miércoles, 10 de agosto de 2011

Placeres Nocturnos. Capitulo 22

Pero Nick no se apartó. Siguió atormentándola, besándola, trazando pequeños círculos con la lengua y con los labios, sin apenas rozarla, e intensificando sus caricias después para llevarla de nuevo a las puertas de otro orgasmo que prometía ser más devastador que el anterior.

Y así fue.

Cuando se relajó, todo daba vueltas a su alrededor y las terminaciones nerviosas de su cuerpo reaccionaban al más mínimo estímulo, sobrecargadas por las sensaciones.

Con la respiración agitada, Nick se apartó en ese momento y, gateando al estilo de un felino, se acercó hasta cubrirla por completo. Sus ojos eran aún más oscuros que antes. Separó los labios y se quedó mirando fijamente el cuello de _________ con un deseo tan voraz que ella se quedó perpleja.

-¿Nick ? -lo llamó.

Apenas la escuchó a través de la neblina que le embotaba la mente. Lo único que percibía en esos momentos era su aroma, y ese cuerpo presionado bajo el suyo mientras el fuego lo consumía, exigiéndole más y más.

Tómala. Pruébala. Reclámala.

Hazla tuya...

Apretó los dientes mientras contemplaba la vena que latía en el cuello de _________.

Sólo una vez...

Una vez...

Pero ella no lo consentiría, la estaría forzando.

-¿Te pasa algo? -le preguntó _________.

Luchó contra la parte de sí mismo que le exigía tomarla sin miramientos. La entrepierna le ardía por el deseo. Estaba fuera de control.

El aroma de _________ lo rodeaba; no había nada más. No existía nada que no fuese ella. Y eso lo hacía muy peligroso.

Letal.

Con un gruñido, echó mano de la poca fuerza de voluntad que le quedaba y se obligó a apartarse de ella.

-Corre, _________ -masculló.

Ella no dudó ni un instante. Algo iba muy mal. Agarró la ropa y salió corriendo hacia su habitación.

Nick escuchó, tendido en el frío suelo, cómo los pasos se alejaban. Rodeó su miembro con una mano y notó cómo se agitaba, dolorido, bajo la palma. Nunca había experimentado algo parecido a lo que le estaba sucediendo. ¡Por Zeus! Un minuto más y le habría hundido los colmillos en el cuello.

Cerró los ojos y siguió temblando mientras luchaba por dominarse. Por someter a esa bestia que le exigía tomar a _________ una y otra vez, sin importar las consecuencias.



_________ no dejó de temblar hasta que llegó a su habitación. Nunca podría olvidar la expresión animal del rostro de Nick cuando le había ordenado que huyera. No había tenido miedo de él antes pero, ahora que había visto claramente al Cazador Oscuro, comprendía por qué los Daimons se meaban encima cuando se topaban con él.

Intentó calmarse respirando profundamente. Lo único que siempre había deseado era una relación normal.

Pero claro, pedir normalidad a un vampiro era excederse...

Con el corazón desbocado, se miró al espejo. Tenía los labios hinchados por sus besos y el cuello enrojecido allí donde la barba de Nick la había rozado.

-¿_________?

Se quedó petrificada al oír su voz al otro lado de la puerta.

-¿Qué? -le contestó, insegura.

Él abrió la puerta pero no entró.

-¿Te he asustado?

-¿Quieres que sea sincera?

Él asintió con la cabeza.

-Sí.

Esa mirada ardiente se clavó con más intensidad en ella.

-Lo siento.

_________ supo que era verdad. Nick se sentía culpable y sus ojos lo decían con claridad.

-Si es así, ¿por qué no me has pedido que te lleve a casa? -le preguntó él. Aunque hablaba casi en un susurro, su voz resonó en el pesado silencio de la habitación.

Ella se puso nerviosa.

-¿Quieres que me vaya?

Nick tardó tanto en contestar que pensó que no diría nada. Finalmente, murmuró:

-No.

La sinceridad de la respuesta la dejó atónita. Ni una declaración de amor en toda regla habría conseguido sorprenderla tanto como esa escueta respuesta.

