domingo, 7 de agosto de 2011

Placeres Nocturnos. Capitulo 13

-Lo peor de todo es que Nick jamás le fue infiel. Vosotras no podéis entender lo que eso significaba. En nuestros días no existía la monogamia. No se sabía de ningún hombre que fuese fiel a su esposa, especialmente uno de la posición y riqueza de Nick . Pero una vez se casó con ella, jamás deseó estar con nadie más. Ni siquiera miró a otra mujer. -Los ojos de Julian llamearon de furia-. En realidad vivió y murió por ella.

El corazón de _________ sufría por Nick . Sabía que aún debía dolerle mucho.

Grace le ofreció tres bolsas que contenían cajas envueltas en papel de regalo.

-Éstas son para ti.

_________ abrió la caja más grande y encontró un vestido camisero, de diseño y tejido grueso. Deslizó la mano por la suave seda color azul marino. Jamás había tocado algo parecido. Mirando en el interior de las bolsas, encontró unos zapatos y otras cajas con el nombre de Victoria's Secret. Ruborizada, no se atrevió a abrirlas delante de Julian y de Grace. No a menos que quisiera morir de vergüenza.

-¿Cómo sabía mi talla? -preguntó mientras comprobaba la etiqueta del vestido.

Julian se encogió de hombros.

_________ se detuvo al encontrar una nota dirigida a ella. La letra era de trazo elegante y resuelto.

«Siento mucho lo de tu jersey. Gracias por haberlo soportado todo tan bien.

-Hunter.»

_________ sonrió, aunque se sintió un poco dolida por el hecho de que se negara a usar su verdadero nombre con ella. Sin duda era la forma que utilizaba para mantener las distancias entre ellos. Que así fuera. Tenía derecho a mantener su intimidad. Tenía derecho a vivir su peligrosa vida inmortal sin ningún tipo de relación con un humano. Si quería seguir siendo Hunter para ella, lo respetaría.

Pero aún así... después de todo lo que habían compartido la noche anterior...

En su corazón, le daba igual el nombre que usara. Ella sabía quién era, conocía la verdad.

Recogió los regalos y se encaminó escaleras arriba para arreglarse antes de irse a trabajar. No obstante, lo que en realidad deseaba era darle las gracias a Hunter por su amabilidad.

Después de la ducha, abrió los regalos y encontró un tesoro de lencería atrevida. Hunter le había comprado unas medias de color azul marino que hacían juego con un liguero. Como jamás había tenido uno, le llevó unos minutos imaginarse cómo se abrochaba. El conjunto se completaba con un sujetador de seda y un tanga.

-Mmm... -para ser un hombre que quería mantener las distancias, había elegido algo muy personal para ella. Pero claro, ¿qué era él sino un enigma?
_________ se mordió el labio y acarició el vestido. Se sentía increíblemente femenina con la suave lencería nueva y, cada vez que pensaba que las manos de Hunter habían tocado su ropa interior, un escalofrío le recorría la espalda. Resultaba muy erótico saber que él había deslizado sus dedos por el delicado encaje del tanga que ahora descansaba íntimamente entre sus muslos. O por el interior del sujetador que ahora encerraba sus pechos.

Cómo deseaba tenerlo al lado para que la desvistiera... Para que la tocara de forma tan íntima como había tocado la lencería. Al imaginar la expresión velada y oscura de su rostro mientras la tomaba entre sus brazos y le hacía el amor, comenzó a respirar de forma entrecortada y apretó los dientes con fuerza. Los pezones se le endurecieron, doloridos, ante la idea.

Cogió el vestido, que estaba sobre la cama, y lo sostuvo sobre su cuerpo. Por un instante creyó reconocer en él el exótico aroma de Hunter. El deseo la atravesó como una daga. Mientras se lo ponía, la seda del vestido se deslizó sobre su piel y le hizo recordar el sueño. Volvió a sentir las manos de Hunter recorriendo su cuerpo.

Dios, cómo deseaba que estuviese allí... Cómo deseaba poder observarlo mientras le desabrochaba el vestido y descubría a la mujer que se escondía bajo él... Pero jamás sucedería. Nick había desaparecido; había vuelto a su arriesgada existencia. Las punzadas de deseo desaparecieron al instante, reemplazadas por un dolor agudo. Un dolor para el que no encontraba explicación, pero que estaba allí. Profundo. Anhelante. Voraz.
Con un suspiro, se calzó los zapatos y bajó las escaleras; Julian la esperaba para llevarla al trabajo.



