miércoles, 10 de agosto de 2011

Placeres Nocturnos. Capitulo 26

Se detuvo de inmediato pero, para su disgusto, vio cómo _________ se alejaba de él y deslizaba las manos sobre la bata, desde los pechos hasta el cinturón. Muy lentamente, tomándose su tiempo, lo desató y apartó la prenda hasta dejar los pechos desnudos a la vista.

Nick creyó que iba a estallar en llamas cuando el satén cayó a sus pies.

Y, para su deleite, no estaba completamente desnuda. Se había puesto el liguero azul marino que le había regalado. Nada más verla se le hizo la boca agua.

Muy despacio y de forma seductora, volvió a la cama y trepó sobre él, con los sensuales movimientos de una gata, dejando que los pezones le rozaran según ascendía desde la cintura hasta el pecho. Nick siseó al sentir cómo se estiraba sobre su cuerpo.

-¿Cómo vamos, general?

Él tragó saliva antes de contestar.

-Muy bien.

Sonriendo, _________ le acarició el mentón con los labios y la lengua.

-Mucho mejor cuando haces eso -susurró él con el cuerpo enfebrecido por sus caricias.

Ella se retiró con una carcajada.

-¿Qué te parece entonces si te dejo ciego de placer?

Él tiró de las ataduras.

-Me da la sensación de que soy todo tuyo, cariño.
deseaba con todas sus fuerzas que eso fuese cierto. Bajó de la cama y se acercó a la bandeja. Mientras cogía la jarra de miel templada, recordó el aceite hirviendo que los romanos habían usado para torturarlo. Recordó la expresión de dolor de su rostro cuando lo vertieron sobre su cuerpo, escaldándolo. Con el corazón en un puño, regresó a la cama, donde Nick yacía a su merced. Le acercó la jarra al pecho y observó cómo el recuerdo de esa tortura le ensombrecía la mirada.

Instintivamente, Nick se encogió en cuanto la miel lo rozó. Pero allí no había dolor. No se formaban ampollas ni le quemaba la piel. En realidad, era bastante agradable. Se relajó y observó cómo _________ derramaba el espeso líquido dorado, trazando pequeños círculos alrededor de sus pezones para después extenderlos con las uñas y descender hasta el estómago, provocándole continuos escalofríos.

Una vez dejó la jarra a un lado, comenzó a lamer cada gota de miel que había derramado sobre su cuerpo. Cada lametón le provocaba un estremecimiento de placer. Cuando le introdujo la lengua en el ombligo su miembro se endureció aún más.

_________ soltó una risa gutural y lo miró, reclinada sobre su ombligo. En ese momento, se movió hacia arriba, deslizando la lengua desde el vientre hasta la nuez. Siseando de placer, Nick echó la cabeza hacia atrás, facilitándole el acceso a su cuello y, cuando sintió cómo sus dientes lo arañaban, se estremeció de la cabeza a los pies.
-_________ -jadeó.

Sin dejar de sonreírle, volvió a bajar de la cama y cogió un pequeño cuenco. No sabía de dónde había salido esa faceta atrevida; jamás se había comportado de ese modo, pero quería salvar a Nick a cualquier precio. Además, algo extraño le estaba sucediendo mientras hacía todo eso por él; como si una parte de sí misma se estuviese liberando.

Apartando esa idea de su mente, hundió los dedos en el cuenco de nata batida y los acercó a los labios de Nick . Con el pulgar, trazó el contorno de esa boca perfecta.

Nick lamió la nata mientras ella se sentaba a horcajadas sobre su cintura. Qué maravilla sentir la humedad de su cuerpo sobre él. Lo estaba volviendo loco. Y cuando se movió hacia abajo y rozó su hinchada verga creyó morir de placer.

-Déjame darte de comer, general -le susurró antes de acercarle el dedo a la boca, muy despacio, para que saboreara la nata batida.

