sábado, 6 de agosto de 2011

Placeres Nocturnos. Capitulo 6

Tate llevó la ambulancia hasta la parte trasera del hospital y aparcó bajo un toldo que los protegería de los rayos del sol. Con la advertencia de que permaneciera callada, sacó la camilla con mucho cuidado para no hacerle daño en el brazo y descendieron a la par de la ambulancia.

Una vez cruzaron las puertas del edificio, ________ mantuvo cerrado el polar para ocultar las manchas de sangre de su jersey.

Hunter permaneció completamente inmóvil y en silencio mientras Tate empujaba la camilla por las zonas más concurridas. ________ caminaba junto a ellos pero, a decir verdad, quería morirse de la vergüenza dado lo obvios que resultaban los grilletes.

¿Tenían que brillar tanto bajo la luz de los tubos fluorescentes? ¿No podía Desiderius haber elegido unas esposas pequeñitas y coquetonas, como las de la policía?

Claro que no, tenían que medir doce centímetros y llevar una inscripción en griego a su alrededor, más una cadena que medía sus buenos diez centímetros. Cualquiera que las viera pensaría, sin duda alguna, que las había conseguido en uno de los catálogos de juguetitos sexuales de Tabitha. ¡Menudo espanto! Ella jamás había entrado en un Frederick's of Hollywood[1] . Es más, se ponía roja como un tomate cada vez que entraba en un Victoria's Secret...

Además, todos los que pasaban a su lado se giraban para mirarlos boquiabiertos.

-No había visto eso desde hace por lo menos seis meses -dijo uno de los celadores cuando pasaron junto al mostrador de admisiones.

-Ya me lo contaron -le contestó un compañero-. ¿Sabes cuántos años tenía el desafortunado?

-No lo sé; pero por el aspecto de la chica yo firmaba ahora mismo.

Sus carcajadas hicieron que le ardiera la cara. Por las miradas interesadas que los hombres lanzaban a su cuerpo, supuso que la predicción de Hunter acerca de sus posibles citas no iba muy desencaminadas.

-¿Tate? -lo llamó un joven médico según se aproximaban a los ascensores -. ¿Debería preguntar?

Tate negó con la cabeza.

-Ya sabes que toda la mierda ésta siempre acaba en mi oficina.

El médico rió mientras ________ se tapaba la cara con la mano. Tan pronto como las puertas del ascensor se cerraron tras ellos, murmuró:

-Hunter, te juro que voy a matarte por esto.

-Querida -le dijo una anciana que ayudaba como voluntaria en el hospital y que estaba justo a su lado-. Me parece que ya lo has hecho. -Y le dio unas palmaditas a ________ en el brazo-. A mi Harvey y a mí nos ocurrió lo mismo. Pobre. Yo también lo echo de menos.

Tate estuvo a punto de ahogarse por el esfuerzo de sofocar la risa.

________ lanzó un gruñido y rezó para que el horrible suplicio llegase a su fin.

Una vez en el depósito de cadáveres, Tate los llevó a un laboratorio poco iluminado, de paredes metálicas, y cerró la puerta con llave. Hunter abrió la cremallera desde dentro.

-Gracias -le dijo a Tate mientras se incorporaba y comenzaba a salir de la bolsa. La dobló y la colocó sobre una mesa.

Tate abrió uno de los cajones del armarito situado junto a la puerta.

-De nada. Ahora, quítate la camisa y déjame que vea lo que te ha pasado.

-Ya se curará.

Tate apretó la mandíbula con firmeza.

-¿Y la infección qué?

Nick lanzó una carcajada.

-Los inmortales no mueren de una infección. Ninguna enfermedad puede afectarme.

-Puede que no mueras, pero eso no quiere decir que no te duela y que no sane más rápido si la tratamos. -Dedicó una mirada a Nick que decía bien a las claras que no iba a dejarse intimidar-. No aceptaré un no por respuesta. Déjame curar esa herida.

Nick abrió la boca para seguir discutiendo pero, si algo tenía claro, era lo testarudo que Tate podía llegar a ser. Para no malgastar el tiempo, decidió obedecer... y entonces se dio cuenta de que no podría quitarse el abrigo y la camisa a causa de los grilletes.
Con un suspiro de exasperación, dejó que la ropa colgase del brazo y se acercó de nuevo a la camilla para tumbarse y esperar a Tate apoyado sobre los codos. Mientras lo veía reunir el material necesario, escuchó cómo el corazón de ________ comenzaba a latir más rápido y su respiración se aceleraba. Sintió el agudo interés que despertaba en ella la visión de su cuerpo. Lo deseaba; y ese ávido deseo estaba causando estragos en él.

Se movió un poco, deseando que sus vaqueros fueran un par de tallas más grandes, ya que la tela negra estaba empezando a molestarle bastante debido a su erección.

