viernes, 5 de agosto de 2011

Placeres Nocturnos. Capitulo 2

________ se despertó con un fuerte dolor de cabeza y sintiéndose fatal.

¿Qué había pas...?

Se puso rígida al recordar al tipo oculto en casa de su hermana. Al recordar sus palabras.

Aterrorizada, intentó incorporarse y descubrió al instante que se encontraba tendida en el suelo -que por cierto, estaba bastante frío- en una habitación cubierta de polvo.

Y esposada a un desconocido de pelo rubio.

Tenía un grito atascado en la garganta, pero logró contenerlo.

Que no cunda el pánico. Por lo menos hasta que descubras lo que ha sucedido. Según parece, Tabitha ha cumplido la amenaza de arreglar una cita a ciegas; como en aquella ocasión en la que «accidentalmente» te encerró en la despensa con Randy Davis durante tres horas. O cuando te «secuestró» y te metió en el maletero del coche con aquel músico extraño.

Tabitha siempre le arreglaba citas muy poco ortodoxas con chicos. Aunque, para ser justos, su hermana no solía dejar al tipo en cuestión inconsciente antes de obligarlos a quedarse a solas.

Aunque con Tabitha siempre había una primera vez para todo. Y una cita «completamente a ciegas» era muy de su estilo.

Obligándose a no perder la calma hasta tener más información, ________ echó un vistazo a su alrededor. Estaban en un cuarto pequeño, sin ventanas y con una puerta de hierro oxidada. Una puerta a la que no podía acercarse sin arrastrar a su «amigo» por el suelo.

No había muebles ni nada más. La única luz en la estancia procedía de una bombilla que colgaba del techo, justo en el centro de la habitación.

Vale, al menos el peligro no era inminente.

No obstante, esa idea no ofrecía mucho consuelo. Echó un vistazo al cuerpo que estaba a su lado. Se encontraba tumbado de costado, de espaldas a ella; y una de dos: o estaba muerto o estaba inconsciente.

Pensando que la segunda posibilidad sería mucho más agradable que la primera, se acercó a él. Parecía bastante alto y, por la postura, se podía decir que lo habían arrojado al suelo sin muchos miramientos.Se puso de rodillas lentamente; le temblaban las piernas. Se acercó al tipo de modo que al aproximarse pudiera estirarle el brazo que, hasta ese momento, tenía doblado en un ángulo extraño a causa del grillete.

El hombre no se movió.

Lo miró de los pies a la cabeza. Llevaba un abrigo de cuero negro, vaqueros del mismo color y un jersey de cuello vuelto, también negro, que le daban un aspecto extremadamente peligroso, aun en estado inconsciente y tumbado en el suelo. Calzaba botas negras de motorista, con unas extrañas incrustaciones plateadas en las suelas, bajo el talón.

El pelo, rubio y ondulado, le caía sobre el rostro y le llegaba hasta la solapa del abrigo, ocultando sus rasgos.

-¿Disculpe? -susurró, mientras le tocaba el brazo-. ¿Está vivo?

Tan pronto como su mano tocó el duro y bien formado bíceps le falló la respiración. Ese cuerpo postrado era como acero al tacto. No había un lugar que pareciese blando; rezumaba fuerza y agilidad.

¡Vaya, vaya!Y antes de poder contenerse, deslizó la mano a lo largo del brazo. ¡Qué gustazo!

Dejó escapar el aire de forma lenta.

-¿Oiga? ¿Señor? -lo llamó de nuevo, mientras le sacudía el hombro-. Colega, ¿te importaría mucho recuperar el conocimiento para que pueda marcharme? No me apetece estar encerrada en una habitación con un muerto más tiempo del necesario, ¿vale? Venga, por favor, no hagas que esto parezca Un fin de semana con Bernie[1] . Aquí sólo estoy yo y eres un hombre muy, muy grande.

Ni se movió.

De acuerdo, tendré que intentar otra cosa.

