.

Tan pronto como abrió la cremallera de la chaqueta, hizo una pausa mientras veía que el no llevaba
puesto nada debajo. Nada excepto una lujuriosa y tostada piel, que le hizo agua la boca y que su
cuerpo comenzara a latir instantáneamente. Nunca en su vida había contemplado a un hombre con un
cuerpo tan duro y tan adecuadamente formado. Cada músculo estaba definido, y aún relajado, su
fuerza era evidente.

¡El hombre era un dios!

Deseó dibujar esas proporciones perfectas e inmortalizarlo. Un cuerpo como este definitivamente
necesitaba ser preservado. Le quitó de encima la chaqueta y cuidadosamente la colocó sobre la
cama.

Encendiendo la lámpara que estaba sobre la bufanda que cubría la mesa de luz, le echó una buena
mirada y casi se cae por lo que vio.

¡Ca-ram-ba![1]

Él era aun más maravilloso que la gente que la había atacado. Su cabello Castaño se ondulaba
alrededor de la nuca, y dos trenzas largas, delgadas caían hasta su pecho desnudo. Sus ojos estaban
cerrados, pero sus pestañas oscuras eran pecadoramente largas.
Su cara estaba perfectamente esculpida con altas y arqueadas cejas y tenía una apariencia muy
digna aunque indomable.

Otra vez, tuvo ese sentido extraño de déjà vu mientras en su mente brillaba una imagen de él
despertándose y sosteniéndose sobre ella. De él sonriéndole mientras se deslizaba lentamente
dentro y fuera de su cuerpo.

__________ se lamió los labios ante el pensamiento mientras palpitaba con una necesidad dolorosa.
Hacía mucho tiempo desde que se sintiera atraída por un desconocido. Pero algo acerca de este
hombre realmente la hacía ansiar saborearlo.

«Chica, has estado demasiado tiempo sin un hombre».

Por desgracia, era verdad que había pasado demasiado tiempo.

__________ frunció el ceño mientras se acercaba más y le echaba una mirada más detenida al
colgante que llevaba alrededor del cuello. Grueso y de oro, eran cabezas de dragones célticas
enfrentadas.

Era tan extraño que ella hubiera esbozado ese mismísimo diseño años atrás en la escuela de
bellas artes, e incluso había hecho un intento para hacerse un colgante así pero la pieza había
terminado en un completo desastre. Se necesitaba mucho talento en el trabajo con metales para lograr
hacer algo tan intrincado.
Aún más impresionante era el tatuaje tribal que le cubría el lado izquierdo de su torso,
incluyendo el brazo. Era un glorioso laberinto de trabajo de arte céltico que le recordaba el
"Libro de Celtas". Y a menos que ella hubiera perdido la memoria, estaba diseñado en tributo a la
diosa celta de la guerra, Morrigan.

Sin pensar pasó su mano sobre el tatuaje, trazando el intrincado diseño. Su brazo derecho tenía
una banda de casi ocho centímetros de scrollwork[1] alrededor de su bíceps.

Increíble. Quienquiera que había dibujado esos tatuajes ciertamente conocía la historia celta.

Y mientras su dedo rozaba el pezón, ella se estremeció ante la apreciación del diseño.

La mujer que había en ella se mordía ante ese primer plano mientras lanzaba su mirada sobre las
costillas y ese abdomen tan apretado y tan bien formado que debería ser parte de un show de físico
culturismo.

Oh! Sí, éste era un hombre digno de mirar.

Si bien había mucha sangre en sus pantalones, no parecía haber alguna herida que la causara.
Pensando en eso, ni siquiera había muchas magulladuras. Ni aún donde el camión de Baco se
estrellara contra él.

Era muy extraño.

Con su garganta seca, __________ alcanzó el cierre.

Una parte de ella no podía esperar a ver que había debajo de esos pantalones negros. ¿Boxers o
slips?

Si él hasta ahora había sido todo un semental, solo podía mejorarse...

«¡__________!»

«Es solo la apreciación de una artista por un cuerpo», se dijo así misma.
«Sí, claro».

Ignorando ese pensamiento, le abrió la cremallera de los pantalones y descubrió que no llevaba
nada debajo de ellos.

¡Comando!

Su cara llameó ante la vista de su masculinidad extremadamente dotada anidada entre esos rizos
trigueños.