Joder, había olvidado el dolor, tanto literal como alegórico, que sufría su cuerpo cuando estaba cerca de una mujer atractiva. Y ella era atractiva. Cómo no iba a serlo, con ese fascinante rostro élfico y esos enormes ojos azules y...Los ojos azules siempre habían sido su debilidad.
Aun sin mirarla, supo que se estaba humedeciendo esos labios exuberantes, del color de las ciruelas,
y al imaginar su sabor se le quedó la garganta seca. Imaginaba cómo sería sentir su aliento sobre
el rostro y su lengua contra la suya mientras la besaba.

¡Por los dioses! Y él creía que los romanos lo habían torturado... el trabajo del mejor de sus
inquisidores había sido una minucia comparado con la agonía física y mental que la cercanía de
________ le estaba causando.

Pero lo que más lo trastornaba no era sentir sus ojos fijos en él, sino el hecho de que había
llevado la situación admirablemente. La mayoría de las mujeres habrían chillado de terror al
descubrir su naturaleza, o se habrían puesto a llorar.

O ambas cosas a la vez.

Pero ella había sobrellevado la experiencia con una valentía y un coraje que hacía mucho que no
veía.

La chica le gustaba de verdad; y eso era lo que más lo sorprendía.
________ dio un respingo cuando la mirada de Hunter se cruzó con la suya. Esos profundos ojos
negros se clavaron en ella e hicieron que se acalorara y se quedara sin aliento.

Estaba tumbado en la camilla con una pierna doblada y la otra colgando sobre el borde. Los estrechos
vaqueros negros se pegaban a su poderoso y enorme cuerpo.

Y esos brazos tan musculosos...

Era un modelo de belleza masculina, todo fibra y músculos. Tenía los bíceps flexionados, ya que
estaba apoyado sobre los codos, y el deseo de acercarse para acariciarlos era tan fuerte que casi le
dolía el cuerpo. No tenía la más mínima duda de que serían duros como una roca y tendrían la
textura del satén.

Sus hombros eran increíblemente anchos y los músculos que sobresalían hablaban de su fuerza,
rapidez y agilidad. Sus pectorales y sus brazos estaban igual de desarrollados y definidos.
Y su vientre... ¡Oh Señor! Esos abdominales habían sido creados para dejar un reguero de besos
húmedos sobre ellos.

De forma inconsciente, su mirada se deslizó por la delgada línea de vello de color castaño que
comenzaba bajo su ombligo y descendía hasta desaparecer bajo los vaqueros. Por el tamaño del bulto
que se apreciaba en los pantalones, ________ podía afirmar que estaba generosamente dotado y que su
interés hacia ella era más que evidente.

Y eso avivó aún más su deseo.

El color dorado de su piel desafiaba las ideas que tenía acerca de los de su especie. ¿Cómo era
posible que un vampiro estuviera bronceado y su piel fuera tan incitante?

Pero más tentadora que la visión de los prominentes músculos, que pedían a gritos ser
acariciados, era la multitud de cicatrices que lo cubrían. Daba la sensación de haber sido atacado
por un tigre enorme, o de haber sido azotado con un látigo en algún momento de su vida.
O ambas cosas.

Hunter se echó hacia atrás cuando Tate se acercó y ________ vio un pequeño símbolo que parecía
haber sido grabado a fuego en su hombro izquierdo; un arco doble con una flecha. Se encogió
mentalmente al imaginar lo mucho que le habría dolido y se preguntó si él lo habría consentido o
si alguien lo había marcado en contra de su voluntad.

-Me da la sensación, por tus cicatrices, de que tus amigos vampiros no te cuidan demasiado bien -le
dijo.

-¿Tú crees? -replicó él.

-¿Siempre es así de sarcástico? -preguntó ________, dirigiéndose a Tate.

-En realidad creo que contigo estaba siendo bastante agradable. -Tate estaba limpiando la horrible
herida con alcohol. Preparaba la zona para inyectarle una dosis de anestesia local.

Hunter lo cogió por la muñeca antes de que pudiera clavarle la aguja.

-No te molestes.

-¿Por qué? -le preguntó Tate con el ceño fruncido.

-No me hace efecto.
________ se quedó boquiabierta.

Tate alargó el brazo para coger el material necesario y comenzar a suturar.

-No puedes hacer eso -le dijo ________, interrumpiéndolo-. Lo va a sentir todo.

-Necesita que le cierre la herida -insistió Tate-. ¡Jesús! Si se le ven las costillas por el
agujero.

-Sigue -le dijo Hunter con una tranquilidad que dejó pasmada a ________.

Petrificada, observó cómo Tate comenzaba a coser y no pudo evitar hacer una mueca de dolor.

Hunter mantuvo la mandíbula firmemente apretada y no dijo nada.

Ella siguió observando el proceso. Se le encogía el corazón al pensar en el dolor que debía
estar sufriendo.

-¿No te duele? -le preguntó.

-No -le contestó él con los dientes apretados.

Ella sabía que estaba mintiendo; sólo había que fijarse en las venas que se marcaban en su cuello
y en el modo en que apretaba los puños.

-Toma -le dijo, ofreciéndole de la mano-. Aprieta fuerte.

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