Nick tragó saliva al sentir la vorágine de sus emociones. Estaba recreando la crueldad de Valerius. Pero no había dolor con _________, sino un placer tan intenso como jamás había conocido. La miró a los ojos y le sonrió débilmente.

-¿Por qué estás haciendo esto? -le preguntó.

-Porque me preocupo por ti.

-¿Y por qué?

-Porque eres el hombre más maravilloso que he conocido en mi vida. Claro, que no hay que olvidar que eres testarudo y exasperante, pero también amable, generoso y fuerte. Y me haces sentir tan...

Él alzó una ceja.

_________ se sentó sobre su cintura y lo miró.

-¿Qué se supone que significa eso?

-¿El qué? -preguntó él con expresión inocente.

-Esa mirada.

Nick frunció el ceño.

-¿Qué mirada? -preguntó mientras intentaba abrazarla, sin recordar que estaba atado. Qué extraño que lo hubiese olvidado por completo.

Ella bajó la cabeza y lo besó.

Nick soltó un gemido al sentir los labios de _________ sobre los suyos, al sentir esa lengua que entraba y salía de su boca, llevándole el sabor de la nata.
Se apartó un poco y le preguntó:

-¿Te gusta?

-Mucho -contestó él.

-Entonces, esto te va a encantar.
La siguió con la mirada mientras descendía por su cuerpo, cogía el cuenco y comenzaba a
extenderle la nata por la entrepierna. Sus dedos le acariciaban el miembro mientras lo cubrían por
completo con el frescor de la crema.

La sensación lo estaba llevando al límite y no pudo evitar gemir.

_________ le separó las piernas y se detuvo un instante a contemplar su obra de arte. Después, lo
miró a lo ojos y se agachó entre sus muslos para lamerle los testículos.

Nick gruñó al sentir las caricias de su lengua en la parte más vulnerable de su cuerpo. Ella
cerró los labios a su alrededor y lo lamió, succionando primero el de un lado con suavidad antes
de pasar al otro y proceder del mismo modo. Se sentía asaltado por continuas oleadas de placer y
tiraba de las ataduras sin ser consciente de lo que hacía. Jamás había experimentado nada tan
placentero como los besos de _________ y las caricias de su lengua sobre la piel.

Cuando los testículos estuvieron libres de crema, se acercó a su verga. En cuanto se la metió en
la boca, Nick se tensó; _________ lo estaba mirando a los ojos, observando sus reacciones.
Sin apartar la mirada, pasó la lengua por el extremo de su erección, atormentándolo y dejándolo
sin aliento, lamiéndole el glande antes de bajar la cabeza y tomarlo por completo en la boca. Nick
creyó que todo comenzaba a darle vueltas cuando bajó la mano y le acarició los testículos a la
vez. La sensación le hizo sisear y arquearse bajo ella, de forma instintiva, hundiéndose aún más
en su boca, aunque _________ no protestó.

Soltó un gemido cuando notó que su parte animal comenzaba a tomar las riendas. El deseo que
despertaba en él rayaba en la obsesión.

-_________ -balbució con voz ronca y entrecortada-. Quiero saborearte.

Ella le dio un nuevo lametón y alzó la cabeza para mirarlo a los ojos.

-¿Cómo? -le preguntó mientras comenzaba a gatear sobre su cuerpo, haciendo que la respiración de
Nick se alterara más.

Se sentó a horcajadas sobre su cintura, colocó las manos sobre sus costados y lo miró.

-Dime qué quieres hacerme -le dijo con las mejillas ruborizadas por su atrevimiento.
Nick percibía los sentimientos de _________ mientras la contemplaba. Estaba asustada e insegura,
pero quería ayudarlo a toda costa. Más emocionado de lo que debería, se humedeció los labios
antes de hablar.

-Quiero probar tus pechos -le dijo entre jadeos.

-¿Así? -le preguntó ella, alzándoselos con sus propias manos a modo de ofrenda.

Él gimió al ver cómo _________ se tocaba.

