viernes, 5 de agosto de 2011

Placeres Nocturnos. Capitulo 3

-Ni siquiera sé dónde estoy yo ni la hora que es. Y ya que nos ponemos, no sé lo que está
sucediendo. ¿Quién eres y quién es ese tipo? -Al instante, bajó la voz y añadió-: ¿Puede
oírnos?

Nick negó con la cabeza.

-No, ha apagado el micrófono. Por ahora debe estar ocupado planeando su venganza al mejor estilo
Igor[2] . No sé tú, pero yo lo imagino frotándose las manos y riéndose a carcajadas como Dexter;
ya sabes, el del Laboratorio de Dexter.

Nick la estudió un momento. No parecía estar histérica... todavía, y ojalá siguiera así.
Decirle que Desiderius era un demonio que sobrevivía extrayendo el alma a los humanos -y que iba
tras su hermana- no era la mejor manera de mantenerla calmada.

Claro que, dada la inclinación que su gemela demostraba hacia la caza de vampiros, para la chica no
supondría ninguna sorpresa saberlo.
Cerrando los ojos, se introdujo en la mente de su forzosa compañera y encontró la confirmación de
sus sospechas: en el fondo tenía miedo, como era natural.

Pero al contrario que su gemela, ésta no se apresuraba a sacar conclusiones, aunque era innegable
que sentía curiosidad por la situación en la que se encontraban y también la enfurecía.
Posiblemente pudiese contarle toda la verdad sin que ella alucinara, pero claro, tenía que tener en
cuenta que era su naturaleza de Cazador Oscuro lo que le obligaba a conocer todos los hechos para
poder analizar una situación. En ese momento, la chica no necesitaba saberlo todo; lo esencial
sería suficiente. Con suerte, podría librarlos a ambos de los grilletes sin tener que revelarle
nada sobre sí mismo.

-Me llamo Hunter[3] -le dijo solemnemente-. Y ese tipo es el hombre que quiere hacer daño a tu
hermana.

-Gracias, pero eso ya lo he captado -le contestó ________, frunciendo el ceño. Debería estar
asustada por todo lo que estaba sucediendo, pero no era así. Estaba demasiado furiosa para
asustarse. Lo último que quería era verse mezclada en las locuras de su hermana.
Por otro lado, le alegraba que la hubieran cogido a ella por error, ya que Tabitha no habría dudado
en hacer cualquier maniobra kamikaze que la hubiese llevado a la muerte. Alzó la mirada para
observar al Cazador Oscuro y frunció aún más el ceño. ¿Cómo es que conocía a Tabitha? Y
pensándolo bien, ¿cómo es que podía distinguirlas cuando su propia madre tenía problemas para
hacerlo?

-¿Eres uno de los amigos de mi hermana?

Él la miró sin ningún tipo de expresión antes de ayudarla a ponerse en pie.

-No -contestó mientras se daba pequeñas palmaditas en el pecho, las caderas, la espalda y las
piernas.

________ intentó no fijarse en ese cuerpo tan increíblemente atlético cuando su mano fue
arrastrada por el grillete. Pero, al rozar por accidente la parte interna de su muslo, creyó que
acabaría gimiendo. Ese hombre había sido creado para disfrutar del sexo y de la velocidad. Una
lástima que no fuese su tipo. De hecho, era la antítesis de lo que ella encontraba deseable en un
hombre.
¿O no?

El Cazador Oscuro lanzó una maldición.

-Por supuesto, me ha quitado el teléfono -murmuró, antes de moverse y arrastrarla con él hasta la
puerta.

Después de comprobar el pomo de la cerradura, observó atentamente los goznes.

________ arqueó una ceja al ver que se desataba la bota izquierda y se la quitaba.

-¿Qué estás haciendo? ¿Preparándote para darte un chapuzón?

Él le contestó con una sonrisilla de suficiencia muy masculina antes de inclinarse para recoger la
bota del suelo.

-Intentando salir de aquí. ¿Y tú?

-Intentando no irritarme por tu presencia.

Una chispa de diversión se reflejó en sus ojos antes de concentrarse de nuevo en la puerta.
________ observó cómo apretaba una de las extrañas incrustaciones plateadas del talón de la bota
y, de repente, una afilada hoja de unos doce centímetros surgió de la puntera. Definitivamente,
este tipo era de los que le gustaban a su hermana. Comenzó a preguntarse si también llevaría
shurikens en los bolsillos.
-Ooooh -exclamó ella con sequedad-. Escalofriante.

Él la miró muy serio.

-Nena, aún no has visto nada escalofriante.

________ sonrió ante su comportamiento de chico duro al más puro estilo Ford Fairlane[4] , y
soltó un bufido muy poco femenino.

Él la ignoró. Usando la hoja retráctil, intentó hacer saltar los goznes oxidados.

-Vas a romper la hoja si no tienes cuidado -le advirtió ella.

Él la miró con una ceja alzada.

-No hay nada en este mundo que pueda romper esta hoja. -Apretó los dientes y golpeó la bota con el
puño-. Y parece ser que tampoco hay nada en este mundo que mueva los goznes. -Pero siguió
intentándolo un poco más-. ¡Joder! -masculló dándose por vencido. Replegó la hoja y se
inclinó para ponerse de nuevo la bota. La parte de atrás del abrigo se abrió al moverse y
________ fue premiada con una encantadora vista de su trasero
¡Uf, sí! Bonito culo.

La boca se le secó cuando lo vio alzarse de nuevo hasta alcanzar su metro noventa y cinco de
estatura.

Vaya, vaya, vaya.

Vale, lo retiro. Sí que tenía un rasgo que le resultaba irresistible: su altura. Siempre le
habían chiflado los hombres más altos que ella. Y con este tipo podría calzarse sin dificultad
unos tacones de ocho centímetros sin ofender su ego.

Le sacaba una buena cabeza.

Y eso le gustaba.

-¿Cómo es que conoces a mi hermana? -le preguntó, intentando mantener sus pensamientos ocupados
en esa cuestión y no en lo mucho que deseaba probar esos labios tan apetecibles.

-La conozco porque no deja de cruzarse en mi camino. -Volvió a dar un tirón a los grilletes-.
¿Qué os pasa a los humanos que tenéis una necesidad constante de meteros en asuntos que
deberíais ignorar?

-Yo no me meto en asuntos que... -su voz se desvaneció cuando las palabras que él acababa de
pronunciar penetraron en su cerebro-. «Humanos», ¿a nosotros los humanos? ¿Por qué has dicho
eso?

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