Estaba a punto de acercarse a él cuando Nick retrocedió y ella se dio cuenta de que aún no debía haber recuperado del todo el control de sus acciones. Pero aún así lo deseaba.

-Entonces no me iré hasta que me eches.

Se quedó helado. El mundo dejaría de existir antes de que él la apartara de su lado. Y, al instante, lo asaltó otra idea: cuando el mundo dejara de existir, él aún estaría vivo, mientras que ella... se estremeció al recordar el significado de la palabra «inmortal». Era muy consciente de que para ellos dos no habría un «y vivieron felices para siempre».
Nick seguía atormentado por lo que había sucedido con _________ la noche anterior. Había estado muy cerca de estropearlo todo. Había estado tan cerca de...

Desechó la idea de su mente y siguió caminando sobre los tejados del Barrio Francés; era casi medianoche. Las ráfagas de aire helado agitaban su abrigo de cuero mientras caminaba por el borde del tejado, mirando los callejones adyacentes al edificio. Solía encaramarse a los lugares más altos, como un gato; de ese modo, nadie advertía su llegada. Al menos no hasta que era demasiado tarde. Se detuvo al escuchar algo.
-No me hagáis daño.

El viento trajo el débil sonido de una voz, procedente de unos edificios cercanos al lugar donde se
encontraba.

Se deslizó sobre los tejados, más ágil y rápido que un guepardo, hasta que encontró a la
persona que acababa de hablar. Si alguien se asomaba al oscuro callejón, sólo vería a un pobre
hombre al que estaban asaltando; pero los cuatro Daimons rubios no podían pasar desapercibidos a
los ojos de un Cazador Oscuro.

Arqueó una ceja. Era la misma imagen de siempre. Por alguna razón, a los vampiros les gustaba
moverse en grupos de cuatro o seis. Habían acorralado al humano en un rincón, junto a un viejo
edificio en ruinas. Sorprendentemente, la víctima le resultaba familiar.

Rodeado por el insoportable olor a basura, el hombre intentó ofrecerles a los Daimons la cartera.

-Tomad -les dijo con voz insegura-. Pero no me hagáis daño.

El vampiro más alto del grupo soltó una carcajada.

-¡Vaya! Pero si no vamos a hacerte daño, humano... vamos a matarte.

Nick saltó desde el tejado, con los brazos extendidos para guardar el equilibrio. Mientras
descendía los tres pisos que le separaban del callejón, el abrigo flotaba a su alrededor empujado
por el viento. Aterrizó sin hacer ningún ruido, agazapado tras los Daimons.
-¿Habéis oído eso? -preguntó uno de los vampiros, mirando a uno y otro lado.

-Lo único que oigo son los latidos de un corazón humano. -Nada más decirlo, el más alto de los
Daimons agarró al hombre.

-O... -dijo Nick , alzándose muy despacio hasta quedar completamente erguido. Apartó el abrigo y
colocó la mano sobre la empuñadura del srad de Kevin -... el sonido de cuatro Daimons a punto de
morir.

Cuando los vampiros se apartaron de su víctima, Nick reconoció al humano. Era Cliff que, a su
vez, también lo reconoció al instante.

-¡¿Tú?! -rugió-. ¿Qué estás haciendo aquí?

Malditas sean las Parcas, pensó. No le apetecía nada ayudar al hombre que había hecho daño a
_________. Ella le había contado toda la historia, junto con las duras críticas que su
ex-prometido había dedicado a la familia Devereaux al completo. El tipo no se merecía su ayuda.

Maldito sea el Código.

Nick le contestó en voz alta.

-Según parece, te estoy salvando la vida.

-No necesito tu ayuda.

Los cuatro Daimons se dieron la vuelta para mirar a Cliff y estallaron en carcajadas.

-Ya lo has oído, Cazador Oscuro -dijo el líder del grupo-. No necesita tu ayuda, así que te
puedes largar.

Nick suspiró, tentado por la idea de marcharse.

-Sí, pero ¿sabes una cosa? A veces hay que salvarlos aunque no quieran.
En ese momento, el más alto de los cuatro vampiros atacó. Nick arrojó el srad pero, antes de
pudiera golpear al Daimon, Cliff agarró a su atacante y tiró de él hasta hacerlo tambalearse y
perder el equilibrio.