-Siento mucho lo de Cliff.

_________ apartó la mirada del escritorio, alzó la cabeza y contó hasta diez. Si una sola persona más volvía a decírselo, se dejaría arrastrar por la locura, iría al despacho de Cliff y lo despedazaría en trocitos pequeños y sangrientos.
Le había contado a todo el personal de la empresa que habían roto y, arrogantemente, había
esparcido el rumor de que estaba tan destrozada que no había podido ir a trabajar el día anterior.

¡Le daban ganas de matarlo!

-Estoy bien, Tammy -le dijo a la administradora de su sección con una sonrisa forzada.

-Eso es -contestó la mujer-. Mantén bien alto ese ánimo.

_________ frunció los labios cuando Tammy se marchó. Al menos el día tocaba a su fin. Podría
irse a casa y...

Y soñar con el hombre alto y apuesto al que nunca volvería a ver.

¿Por qué le afectaba más la idea de no ver a Hunter que el hecho que de Cliff hubiera cortado con
ella? ¿Qué tenía Hunter que hacía que lo echara tanto de menos...?
En el fondo lo tenía muy claro: era guapísimo, inteligente y heroico; era misterioso y letal. Y
hacía que su corazón se acelerara cada vez que le dedicaba esa deslumbrante sonrisa.

Se había ido para siempre.

Deprimida, se preparó para marcharse. Tras meter los documentos en su maletín, salió del despacho
y se dirigió al ascensor. Pulsó el botón para bajar al vestíbulo; no quería dejar a Grace
esperándola durante mucho rato en el estacionamiento, con los mellizos. Además, estaba cansada de
estar en el despacho. Éste había resultado ser el día más largo de su vida. ¿Por qué habría
querido ser contable? Selena tenía razón, su vida era desquiciantemente aburrida.

Al llegar al vestíbulo, las puertas se abrieron y echó un vistazo alrededor de la estancia
acristalada mientras salía. Aunque en el exterior ya había anochecido, las luces del
estacionamiento eran bastante potentes y vio que Grace aún no había llegado. ¡Joder! Estaba
deseando irse a casa.

Irritada, se acercó hasta la puerta para esperar allí. Mientras soltaba el maletín, Cliff salió
de uno de los ascensores, rodeado de sus amigos.
Genial, sencillamente genial. El día iba mejorando a pasos agigantados.

Al verla sola, Cliff se acercó a ella exhibiéndose como un pavo real.

-¿Ocurre algo? -le preguntó cuando se detuvo a su lado.

-No. Aún no han venido a recogerme -le contestó de forma educada.

-Bueno, si necesitas que te lleve a casa...

-No necesito nada de ti, ¿vale? -le espetó antes de cruzar la puerta y detenerse en el exterior
del edificio. Era mejor esperar fuera y congelarse por el viento helado antes que pasar un solo
minuto más al lado del último hombre al que le apetecía ver.

Cliff la detuvo al salir del edificio. Las luces de la calle arrancaban unos suaves destellos a su
pelo dorado.

-Mira, __ts___, no hay ningún motivo por el que no podamos ser amigos.

-No te atrevas a comportarte de forma caballerosa conmigo después de toda la basura que dijiste
ayer. ¿Quién te crees que eres para hablarle a todo el mundo de mi familia?

-Vale, __ts___, venga ya...
-Deja de llamarme ___(TS)___ cuando sabes que odio que tu me llames asi.

Él miró sobre su hombro y _________ se dio cuenta de que la mitad del personal de la empresa
estaba escuchándolos.

-Vamos a ver, yo no fui el que se quedó ayer en casa porque estaba emocionalmente indispuesto a
causa de lo sucedido el sábado por la noche.

La furia de _________ creció por momentos. ¿Emocionalmente indispuesta? ¿Ella?

¿Por él?

Lo miró de arriba abajo. Y, por primera vez, fue consciente del gusano que tenía delante.

-Disculpa, pero yo tampoco estuve en casa ayer. De hecho, ¿quieres saber dónde estuve? Me pasé
todo el día en los brazos de un magnífico dios rubio. Fíjate lo deprimida que estoy por ti.

Cliff soltó un resoplido.