-Sí -jadeó-. Y quiero lamerlos.

Sonriéndole, le acercó un pecho a los labios.

Nick dio un tirón a las ataduras mientras le chupaba un endurecido pezón, saboreándolo. Los
murmullos de placer de _________ resonaban en sus oídos, estimulándolo aún más. Volvió a tirar
de las bufandas y la seda se rasgó.

Ella rió maliciosamente.

-Si te sueltas, Nick , me pongo la bata y aquí se acaba todo. ¿Eso es lo que quieres?

Él le contestó meneando la cabeza y relajó los brazos.

-¿Qué es lo que quieres, entonces?
-A ti. -La verdad escapó de sus labios antes de poder detenerla.

-¿A mí? -preguntó ella, ilusionada.

Incapaz de darle esperanzas cuando no había un futuro para ellos, Nick añadió:

-Quiero estar dentro de ti.

Y, en ese momento, sintió la punzada de desilusión que experimentó ella y se sintió fatal por
haberle hecho daño.

-_________...

-Shhh -lo silenció ella, colocándole la mano sobre los labios-. Soy toda tuya -le susurró a la
vez que se empalaba sobre su verga.

Nick cerró los ojos en cuanto la deliciosa humedad de _________ se deslizó contra su miembro.
Ella se inclinó hacia delante y capturó sus labios mientras lo montaba con envites profundos,
siguiendo un ritmo pausado. Le mordisqueó el cuello y, cuando volvió a besarlo a la par que
aceleraba el ritmo de sus caderas, sintió el gemido de Nick sobre la lengua. Lo sintió retorcerse
entre sus muslos. Lo vio echar la cabeza hacia atrás y gruñir como un animal enjaulado antes de
hundir los pies en el colchón y tomar impulso para alzar las caderas y hundirse hasta el fondo en
ella.

_________ soltó un grito por la intensidad del orgasmo que experimentó. Pero notó que él se
quedaba tieso como una vara.

-No te muevas -le dijo entre dientes.

Obedeció sin preguntarle las razones. Tenía los ojos cerrados, los dientes apretados y la frente
cubierta por una capa de sudor. Su cuerpo temblaba convulsivamente. Tras un minuto, soltó un hondo
suspiro, abrió los ojos y la miró.

-¿Ya puedes desatarme?

_________ asintió con la cabeza y se dio cuenta de que él no había llegado al orgasmo. Había
luchado con todas sus fuerzas para no hacerlo. Y, aunque entendía el porqué, una parte de sí
misma se sintió herida al ser consciente de que Nick no confiaba plenamente en ella.

¡Déjalo ya!, se dijo. Eres una imbécil además de una egoísta. Necesita sus poderes.

En ese momento más que nunca.

Nick desgarró las bufandas con una facilidad que la dejó sorprendida y, una vez sus manos
estuvieron libres, la abrazó con fuerza.

-Gracias, cariño -le dijo, besándola con ternura.

Ella le contestó con una sonrisa.

-Ha sido un placer.

Él soltó una carcajada por lo acertado de la respuesta y la echó sobre la cama, a su lado,
colocándola de costado. Se tumbó a su espalda y la abrazó, como si le aterrara el hecho de estar
separados. No tardó mucho en quedarse dormido.
Se limitó a disfrutar del momento mientras el cálido aliento de Nick le acariciaba el hombro
desnudo y deseó con todas sus fuerzas que lo que había hecho esa noche lo ayudara en la próxima
confrontación con Desiderius.



_________ se despertó al escuchar el teléfono. Cuando se incorporó, se dio cuenta de que habían
dormido abrazados y al recordar todo lo que le había hecho la noche anterior, se ruborizó
intensamente. Jamás se había comportado de un modo tan desvergonzado, pero con él no se había
sentido cohibida.

Se apartó de sus brazos y corrió hasta la habitación de Esmeralda para contestar el teléfono.

-¿Sí?

Era Essie.