-Ahora vas a saber quién es el malo aquí. -Y, diciendo esto, dio un puñetazo al vampiro, que no
pareció notarlo, ya que siguió en pie riéndose de él.

El srad se estrelló contra la pared y se rompió en dos. ¡Gilipollas! De no ser por la bravata de
Cliff, el Daimon ya estaría muerto. Haciendo un esfuerzo supremo, Nick corrió a interponerse
entre el humano y el vampiro antes de que éste atacara. No llegó a tiempo; apenas se había
acercado a Cliff cuando el Daimon le dio una patada que lo lanzó sobre el cuerpo endeble del
humano. Los dos cayeron al suelo, pero Nick rodó sobre sí mismo y se puso en pie con agilidad
mientras el ex-novio de _________ forcejeaba para levantarse. Le costó la misma vida no poner los
ojos en blanco ante la inutilidad del tipo.

-¿Te importaría salir corriendo?

Cliff volvió a adoptar una actitud arrogante nada más ponerse en pie.

-Soy perfectamente capaz de luchar contra ellos, igual que tú.
Nick reprimió un gruñido de exasperación. Ese tío era un imbécil. En primer lugar, apenas si
llegaba al metro ochenta, mientras que los Daimons igualaban su altura e incluso la superaban. En
segundo lugar, el cuerpo del humano era el de un experto en el sillón-ball... muy diferente al
musculoso y letal de los vampiros.

Sin ninguna duda, Cliff era una enorme amenaza...

Antes de que pudiera moverse, dos de los vampiros fueron a por él. Nick golpeó al primero con una
bota y lo pulverizó. El otro lo atacó con una espada. Impulsándose hacia un lado, saltó, dio una
vuelta hacia atrás en el aire y aterrizó sobre la escalera de incendios, justo encima del Daimon.

-¡Oye! -exclamó Cliff-. ¿Cómo has hecho eso?

No hubo tiempo de responder, ya que los tres Daimons restantes se abalanzaron sobre la escalera,
tras él. Nick volvió a saltar al callejón.

Lógicamente, los vampiros lo siguieron.

Nick se preparó para el ataque. Tan pronto como el líder se acercó, Cliff llegó corriendo y se
colocó a su lado, empuñando un palo de madera. Se dispuso a golpear a los vampiros al mismo tiempo
que éstos se acercaban a Nick .
Atrapado entre Cliff y los Daimons, Nick fue incapaz de maniobrar. Como resultado, el ex-novio de
_________ acabó golpeándole en la cabeza con el palo. El dolor estalló de repente en el cráneo
del cazador y se tambaleó hacia atrás. Sacudió la cabeza para despejarse y se recuperó un
instante antes de que dos de los vampiros lo agarraran por la cintura y lo echaran al suelo.
Sujetándole las muñecas, extendieron sus brazos a los lados y lo inmovilizaron. El pánico se
adueñó de él al instante, asaltado por los viejos recuerdos.

-Hemos encontrado su punto débil -dijo uno de los Daimons-. Decidle a Desiderius que con los brazos
extendidos se vuelve loco.

Vale, puede que lo hubieran descubierto. Pero ninguno de ellos iba a vivir lo suficiente como para
revelarlo. Rugiendo de rabia, Nick alzó las piernas hasta subirlas por encima de la cabeza y se
impulsó con fuerza, saltando hasta quedar en pie, libre de sus captores. Con los colmillos bien
visibles, apuñaló a un Daimon y luego al otro. El vampiro restante comenzó a alejarse camino de
la calle principal. Nick le lanzó el otro srad a la espalda y el Daimon se desintegró.

Cuando se dio la vuelta, vio a Cliff mirándolo con la boca abierta y el rostro ceniciento. Se le
pusieron los ojos en blanco y cayó al suelo, desmayado.

Nick se acercó para comprobar su estado, totalmente asqueado. Tenía el pulso acelerado, pero
estable.

