jueves, 11 de agosto de 2011

Pecados Paternos. Capitulo 3

_________ se preguntó inútilmente por qué seguía arrodillada delante de él, con sus pelotas en
la boca. Se consoló pensando que no tenía otra elección, pues no quería enfrentar la realidad:
había deseado a Joe Jonas tan desesperadamente como, por alguna extraña razón, él la deseaba a
ella.

El oasis privado de Joe era aún más hermoso de lo que ________ se había imaginado. Exuberantes palmeras lo invadían todo, el sonido de pájaros exóticos y otros animales flotaba en el aire mientras los criados se afanaban en supervisar las tierras y los arrendatarios.
La hacienda Jonas era incluso más magnífica que Chez Ma Coeur, el gran oasis particular en las islas Virgin que había pertenecido a la familia Cyrus durante casi un siglo. La mansión isleña de Joeera colosal, de mármol rosado, un claro ejemplo de influencia española.
________ había imaginado que se sentiría terriblemente avergonzada al tener que exhibirse desnuda delante de tanta gente, sin embargo, a pesar de sus temores, lo estaba llevando bastante bien. Aunque aún estaba enfadada.
Joe le había prohibido ponerse la ropa cuando el avión aterrizó, así que había viajado desnuda todo el trayecto en limusina desde la pista de aterrizaje a la mansión. Sólo con pensar en cómo la había ofendido, le rechinaban los dientes. Cuando había firmado en la línea de puntos, no tenía ni idea de que la humillación iba incluida en la venganza. Menos mal que el par de criados que la atendían no prestaba atención a su desnudez. Los habían instruido bien en ese aspecto. Y ahora, cinco horas más tarde, ya se había acostumbrado un poco a la falta de ropa. Y a sonrojarse. ¿Pero bañarlo? Las fosas nasales se le ensancharon. Comenzaba a sentirse como una esclava.
"Enjabóname los testiculos," le ordenó Joe con arrogancia. Clavó los ojos en sus pezones. Rozó uno con la yema del pulgar y luego lo pellizcó con el índice. "Vas a estar chupándolos constantemente, así que será mejor que uses algo que no te importe saborear"
La cara de _______ se volvió rojo escarlata . "Sí, señor," apretó los dientes mientras empapaba su escroto con aceite de coco y en seguida empezó a extenderlo frotando.
Él no se había dado cuenta de su enfado o la ignoraba a propósito, pensó sombríamente. ¡Maldito! ¿No saldría nada bueno de este hombre?
Joe cerró los ojos y se recostó hacia atrás en la lujosa bañera, tan grande que parecía una piscina infantil. Apoyó la cabeza en una almohadilla de baño, y se relajó alzando los brazos sobre la cabeza. Metida en el agua hasta las rodillas, ______ lo lavó de pies a cabeza, frotándole la piel con las manos. No le había permitido usar esponja, así que tenía que lavarlo de esta manera, deslizando las manos enjabonadas de arriba a abajo por su pecho, su torso, y sus piernas musculosas. Evitó cuidadosamente su enorme pene, algunas cosas era mejor no molestarlas.
Se mordió el labio mientras estudiaba su cuerpo. Si acaso, sólo había mejorado con los años. En el pasado su cuerpo había sido delgado y atlético, ahora en cambio se veía duro y musculoso. En el pasado su facciones habían poseído un encanto juvenil, ahora en cambio estaban claramente definidas, enriquecidas con la experiencia de la madurez. Desvió la mirada, angustiada por la dirección que tomaban sus pensamientos. Él te odia, idi*ota. Intenta recordarlo...
"Quiero que la toques," ordenó Joe con voz ronca.
_______ levantó la mirada. Se mordisqueó el labio inferior, notando enseguida de que "la" hablaba. Su mirada ambarina descendió a lo largo de su cuerpo, centrándose en la gran erección que sobresalía del agua.
"Tócamelo," murmuró, entreabriendo sus intensos ojos marrones para mirarla.
Con los párpados entrecerrados, el timbre de su voz revelaba su excitación. Sus tetillas, relajadas hasta el momento, se habían arrugado en tiesos botones. _______ expulsó el aliento. Era ella quien había provocado su excitación. Considerando las circunstancias de su matrimonio, resultaba difícil no reaccionar al hecho de que ella, la corriente, _______ _______ de siempre, había conseguido que el atractivo y poderoso Joe se pusiera duro como una roca.
Su mano se movió lentamente, bajando poco a poco a lo largo de su cuerpo. Sintió como tensaba los músculos del vientre cuando sus dedos se enredaron en el pelo oscuro de su pubis, para luego ahuecar la parte inferior de sus testículos.
"El pene," dijo con voz pastosa. "Agárrame el pene."
Ella le apretó los testiculos y luego los soltó, haciéndolo gemir. Animada, ciñó con la mano su grueso pene, y comenzó a masturbarlo lentamente. Podía oír como Joe respiraba cada vez con más dificultad mientras su mano se movía arriba y abajo recorriendo todo su miembro.
"Más fuerte," masculló. "Más rápido." Le meneó el pene muy rápido, apretándolo tan fuerte como podía. Cualquiera podría pensar que semejante apretón le dolería horriblemente, pero en absoluto, justo le había producido el efecto contrario. Segundos después gimió, y su cabeza cayó hacia atrás apoyándose contra la almohadilla, su pecho latiendo desaforadamente.

