sábado, 6 de agosto de 2011

Placeres Nocturnos. Capitulo 5

El albañil la miró, perplejo. Se acercó a la ventana con el ceño fruncido y miró hacia el interior. Entrecerró los ojos al encontrarlos.

-¿Qué están haciendo aquí? Esta zona está cerrada al público.

-Es una larga historia -le contestó ________-. La versión resumida es que me dejaron tirada. ¿Por casualidad no tendría un móvil? Necesito hacer una llamada. ¿Le importaría prestármelo?

Aún frunciendo el ceño, el tipo le pasó el móvil a través de la ventana.

Hunter se lo quitó de inmediato.

-¡Oye! -le espetó, alargando el brazo para volver a cogerlo.

Poniéndolo fuera de su alcance, la ignoró mientras marcaba un número.

-¿Dónde estamos? -le preguntó al trabajador mientras se colocaba el teléfono en la oreja.

-En la antigua planta Olson.

-¿En Slidell?

________ alzó una ceja, atónita al comprobar que el Cazador Oscuro había reconocido el lugar. Ella llevaba toda la vida viviendo en Nueva Orleáns y no tenía ni idea de que existiese este sitio.

-Sí -contestó el hombre.

Hunter asintió con la cabeza.

-Oye -le dijo a su interlocutor-, soy yo. Estoy en la antigua planta Olson, en Slidell. ¿Sabes dónde está?

Hizo una pausa para escuchar lo que tuviese que decirle la persona que se encontraba al otro lado de la línea.

________ lo observó atentamente. Le sorprendía que fuese capaz de hablar sin enseñar los colmillos, pero los disimulaba muy bien. Y, ahora que lo pensaba, ¿cómo podía un vampiro estar tan bronceado y su piel ser cálida al tacto? ¿Cómo tenía pulso? ¿Cómo es que su corazón seguía latiendo? ¿No se suponía que los vampiros eran no-muertos, pálidos y fríos?
-Sí -dijo Hunter-. Necesito que me saques de aquí, preferiblemente antes de que el día avance.

El Cazador Oscuro cortó la llamada y arrojó el teléfono al trabajador, que esperaba al otro lado de la ventana.

-¡Eh! -le gritó ________, sacando el brazo por la ventana para reclamar el teléfono-. Lo necesito.

-¿A quién vas a llamar? -le preguntó Hunter de modo amenazador.

-No es asunto tuyo.

Él le quitó el teléfono de nuevo.

-Mientras estemos encadenados es asunto mío.

________ lo miró con los ojos entrecerrados y agarró el teléfono.

-Tócame las narices, tío, y doy dos pasos a la derecha.

La furiosa y candente mirada que le dedicó el Cazador Oscuro hizo que un escalofrío le recorriera la espalda.

-No te atrevas a llamar a tu hermana.

La furia que reflejaba su rostro consiguió que ________ recapacitara y retrocediera, ya que no quería tentar a la suerte. Le entregó el teléfono al hombre.

-Gracias -le dijo.

El tipo se colocó el móvil en el cinturón y la miró de forma acusadora.

-Tienen que marcharse, ya saben que esto es...

El Cazador Oscuro alzó la mano y los ojos del hombre perdieron toda expresión.

-No hay nadie en el edificio. Ve a hacer tu trabajo.

El tipo se alejó sin decir una palabra más.

¿Control mental? ________ miró boquiabierta a Hunter. Por supuesto que tenía poderes mentales. Era un vampiro.

-Será mejor que no uses ese truco conmigo -le dijo ________.

-No te preocupes. Eres demasiado obstinada para que funcione.

-Bien.

-No, desde mi punto de vista no es bueno.

Aunque las palabras fueron más bien cortantes, había una luz en la profundidad de sus ojos que indicaba que no estaba tan molesto como pretendía hacerla creer.

Ella lo miró con recelo. Estaba apoyado sobre una columna, con aire despreocupado y, aun así, ________ tenía la impresión de que estaba absolutamente atento a todo lo que los rodeaba, tanto en el interior del edificio como en el exterior.
-¿Por qué te convertiste en un vampiro? -le preguntó antes de pensar lo que iba a decir-. ¿Has convertido a alguien en contra de su voluntad?

Él abrió los ojos y alzó una ceja.

-Nadie se convierte en Cazador Oscuro a menos que lo desee.

-Y tú estuviste de acuerdo porque querías... -su voz se desvaneció mientras esperaba que él le explicara.
-...acabar con las humanas entrometidas que no dejan de darme la lata con sus preguntas.

________ debería estar asustada, pero aún resonaban en sus oídos las palabras de Desiderius, según las cuáles Hunter jamás haría daño a un humano.