-¿Qué vería en ti? -se preguntó mientras cogía el móvil y llamaba a una ambulancia.
Horas después -una vez se convenció de que el ex-novio de _________ sobreviviría-, volvió a
casa. No había modo de localizar a Desiderius.

Joder.

Se detuvo en la puerta de la cocina y observó a _________ con curiosidad. Eran casi las cinco de la
mañana y, según parecía, estaba haciendo sopa y unos sándwiches.

¿Y esto?

Se movía por la cocina con la elegancia de una ninfa, totalmente ajena a su presencia. Estaba
tarareando una melodía, «In the hall of the Mountain King», de Grieg, si no estaba equivocado.
Una elección extraña...

No había conocido a una mujer más fascinante en toda su vida. Llevaba un camisón de seda
ligeramente transparente, pero que ocultaba sus curvas. El suave color azul le sentaba de maravilla
a esa piel pálida y al pelo cobrizo.

Su miembro reaccionó al instante y se endureció. Cuanto más la miraba, más la deseaba.

Estaba echando la sopa en dos cuencos y, una vez acabó, metió un dedo para comprobar la
temperatura.

Eso era más de lo que un inmortal podía soportar. Se movió como una sombra hasta ponerse a su
espalda y la cogió de la mano.

Ella alzó la vista con un jadeo, asustada hasta que lo reconoció. Sin dejar de sonreírle, Nick
se llevó su dedo a la boca y pasó la lengua a su alrededor, saboreando tanto la sopa como la piel
de _________.

-Delicioso -le dijo.

Ella se sonrojó.

-Hola, cielo, ¿qué tal te ha ido en el trabajo?
Nick soltó una carcajada por la imitación de Donna Reed.

-¿Otra vez has estado viendo Liam at Nite?

_________ se encogió de hombros con timidez.

-Pensé que te gustaría un poco de comida caliente, para variar, cuando llegaras a casa. Debes
sentirte muy solo cuando llegas a una casa vacía y oscura, sin nadie que te dé la bienvenida.

No podía imaginarse cuánto. La miró, observando esos labios abiertos que lo llamaban a gritos.
Habían pasado muchos siglos desde la última vez que alguien le diera la bienvenida al volver a
casa. Siglos de inenarrable soledad y abandono.

Pero ambos sentimientos habían desaparecido en el mismo instante que despertó en aquella fábrica
abandonada y contempló esos enormes y vivaces ojos azules que lo hacían arder.

_________ no estaba preparada para lo que Nick hizo a continuación. La besó como un poseso. Le
introdujo la lengua en la boca, saboreando sus profundidades, mientras le acariciaba la espalda con
las manos antes de colocarlas sobre su trasero. Era la primera vez que permitía a un hombre tomarse
esas libertades; claro, que tampoco es que le importara demasiado. Nunca había creído ser una
mujer particularmente atractiva. No hasta que lo conoció a él. Tratándose de Nick , parecía no
tener inhibiciones. Quería estar con él a todas horas; quería abrazarlo, tocarlo... estar a su
lado. Si pudiera, se volvería a ponerse los grilletes y, e
sta vez, para siempre.

Sin interrumpir el beso, Nick deslizó las manos por debajo del borde del camisón, en busca de ese
lugar cálido y húmedo que latía de deseo. _________ gimió cuando la tocó; cuando sus dedos se
deslizaron en su interior y comenzaron a atormentarla sin piedad. ¡Dios! Qué facilidad tenía ese
hombre para ponerla a cien.

-Nick , la sopa -le dijo sin aliento.

Él se retiró un poco, con la respiración alterada y los labios hinchados por el beso.

-Que espere.

Esa noche lo rodeaba un aura un poco más indómita; algo salvaje y malicioso. La llevó hasta la
mesa y la ayudó a tenderse sobre ella. Con una mirada hambrienta y apasionada, se puso en pie entre
sus piernas y la observó.

-Esto sí que es un banquete digno de un rey.

Y se inclinó. Ella emitió un jadeo al sentir la furia de esas manos inquisitivas, que parecían
estar en todos sitios a la vez. Sus caricias la electrificaban; la dejaban saciada y la hacían
ansiar mucho más.