"¿Te gusta así?" murmuró ella sintiéndose audaz de repente. Se lo meneó más fuerte y más
rápido. Su mano libre recorrió su pecho, apaciguándolo.
"Me encanta," dijo roncamente. Golpeó su mano débilmente. "Para, mi amor. Para antes de que me
corra."
Pero por alguna perversa razón, estaba disfrutando con el poder que ejercía sobre él. Así que no
obedeció, y decidió sacudirle el pene más fuerte y más rápido.
"Oh _______," gimió, apretando la mandíbula. Sus dedos de los pies se arquearon mientras ella
continuaba meneándosela implacablemente.
Él se dio por vencido, y reclinó la cabeza de nuevo contra la almohadilla de baño. Cerró los
ojos y gozó del asalto sensual, gimiendo y gruñendo mientras ella lo masturbaba vigorosamente.
Mantuvo el ritmo durante dos buenos minutos, mirándolo más fascinada de lo que le gustaría
reconocer mientras él se aproximaba cada vez más al orgasmo.
Y la tensión de sus músculos, indicaba que ese momento estaba al caer. Sus dientes apretados,
subrayaban este hecho. Pero justo cuando ella se dio cuenta de que iba a correrse, Joe le agarró la
mano para que parase.
"No quiero desaprovechar mi semen," dijo con voz entrecortada. "Quiero derramar hasta la más
mínima gota dentro de tu cuerpo."
Y como ya era habitual, sus palabras la excitaron aún más. _______ expulsó el aliento. Se puso de
pie, sintiéndose torpe de repente.

"S-Será mejor que te alcance una toalla," repuso desviando la mirada tímidamente pues no sabía
cómo reaccionar ante la atracción innegable que sentía por su marido. "Ehhh, vuelvo enseguida."
Se escabulló rapidamente de la bañera, mostrándole las nalgas desnudas y se dirigió al estante
de las toallas. Se quedó parada ante el estante, aturdida, mientras sus pensamientos y emociones
libraban una dura batalla.
Lo deseaba y no lo deseaba.
Lo amaba y lo odiaba.
No, pensó pestañeando. Eso no era exactamente correcto. No lo odiaba- era él quien la odiaba a
ella.
________ jadeó cuando sintió unas manos húmedas y calientes que ceñían sus nalgas por detrás y
las estrujaban. No lo había oído salir de la bañera.
"Siempre me ha gustado tu trasero," dijo Joe con voz ronca, sorprendiéndola mientras acercaba sus
caderas hasta que ella sintió su pene excitado empujando en la carne de su trasero.
Sus ojos se abrieron como platos cuando empezó a introducir la punta en la hendidura de su ano.
"N-no sabía que te habías fijado antes," exhaló.

"Oh, me he fijado mucho," murmuró. Rotó suscaderas, el pene excitado empujando de nuevo en la
entrada de su trasero. "Tienes un trasero maravilloso..."
Se le entrecortó la respiración. Se encontraba dividida entre el miedo a lo desconocido y la
excitación de saber que a él le gustaba esa parte de su cuerpo. Con sus emociones en conflicto, no
se resistió cuando él la empujó hacia abajo hasta que su cuerpo se dobló sobre el estante de las
toallas.
"... tan redondeado y dulce. Y tan... virginal."
Ella tragó con brusquedad. Eso sí que era cierto.
"Ningún hombre me ha tomado antes por ahí, " soltó sin aliento confirmando sus suposiciones.
Estas palabras consiguieron que se excitase aún mas. "Bien," murmuró, mientras una mano
serpenteaba hacia adelante hasta encontrar su clítoris.
"No soporto la idea de que otro hombre te folle –por ningún sitio." Restregó su clítoris
circularmente, masajeándolo hasta que ella comenzó a jadear entre sus brazos. "Eres tan sexy,"
ronroneó en su oído, presionando más su erección contra su ano. "La mujer más atractiva que he
visto nunca."
Sus ojos se abrieron con el elogio, y después se desorbitaron cuando sintió la firme presión
producida por la punta de su pene deslizandose en su interior.