Mordiéndose el labio, tiró del hombre hasta dejarlo tumbado sobre su espalda. Al girarlo, el pelo cayó hacia los lados, junto al cuello del abrigo, y el rostro quedó a la vista.

Y ________ se quedó sin aliento. Vale, ahora sí que estaba impresionada de verdad.

Era guapísimo. Tenía un mentón fuerte y cuadrado y los pómulos marcados. Sus rasgos eran aristocráticos, con un minúsculo hoyuelo en la barbilla.

¡Oh, Señor! El tipo poseía esa clase de belleza masculina que solo un puñado de mujeres tenía la suerte de ver en carne y hueso alguna vez en la vida.

Sus labios eran los más atractivos que había visto jamás; llenos y expresivos. Esa boca estaba hecha para dar besos largos y abrasadores...

En realidad, el único defecto de su rostro era una delgada cicatriz que descendía desde la oreja hasta la barbilla, a lo largo de la mandíbula.Podía rivalizar en apostura con el marido de Grace. Y Julian, el semidiós, era un duro competidor.

Jamás le había impresionado tanto la apariencia de un hombre. Siempre había preferido la mente al cuerpo, especialmente porque cualquier hombre con la mitad de atractivo del que poseía el que estaba tumbado delante de ella en esos momentos, no solía tener un coeficiente intelectual mayor que el número de sus zapatos.
Al contrario de lo que le ocurría a su hermana Tabitha, un culo bonito y unos hombros anchos no
conseguían llamar su atención, necesitaba algo más. Aunque...

Paseó la mirada por ese cuerpo esbelto y musculoso. Con este hombre estaba más que dispuesta a
hacer una excepción.

Si es que no estaba muerto, por supuesto.

Alargó el brazo, insegura, y colocó la mano sobre la piel morena de su cuello, para comprobar el
pulso. Sus dedos encontraron una latido fuerte y regular.

Aliviada por el hecho de que estuviese vivo, intentó sacudirlo de nuevo.

-Guapetón, ¿me oyes?

El tipo lanzó un quejido y abrió los ojos lentamente, parpadeando varias veces. ________ se
sobresaltó al ver aquellos ojos. Eran tan oscuros que parecían negros y, cuando se fijaron en ella
se dilataron de forma amenazadora.
La agarró por los hombros al tiempo que soltaba una maldición.

Antes de que tuviese oportunidad de moverse, el hombre ya había girado en el suelo llevándola
consigo y la tenía atrapada bajo su cuerpo sujetándole las muñecas a ambos lados sobre la cabeza.

Esos cautivadores ojos negros la estudiaban con suspicacia.

________ no podía respirar. Cada centímetro del cuerpo del desconocido estaba íntimamente pegado
al suyo y acababa de darse cuenta de que sus brazos no eran la única parte que estaba dura como una
piedra. El tipo era sólido como una roca.

Sus caderas reposaban justo sobre las de ella y el duro y liso vientre masculino estaba apoyado
sobre su cuerpo de tal forma que la hizo sonrojarse sin remedio. Comenzaba a desear a ese hombre;
estaba muy excitada y le costaba trabajo respirar.

Por primera vez en su vida, quería alzar la cabeza y besar a un completo desconocido.

¿Quién era?
Para su total asombro, él bajó la cabeza hasta ponerla muy cerca de su rostro y aspiró con fuerza
sobre su pelo.

________ se tensó.

-¿Me estás olisqueando?

El cuerpo del hombre se agitó de la cabeza a los pies con la carcajada, profunda y ronca, que
siguió a su pregunta, y ella sintió un extraño estremecimiento.

-Sólo estoy admirando tu perfume, ma fleur -le susurró suavemente al oído, con una voz insinuante
y un acento extraño que hicieron que ________ se derritiera. Tenía una voz tan grave que le
recordaba al sonido de un trueno... y provocaba en su cuerpo un efecto tan devastador como el de una
tormenta.

De acuerdo, el tipo la ponía muy caliente y su aliento sobre la oreja le erizaba la piel y le
provocaba continuos escalofríos.