Mientras la besaba hasta hacerla perder la cordura, ella estiró un brazo en busca de la cremallera
de los pantalon es y la bajó para poder tocarlo. Ya estaba duro como una roca y lo notó palpitar
entre los dedos. Nick soltó un gemido sobre sus labios.

Su actitud no dejaba de sorprenderla. Un guerrero inmortal que no necesitaba a nadie y que, aun
así, se comportaba con exquisita ternura entre sus brazos. Un hombre que se estremecía cuando ella
acariciaba su miembro y deslizaba la mano sobre él.
Las caricias de _________ le nublaban la mente. No podía pensar. Sólo podía inhalar su aroma y
saborearla. La deseaba con toda el alma. La pasión y el deseo le impedían razonar más allá de lo
que estaba sucediendo y, sin darse cuenta de lo que hacía, le apartó las manos y se hundió en
ella.
_________ dejó escapar un gemido ante la increíble sensación de tenerlo profundamente enterrado
en su cuerpo. Su miembro era tan grueso y estaba tan duro... la llenaba por completo. Le envolvió
la cintura con las piernas al mismo tiempo que Nick comenzaba a mover las caderas, alternando un
ritmo suave con embestidas largas y profundas.

Se amaron muy lentamente. Ella se retorcía bajo los poderosos envites de Nick mientras éste le
mordisqueaba el cuello, arañándola con los colmillos. Al cerrar los ojos, volvió a sentir el
increíble vínculo que los unía. Eran un solo ser. En ese instante, Nick se estremeció y
susurró su nombre sobre sus labios, haciéndola temblar de deseo.

Y cuando el mundo se desintegró, _________ creyó ver un millar de colores girando a su alrededor.

Nick la observó mientras llegaba al orgasmo y sintió cómo envolvía su miembro con más fuerza.
¡Por los dioses! Cómo anhelaba poder satisfacerse, pero no podía; sus poderes ya se estaban
debilitando, y los necesitaba para mantenerla a salvo.
Salió de ella de mala gana, rechinando los dientes.

Se colocó la ropa sin decir una sola palabra, aunque por dentro se moría de dolor, y dio un tirón
a los vaqueros intentando aliviar la incomodidad que le producía la presión de la tela sobre su
erección.

Resultó inútil.

_________ sintió pena por él al percibir su incomodidad y la rigidez de sus movimientos. ¿Cómo
podía llevarla al orgasmo y no buscar su propia satisfacción? Debía estar sufriendo una agonía.

Y sin quejarse.

Ninguno de los dos dijo nada mientras comían, pero _________ lloraba por dentro. Por su pobre
guerrero. En el fondo de su mente, una vocecilla le decía que no importaba lo mucho que lo
quisiera, porque entre ellos nunca habría lugar para una relación.



Se despertó pasadas las tres de la tarde. Salió de la cama, se dio una ducha y se vistió mientras
Nick seguía durmiendo.

¡Dios santo! Era tan guapo... tenía un brazo alzado sobre la cabeza y, en esa posición, se
asemejaba más a un niño dormido que a un sombrío guerrero inmortal. Siguiendo un impulso, se
inclinó y lo besó en los labios. Él se incorporó y la aferró por el cuello; la apretaba con
tanta fuerza que apenas podía respirar.

-¿Nick ? -jadeó, forcejeando para soltarse-. Cariño, me estás ahogando.

Él no le hizo caso. Le costó más de tres minutos librarse de sus manos.

-Muy bien -dijo sin aliento, mientras observaba cómo él se daba la vuelta y se quedaba de
costado-. Recuérdame que no se me ocurra volver a hacerlo.
Lo tapó con las sábanas y salió de puntillas de la habitación.

Encontró a Liam en el salón de la planta baja; se había calzado unos patines y se deslizaba de
un lado a otro de la estancia, sorteando montañas de papeles.

-¿Qué estás haciendo? -le preguntó.

Él se detuvo y se encogió de hombros.

-Nick se cabrea si uso el monopatín dentro de la casa.

_________ soltó una carcajada.

-Vale; aunque supongo que tampoco le harán mucha gracia los patines.

-Probablemente no, pero, ¡joder!, este lugar es enorme y tengo que ir del sitio A al B sin que me
acaben temblando las piernas.