«Oh vamos, __________, no es la primera vez que has visto a un tipo desnudo. ¡Caray! Seis años en
la escuela de bellas artes, has visto hombres desnudos en abundancia. Y tuviste muchas citas con
ellos, sin mencionar que Jerry el ex-ogro no era exactamente pequeño».

«Sí, pero ninguno de ellos se veía tan bien».

Mordiéndose los labios, le quitó las pesadas botas Harley negras, luego deslizó los pantalones
por las piernas largas y musculosas. Siseó ante el contacto de sus manos con su piel, que tenía
una capa de vello Castaño.

Oh, sí, él era definitivamente ardiente y elegante.

Mientras doblaba los pantalones, hizo una pausa y pasó su mano sobre la tela. Estaban hechos del
material más suave que alguna vez hubiera tocado. Casi como gamuza, sólo que diferente. Era una
textura extraña. Eso no podía ser realmente cuero. Eran tan delgada y...

Sus pensamientos se detuvieron mientras lo observaba en su cama.

«Oh sí, cariño. Esta era la fantasía de todas las mujeres. Un maravilloso tipo desnudo a tu
merced».
Él yacía sobre la colcha rosada con un brazo bronceado atravesando su estómago y sus piernas
ligeramente separadas, como si la estuviera esperando a que se reuniera con él y deslizara sus
manos arriba y abajo por ese cuerpo duro y sin grasa.

Era algo delicioso para clavarle la vista.

Inspiró entre dientes, mientras deseaba treparse a ese cuerpo tan firme, tan magnifico y extenderse
sobre él como una manta. Para sentir sus manos grandes, firmes en su piel mientras ella lo tomaba
en su cuerpo y le hacía el amor salvajemente por el resto de la noche.

«¡Umm-hmmm!»

Sus labios ardieron por saborear esa piel maravillosamente dorada. Y él era toda piel dorada. No
había ninguna marca de bronceado en él.

«¡Mi Dios!»

__________ sacudió la cabeza para despejarla. Dios, estaba actuando como una loca sobre él. Y
aun...

Había algo muy especial acerca de este hombre. Algo que la llamaba como la canción de una sirena.

-¿__________?

Se sobresaltó ante la llamada impaciente de Wayne. Se había olvidado completamente de su
presencia.

-Un momento -dijo.

Sólo quería mirarlo una vez más. Una mujer necesitaba echar el ojo de vez en cuando, y cada
cuánto una mujer tenía la oportunidad de comerse con los ojos a un dios inconsciente tan bien
parecido.

Resistiendo el deseo a acariciar a su huésped, lo cubrió con una manta, recogió la chaqueta de la
cama, y luego salió del cuarto.
Mientras caminaba hacia el sofá, estudiaba los pantalones ensangrentados. ¿De dónde había salido
tanta sangre?

Antes que pudiera investigar los pantalones, Wayne los jaló de sus manos y agarró la cartera del
bolsillo de atrás.

-¿Qué estas haciendo?-le preguntó.

-Revisándolo. Quiero saber quién es este tipo.-Wayne abrió la cartera y frunció el ceño.

-¿Qué?

-Veamos, setecientos treinta y tres dólares en efectivo y ninguna identificación. Ni licencia de
conductor o tarjeta de crédito o débito. -Wayne sacó una daga enorme del otro bolsillo y dio un
golpecito para abrirla y extenderla en un círculo de tres aspas de aspecto letal. Wayne maldijo
aún más fuerte. -Mierda, __________, creo que distes con un vendedor de drogas.

-Él no es un vendedor de drogas.

-¿No me digas, y cómo lo sabes?

Porque los vendedores de drogas no rescatan a las mujeres de manos de los violadores. Pero ella no
se atrevió a decirle eso a Wayne. Sólo lograría que la sermoneara y le causaría indigestión.

-Yo lo sé, ahora vuelve a guardar eso.

* * *



-¿Entonces? -Camulus le preguntó a Dionisio mientras entraba en el cuarto del hotel.

Styxx levantó la mirada de su revista ante el sonido de la voz. El dios celta, Camulus, había
estado sentado en el sofá frente a él en la suite del hotel mientras esperaban las noticias.
Vestido con jean de cuero negro y un suéter gris, la anciana deidad había estado cambiando canales
incesantemente desde que Dionisio saliese, haciendo que Styxx desease arrebatar el control remoto de
su mano y ponerlo de un golpe en la mesa de café de hierro y vidrio.