-Ya veo. Sabía que era sólo cuestión de tiempo que tu familia acabara influyendo en tu
comportamiento. Estás tan loca como todos ellos. Apuesto a que no tardarás mucho en venir a
trabajar vestida de cuero negro y hablando sobre desintegrar vampiros a estacazos.
_________ nunca había sentido un deseo tan fuerte de abofetear a alguien como el que bullía en
esos momentos en su interior. ¿Cómo había podido pensar que eran compatibles? Era grosero y
cruel. Peor aún, ¡juzgaba a la gente por las apariencias! Tabitha podía ser una tarada, pero era
su hermana ¡y nadie que no fuese de la familia tenía derecho a insultarla!

De repente, todos los defectos que no había visto en Cliff salieron a la luz. Y pensar que había
pasado todo un año de su vida intentando complacer a este cretino...

¡Era una idiota! Y una imbécil y una boba...

En ese momento notó cómo se le erizaba el vello de la nuca segundos antes de escuchar el rugido de
un motor bien afinado que se acercaba hasta donde estaban ellos.

Cliff giró la cabeza, miró a la calzada y se quedó boquiabierto.

Ella miró en la misma dirección, buscando el motivo de su distracción, y se quedó petrificada al
ver un impecable Lamborghini negro doblar para entrar en el estacionamiento y aparcar en la acera,
justo delante de ellos.

Sus labios dibujaron una sonrisa. No podía ser...
El corazón se le aceleró cuando la puerta se alzó y Hunter bajó del coche. Vestido con unos
vaqueros desgastados, un jersey gris y negro de cuello de pico y una chaqueta negra de cuero, estaba
tan imponente que quitaba el hipo.

Ese andar firme, arrogante y letal le estaba aflojando las rodillas.

-¡Ay Dios! -escuchó susurrar a Tammy mientras Hunter rodeaba el coche.

Él se detuvo delante de _________ y la devoró con la mirada.

-Hola preciosa -le dijo con esa voz profunda y seductora-. Siento llegar tarde.

Antes de que pudiera reaccionar, Hunter la abrazó y le dio un beso sofocante. El cuerpo de
_________ ardió en respuesta al roce de su lengua mientras él le presionaba la espalda con los
puños cerrados. Al momento se agachó y la cogió en brazos.

-¡Hunter! -balbució mientras la llevaba, sin esfuerzo aparente, hasta el coche.

Él le dedicó esa sonrisa tan suya, maliciosa y de labios apretados. El humor y el deseo le daban
un aspecto cálido y vivaz a esos ojos negros como la noche.
Con la punta del zapato abrió la puerta del asiento del acompañante y la dejó en el interior.
Recogió el maletín y el bolso que ella había dejado caer en la acera y se los dio antes de darse
la vuelta para mirar a Cliff con una sonrisa de complicidad.

-Es imposible no amar a una mujer cuyo único fin en la vida es verte desnudo.

La expresión del rostro de Cliff mientras observaba cómo Hunter cerraba la puerta del coche antes
de rodearlo -con su característico andar elegante-para ocupar su asiento, no tenía precio.

Hunter se metió en el Lamborghini con un movimiento ágil y al instante abandonaron el
estacionamiento.

Mil emociones bullían en el interior de _________. Gratitud, felicidad y sobre todo, alegría por
verlo de nuevo, especialmente después de que tanto Julian como su propia mente hubieran intentado
convencerla de que jamás volvería a encontrarse con él.

No podía creer lo que Hunter acababa de hacer por ella.
-¿Qué estás haciendo aquí? -le preguntó mientras salían del estacionamiento.

-Me has estado volviendo loco durante todo el día -le contestó en voz baja-. Podía sentir tu
confusión y tu dolor, pero no sabía el motivo. Así es que llamé a Grace y me enteré de que,
supuestamente, tenía que recogerte a la salida del trabajo.

-Aún no me has explicado qué haces aquí.

-Tenía que comprobar que estabas bien.

-¿Y eso?

-No lo sé. Tenía que saberlo.

Reconfortada por sus palabras, _________ comenzó a juguetear con el cinturón de seguridad.

-Gracias por la ropa. Y por lo que acabas de hacer con Cliff.

-Ha sido un placer.

En ese momento tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para no abalanzarse sobre él y acariciarlo.
Para no besar a su guapísimo héroe.

Hunter aceleró y se alejó del distrito empresarial.

-Hay una cosa que no entiendo, ¿por qué iba a querer una mujer como tú casarse con alguien como
él?

_________ alzó una ceja.

-¿Cómo sabes que...?

-Tengo ciertas habilidades psíquicas, ¿lo recuerdas? Tu mente no deja de dar vueltas a tus
verdaderos sentimientos por el «estúpido cretino».
_________ se encogió, avergonzada, y deseó poder ser capaz de bloquear sus pensamientos.

