domingo, 14 de agosto de 2011

Obsesión. Capitulo 10

–Ay, Miley, por favor dime que es una broma.

–Me temo que no –su suspiro se pudo escuchar claramente a través de la línea telefónica–
ese bastardo despreciable me dejó.

__________ se mordía el labio inferior mientras agarraba firmemente el teléfono con su mano.

–Ay, linda, lo siento tanto. Nunca me di cuenta de que ustedes dos tuvieran problemas. Tú y
Justin parecían hechos el uno para el otro.

–Las apariencias evidentemente engañan. Mientras hablamos, mi marido se está mudando con la
modelo de la portada de su última novela.

–Ay, querida

__________ cerró los ojos por un momento, sintiendo el dolor de Miley como si fuera suyo. Las dos
habían sido íntimas amigas desde que se conocieron en una fiesta ofrecida por la editorial Ballast
Books. Ambas escribían para la editorial, pero para departamentos diferentes.

–¿Qué voy a hacer, nena? –Miley suspiró– para ser honesta, hace años que no estoy
enamorada de Justin, pero aun así es mi marido. Estoy tan deprimida que apenas puedo ver.

__________ lo analizó por un momento.

–Bueno –dijo, aclarando su garganta– ¿por qué no vienes a Escocia y te quedas conmigo la
semana que viene? –sonrió, pensando que era una idea realmente maravillosa– no sólo me
encantaría andar por ahí contigo, pero además, si tú no te hubieras preocupado tanto por lo que
ese imbécil pensaría de ti si venías de vacaciones sola a Europa en primera instancia, estarías
aquí de todas formas. De hecho, se supone que estés aquí con el resto de los escritores de
Ballast.

–Eso es cierto –aceptó Miley, sonando como si le empezara a gustar la idea.

–Podrías quedarte aquí mismo conmigo. Ballast me acomodó en una habitación muy linda.

–Olvídalo –Miley se rió por lo bajo, el primer signo de buen humor desde que llamó a la
habitación de __________ un poco más de veinte minutos atrás– no te ofendas, __________, pero
lo último que tengo ánimos para hacer es escucharte toda melosa con el sujeto que conociste.

__________ frunció el ceño.

–¿Me viste alguna vez comportarme de forma melosa? –se negó a pensar en los sentimientos
almibarados que albergaba para Joe– además, nunca jamás ha subido a mi habitación del hotel.

–A-há. ¿Entonces todavía no te has acostado con el Dr. Semental?

–Yo no dije eso –murmuró.

Miley echó su cabeza hacia atrás y rió.

–No importa, nena. Ahora realmente no quiero saber.
__________ rió por lo bajo, sacudiendo levemente la cabeza.

–Sólo di que vendrás. Trae a Erica si quieres. Sólo dime por favor que está bien que te
reserve una habitación –le pidió esperanzada.

Miley se quedó callada tanto tiempo que __________ estaba segura de que diría que no. Pero
entonces, milagrosamente, dio marcha atrás y cambió de idea.

–No puedo llevar a mi hija porque empieza pronto la escuela, pero estoy segura de que mi madre la
cuidará por mí. Son unas vacaciones de trabajo, después de todo.

–Entonces….

–Sí –Miley rió por lo bajo, sintiéndose más malvada y descarada de lo que se sintió en
años– ve y reserva esa habitación. Por una semana.

__________ sonrió, sin poder creer que se las había arreglado para convencerla.

–Excelente. Llamaré abajo ahora mismo. ¡Reserva ese vuelo apenas colguemos!.

–Lo haré, linda. Gracias por todo –su voz sonó trémula, lo que hizo saber a __________ que se
estaba emocionando con la idea– si hay un lugar en el vuelo de esta noche, estaré allí mañana
por la mañana.

–No veo la hora.

–¡Ni yo! Nos vemos.

Cuando __________ colgó el teléfono, pensó que una semana no era mucho tiempo, no era mucho en
absoluto. Y aun así ese era todo el tiempo que le quedaba con Joe. Una semana más y se estaría
volviendo a Atlanta. La idea era extremadamente deprimente.
Durante los últimos siete días, desde la noche de la reunión formal de Joe en la universidad, lo
estuvo seduciendo de formas nuevas casi todos los días. Se le aparecía y ponía a disposición en
su oficina, entraba a su departamento a hurtadillas y le hacía el amor allí, hasta lo llevó
engañado al castillo de Sterling y lo montó hasta el éxtasis en los terrenos del palacio.