-Tú no eres Tabitha Devereaux -dijo en voz tan baja que, a pesar de que tenía los labios pegados a
su oreja, ella tuvo que esforzarse por escucharlo.
________ tragó saliva.

-Conoces a Tabitha.

-Shh -le susurró al oído mientras sus pulgares le acariciaban las muñecas, que todavía mantenía
sujetas.

El ritmo de esos dedos enviaba pequeñas descargas eléctricas a lo largo de sus brazos. Los pezones
se le endurecieron y sintió que el deseo la abrasaba.

El desconocido movió la cabeza, acariciándola suavemente con la mejilla, de tal forma que el roce
de su barba volvió a hacer que se le erizara la piel. Jamás en su vida había sentido algo tan
excitante como el peso de ese cuerpo sobre ella, ni había percibido un olor tan embriagador como el
aroma especiado y masculino de su piel.

-Nos están escuchando -le dijo Nick. Acto seguido volvió a inspirar hondo de nuevo para disfrutar
de su olor.

Ahora que estaba seguro de que la mujer no representaba ninguna amenaza debería apartarse de ella,
pero...

Había pasado mucho tiempo desde la última vez que estuvo entre los muslos de una mujer. Y una
eternidad desde que se había atrevido a acercarse tanto a una. Había olvidado la suavidad de unos
pechos aplastados bajo su torso; la dulce sensación de un aliento cálido en el cuello.
Pero ahora que la tenía debajo...

¡Por los dioses! Sí que lo recordaba. Recordaba lo que se sentía cuando unas manos femeninas se
deslizaban por su espalda desnuda; cuando una mujer se retorcía bajo sus expertas caricias.

Por un instante se abstrajo por completo e imaginó que se desnudaban allí mismo y que podía
explorar todas esas curvas femeninas de forma más placentera.

Y mucho más íntima.

Cerró los ojos e imaginó que deslizaba la lengua por sus pechos y jugueteaba con un pezón erguido
mientras ella enterraba las manos en su pelo.

La mujer se revolvió bajo él, haciendo que la fantasía cobrase vida.

Mmm...

Estaba claro que si ella descubriese quién era él, o lo que era, se desmayaría de terror. Y, si
se parecía en algo a su hermana, no dejaría de atacarlo hasta que uno de los dos acabase muerto.

Una pena, en realidad. Pero ya estaba acostumbrado a que la gente lo temiera. Era a la vez la
salvación y la maldición de los suyos.
________ reconoció esa voz diabólica; era la misma persona que la había golpeado en casa de Tabitha.

-Desi, corazón -dijo con tono gélido el hombre que se alzaba junto a ella mientras observaba los muros cubiertos de orín-. Aún sigues con tus jueguecitos, por lo que veo. Ahora, ¿por qué no te comportas como un buen Daimon y te apareces ante mí?

-Todo a su debido tiempo, Cazador Oscuro, todo a su debido tiempo. Te habrás dado cuenta de que no soy como los demás, que se limitan a correr para ocultarse del gran lobo feroz. Soy el leñador malo que se encarga de matar al lobo.

La voz incorpórea hizo una pausa teatral.

-Tabitha Devereaux y tú habéis sometido a los míos a una persecución implacable. Ha llegado la hora de que sepáis lo que es el miedo. Cuando haya acabado con vosotros, me suplicaréis que os mate.

El Cazador Oscuro bajó la cabeza y se rió.

-Desi, cielo, en mi vida he suplicado por nada; y es bastante posible que el sol se desintegre antes de que le pida clemencia a alguien como tú.

-Hubris[1] -dijo Desi-. Me encanta castigar ese pecado.

El Cazador Oscuro se puso en pie y ________ vio la herida que tenía en el costado. La camisa estaba ligeramente desgarrada y había una mancha de sangre en el suelo, donde había estado sentado.

Pero no dio muestras de estar dolorido.