-___ts___, gracias a Dios que estás todavía ahí. Mi coche se ha estropeado y he tenido que
aparcarlo en el arcén. ¿Te importa venir a recogerme?

-Claro que no.

Anotó la dirección, se dio una ducha rápida y regresó a la habitación de invitados para
vestirse.

Inclinándose sobre Nick le dio un beso en la mejilla. Cuando iba a alejarse él la sujetó por la
muñeca.

-¿Dónde vas?

-A recoger a Essie.

-No es seguro.

-Estamos a plena luz del día. No me va a pasar nada.

La mirada de Nick era bastante elocuente; no le gustaba nada que saliera.

-¿Cuánto falta para que anochezca?

-Horas.

-De acuerdo, pero vuelve directamente aquí.

-¡Sí, mi comandante!

-No tiene gracia.

Lo besó en los labios y se marchó.
Se despertó poco tiempo después. Al levantarse se dio cuenta de que la mayor parte de las heridas
habían desaparecido. Se quitó las vendas manchadas de sangre y las tiró a la papelera, situada
junto a la puerta.

-¿_________? -la llamó, asomándose al pasillo.

Nadie contestó. En la casa no se escuchaba ningún sonido, todo estaba en silencio. Aún estaría
fuera.

Cogió su ropa y entró al baño. No tardó mucho en ducharse, afeitarse y vestirse. Una vez aseado,
volvió a la habitación. Se detuvo en la puerta al ver a _________. Llevaba unos vaqueros muy
ajustados y una sudadera negra que ocultaba esas curvas que él se moría por acariciar. El pelo
suelto le daba una apariencia muy sugerente.

Se acercó en silencio a ella, que estaba de espaldas, y vio que estaba mirando la papelera. Sin
hablar, inclinó la cabeza y le mordisqueó el cuello.

En cuanto sus labios la rozaron captó su aroma.

No era _________.

Era Tabitha.
Nick retrocedió, alejándose de ella, mientras Tabitha se giraba para mirarlo frente a frente.
Aún tenía la cara magullada por la paliza que le habían dado los secuaces de Desiderius y llevaba
un apósito sobre los puntos de sutura. Se agachó, medio cojeando, y adoptó una postura de ataque.

Le dolió verla así.

No había sido capaz de proteger a una de las personas que _________ más quería y juró que jamás
volvería a suceder.

-¿Quién eres? -exigió saber Tabitha-. ¿Dónde está Esmeralda?

Nick echó un vistazo al espejo y, al ver que no se reflejaba, retrocedió un paso más, antes de
que ella lo notara.

-Se le estropeó el coche cuando regresaba y _________ fue a recogerla.

Se dio cuenta, demasiado tarde, de que debía haber mantenido la boca cerrada porque Tabitha lo
reconoció en cuanto lo escuchó hablar; su acento era inconfundible.

-¡Tú! -chilló-. ¿Qué les has hecho a mis hermanas?

-Nada; están bien.

-¡Y una mierda! -exclamó al tiempo que se abalanzaba sobre él.

Nick se dio la vuelta y se alejó corriendo por el pasillo; no quería hacerle daño.

-¡Un vampiro! -gritó Tabitha.

Escuchó ruidos en la planta baja y se dio cuenta de que la hermana gemela de _________ no estaba
sola.

-¡Abrid las cortinas! -Y mientras gritaba la orden agarró el cordón del riel de las cortinas del
pasillo y tiró con fuerza.

Nick siseó cuando la luz del sol lo rozó. Saltó sobre la barandilla y aterrizó en la sala de
estar del primer piso.

Dos pares de ojos lo miraron atónitos, observándolo de arriba abajo. El hombre de pelo oscuro se
quedó muy pálido, pero la chica rubia reaccionó con rapidez y se acercó a la ventana sin perder
tiempo para subir las persianas.

Antes de que pudiera moverse, Tabitha estaba sobre él, lanzándole un golpe con el pie que le dio
en el costado, sobre la herida.