Y sin embargo, después de todo su esfuerzo, Joe todavía no la había buscado.

__________ se paró con un suspiro y caminó sin apuro para admirar la vista de Edimburgo desde su
ventana. Cruzando los brazos sobre sus senos, se preguntó si todos sus planes y confabulaciones
habían sido en vano. Quizás Joe se contentaba con tener una aventura con ella mientras estaba
aquí, pero quizás él realmente no quería continuar las cosas más allá de la semana restante
que ella había planeado quedarse.

Él sabía que ella planeaba irse, sabía que tenía pasajes para Atlanta para dentro de una semana
exacta. No le había dicho nada para tratar de frustrar esos planes. Nada en absoluto.
******

__________ se desplomó en la silla más cercana y respiró hondo. Tenía la misma sensación de
nervios en el vientre que había tenido mientras esperaba que Ballast se volviera a comunicar con
ella respecto a si planeaban comprar su primer manuscrito o no. Sólo que esta vez, admitió, la
apuesta era muchísimo mas alta.
La noche siguiente, Joe estaba sentado en su Lexus mirando pensativamente al Balmoral. Éste era el segundo día seguido que __________ no venía a él. Toda la noche anterior y hoy anduvo con pies de plomo, preguntándose qué situación erótica nueva habría ideado para que él participe. La había esperado en su departamento esta noche hasta pasadas las diez, y luego, incapaz de soportar más, subió a su auto y condujo hasta el hotel.

Así que ahora estaba aquí sentado, preguntándose si debía subir o no, preguntándose si a ella le agradaría una movida así de su parte o no, o si estaría deseando que él la deje tranquila de una maldita vez. Quizás no había aparecido para ningún encuentro estos últimos dos días porque había decidido que no quería tener más nada con él. Planeaba irse en una semana. Quizás quería una ruptura limpia.

Y quizás él no la dejaría irse tan fácilmente.

Los dedos de Joe se aferraron al volante tan fuertemente que se le pusieron blancos los nudillos. Estaba cansado de jugar a ser el Sr. Agradable, cansado hasta la coronilla de dejar que la vida le suceda en lugar de tomar lo que quería de ella, al cara*jo con las consecuencias. Había sido criado para ser un caballero considerado, para que no le trajera nada a cambio. Bueno, no más.

Deseaba a __________, incluso la necesitaba. Nada era lo mismo ya.

Beep, ni siquiera se vestía como solía. Las gafas doradas se fueron, la vestimenta de profesor sensato fuera de la universidad se fue, todo lo que alguna vez llamó normal se fue.

Mirando los ajustados jeans negros y el chaleco que llevaba puesto, Joe llegó a una irrevocable conclusión. Si __________ no había decidido hasta ahora que no volvería nunca a Atlanta, entonces estaba por decidirlo esta noche.

Abrió la puerta del auto con fuerza, y salió suavemente de él, con pasos decididos. Entró al Balmoral y pasó de largo el vestíbulo completamente, dirigiéndose directamente arriba a su suite.

Cuando salió del ascensor en el quinto piso, leyó atentamente los números de las habitaciones hasta que encontró el que pertenecía a ella. Golpeó abruptamente, y esperó impaciente que ella abriera la puerta, mirando su reloj cuando no apareció inmediatamente.

Ella no estaba allí.

Los ojos de Joe se achicaron, y su ánimo se volvió sombrío. Si no estaba en su habitación del hotel y no estaba con él, entonces dónde exactamente…

El sonido de una risa femenina familiar llegó a sus oídos y siguió su camino por su espina dorsal. Joe se dio vuelta lentamente, cautamente, con todos los sentidos en alerta. Los ojos se le achicaron posesivos, y las manos se le cerraron en puños cuando vio que __________ salía de una suite que no era la suya. Venía riéndose, pero sus ojos se abrieron grandes con… ¿estupor? ¿miedo?…al detenerse frente a él.

–Joe –dijo en voz baja– ¿qué estás haciendo aquí?.

Sus ojos echaron un vistazo a sus senos antes de posarse en su cara.

–Creo –dijo claramente, con palabras entrecortadas– que la pregunta apropiada es dónde beep has estado tú y con quién.