-También lo he oído -bromeó Hunter, haciendo que se preguntara si lo habría dicho en serio.

-¿No puedes hacer algo para dejar de fisgonear en mi cabeza todo el tiempo? Me resulta muy
incómodo.

-Si quieres puedo renunciar a ese poder en tu caso.

-¿En serio? ¿Puedes prescindir de un poder cuando te venga en gana?

Él resopló.

-No exactamente. El único poder del que puedo prescindir es de la habilidad de leer los
pensamientos de otra persona.

-¿Y una vez que renuncias a él puedes recuperarlo?

-Sí, pero no es fácil.

-Entonces deshazte de él, tío.

Nick soltó una carcajada e intentó concentrarse en la carretera, pero sólo era consciente de la
abertura del vestido de _________, que dejaba una buena porción del muslo cubierto de seda a la
vista. Y, por si eso fuera poco, sabía lo que había debajo del vestido. Era otra de las imágenes
que lo habían torturado durante todo el día mientras intentaba dormir.
Las lujuriosas curvas de _________ cubiertas por el liguero y el tanga... Sólo de pensarlo se le
hacía la boca agua. Lo único que quería era deslizar la mano bajo el exquisito dobladillo hasta
encontrar el pequeño trozo de seda que resguardaba la parte más privada de su cuerpo.

¡Uf, sí! Ya se imaginaba haciéndolo a un lado con los dedos para tener el camino despejado. O
desgarrando esa frágil y minúscula barrera antes de arrancársela de las caderas y enterrarse en
su cuerpo mientras ella lo rodeaba con las piernas enfundadas en las medias de seda.

Hunter se movió y recordó, demasiado tarde, que debería haberse comprado unos pantalones anchos.

Acariciarla sería llegar al paraíso.

Si el paraíso fuese una posibilidad para una criatura como él.

Apretó con más fuerza la palanca del cambio de marchas mientras la idea se abría paso en su
interior.
«Ninguna mujer te amará por otro motivo que no sea tu dinero. Recuerda lo que te digo, muchacho.
Los hombres como nosotros nunca conseguimos algo tan sencillo. Tu mayor esperanza será tener un
hijo que te quiera.»

Emitió un pequeño jadeo cuando los recuerdos, hacía tanto tiempo reprimidos, volvieron a su mente
con total claridad. Y al hilo de lo anterior rememoró las últimas palabras que le dijo a su padre.

«¿Cómo podría amar a un hombre sin corazón como tú? No eres nada para mí, viejo. Y no lo
serás jamás.»

El dolor lo dejó sin aliento. La ira había sido la fuente de esas palabras, que ya jamás podrían
ser retiradas. ¿Cómo pudo hablarle así a la persona que más había amado y respetado?

-Entonces -dijo _________, distrayéndolo-, ¿qué pasó anoche con Desiderius? ¿Lo atrapaste?

Él agitó la cabeza para aclarar sus pensamientos y se concentró en el presente.

-Se metió en un refugio tras nuestro enfrentamiento.

-¿En dónde?

-En un refugio; el santuario de un Daimon -le explicó-. Son aberturas astrales entre dimensiones.
Los Daimons pueden quedarse en ellas durante un par de días, pero, cuando la puerta vuelve a
abrirse, se ven obligados a salir de nuevo.
________ estaba perpleja. ¿Sería cierto lo que describía?

-No puedo creer que haya algún tipo de poder que permita utilizar a los Daimons un refugio para
eludir la justicia.

-Y no lo hay. Los Daimons descubrieron los refugios por su cuenta. -La miró con una sonrisa
pícara-. Pero no me quejo. Eso hace que mi trabajo sea infinitamente más interesante.

-Bueno, mientras no te aburras... -le dijo con sarcasmo-. No me gustaría que tu trabajo llegara a
resultarte pesado algún día.

Hunter le lanzó una mirada que encendió su deseo.

-Chère, tengo la sensación de que sería imposible aburrirse contigo cerca.

Sus palabras tocaron uno de los puntos sensibles de _________.

-Eres el único que opina de ese modo -le dijo mientras recordaba la conversación con Selena-.
Siempre me han dicho que encabezo la fila que se dirige a la Ciudad del Aburrimiento.

Hunter se detuvo en un semáforo y clavó los ojos en ella.
-No entiendo el por qué de ese comentario; a mí no has dejado de sorprenderme desde el momento en
que me despertaste y me llamaste «guapetón».