Pero solo un tonto le arrebataría el control remoto a un dios. Styxx podría tener deseo de morir,
pero no tenía deseos de ser torturado rudamente antes de morir.

Entonces Styxx rechinó los dientes e hizo lo que pudo para ignorar a Camulus y esperar el regreso
de Dionisio.

Camulus llevaba el pelo negro largo en una cola de caballo. Había algo diabólico y malvado en él,
pero bueno, teniendo en cuenta que era el dios de la guerra, era comprensible.

Dionisio hizo una pausa en la puerta. Se encogió de hombros con su abrigo largo de cachemira, y
luego jaló sus guantes de cuero color café de las manos.

Con un metro ochenta y cinco, el dios del vino y el exceso sería una presencia intimidatoria para
la mayoría de la gente. Pero bueno, Styxx era sólo cinco centímetros más bajo, y siendo el hijo
de un rey y un hombre que anhelaba la muerte, lo encontraba muy poco intimidador. ¿Qué iba a hacer
Dionisio? ¿Enviarlo a su aislamiento infernal?

Él había estado allí, lo había hecho, y tenía la remera de Ozzy[2] para probarlo.
Dionisio vestía una chaqueta de tweed, con el cuello vuelto de color azul marino, y pantalones
sueltos plisados color café. Su corto pelo marrón oscuro estaba perfectamente cubierto de rayas
rubias y tenía una inmaculada barba chivo. Lucía como un magnate millonario exitoso, de hecho,
dirigía la principal corporación internacional donde los dioses obtenían sus alegrías
incapacitando a sus competidores y asumiendo el control de sus negocios.

Forzado a retirarse siglos atrás en contra de su voluntad, Dionisio pasaba su tiempo entre el
Olimpo y el mundo mortal, al cual odiaba casi tanto como lo odiaba Styxx.

-Responde mi pregunta Baco -dijo Camulus. -No soy uno de tus cobardes griegos al que puedas tener
esperando una respuesta.

La furia flameó en los ojos de Dionisio.

-Mejor usas un tono más cortes conmigo, Cam. No soy ninguno de tus blandos celtas para temblar
despavorido por tu furia. Quieres pelear, chico, adelante.

Camulus se puso de pie.

-Whoa, esperen un momento -Styxx trató de calmarlos. -Ahórrense la pelea para cuando ustedes dos
se encarguen del mundo, ¿Ok?

Ambos lo miraron como si estuviera demente por interponerse entre ellos.

Sin duda, él lo estaba. Pero si se mataban entre ellos, entonces él nunca moriría.

Cam miró a Dionisio.

-Tu mascota tiene razón -dijo-. Pero cuando recupere mi dignidad Divina, nosotros vamos a hablar.

El brillo en los ojos de Dionisio decía que él lo estaría esperando.

Styxx aspiró profundamente.
-¿Entonces, la mujer está con Nick? -le preguntó a Dionisio.

Dionisio sonrió fríamente.

-Funcionó como un reloj -Miró a Camulus-.¿Estás seguro que esto lo inmovilizará?

-Nunca dije que lo inmovilizaría. Dije que lo neutralizaría.

-¿Cuál es la diferencia? -preguntó Styxx.

-La diferencia está en que él se convertirá en una distracción más grande y preocupante para
Acheron. Sólo es otra forma de debilitar al Atlante al final.

A Styxx le gustó como sonaba eso.

Ahora ellos solo tendrían que asegurarse que el Dark Hunter y la mujer permanecieran juntos. Al
menos hasta Mardi Gras, cuando el umbral entre este mundo y Kolasis[3] fuese lo suficientemente
delgada para traspasarla y así poder soltar del cautiverio al Destructor de Atlanta.

Habían pasado seiscientos años desde la última vez que esto había ocurrido y pasarían
ochocientos años más para que ocurriese otra vez.

Styxx se encogió de miedo al pensar en vivir otros ochocientos años más. Otras ocho centurias de
interminable monotonía y dolor. De ver a sus guardianes ir y venir, haciéndose viejos y morir,
mientras vivían sus vidas mortales rodeados de familia y amigos.

No sabían lo afortunados que eran.

Como un humano, una vez le había temido a la muerte. Pero eso había sido hacía eones. Ahora la
única cosa que Styxx temía era nunca poder escapar del horror de su existencia. Que continuaría
viviendo, siglo tras siglo, hasta que el universo explotara.
Él quería salir, y hasta hacia treinta años no había tenido una esperanza de eso.