Ella volvió a reírse. El humor del Escudero era contagioso, una vez que te acostumbrabas a él.

Describió una pequeña circunferencia y entró patinando a la cocina. Antes de que ella pudiese
llegar a mitad de la sala, Liam regresó, trayéndole un vaso de zumo de naranja.
-Gracias -le dijo mientras lo cogía-. ¿Qué se sabe de Rosa?

-Miguel dice que está mejor. Cuando llamé se había despertado y estaba viendo La Rueda de la
Fortuna.

-Estupendo.

-Sí, Nick se alegrará mucho.

Súbitamente, se escuchó tras ella un estruendo horrible. Aterrorizada por la idea de que fuese
Desiderius irrumpiendo de forma repentina, se dio la vuelta y vio en el suelo un enorme montón de
oro y diamantes; exactamente en el mismo lugar en el que solía estar una mesita tallada a mano del
siglo XII.

-¡Mierda! -exclamó el Escudero con una mirada hastiada-. A Nick le encantaba esa mesa. Ahora sí
que va a cabrearse.

-¿Qué es eso? -preguntó _________, acercándose para ver mejor lo que podría ser el rescate de
un rey en lingotes de oro y diamantes.

Liam suspiró.

-Estamos a primeros de mes.

-¿Cómo?

El Escudero se encogió de hombros.

-Artemisa no acaba de entender que es más sencillo hacer una transferencia a las cuentas de sus
Cazadores Oscuros. Así que, una vez al mes, nos encontramos una montaña de oro y diamantes donde
menos lo esperamos. En una ocasión, todo cayó a la piscina; imagínate la putada.
-No te lo tomes a broma -contestó _________, maravillada por la cantidad-. Alguien podría acabar
herido.

-Eso es cierto. El tercer Escudero de Nick murió así.

_________ se dio la vuelta para mirarlo a la cara y, al instante, se dio cuenta de que Liam no
estaba bromeando.

-Y, ¿qué hacéis con todo eso? -preguntó, señalando el montón de oro.

Él sonrió.

-Ejerzo de San Liam . Hay un Escudero en la ciudad que se encarga de cambiarlo a dólares. Desde
allí, la mayoría del dinero se destina a obras de caridad. El dos por ciento va a una fundación
que se dedica a cuidar de las familias de los Escuderos que murieron cumpliendo con su deber y a los
Escuderos que se han retirado; otro dos por ciento se destina a una empresa de investigación,
encargada de hacer juguetitos electrónicos para los Cazadores Oscuros.

-¿Con cuánto se queda Nick ?

-Con nada. Vive de los intereses del dinero que tenía cuando era humano.

-¿En serio?

Liam le contestó con un movimiento de cabeza.

¡Guau! Debía haber estado forrado en aquella época.

-Vale, ¿puedo hacerte una pregunta un poco impertinente?

Liam sonrió.

-¿Quieres saber cuánto gano?

-Sí.

-Lo suficiente para hacer de mí un hombre muy feliz.

En ese momento sonó el teléfono.

El Escudero se alejó patinando mientras _________ se tomaba el zumo sentada en el sofá y leía el
periódico. Cuando acabó dejó el vaso en la mesa de café... o ataúd.
Unos minutos después, Liam volvió con muchas prisas; tenía una expresión ceñuda y ni siquiera
le habló mientras se acercaba al armario situado en la pared del fondo. Cuando abrió la puerta,
_________ vio un impresionante arsenal.

El terror se apoderó de ella.

-¿Qué ocurre?, ¿quién ha llamado?

-Era Acheron, avisando de que entramos en alerta roja.

_________ frunció el ceño. Por las prisas que llevaba el Escudero, sabía que algo debía ir muy
mal.

-¿Y eso qué significa?

La expresión de Liam le erizó la piel.

-¿Conoces el dicho «El infierno acaba de desatarse»?

-Sí.