Con el rostro encendido por el rubor, _________ rió al recordarlo.

-Además -prosiguió él-, no puedes culpar a la gente por decir eso, cuando eres tú la que levanta
la barrera protectora.

-¿Cómo dices?

Metió primera y continuó avanzando por la calle.

-Es verdad. Entierras la parte de ti misma que ansía las emociones bajo una profesión tan aburrida
que algún día sustituirá a los tranquilizantes. Vistes con colores apagados y con jerseys de
cuello vuelto que ocultan tu verdadera naturaleza.

-No es cierto -le contestó ella, temblando de rabia-. No me conoces lo suficiente para decir eso. Y
sólo me has visto vestida con un atuendo de mi elección.

-Cierto, pero conozco a la gente como tú.

-Sí, claro -murmuró con tono despectivo.

-Y he comprobado tu naturaleza apasionada de primera mano.
El rostro de _________ se ruborizó aún más ante el comentario. No podía negar la verdad. No
obstante, eso no significaba que tuviera que gustarle el modo en que Hunter veía a través de ella,
como si se tratara de un cristal.

-Creo que tienes miedo de tu otra mitad -continuó él-. Me recuerdas a la ninfa griega Lyta. Era un
ser formado por dos mitades separadas. Las dos partes luchaban entre ellas, haciéndola muy infeliz;
y no sólo a ella, sino también a todo aquél que la conociese. Hasta que un día, un soldado
griego se encontró con las dos mitades y las reunió. Desde aquel momento, Lyta vivió en armonía
consigo misma y con los demás.

-¿Estás insinuando que te hago infeliz?

Él se rió a carcajadas.

-No. Me resultas muy divertida, pero creo que serías mucho más feliz si te aceptaras tal y como
eres y no lucharas tan enconadamente contra ti misma.

-¿Y eso me lo dice un vampiro que no bebe sangre humana? Dime, ¿no será que tú también estás
luchando contra tu verdadera naturaleza?

El comentario arrancó una sonrisa a Hunter.
Quizás estés en lo cierto. Quizás yo también sería más feliz si liberara la bestia salvaje que
hay en mi interior. -La miró con desconfianza-. Me pregunto si serías capaz de manejar esa parte
de mí.

-¿A qué te refieres?

Él no contestó.

-¿Dónde te llevo, a casa de Julian, a la de tu madre o a la tuya?

-Bueno, ya que vas camino de mi casa supongo que me puedes dejar allí. Vivo cerca de Tulane.

Nick hizo un esfuerzo supremo para permanecer atento al tráfico, pero seguía rememorando una y
otra vez escenas del sueño. Joder, no recordaba cuándo había sido la última vez que tuvo un
sueño tan real. Se había despertado muy temprano, duro y dolorido por el deseo. Y, en aquel
momento, creyó oler el aroma de _________ en la almohada.

Sobre su piel.

Había pasado el resto del día intentando descansar todo lo posible, pero sólo había dormido a
ratos. Deseaba a esa mujer de un modo tan intenso que su simple proximidad lo hacía temblar.
Nunca había anhelado algo con tanta fuerza como lo que ella había sugerido: liberarse y devorarla.

Si se atreviera a hacerlo...

En cuanto oscureció salió de caza... a cazarla a ella. Era la primera vez en su vida como Cazador
Oscuro que había perseguido a un mortal.

-¿Sabes una cosa? -le dijo ella con ese acento suave y cadencioso, provocándole una descarga
eléctrica que descendió por su espalda hasta llegar a la entrepierna-. No tenías por qué
recogerme. Podías haberme llamado a la oficina para saber si estaba bien.

Nick se aclaró la garganta al sentir que se ruborizaba. ¡Joder! ¿Iba a hacer que se le subieran
los colores? No se había ruborizado desde que era un jovenzuelo imberbe, hacía ya dos mil ciento
sesenta años.

-No tenía tu número.

-Podías haberlo buscado en la guía telefónica o pedirlo en información. Y, por supuesto, Grace
lo tiene.

Nick percibió su sonrisa sin mirarla.

-Coño, si hasta podías haberlo sacado de mi cerebro. -Lo miró con suspicacia y con una súbita
expresión perversa en el rostro-. Apuesto a que querías verme otra vez, ¿no es eso?
-No -contestó él demasiado rápido.

-Mmm... -La incredulidad se reflejó en su tono de voz-. ¿Por qué será que no acabo de
creérmelo?

