miércoles, 10 de agosto de 2011

Placeres Nocturnos. Capitulo 27

El tipo del sofá no aparentaba más de veinticinco años, pero el aura de crueldad que lo rodeaba empañaba esa apariencia juvenil. Al mirarlo, daba la impresión de que había visto los fuegos del infierno de primera mano y que la experiencia lo había transformado en un ser mucho más sabio. Aun tumbado, le provocaba escalofríos de terror al tiempo que despertaba su curiosidad. Había algo en el tal Acheron que resultaba espeluznante, aunque no era capaz de expresarlo con palabras.

La hacía sentirse muy incómoda.

-Así que usted es el infame Acheron...

El devastador rostro del hombre dibujó una sonrisa juguetona.

-Amo y señor de la horda de bárbaros que pululan por la noche.

-¿Usted los dirige?

Él se encogió de hombros con indiferencia.

-En realidad, no. Sería mucho más fácil gobernar al viento.

_________ soltó una risilla nerviosa.

Acheron se levantó muy despacio y se acercó a ella con todo el aspecto de una bestia al acecho. Según se aproximaba, el magnetismo de su presencia y su enorme altura la dejaron abrumada. Con sus buenos dos metros, se alzaba sobre ella como una torre y la diferencia de altura le daba una apariencia bastante poderosa.

-¡Por amor de Dios! -jadeó mientras doblaba el cuello para poder mirarlo a los ojos-. ¿Es que hay alguna ley tácita por la cual todos los Cazadores Oscuros tengan que ser gigantes?

Acheron rió, mostrándole un destello de sus colmillos.

-¿Qué puedo decir? Artemisa quiere que sus Cazadores sean altos. No se admiten solicitudes de hombres bajitos.

Justo cuando llegó frente a ella, _________ vio sus ojos con claridad.

Y se quedó boquiabierta.

A diferencia de los de Nick , éstos lanzaban destellos. No se podía describir de otra manera. Mientras los observaba, cambiaron de color; de un azul profundo a un matiz plateado. Como si estuviesen hechos de mercurio, los colores cambiaban y se mezclaban entre ellos en ambos iris. Le recordaban la superficie del mar, agitada por unas olas tranquilas.

-Desconcertantes, ¿verdad? -le preguntó él sin dejar de mirarla, consciente de que lo estaba observando.

-¿Se supone que es normal que hagan eso?

Él sonrió sin despegar los labios, pero no contestó. Sacó unas gafas oscuras del bolsillo trasero del pantalón y se las puso. Con los ojos cubiertos, _________ se fijó en la extraña cicatriz que tenía en el cuello. Parecía la huella de una mano, grabada a fuego. Como si hubiesen querido estrangularlo. Muy, muy extraño.

-¿Qué te trae por aquí, pequeña? -le preguntó Acheron.

-He venido a ver a Nick .
-No quiere que lo molesten.

-Bueno -dijo ella, enderezando la espalda para no dejarse amedrentar por un Cazador Oscuro que, estaba segura, podría destrozarla en un nanosegundo-. No siempre sabemos lo que nos conviene.

Acheron soltó una carcajada.

-Muy cierto. Entonces... ¿crees que puedes salvarlo?

-¿Es que duda de mí?

Él ladeó la cabeza, como si estuviese sopesando su temple, y caminó a su alrededor sin dejar de observarla. Cuando le dio la espalda, _________ vio que estaba cubierta de heridas, ya casi curadas. Daba la impresión de que lo hubiesen golpeado, superponiendo y entrecruzando los latigazos hasta formar un complicado dibujo, tan hermoso como macabro.

El estómago se le contrajo al pensar en las incontables horas de sufrimiento que debía haber soportado, dado el estado que presentaba.

Al descender la mirada por esa amplia y musculosa espalda, descubrió la marca de Artemisa, un arco doble idéntico al que Nick tenía en el hombro. La diferencia estribaba en que el de Acheron estaba localizado en la cadera derecha.

-Por si no lo sabe, señora -continuó hablando con ese tono funesto y grave-, llevo caminando por el mundo desde hace once mil años. -Se detuvo y se inclinó para seguir susurrándole al oído-. He visto cosas que jamás podría llegar a imaginarse, y ¿me pregunta si dudo de usted? -Retrocedió unos pasos para poder mirarla a la cara antes de acabar la frase-. Señora, dudo hasta del aire que respira.

-No le entiendo.

Él hizo caso omiso de su confusión.

-Quieres su alma.
-¿Cómo dice? -le preguntó mientras los nervios la hacían temblar.

-Puedo sentir sus emociones, señora. Escucharla. Su mente es un torbellino de sentimientos y temores: ¿Puede conseguir que sea suyo? ¿La ama? ¿Podrá amarla algún día? ¿Lo ama de verdad? ¿Hay la más mínima oportunidad de estar juntos o se está engañando a sí misma?

_________ tembló al escuchar sus dudas más íntimas en boca de Acheron.

Se detuvo al llegar frente a ella y le alzó la barbilla para mirarla a los ojos.

_________ sintió que esos ojos le taladraban el alma, mientras que ella era incapaz de ver un indicio de los sentimientos de Acheron en esas profundidades plateadas. Lo único que veía era su propio reflejo en los cristales oscuros de las gafas.