Ahora sí la tenía.

Dionisio y Camulus querían reclamar su divinidad y para ello necesitaban al Destructor y la sangre
de Acheron para engañarlo. Era una lástima que Styxx no tuviera sangre Atlanta si no, gustosamente
se hubiera ofrecido a sí mismo como sacrificio.

Así era, solo Acheron tenía la llave para liberar al Destructor. Styxx era la única criatura viva
que les podía entregar a Acheron.

Solo algunos días más y todo estaría bien. Los viejos poderes regresarían para dominar la tierra
y él...

Él finalmente sería libre.

Styxx suspiró con dulce expectación. Todo lo que tenía que hacer era mantener a los Cazadores
Oscuros en sus propios cuellos y distraerlos mientras evitaba que los dioses se mataran entre ellos.

Si Nick o Acheron se daban cuenta de lo que estaba sucediendo, lo detendrían. Solo ellos tenían el
poder de hacerlo.

Era él contra ellos y esta vez, esta vez, él terminaría lo que había empezado hacia once mil
años.

Cuando lo lograra, los Cazadores Oscuros estarían sin líder.

Él sería libre y la tierra como todos la conocían sería un lugar enteramente nuevo.

Styxx sonrió.

Solo unos días más...
Nick se despertó sintiendo su brazo en llamas.

Siseando, sacó la mano de un tirón, fuera de la luz del sol, que entraba a raudales a través de
la ventana, la cual estaba al otro lado de la cama extremadamente rosa. Se empujó a sí mismo
contra el cabezal blanco de mimbre para evitar así un mayor contacto de los rayos mortíferos con
su cuerpo.

Sopló aire fresco a través de su mano, pero todavía le ardía y dolía.

¿En dónde diablos estaba?

Por primera vez en siglos, sintió una ola de incertidumbre recorrerlo.

Nick nunca estaba fuera de su elemento. Nunca fuera de control. Su vida entera había sido balance y
moderación extremos.

Nunca en su existencia de Dark Hunter se había encontrado inseguro o confundido.

Pero ahora mismo, no tenía idea dónde estaba, la hora del día, o quiénes eran las mujeres que
escuchaba al otro lado de las cortinas rosadas.

Entrecerrando los ojos contra la brillante luz solar que perforaba dolorosamente sus ojos, miró
alrededor de la excéntrica habitación y se dio cuenta que estaba atrapado entre dos ventanas
abiertas. Su corazón martillaba. No había ninguna forma segura de poder salir de la cama. La
única dirección en que podía salir era a la izquierda y hacia una esquina en la que había una
endeble mesita de luz rosada.

Demonios.

A pesar del fuerte dolor de cabeza, empezó a recordar lo hechos de la noche anterior con abrumadora
claridad. La pelea.

La mujer...
Aquella cosa grande, no importa qué, estrellándose contra él.

Si bien el cuerpo le dolía y estaba lastimado, sus poderes de Dark Hunter le habían permitido
cicatrizar mientras dormía. En unas horas desaparecería hasta la menor dolencia.

Hasta entonces, necesitaba salir de esa trampa mortal de luz solar. Cerrando los ojos, Nick convocó
una nube oscura que cubriera el sol así la brillante luz del día no haría estragos a su vista.

Si él quisiera, podía convocar suficientes nubes para convertir el cielo del día en uno tan
oscuro como el de la noche. Pero no le serviría de nada. La luz del día aun era la luz del día.

Su exclusivo poder de Dark Hunter le permitía controlar los elementos, el clima y poder cicatrizar
rápido, pero no tenía control sobre el dominio de Apolo. Claro u oscuro el día todavía
pertenecía a Apolo, y si bien Apolo estaba técnicamente jubilado, el dios griego nunca toleraría
que un Dark Hunter caminara en su territorio.

Si Apolo le divisaba afuera o cerca de una ventana durante la luz del día, Nick no sería nada más
que una tira de tocino en la acera.

Ser un celta extracrispy[1] no le atraía en lo más mínimo.

Con sus ojos aun ardiendo, Nick empezó a dejar la cama, y se detuvo. No había nada entre él y las
sábanas con aroma a patchoulí y trementina.

¿Qué sucedió con mis ropas? Estaba realmente seguro de no haberse desnudado anoche.