"Joe.." dijo con voz asustada. Gimoteó cuando le frotó más rápido el clítoris con los dedos; su
cabeza cayó sobre el estante de las toallas.
"La he untado con aceite de coco," dijo roncamente, su voz como un susurro. "Una vez que consigamos
que entre la cabeza, todo irá bien, cariño."
Le acarició el clítoris más fuerte, con lo que el cuerpo de _______ comenzó a retorcerse
involuntariamente contra el suyo mientras gemía. Su hendidura engulló completamente el glande de
su marido y sus ojos se abrieron desorbitados. Completamente rígida, sus músculos internos se
tensaron al sentirlo dentro.
Joe frotó su clítoris sin piedad, hasta que _______ no pudo hacer otra cosa que gemir en voz alta
mientras él la conducía inexorablemente al orgasmo.
"JOE.." lloriqueó, y su cuerpo se retorció frenéticamente contra él. "Oh, Dios mío."
_______ estalló en un orgasmo profundo y violento gritando enloquecida. Y mientras se
convulsionaba, Joe le hundió el pene en el trasero clavándoselo hasta la empuñadura.
"Te lo he metido todo," anunció pastosamente, meciendo las caderas adelante y atrás. Clavó una
mano en su cadera y con la otra continuó masajeándole el afeitado se*xo empapado.
Se hundió dentro y fuera de su trasro, y sus gemidos inundaron el cuarto de baño.

"Oh, Cristo," masculló, su voz tan ronca como si lo estuviesen torturando a muerte. Su pene bombeó
dentro y fuera de su carne flexible, aumentando la velocidad y llegando hasta el fondo ahora que su
cuerpo se había ajustado a su tamaño. "Estás tan apretada, cariño. Dios mío, estás tan
condenadamente apretada... "
_______ empujó las caderas contra él, disfrutando de la manera en que la estaba enculando ahora
que ya podía abarcarlo por completo. Sus embestidas la hicieron lloriquear, sus tetas colgaban
brincando frenéticamente mientras su marido masajeaba su vagina y su pene empalaba su trasro.
"Me vengo," sollozó, y el orgasmo inminente fue tan poderoso que la condujo a la histeria. "Oh,
Dios mío-Joe."
Se corrió violentamente alzando la voz, su cuerpo entero extremadamente sensibilizado cuando el
orgasmo estalló en su vientre. Gritó por su intensidad y sonidos frenéticos burbujearon en su
garganta mientras él continuaba montándola por detrás.
Él gimió agónicamente, masajeando su vagina empapado con movimientos rápidos, circulares,
mientras le cojia el trasero más y más fuerte. Continuó bombeando otro minuto más inundando el
cuarto de baño con sus gruñidos.
"Yo también me voy a correr," jadeó Joe, incapaz de aguantar tanto como quisiera dentro de una
vaina tan apretada. Sus caderas martillearon adelante y atrás, golpeando salvajemente su cuerpo
contra el suyo.
Ella sintió como se le aceleraba la respiración y los jadeos caldeaban su oído. "Oh,
joder_______"
Gritó su nombre mientras se corría, y todo su cuerpo se estremeció encima de ella. Ella continuó
empujando las caderas contra él haciéndolo gemir, mientras su cavidad exprimía hasta la más
pequeña gota de semen que pudo extraer de su cuerpo.
" ________" gruñó de nuevo, aunque más débil este vez. Sus dedos se clavaron en la carne de sus
caderas mientras sus movimientos ondulantes comenzaban a disminuir. " ________," musitó. "Gracias."

________ cerró los ojos cuando cesaron las sacudidas, sintiéndose insegura de qué debía decir o
sentir.
Joe Jonas me ha dado por trasero, pensó, aturdida. No sabía si reír o llorar, o si dar gracias a
Dios porque por fin el hombre que había deseado durante tantos años había hundido su pene dentro
de su cuerpo.
"De nada," susurró, por alguna razón quería que la intimidad entre ellos se prolongase.
Comprendió que en este momento disfrutaban de una tregua.
Mientras estaban así acoplados, eran simplemente un hombre y una mujer, dos amantes descansando
después del juego sexual. Ya no eran dos enemigos, cada uno tramando como vencer al otro.