Cuando él volvió a hablar, _________ escuchó su voz directamente en la cabeza.
-Y la pregunta que más te inquieta es cómo salvarlo sin perder a tu hermana en el proceso.

-¿Cómo sabe todo eso?

Él le dedicó una extraña sonrisilla.

-No puedes imaginar hasta dónde llegan mis poderes.

-Y entonces, ¿por qué no mata a Desiderius antes de que vuelva a hacerle daño a Nick ?

Él le soltó la barbilla.

-No puedo.

-¿Por qué no?

-Por la misma razón que Nick no puede: no tengo alma. Desiderius acabaría conmigo y, dados los
pecados que cometí en el pasado, tiemblo con sólo pensar en el uso que podría hacer de ellos.

_________ reflexionó un instante. Desiderius había intentado matar a Nick recreando el modo en
que murió cuando era humano, lo que significaba que la muerte de Acheron debía haber sido mucho
más cruel que la crucifixión.
¿Cómo habría muerto este temible Cazador Oscuro?

Y, al hilo de ese pensamiento, le vino a la mente otra incógnita.

-¿Cómo recupera su alma un Cazador Oscuro?

Acheron la acorraló contra la pared, exactamente igual que un león haría con su presa. El aire de
la habitación parecía restallar con la energía mística y el poder que exudaba.

-Las almas son entes muy extraños, señora. Sólo se trasladan por voluntad propia, siempre y
cuando quienes las posean las dejen marchar.

-Según eso, tengo que convocar a Artemisa, ya que es ella la que posee el alma de Nick , ¿no es
cierto?

La pregunta hizo que Acheron soltara una carcajada perversa.

-Te comería viva, pequeña.
El tono de ese hombre estaba comenzando a irritarla. Puede que estuviera frente al ser más malvado
del universo, pero ella no era una cría.

-No me hable como si fuese una niña.

-¡Vaya! Si no lo estoy haciendo... sólo te estoy avisando. Eres incapaz de enfrentarte a la diosa.
Ella es el viento; es la dueña de nuestros destinos y tú, pequeña, no eres más que un tierno
bocadito al que le encantaría merendarse por pura diversión y luego, quizás, escupirlo de nuevo.

-Gracias por una descripción tan gráfica -le dijo ella con un nudo en el estómago tan sólo de
pensarlo.

Él sonrió al escucharla y suavizó su expresión.
-Quieres salvarlo, ¿verdad?

De nuevo tuvo la sensación de que Acheron volvía a leerle el pensamiento.

-Por supuesto que quiero. Nick lo es todo para mí.

Él asintió.

-Tienes un corazón puro. Puede que esto funcione.

Ese comentario la asustó más que cualquier otra cosa de las que había dicho antes. El tono de voz
que usó decía bien a las claras que lo que estaba pensando era bastante arriesgado.

-¿A qué te refieres?
Acheron se acercó hasta una mochila negra que estaba encima de la mesa-ataúd. Rebuscó en su
interior y sacó una caja negra de madera tallada, cubierta por extraños símbolos de color
plateado e inscripciones griegas.

-Aquí está lo que buscas.

Abrió la caja y le mostró el interior; estaba forrado de terciopelo negro y sobre el suntuoso
tejido descansaba un medallón rojo. Brillaba exactamente igual que sus ojos. Pero el color de la
piedra variaba del rojo al anaranjado, con matices de amarillo. Los colores parecían moverse en
espiral desde la inscripción central del medallón hasta los bordes.

-Es precioso -jadeó, alargando la mano para tocarlo.

Acheron lo alejó.

-Tócalo y sentirás que te abrasan los fuegos del infierno.

Ella bajó la mano de inmediato.

-¿Qué es?

-El alma de Nick .
El corazón de _________ estuvo a punto de dejar de latir ante el tono hastiado de Acheron. Tragó
saliva y miró fijamente el medallón. ¿Sería cierto?

No. Era imposible.

-Me estás mintiendo.

-Nunca miento -replicó él sucintamente-. No tengo necesidad de hacerlo.

Aun así, no estaba preparada para creer que Acheron tenía en sus manos lo que ella más ansiaba en
el mundo.

-¿Y qué vas a hacer con ella?

-Tenía la esperanza de que me ayudaras a devolvérsela, para que pudiera acabar con Desiderius.

-Devolvérsela... ¿cómo?

Acheron cogió el medallón, cerró los dedos a su alrededor y dejó la caja a un lado.

-¿No te quema? -le preguntó ella.

Él le contestó con una taimada sonrisa.

-Ya te lo he dicho, mis poderes van más allá de tu imaginación.

-Y entonces, ¿por qué no se la devuelves tú?

-Porque no confía en mí y porque, al contrario de lo que ocurre contigo, yo no tengo corazón; ni
puro ni de ninguna otra manera. -Giró el medallón en la palma de la mano, como si lo estuviera
estudiando-. Ya ves, sólo existe un modo de que un Cazador Oscuro recupere su alma. Una persona de
corazón puro y tierno debe sostener el medallón en la mano mientras el Cazador pierde sus poderes
sobrenaturales. Sólo cuando la parte humana controle su cuerpo podrá morir de forma natural.

2 comentarios:

  1. :OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!
    me dejaste en completaaa duda de que pasara si le entrega el medallon :O!! RAYOS yo queria mas D': encerioo te quedo bien padre el capii :D

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