¿Habían ellos...?
Frunció el ceño mientras buscaba en su memoria. No, no era posible. Si él hubiera estado
despierto el tiempo suficiente para tener sexo con ella, habría estado lo suficientemente despierto
para dejar el lugar mucho antes de la salida del sol.

-¿Dónde está?

Levantó la mirada al escuchar la voz tan poco familiar al otro lado de la tela anudada teñida de
rosado, la cual estaba colgada para formar una pared alrededor de la cama.

Dos segundos más tarde, la tela se deslizó para revelar a una atractiva mujer que parecía estar a
finales de los treinta. El pelo largo y negro estaba peinado en una trenza gruesa y vestía una
falda larga de color negro y una túnica.

Era notablemente parecida a la mujer que encontrara anoche. Y a primera vista, podía ser fácil
confundirla con su contraparte menor.

-Oye, __________, tu amigo está despierto. ¿Cuál es su nombre?

-No lo sé, Starla. No pregunté.

Oh, esto se ponía cada vez extraño y más extraño.

Inmutable por su presencia, la mujer entró al cuarto y se paró del lado de la cama donde estaba la
mesa de luz.

-Te pareces a un Steve -dijo mientras se inclinaba y levantaba la tela que cubría la mesita de luz
y buscaba en una pila de revistas que estaban escondidas bajo esta-.¿Tienes hambre, Steve? -Antes
de que él pudiera contestar, alzó la voz-. No esta aquí.
-Está bajo las viejas copias de los artículos sobre arte.

-No esta aquí.

__________ entró en el cuarto. Caminando con la gracia de una princesa de las hadas, vestía un
vestido púrpura con mangas largas tan brillante que tuvo que entrecerrar los ojos por el fuerte
tono. Como ella cruzó frente a la ventana, se percató que el material era bastante delgado y
transparente, brindándole a él una vista agradable de sus exuberantes y amplias curvas y el hecho
que ella no llevaba nada debajo de ese vestido.

Nada excepto su piel bronceada.

Su garganta quedó seca.

Ella se estaba limpiando la pintura de las manos con una toalla mientras se movía hacia la mesita
de luz sin echarle aún una mirada.

-Está justo aquí -dijo, tirando de una revista y dándosela a la mujer mayor. Finalmente,
__________ miró hacia la cama y encontró su mirada-.¿Tienes hambre?

-¿Dónde están mis ropas?

Ella lanzó una vergonzosa mirada a Starla.

-¿Le preguntaste el nombre?

-Es Steve.

-No es Steve.

__________ no le prestó atención mientras rodeaba a Starla para quedar frente a él. Ambas mujeres
lo miraron ahí, acostado en la cama, como si fuera una curiosidad inanimada.
Nick subió la sábana rosa más arriba sobre su cintura. Luego, repentinamente cohibido, movió su
pierna desnuda bajo la cubierta y dobló la rodilla a fin de que la parte central de su cuerpo no
fuera tan obvia debajo del delgado algodón.

Las dos mujeres mantenían los ojos clavados en él.

-¿Ves lo que te decía? -preguntó __________-. ¿No tiene el aura más increíble que alguna vez
hayas visto?

-Definitivamente tiene un alma antigua. Con sangre Druida. Estoy segura de eso.

-¿Lo crees? -__________ preguntó.

-Oh, sí. Necesitamos hablarle y que nos deje hacerle una regresión a la vida pasada y ver con que
nos encontramos.

«Ok, ambas estaban locas».

-Mujeres -dijo abruptamente-. Necesito mis ropas, y las necesito ahora.

-Mira -dijo __________-. Mira la forma en que cambia su aura. Está absolutamente viva.

-Sabes, nunca vi algo así. Es realmente inusual. -Luego Starla salió del cuarto hojeando la
revista.

__________ aun se limpiaba la pintura de las manos.

-¿Hambre?

¿Cómo podía hacer eso? ¿Cómo podía cambiar de un tema a otro y luego regresar otra vez?

-No -dijo él, tratando de mantenerla en el tema principal-. Quiero mis ropas.

Ella realmente se acobardó.

-¿Que sucedió con las etiquetas de tus pantalones?

Nick frunció el ceño ante la extraña pregunta.

Él estaba refrenando su irritación y su temperamento, pero algo alrededor de esta mujer lo hacia
muy difícil.

-¿Perdón?