-Seguramente porque nunca he sabido mentir.

Ambos rieron al unísono.

Lo observó mientras conducía. Se había puesto las gafas de sol y no era nada justo que un hombre
fuese tan guapo.

-¿Puedo preguntarte una cosa? -inquirió.

Él arqueó una ceja, expectante, pero no dijo nada y siguió mirando al frente.

-¿De verdad te gusta ser un Cazador Oscuro?

Hunter la miró y sonrió con esa sonrisa que dejaba ver los colmillos.

-Dime ¿cuántos trabajos hay por ahí que te permitan ser un héroe todas las noches? Mi sueldo es
astronómico y vivo eternamente. ¿Hay algo que no resulte atractivo en este empleo?

-¿Pero no te sientes solo a veces? -insistió ella.

-Puedes sentirte solo en mitad de una multitud.

-Supongo, pero...

Hunter la miró de soslayo.

-¿Por qué no me preguntas lo que en realidad quieres saber?

-Teniendo en cuenta que puedes leer mis pensamientos, ¿por qué no me respondes directamente?
Él sonrió con deleite, con la misma expresión que un lobo que acabara de encontrar su próximo
almuerzo.

-Sí, cielo, me pareces increíblemente sensual. Lo que más deseo en estos momentos es llevarte a
mi casa y hacerte gritar de placer.

El rubor cubrió de nuevo el rostro de _________.

-Odio cuando haces eso. Eres peor que Tabitha. ¡Dios Santo! ¿Todos los Cazadores Oscuros
compartís esta habilidad?

-No, nena, sólo la tengo yo. -Y después añadió-: Cada uno de nosotros tiene sus propias
habilidades.

-Si te soy sincera, me encantaría que la tuya fuese totalmente diferente.

-Muy bien cariño. Contigo, se acabó. Ya no volveré a leerte la mente.

Mientras lo observaba, _________ se dio cuenta de que debajo de esa apariencia de chulo y fanfarrón
había un buen corazón.

-Eres un buen hombre, Hunter.

-Soy un buen vampiro, querrás decir.

-Sí, pero no vas por ahí bebiendo la sangre de la gente.

Los labios de Hunter se curvaron en una sonrisa casi imperceptible.

-Julian te lo dijo, ¿no?

-Sí. Me dijo que los Cazadores Oscuros, al contrario que los apolitas, se libraron de esa parte de
la maldición de Apolo.
-Para tu información -le dijo de forma inquietante-, no necesitamos sangre para vivir, pero un
cierto número de Cazadores Oscuros, a los que llaman Bebedores, sí la toman. -Cambió de marcha-.
Me parece que Julian y tú pasasteis demasiado tiempo hablando anoche.

-Es posible. -Pero claro, Hunter se había convertido en su tema de conversación favorito. Había
tenido al pobre Julian despierto hasta bien entrada la madrugada, preguntándole cosas sobre Nick y
los Cazadores Oscuros-. ¿Es verdad que los apolitas sólo viven veintisiete años?

Él asintió.

-Eso es lo que los hace tan peligrosos. La mayoría de ellos darían cualquier cosa por vivir un
solo día más.

Y ésa era la razón -según Julian- de que los Cazadores Oscuros no tuvieran alma. Así se evitaba
que los Daimons se hicieran con las almas más poderosas. Cuanto más fuertes fuesen las almas
robadas, más podrían vivir los Daimons gracias a ellas.

-Alguien como tú -le dijo Nick -, es un objetivo primordial para los Daimons. Cuando roban un alma
como la tuya, obtienen todos los poderes psíquicos que la acompañan.

_________ resopló.

-Yo no tengo poderes.

-Si esa mentira te hace feliz...
-No es ninguna mentira -se defendió ella-. No tengo ninguna habilidad provechosa. Por lo menos
ninguna que no esté relacionada con devorar números.

-Vale, devoradora de números, te creo. -Pero el tono con el que lo dijo desmentía sus palabras.

_________ miró con ojos entornados al pedazo de testarudo que tenía al lado y le dio las
indicaciones precisas para llegar a su casa. Según se acercaban al lugar, comenzó a ver algunas
nubes de humo que ascendían hacia el cielo.

-¿Eso es un incendio?

-Sí; y parece que es grande.

-¡Oh, no! -musitó al aproximarse y ver que era su casa la que ardía.

Pero Hunter no se detuvo allí, continuó bajando la calle hacia la casa de Tabitha que también
estaba siendo consumida por las llamas.

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