¿Sería cierto?

Recorrió con la mirada su delicioso cuerpo, deseando poder estar completamente segura.

Ambos se quedaron callados durante unos instantes, hasta que fue incapaz de soportarlo por más tiempo.
-Entonces -dijo, intentando romper el incómodo silencio-, ¿cuánto crees que tendremos que esperar?

-No lo sé.

-¿A quién llamaste? -Un nuevo intento de conversación.

-A nadie.

________ respiró hondo y luchó por controlar el súbito impulso de estrangularlo.
-No te gusta que te hagan preguntas, ¿verdad?

-¿Quieres que te sea sincero? Ni siquiera me gusta hablar. Prefiero esperar en silencio.

-¿Ensimismado?

-Sí.

________ sopló un resoplido.

-Bueno, pues resulta que estoy aburrida, y si tengo que estar aquí esperando a que vengan a por
nosotros, me gustaría entretenerme con algo.

La mirada de Hunter descendió hasta sus labios y, muy despacio, siguió bajando hasta sus pechos y
sus caderas. Después cerró los ojos, pero ________ había visto el deseo voraz en aquellas
profundidades oscuras. Podía sentir su deseo; un deseo violento y exigente.
-Se me ocurre un modo de entretenerte...

Ella abrió los ojos de par en par.

-No irás a morderme, ¿verdad?

Hunter le contestó con una pícara sonrisa.

-No quiero morderte, agapeemenee. Quiero desnudarte y mordisquear cada centímetro de tu piel,
especialmente tus pec...

________ alargó un brazo y le tapó la boca con la mano para hacerlo callar. La suavidad de esos
labios, en contraste con la aspereza de su barba, la dejó aturdida. Y el contacto de su piel bajo
la mano provocaba una especie de descarga eléctrica. Tragando saliva, se apartó de él.

-Pensaba que los vampiros no podían tener relaciones sexuales.

Él alzó una ceja y la miró con expresión burlona.

-¿Qué tal si tú y yo llevamos a cabo un pequeño experimento, sólo para probar?
________ pensó que debería sentirse molesta. Debería enfadarse. Debería sentirse de cualquier
forma, salvo excitada por sus palabras.

Pero, mientras recorría con la mirada ese cuerpo esbelto y perfecto, la idea comenzaba a resultarle
cada vez más atractiva.

Nick notó su confusión. Estaba considerando su oferta. Si el ardor en su entrepierna no hubiese
sido tan insoportable, incluso se habría reído. Pero, tal y como estaban las cosas, ni él mismo
estaba muy seguro de si su proposición había sido un simple jueguecito o de si lo había dicho en
serio. Lo único que sabía con certeza era que su cuerpo respondía al de ella. Era exactamente el
tipo de mujer que siempre le había atraído: inteligente y valiente.

En pocas palabras: fascinante.

Echó un vistazo a la pared que se alzaba tras ella e imaginó lo que sentiría al apoyarla allí
mientras la penetraba fuerte, rápido y salvajemente. Casi podía sentirse ya en su interior. Podía
escucharla gemir en su oído y él... Nick sacudió la cabeza para alejar las imágenes. Había
ocasiones en las que odiaba sus habilidades psíquicas. Y ésta era, definitivamente, una de ellas.
Pasándose la lengua por los labios resecos, recordó la época de su vida en la que no habría
dudado en llevarse a una mujer como ésta a la cama. Una época en la que le habría quitado esa
ropa conservadora y anodina y hubiese besado cada centímetro de su piel desnuda hasta que se
entregara al deseo y se comportara con salvaje desenfreno. Una época en la que la hubiese
acariciado hasta llevarla al borde de la locura una y otra vez, mientras ella se aferraba a él
pidiéndole más.

Apretó los dientes al sentir que la sangre comenzaba a hervirle. Cómo le gustaría volver a vivir
aquellos días.

Pero eso había sido mucho tiempo atrás. Y no importaba lo mucho que la deseara, ella no estaba
disponible para él.

Jamás conocería su cuerpo.
Jamás la conocería a ella. Punto. Por eso no le había preguntado el nombre ni le había dicho el
suyo. No tenía ninguna intención de usarlo. Ella no era nada más que otra persona anónima a la
que había jurado proteger. No habría más intimidad que ésa entre ellos. Era un Cazador Oscuro, y
ella una humana no iniciada. No les estaba permitido mezclarse.

Alzó la vista al escuchar el lejano aullido de una sirena que se aproximaba y dio las gracias
silenciosamente a Tate por su don de la oportunidad.