Joe mantuvo una tranquilidad inusitada, como si reconociera también el patetismo del momento. Sin
decir nada salió con ternura de su cuerpo y la llevó de nuevo a la bañera.
_______ se mordió el labio, rehuyendo su mirada mientras la bañaba. ¿Por qué estaba siendo tan
dulce con ella? se preguntó mientras sus manos le lavaban los pechos. Decidió no cuestionar sus
motivaciones y simplemente gozar del momento.
No obstante, reconoció que le gustaría que pudiera ser siempre así. Quisiera ser capaz de borrar
el pasado, hacerlo desaparecer para siempre. ¿La traición de Lorenzo planearía siempre sobre sus
vidas?
Suspiró al tiempo que reconocía con tristeza que eso era lo más probable.


"No puedo creer que no permitas que me vista," siseó _________a su marido. Sonrió tímidamente al criado que le estaba sirviendo la cena, luego se volvió de nuevo hacia Joe mientras el sirviente desaparecía tan discretamente como había llegado. El comedor en que se encontraban era enorme y espacioso, decorado en estilo español.
Los pensamientos de ______ volvieron a centrarse en su desnudez. Éste era el tercer día que pasaba en la isla y todavía no se había podido ponerse ni una sola prenda de ropa. La buena disposición que había empezado a experimentar hacia su marido la noche de bodas se había disuelto, y la irritación había ocupado su lugar.
"De saber que iba a ser tratada de esta manera..."
"¿Qué habrías hecho?" murmuró Joe, y sus ojos penetrantes se clavaron en los de ella.
Sus aletas de la nariz se ensancharon. Se habría casado con él igual y los dos lo sabían. Era eso o observar impotente como ponía en la calle a su madre y a su hermano.
"Espero que estés disfrutando..."
"Muchísimo."
"...porque no va a durar siempre."
Él arqueó una ceja. "¿No piensas cumplir tu parte del acuerdo?" Él acercó su vaso de Pinot Grigio a los labios. "Qué poca deportividad por tu parte, amor."
"Encontraré la manera de recuperar ______(tu apellido) Chemicals," masculló ella. "Ya lo verás." Silencio.
______ se preguntó inútilmente por qué había estado atacándolo todo el dia. Su desnudez no le había molestado tanto los dos primeros días de su luna de miel, ¿entonces por qué ahora?
Frunció el ceño. Se negaba a aceptar que quizás se sintiese rechazada porque, hasta el momento, él no hubiese intentado consumar el matrimonio. De hecho, no la había tocado desde la noche en que tomó su virginidad anal. Ahora se sentía absurda por haber albergado semejantes ideas románticas sobre él después de que eso hubiera pasado. Su orgullo, reconoció, se resentía al sentir su rechazo evidente.
Joe posó el vaso de vino blanco y chasqueó las yemas de los dedos.
"No tienes ninguna posibilidad de recuperar la compañía y ambos lo sabemos. Ahora quiero ver como desaparece tu enfado y te comes el pescado."
Bufó, poniendo los ojos en blanco. " Querer es poder. Además soy alérgica al pescado."
Juraría que sus amenazas no lo habían preocupado ni lo más mínimo, sin embargo, curiosamente, el comentario sobre su alergia sí que pareció molestarle.
"Lo siento, amor. No lo sabía. Te pediré otra cosa."
________ movió rapidamente una mano para posarla sobre la de Joe.
"Por favor, no toques el timbre," dijo tímidamente. "Casi prefiero comer el pescado antes de que alguien más me vea desnuda."
Le pareció que su mirada se suavizaba, pero no podía estar segura. "¿Tuviste algo que ver con eso?" preguntó suavemente, poniéndose en guardia.
________ parpadeó arrugando la frente. "¿Algo que ver con qué?"
"Con que me despidiesen hace años." Su mandibula se endureció. "Con robar mis ideas y fingir ante la junta que eran de Lorenzo."
Suspiró. "Joe... me siento fatal por lo que hizo mi padre, pero..."
"Nada más responde a mi pregunta," murmuró. "Con un si o un no será suficiente."
Lo miró directamente a los ojos. "No," dijo firmemente. "No me enteré de que te habían despedido hasta una semana después de que sucediera. Pasaron otros dos meses antes de que descubriese lo que te había hecho."
Su espalda se enderezó. "Puede que no me creas, porque está claro que soy una (tu apellido) , pero es la verdad." Silencio.
Joe cogió el vaso de vino y bebió. "Si te sentías tan mal," preguntó, con una voz que pretendía sonar indiferente, "¿entonces por qué no me ayudaste?"
Agitó una mano. "Lorenzo habría hecho cualquier cosa que tú le pidieras y todo el mundo lo sabía."


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