-Se inventó para designar una situación de alerta máxima. Por alguna razón, hay una alta
concentración de Daimons en esta zona. Acaban de abandonar sus refugios. Cuando hay una
aglomeración de esta magnitud, los vampiros alcanzan su fuerza máxima y se alimentan, lo necesiten
o no. No hay nada más peligroso que una alerta máxima, exceptuando, claro está, un eclipse de
sol. Las cosas se van a poner muy feas esta noche.



A las siete en punto, _________ supo -de primera mano- que Liam no mentía. Estaba limpiando los
restos del «desayuno» de Nick mientras su Escudero le contaba la conversación que había tenido
con Acheron.
Nick había cogido el doble de armas que de costumbre e iba de camino a la puerta cuando sonó el
teléfono. _________ contestó.

-¿Mamá? -preguntó al reconocer la voz llorosa. El corazón dejó de latirle un instante-. ¿Qué
pasa?

Nick se detuvo junto a la entrada y, sin perder un minuto, voló hasta su lado.

-___(TS)___ -continuó la señora Devereaux entre sollozos-. Se trata de Tabby...

_________ no quiso escuchar nada más. A punto de ahogarse por las lágrimas, dejó caer el
teléfono al suelo. Sólo era consciente de los brazos de Nick a su alrededor, sosteniéndola, y de
Liam hablando con su madre.

Nick comenzó a verlo todo rojo mientras escuchaba la explicación de la señora Devereaux, presa
de la histeria, y sentía a _________ temblar entre sus brazos. Sus lágrimas le estaban mojando la
camiseta y, en ese momento, juró que mataría a Desiderius por haber provocado esta situación.

-No pasa nada -le susurró al oído-. Sólo está herida.

Ella se echó hacia atrás y lo miró a los ojos.

-¿Qué dices?

Nick le limpió las lágrimas con la mano.

-No la ha matado, cariño. -Aunque su estado era grave, según había dicho su madre, Tabitha
sobreviviría.

Desiderius, al contrario, no.
-Tabitha está en el hospital -dijo Liam mientras colgaba el teléfono-. Afortunadamente, sólo se
encontraron con dos Daimons y ella y su grupo fueron capaces de acabar con ellos. -Miró a Nick -.
¿Sabes lo que creo? Me da la sensación de que Desi sólo estaba jugando con ella, lo justo para
cabrearte y hacer que pierdas la cabeza. No hay otra explicación posible. Si no, no hubiese enviado
sólo a dos vampiros.

-¡Cierra la boca, Liam ! -masculló Nick . Lo último que quería era que _________ se preocupara
aún más. La besó suavemente en los labios-. Liam te acompañará al hospital.

Cogió el móvil y llamó a Kevin , que ya iba de camino a la ciudad. Le dijo que se pasara por su
casa y se encargara de proteger a _________, por si Desiderius estuviera esperándolos en el
hospital.

-Nick -lo increpó _________ cuando él acabó de hablar-, no quiero que salgas esta noche. Tengo
un mal presentimiento.

Y él también.

-Tengo que hacerlo.

-Por favor, escúchame...
-Shhh -murmuró, colocándole un dedo sobre los labios-. Éste es mi trabajo, _________. Esto es lo
que soy.

No tardó mucho en dejarla en el coche de Liam , con Kevin en la Harley siguiéndolos de cerca; en
cuanto se alejaron, se encaminó al centro de la ciudad en busca de ese cerdo chupa-sangre y
devora-almas para hacerle lo que debía haber hecho la noche que se conocieron.



Las horas fueron pasando mientras recorría el Barrio Francés en busca de Desiderius. Los Daimons
recuperarían fuerzas esa noche y sabía que, tarde o temprano, harían su aparición en busca de
sangre. Más peligrosos que nunca. Y Desiderius, al igual que sus congéneres, prefería salir de
casa en el Barrio Francés, donde resultaba muy fácil encontrar turistas descuidados y borrachos.

Pero, de momento, no había ni rastro de ellos.

-Oye, nene -lo llamó una prostituta al pasar a su lado-. ¿Quieres compañía?

Nick se giró para mirarla, sacó todo el dinero que tenía en la cartera -unos quinientos
dólares- y se los ofreció.
-¿Por qué no te tomas la noche libre y te vas a cenar a un buen restaurante?

La chica lo miró, atónita, pero cogió el dinero antes de salir corriendo.