-¡Muere, hijo de puta!

Nick siseó, enseñándole los colmillos, y saltó hacia atrás girando en el aire, para escapar
hacia la cocina. Pero tuvo que detenerse al llegar a la puerta y ver que la luz del sol entraba a
raudales en la estancia. No había ni un solo sitio en todo el cuarto donde no corriera el riesgo de
acabar frito.

En ese momento, algo duro y afilado lo golpeó en el hombro. Con un gruñido, se dio la vuelta y vio
a Tabitha que empuñaba una daga alargada, dispuesta a hundírsela de nuevo. La sujetó por la
muñeca en el mismo instante que sus dos amigos se abalanzaban sobre él. Los cuatro se tambalearon
y, de un empujón, logró deshacerse de uno de ellos. Intentó regresar a la sala de estar pero, de
algún modo, Tabitha se las arregló para interponerse en su camino.
Blandió la daga directa a su estómago; el odio que sentía por él se reflejaba de forma alarmante
en sus ojos. Nick saltó hacia atrás y un rayo de sol le dio en la espalda. El dolor lo fulminó
al instante. Siseando de nuevo, la esquivó y corrió de vuelta a la sala, intentando permanecer en
las sombras.

Tabitha y sus dos amigos se arrojaron sobre él y lo lanzaron contra la puerta. Mientras lo tiraban
al suelo, las palabras de Desiderius resonaron en sus oídos.

Se echarán sobre ti como una manada de perros salvajes.

Tabitha se sentó sobre su pecho, rodeándole el cuello con una mano, y sus dos amigos lo agarraron
por los brazos, extendiéndolos. Si lo hubiesen atacado de ese modo el día anterior, el pánico lo
habría vuelto loco. Pero en ese momento recordó a _________ mientras lo ataba y sintió una
extraña lucidez.

-¿Qué has hecho con mi hermana? -preguntó Tabitha.

-Nada.

-¡No me mientas! He visto las vendas manchadas de sangre en la papelera.

Intentando no hacerle daño, alzó las piernas y la agarró con ellas para lanzarla hacia atrás, en
el mismo momento que intentaba hundirle la daga en la garganta. Falló por milímetros. Le dio un
puñetazo en el estómago al tipo que estaba a su derecha y arrojó a la chica rubia sobre el sofá.
Cuando sintió que Tabitha le mordía en el muslo soltó una maldición, le quitó la daga y la
tiró al suelo, donde quedó clavada en uno de los listones del parqué.

-Escúchame.
-¡No! -gritó ella mientras se retorcía e intentaba golpearlo con los puños.

Nick giró en el suelo y se colocó sobre ella, inmovilizándola. Todos sus instintos le exigían
que la dejara inconsciente, pero, al observar ese rostro tan parecido al de _________, se dio cuenta
de que jamás podría hacerle daño.

Ese momento de incertidumbre le costó muy caro. Sus amigos volvieron a atraparlo de nuevo. Los
cuatro rodaron por el suelo y Nick consiguió ponerse en pie al tiempo que la puerta de la calle se
abría e inundaba de luz la habitación.

Soltando otro taco, logró llegar como pudo a un rincón oscuro.

El grito agudo de _________ resonó por toda la casa.

-¡Ya basta!

Tabitha y sus compañeros se quedaron inmóviles al escucharla y Nick aprovechó para recuperar el
aliento. Sentía un dolor punzante en las nuevas heridas y la sangre le corría por la espalda.
_________ se acercó corriendo a él y lo tocó, inspeccionando las heridas.

Su hermana arrancó la daga del suelo y se acercó a ellos con actitud decidida y furiosa, sin dejar
de mirar a Nick a lo ojos.

-Apártate de mi camino,__ts___. Estoy a punto de matar a un vampiro.

-Te equivocas -la interrumpió Esmeralda, cerrando la puerta de la entrada y colocándose entre
Tabitha y Nick -. Estás a punto de matar al novio de tu hermana gemela.