________ echó un vistazo por la ventana al escuchar la ambulancia. Era muy raro que se detuviera
frente a la fábrica. Al instante, las puertas del edificio se abrieron, dejando paso a la
ambulancia.

-¿Nuestro taxi? -preguntó.

El Cazador Oscuro asintió.

Una vez la ambulancia estuvo en el interior de la fábrica, de modo que la luz del sol no la
alcanzara, un hombre afroamericano muy alto salió de ella y se acercó. Dejó escapar un largo
silbido al ver el rostro de Hunter, quemado por el sol.
-Tío, estás hecho un desastre. ¿Debería preguntar por los grilletes?

Hunter echó a andar hacia el conductor de la ambulancia, precediendo a ________

-No, a menos que quieras morir.

-Vale -dijo el hombre, de buen humor-. Puedo imaginármelo, pero tenemos un problema: no vais a
pasar desapercibidos en una bolsa para cadáveres, con eso puesto. La gente va a notarlo sin ninguna
duda.

-Ya lo he pensado -dijo Hunter-. Si alguien pregunta diles que morí de un infarto durante una
salvaje sexcapada con ella.

Una escalofriante sensación descendió por la espalda de ________ al recordar esa misma palabra en
boca de Selena el día anterior.

-¿Cómo has dicho?

Hunter la contempló con una mirada divertida y le hizo saber que estaba disfrutando enormemente con
su tormento.

-Y que no puede encontrar la llave.
Tate soltó una carcajada.

-De eso nada -le dijo ________ acaloradamente.

Hunter le dedicó esa sonrisa pícara suya que la dejaba totalmente derretida. La forma en que sus
ojos la recorrieron de arriba abajo le provocó un estremecimiento.

-Mira el lado bueno: tendrás una fila de hombres interesados en pedirte una cita.

-No tiene gracia.

Hunter se encogió de hombros.

-Es la única manera de salir de aquí.

-Será para ti -le contestó ella-. Yo puedo salir caminando ahora mismo y hacer que te desintegres.

Él alzó una ceja.

-Inténtalo.

Y lo hizo. Para darse cuenta al instante de que los vampiros altos y peligrosos no se mueven ni un
milímetro a no ser que quieran hacerlo.

-Vale -dijo ella, frotándose la muñeca que el grillete acababa de marcar-. Nos vamos en la
ambulancia entonces.
Hunter abrió la marcha.

Cuando llegaron a la parte trasera del vehículo, él la alzó con tal facilidad que la dejó
perpleja. Ella se colocó en el lado izquierdo, intentando dejarle sitio, pero era tan alto que tuvo
que agacharse y, con un movimiento grácil, se tumbó en la camilla, en el interior de la bolsa
negra que estaba abierta para resguardarlo.

Sin decir una sola palabra, Tate cerró la cremallera.

-¿Hacéis esto con mucha frecuencia? -preguntó ________.

Tate sonrió de forma indolente a su amigo.

-De vez en cuando.

________ frunció el ceño cuando Tate ajustó la cremallera de modo que su mano quedara en el
exterior y la de Hunter cubierta por el plástico negro. Le parecía muy extraño que el hombre
estuviese tan dispuesto a ayudar a un vampiro.

-¿Cómo os conocisteis vosotros dos? -le preguntó a Tate.

-Me estaba alimentando de un cadáver cuando él llegó -le contestó Hunter desde el interior de la
bolsa.

Tate rió mientras se ponía en pie.
-Una noche, tras recibir una llamada, fui a recoger un cadáver que resultó estar vivo. Si no llega
a ser por Hunter, hubiese sido yo el que acabara en la bolsa.

-Cierra la boca, Tate -masculló Hunter-, y conduce.

-Ya voy -dijo Tate, totalmente ajeno al modo dictatorial en el que Hunter lo trataba.

-¿Sabes una cosa? -comenzó a decirle ________ a Hunter en el instante que Tate arrancó el motor-.
Podrías intentar ser más amable con la gente. Especialmente si te están ayudando.

Incluso a través del plástico se escuchó el suspiro de irritación.

-¿No deberías aplicarte el consejo a ti misma?

________ abrió la boca para responder y, acto seguido, la cerró. Estaba en lo cierto. Se había
comportado de un modo bastante desagradable con él desde el comienzo.

-Supongo que tienes razón. Quizás los dos deberíamos intentar no hacerlo más difícil.

________ no supo si él llegó a contestar, ya que la sirena comenzó a aullar de nuevo. Tate los
llevó hasta el hospital en un tiempo récord, pero el viaje distaba mucho de haber sido placentero.
Cuando llegaron, tenía la sensación de haber pasado por el centrifugado de una lavadora.

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