-Dime, ¿te gustan tus grilletes? -preguntó Desi-. Son de la fragua de Hefesto. Sólo un dios, o una llave hecha por el mismo Hefesto, pueden abrirlos. Y puesto que los dioses te han abandonado...

El Cazador Oscuro estudió la habitación. La ferocidad que reflejaban sus ojos habría espantado al mismísimo diablo.

-Voy a disfrutar tanto matándote...

Desiderius soltó una carcajada.

-Dudo mucho que tengas la oportunidad de hacerlo cuando tu amiguita descubra lo que eres.

El Cazador Oscuro lanzó una rápida mirada a ________, avisándola de que se mantuviera callada. Pero no hacía falta que lo hiciera. Lo último que pretendía era traicionar a su hermana.-¿Por eso nos has encadenado? -preguntó el desconocido-. ¿Quieres vernos luchar?

-Uf, no -dijo Desiderius-. Nada más lejos de mi intención. Por mí no habría problema en que os mataseis el uno al otro, pero lo que pretendo es liberaros al amanecer. Para entonces, el Cazador Oscuro se convertirá en la presa, y yo voy a disfrutar enormemente con la persecución y la tortura a la que pienso someterte. No hay ningún escondite donde no pueda encontrarte.

El Cazador Oscuro sonrió con arrogancia.

-¿Te crees capaz de darme caza?

-Claro. Por supuesto que sí. Por si no lo sabes, conozco tu punto débil mucho mejor que tú.

-No tengo ningún punto débil.

Desiderius se rió.

-Así habla un verdadero Cazador Oscuro. Pero todos tenemos nuestro talón de Aquiles, especialmente aquéllos que servís a Artemisa. Y tú no eres ninguna excepción.

________ juraría que había escuchado al tal Desiderius relamerse de satisfacción.-Tu debilidad es tu nobleza. Esa mujer te odia y, aun así, no la matarás, por mucho que suponga una amenaza para ti. Mientras ella intenta matarte, tú la protegerás de mí con tu propia vida. -Desiderius lanzó una siniestra carcajada-. No puedes soportar que un humano esté en peligro, ¿no es cierto?

-Desi, Desi, Desi... -rezongó el Cazador Oscuro-. ¿Qué voy a hacer contigo?

-No te atrevas a hablarme así.

-¿Y por qué no?

-Porque no soy ningún Daimon asustado que huye de ti temblando de miedo. Soy tu peor pesadilla.

El Cazador Oscuro soltó un bufido de burla.

-¿Por qué utilizas tantos tópicos? Venga, Desidesastre, ¿no eres capaz de decir algo original en lugar de recurrir al guión de una película de serie B?

Un furioso gruñido resonó en la estancia.

-Deja de burlarte de mi nombre.

-Lo siento, tienes razón. Lo menos que puedo hacer es mostrarte algo de respeto antes de matarte.

-¡Ja! No vas a matarme, Cazador Oscuro. Eres tú el que va a morir en esta ocasión. ¿No has pensado en lo mucho que ella va a retrasarte? Por no mencionar a sus amiguitos. Se echarán sobre ti como una manada de perros salvajes. Y, si yo fuese tú, rezaría para que fuese eso exactamente lo que me sucediese. Jamás has experimentado el sufrimiento que voy a infligirte la próxima vez que nos encontremos. El Cazador Oscuro sonrió sin despegar los labios al escuchar las amenazas de Desiderius.

-Estás sobrevalorando tus habilidades.

-Ya lo veremos.

________ escuchó el clic de un micrófono.

El Cazador Oscuro volvió a tirar con fuerza de los grilletes.

-Voy a matar a ese desecho de película de terror.

-¡Eh, eh, eh! -bufó ________ al ver que su propia mano era zarandeada mientras él intentaba liberarse-. Ese brazo está unido al mío.

El desconocido se detuvo y la miró. Al instante, sus ojos se suavizaron.

-Gemelas. Jamás se le habría ocurrido. ¿Tienes alguna idea de dónde puede estar tu hermana?

No hay comentarios:

Publicar un comentario