Tabitha la miró con la boca abierta y se detuvo al instante, mirando a Nick y a _________
alternativamente.

-¿Cómo has dicho?
_________ ignoró a su hermana.

-¿Estás bien?

Nick se pasó la mano por la herida abierta del brazo.

-Nunca he estado mejor.

-¿Y le preguntas a él? -masculló Tabitha con incredulidad-. Y los chicos y yo, ¿qué? No veo que
estés muy preocupada por nosotros. Ha estado a punto de decapitarnos.

_________ lanzó una mirada furiosa a su gemela.

-Me parece que no estáis sangrando. Créeme, si hubiese querido haceros daño ninguno de vosotros
estaría de pie ahora mismo.

Tabitha los observó atentamente y soltó un gruñido indignado.

-¿Estás defendiendo a un vampiro?

-Estoy defendiendo a Nick -le contestó _________ con énfasis.

Apretando los labios aún más, Tabitha miró al uno y al otro.

-¿Qué pasa contigo? ¿Es que estás loca? ¿Quieres un novio que bebe sangre, que va a vivir
eternamente, que mata para divertirse y que no puede salir a la luz del día? Vaya, __ts___, veo que
al final has encontrado al Rey de los Perdedores. Felicidades. Jamás me imaginé que existiera
alguien peor que Cliff.

La parrafada de Tabitha era un torrente de insultos y de groserías.

-¿Y tú hablas de perdedores? La que sale con un hombre que no ha trabajado más de dos semanas
seguidas en los últimos tres años...

-Por lo menos, Eric tiene alma.

-Nick tiene corazón.
-¡Venga, por favor! ¿Y tú crees que con eso se soluciona todo? Dime una cosa, __ts___, ¿estás
dispuesta a renunciar a todo por él? ¿A tu vida, a tu futuro? ¿Qué puede ofrecerle un vampiro a
una contable? Siempre has querido niños, ¿puede dártelos él?

Nick se hundía cada vez más en la desesperación mientras las escuchaba discutir. Cada palabra
que salía de la boca de Tabitha confirmaba lo que él había pensado desde un principio. Tabitha
tenía razón.

Echó un vistazo a la luz del sol que entraba por las ventanas. El sol era letal para él y vital
para _________. Para los humanos resultaba tan necesario como el aire que respiraban. Y, mientras
ella estuviese con él, no encontraría la paz porque tendría que sacrificar todos sus sueños.

Y no podía permitir eso.

Con el corazón encogido, se escabulló entre las sombras hasta llegar a la escalera.

-¡Dejad ya de discutir! -gritó Esmeralda.

Nick no volvió a prestarles atención mientras subía la escalera.

Pasaron varios minutos, y una nueva andanada de insultos, antes de que _________ se percatara de la
ausencia de Nick .

-¿Nick ?

-Está arriba -le contestó Esmeralda.

_________ hizo el gesto de marcharse pero Tabitha la detuvo.

-No puedes hacerte esto.
-No sabes nada de él, Tabby. Es un Cazador Oscuro, no un vampiro.

-Sí, claro. Y Julian Alexander me explicó que, en realidad, no hay ninguna diferencia entre ellos.
Los dos tienen características animales y son asesinos.

-No me creo que Julian te dijera eso.

-Me da igual que lo creas o no, es la verdad. Y mientras reflexionas sobre eso, déjame decirte otra
cosa que me contó Julian: Artemisa matará a tu novio antes de permitir que sea libre.

_________ se alejó de su hermana, pensando que no era cierto lo que decía. Encontró a Nick en la
habitación, recogiendo sus cosas.

-¿Qué estás haciendo?

-Me voy.

-No puedes salir. Es mediodía.

Su rostro tenía una expresión adusta y fría.

-He llamado a Tate.

-Nick ... -lo llamó, acercándose para tocarlo.

-No me toques -masculló él, enseñándole los colmillos-. Ya has oído lo que te ha dicho tu
hermana. Soy un animal, no un humano.