Nick suspiró cuando la vio escabullirse entre la multitud. Pobre mujer. Ojalá le diera un buen
uso al dinero. De todos modos, estaba claro que le hacía más falta que a él. En ese momento, vio
un destello metálico por el rabillo del ojo. Al girar la cabeza distinguió a dos muchachos entre
la multitud. Definitivamente, eran humanos.

Al principio, su apariencia le recordó a la de los chicos de la pandilla callejera con la que Liam
se relacionaba; tipos duros con chaquetas negras. Hasta que se dio cuenta de que lo estaban
observando... como si supieran lo que era en realidad.

Con todos los instintos en estado de alerta, Nick les devolvió la mirada. El más alto de los dos,
que aparentaba tener poco más de veinte años, arrojó el cigarro al suelo, lo pisó y cruzó la
calle sin quitarle los ojos de encima.

Al acercarse, estudió a Nick de arriba abajo con total frialdad.

-¿Eres el Cazador Oscuro?

Nick alzó una ceja.

-¿Eres el chico de los recados?

-No me gusta tu tono de voz.
-Y a mí no me gustas tú. Ahora que hemos acabado con las presentaciones y nos hemos declarado
nuestro mutuo desagrado, ¿por qué no me llevas hasta tu jefe?

El chico lo miró con los ojos entrecerrados.

-Sí, ¿por qué no?

Era una trampa. Nick lo sabía. Que así fuera. Estaba deseando enfrentarse a Desiderius. Estaba
más que preparado.

Los siguió sin que tuvieran que obligarlo. Atravesaron los callejones traseros hasta llegar a un
pequeño patio, rodeado por una verja. Los arbustos tapaban los muros e impedían que la luz de las
farolas penetrase en el lugar. Nick no reconoció el sitio. Pero tampoco es que importara mucho.

Al rodear un seto muy alto, vio a Desiderius esperándolo. Tenía a una mujer embarazada entre los
brazos, a la que amenazaba con un cuchillo sobre la garganta, y exhibía una sonrisa diabólica.

-Bienvenido, Cazador Oscuro -lo saludó mientras acariciaba con la mano libre el abultado vientre de
la mujer-. ¿Sabes lo que me ha deparado la suerte? Acabo de encontrar dos vidas por el precio de
una. -Agachó la cabeza y frotó la nariz sobre el cuello de la embarazada-. Mmm... se huele la
fuerza...

-Por favor -suplicó la mujer, histérica-. Por favor, ayúdeme. No deje que haga daño a mi bebé.

Nick respiró hondo, luchando contra el impulso a derramar la sangre de Desiderius y sentirla
correr entre los dedos.
-Déjame suponer... ¿su vida a cambio de la mía?

-Exactamente.

Intentando poner nervioso a su oponente, Nick resopló con cansancio mientras tomaba nota de los
seis Daimons y los dos delincuentes humanos que lo rodeaban. Si no fuera por la mujer, podría
encargarse de todos ellos fácilmente, pero el más leve movimiento por su parte haría que
Desiderius le cortara la garganta a la mujer, sin duda alguna. De hecho, para un Daimon no había
nada mejor que conseguir el alma de una embarazada.

-¿No podías haber planeado algo un poco más original? -se burló Nick , a sabiendas que
Desiderius era lo bastante pomposo como para tomarse el insulto al pie de la letra-. Lo que quiero
decir es que a ver si te superas un día de estos. Se supone que tienes una mente privilegiada y
¿esto es todo lo que se te ocurre?

-Bueno, ya que no te veo muy impresionado, permíteme acabar con ella -contestó el Daimon acercando
aún más el cuchillo al cuello de la mujer.

La chica gritó.

-¡Espera! -exclamó Nick antes de que Desiderius le hiciera un corte-. Sabes que no puedo permitir
que le hagas daño.

El vampiro sonrió.

-Entonces, tira los srads y acércate a la valla.

¿Cómo sabe lo de los srads?

-Vale -contestó muy lentamente-. Y, ¿por qué tengo que hacerlo?

-¡Porque lo digo yo!

No hay comentarios:

Publicar un comentario