Los ojos de __________ se agrandaron. Acababa de volver de ayudar a Miley a instalarse al otro lado del corredor y por eso no tuvo tiempo de ir a él hoy como lo había planeado. Y ayer… suspiró… ayer estuvo tan angustiada con la idea de irse de Escocia, de dejar a Joe, que no pudo desarrollar un apetito sexual de ningún tipo. La seducción fue lo último en su cabeza en ese momento.

Supuso que lo mejor sería poner las cartas sobre la mesa y decirle lo que sentía. Después de todo, sólo quedaban seis días más.

–Creo que lo mejor será entrar en mi habitación y hablar.

Sus orificios nasales se agrandaron.

–Ni beep.

__________ giró sobre sus talones, pensando que Joe estaba a punto de dejarla, con el corazón palpitando por ese motivo. Pero no caminó hacia los ascensores. En lugar de dejarla para siempre, como pensó que haría, se detuvo frente a la habitación de Miley y empezó a golpear fuertemente la puerta como si estuviera poseído.

–¡Abre la puerta, maldito bastardo!.

A __________ se le cayó la mandíbula cuando se dio cuenta de que Joe pensaba que había estado en la habitación del hotel de Miley con otro hombre. Si no hubiera estado tan encantada por el hecho de que él estaba celoso, que no quería que estuviera con nadie más, le habría arrojado algo para hacer que dejara de humillarla frente a su mejor amiga. Estaba golpeando la puerta con violencia, después de todo.
–Joe –dijo __________, cuando finalmente le salió la voz mientras corría a su lado– por
favor deja de golpear esa puerta. ¡Te vas a arrepentir de esto!.

–Ah, me voy a arrepentir, ¿no? –dijo entre dientes, las venas de sus antebrazos hinchadas y los
músculos contraídos visiblemente– lo veo bastante dudoso.

Golpeó más fuerte, y su voz enloqueció.

–¡Abre, maldita sea! Abre la puerta antes de que la abra…ahhhh… de una patada– finalizó
más suavemente.

Joe miró hacia abajo para ver la pequeña estructura de… una hermosísima mujer. Estaba tan
abrumado por su error, tan agradecido de que de hecho fue un error, que todo lo que pudo hacer fue
seguir mirándola.

Las manos de Miley volaron hasta sus caderas. Lo miró frunciendo el entrecejo.

–La puerta está abierta, Rambo. Ahora, ¿en qué te puedo ayudar?.

__________ intercedió rápidamente.

–Miley –dijo, aclarando su garganta– quiero presentarte a Joe. Joe, ésta es mi mejor amiga,
Miley.

–Miley –repitió Joe, sus ojos oscuros encendiéndose, sus labios dibujando rápidamente una
sonrisa. Sentía simplemente demasiado alivio como para avergonzarse– ¿Cómo te va?.

Ella le dio la mano y rió por lo bajo, lo que lo ayudó eficazmente a salir del aprieto.

–Me va bastante bien, considerando que casi me patean el cu*lo por tener una aventura con mi mejor
amiga.

Joe tuvo el buen tino de mirarla avergonzado.

–Yo, eh, no fue mi intención patearte el cu*lo tan así como tú lo pones. Sólo que yo, eh… yo
estaba terriblemente ansioso por conocerte. [hahaha si claro xD haha]

–A-há.

–Es cierto. __________ me ha hablado mucho de ti.

–A-há –Miley sonrió– las puertas no son a prueba de ruidos, sabes. Escuché todo lo que le
dijiste a __________ antes de amenazar con abrir la puerta a patadas.

__________ se mordió el labio, reprimiendo una sonrisa. La alegró notar que Joe se recuperaba
rápidamente.

–Bueno –dijo con un marcado acento escocés– quizás me permitas el privilegio de compensarte
por este encuentro tan engorroso mañana. ¿Quizás podría llevarlas a las dos a tomar algo por
ahí o algo así?.

Miley rió por lo bajo, asintiendo con la cabeza a modo de aceptación.

–Suena bien –miró rápidamente a __________– ustedes dos vayan a hablar. Tengo que hacer
algunas llamadas telefónicas –le sonrió a Joe.

–Gusto en conocerte, Rambo. __________, te veré en el desayuno.

__________ rió por lo bajo mientras veía cómo Miley volvía a su habitación. Meneó su cabeza a
Joe y sonrió.
–Te dije que lo lamentarías –murmuró.

Él sonrió sumiso.

–Supongo que sí lo hiciste.

Ella hizo un gesto con su mano hacia su propia habitación.

–¿Quieres pasar?.


No hay comentarios:

Publicar un comentario