-Anoche no dormí con ningún animal.

-¿Ah, no?

-No -le contestó ella, poniéndole la mano en la mejilla.

No tardó más de un segundo en borrar la expresión de deleite que su caricia le producía, pero
ella llegó a verla.

-Eso es lo que tú crees, _________. ¿Sabes cuántas veces he tenido que controlarme para no
hundirte los dientes en el cuello? ¿Cuántas veces he sentido el flujo de tu sangre bajo la lengua
y he deseado probarla?

Tragó saliva, espantada. Pero se negaba a creerlo. Sólo estaba intentando asustarla.
-Nunca me has hecho daño y sé que darías tu vida antes de hacerlo.

Nick cogió la maleta sin decir nada y se marchó. Ella lo siguió por el pasillo y se detuvo al
llegar a las escaleras.

-No puedes marcharte así.

-Sí puedo.

Tiró de él para detenerlo antes de que bajara hasta el recibidor.

-No quiero que me dejes.

Nick se paró en seco al escucharla. Sus palabras lo estaban destrozando. Él tampoco quería
dejarla; en realidad, lo que quería era echársela sobre el hombro, llevarla de vuelta a la
habitación y hacerle el amor durante toda la eternidad. Quería hacerla suya de forma legítima y
tener el derecho de gritar que le pertenecía. Pero no estaba escrito que sucediera. Él era un
sirviente de Artemisa. Su vida pertenecía a la diosa.

-Vuelve a tu mundo, _________. Allí estarás a salvo.
Ella le tomó el rostro entre las manos. Esos brillantes ojos azules lo miraban con un anhelo y un
dolor tan grandes que lo estaban desgarrando.

-No quiero estar a salvo, Nick . Te quiero a ti.

Él le apartó las manos, se alejó de sus tiernas caricias y bajó lo que quedaba de las escaleras.

-No digas eso.

-¿Por qué no? -le preguntó _________, bajando tras él-. Es la verdad.

-No puedes tenerme -le dijo entre dientes mientras giraba en mitad de las escaleras para mirarla a
los ojos-. Ya tengo dueña.

-Entonces déjame amarte.

Su resolución se vino abajo al escuchar el ruego de _________. ¡Por todos los dioses! Qué
sencillo sería confiar en ella. Tomarla entre sus brazos y... verla envejecer mientras él
permanecía igual. Abrazarla cuando muriera, ya anciana, para dejarlo solo durante toda la
eternidad. Solo.
La simple idea era suficiente para dejarlo paralizado. La vida sin ella no merecía la pena. Y si
dejarla tras un par de días dolía tanto, ¿qué se sentiría al perderla después de unas cuantas
décadas? Era mucho más de lo que su magullado corazón podía soportar.

-No puedes.

-¿Por qué? -preguntó ella.

-Algunas cosas son imposibles.

Le tocó el brazo, suplicándole con la mirada que viera las cosas tal y como ella las veía. Pero
no podía hacerlo. No se atrevía.

-Quizás esto sí sea posible.

-Te equivocas.

En ese momento llamaron a la puerta.

_________ vio cómo Essie abría la puerta y Tate entraba con la camilla. La expresión resignada y
atormentada de Nick al ver la bolsa negra se le quedaría grabada para siempre en la memoria.

-No te vayas, Nick -le pidió una vez más, rezando para que la escuchara.

-No tengo elección.

-Sí que la tienes. ¡Joder, Nick ! Eres demasiado testarudo. Tienes más opciones. No me dejes.

Él se frotó los ojos, como si le doliese la cabeza.

-¿Por qué quieres que me quede?

-Porque te amo.

La furiosa maldición de Tabitha se escuchó en el recibidor, procedente de la cocina, y el silencio
que siguió resultó ensordecedor.

Nick cerró los ojos mientras la agonía lo consumía. Había esperado una eternidad para escuchar
a una mujer decirle esas palabras de corazón.
Pero era demasiado tarde.

-La última vez que creí que una mujer me amaba, perdí un imperio y acabé crucificado mientras
ella se reía de mí. No seas tonta, _________. El amor no existe. Es una ilusión. No me amas; no
puedes amarme.

Antes de que ella pudiera protestar, saltó a la camilla y se metió en la bolsa, cerrando la
cremallera desde dentro.

-¡No me dejes! -le gritó _________, agarrándolo por el brazo a través del plástico.

-Llévame a casa, Tate.

Tate le sonrió con tristeza y empujó la camilla para salir de la casa. _________ soltó un
gruñido de frustración.

-Eres un gilipollas, Nick Hunter. Un gilipollas.

Nick la escuchó; su voz le llegaba amortiguada por el grosor de la bolsa. Sus palabras lo estaban
matando. Estaba actuando como un imbécil.

No la dejes, le suplicaba su corazón.

Pero no tenía otra opción. Éste era el camino que había elegido. Había tomado esa decisión
teniendo en cuenta las consecuencias y todos los sacrificios que tendría que hacer.

_________ era un ser de luz y él formaba parte de las tinieblas. De algún modo, hallaría la forma
de recuperar su alma sin implicarla y, una vez lo hiciera, mataría a Desiderius.

_________ y Tabitha serían libres y él podría retomar su vida. La vida a la que estaba atado por
un juramento. Pero, en lo más hondo de su corazón, sabía la verdad: la amaba. Más de lo que
jamás había amado a nadie.
Y tenía que dejarla marchar.

Eran las cinco en punto de la tarde y comenzaba a oscurecer cuando _________ llegó a casa de Nick
. Aparcó su Taurus azul delante de la mansión, caminó hasta la puerta principal y llamó.

Esperaba que Liam le contestara pero, en lugar de eso, la puerta se abrió, muy lentamente, y no
vio a nadie en el recibidor. Frunciendo el ceño, entró. Al instante, la puerta se cerró dando un
fuerte golpe a sus espaldas. El sobresalto hizo que soltara un jadeo. Acababa de darse cuenta de que
la verja de la entrada también se había abierto sola; claro, que había supuesto que Nick había
visto su coche en el monitor y había abierto la puerta antes de que tuviese la oportunidad de
utilizar el portero automático.

Ya no estaba tan segura.

Cada vez más nerviosa, echó un vistazo sin ver a nadie. El silencio de la casa daba a entender que
estaba vacía.

-¿Hola? -preguntó, avanzando muy despacio a través del recibidor-. ¿Liam ? ¿Nick ?

-Así que tú eres _________ Devereaux...

Al escuchar la voz procedente del salón se quedó helada. Era una voz grave e incitante, con un
acento que no se parecía a ninguno que hubiese escuchado anteriormente. Le recordaba al sonido
profundo y ronco del trueno.
Por un momento, temió que se tratara de un Daimon; hasta que los ojos se le adaptaron a la
oscuridad y pudo distinguir al espléndido espécimen masculino tumbado en el sofá. Tendido de
espaldas y con las piernas colgando sobre el brazo del sillón, tenía los brazos doblados bajo la
cabeza y la observaba atentamente desde las sombras.

Estaba desnudo de cintura para arriba y descalzo. Llevaba unos ceñidos pantalones de piel y tenía
una larga melena de color verde oscuro. En el hombro izquierdo, _________ distinguió el estilizado
tatuaje de un pájaro, cuya cola descendía en espiral y se enrollaba alrededor del bíceps. Su piel
era del mismo tono dorado que la de Nick y el bronceado resaltaba el pequeño colgante de oro que
llevaba en el cuello.

-¿Y usted es...? -le preguntó ella.

-Acheron Parthenopaeus -le contestó con esa voz profunda y serena-. Encantado de conocerte. -Sus
palabras carecían de cualquier signo de emoción o calidez.

Vale, no se parece en nada a Yoda. Bueno... los dos tienen el pelo verde.

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