viernes, 12 de agosto de 2011

Pecados Paternos. Capitulo 6

Respirando profundamente, ______ abrió el cajón del escritorio, con la esperanza de encontrar
algún documento que explicase qué le había sucedido a su familia. No había teléfono en la isla.
Sólo el móbil de Joe y no se separaba de él ni un minuto.
Su mano se paralizó cuando el cajón se abrió. Frunció el ceño. No había nada dentro, pensó
perpleja. Nada salvo...
"¿Un álbum de fotos?" murmuró.
Confusa y muerta de curiosidad, _____ alcanzó el lujoso álbum de piel sacándolo de su encierro.
El cuero parecía gastado, como si su marido hubiera pasado muchas horas hojeando las fotografías
que contenía.
Su corazón se sobresaltó mientras se preguntaba qué imágenes encontraría dentro. ¿Quizás a la
pelirroja? ¿O quizás otra mujer hermosa y escultural a la que que tuvo que renunciar para llevar a
cabo su venganza contra los (tu apellido)?
El corazón le latía frenéticamente.
______ colocó el libro forrado en cuero encima del escritorio y lo abrió. Sólo de pensar en quien
se iba a encontrar allí, se le revolvía el estómago. Se dijo que no debía preocuparse, aunque
sabía que era inútil intentarlo. Su mano se paralizó cuando vio la primera fotografia
"Soy yo," susurró, y sus ojos verdes se abrieron de par en par. Sus manos recorrieron todo el
álbum, explorando rápidamente el contenido de cada página. "Soy yo en todas las fotos."
Atontada y más confusa que antes, ______ volvió al principio y se tomó su tiempo estudiando las
fotografías. Allí estaba ella con dieciocho años, sonriendo tímidamente en su fiesta de
graduación. Con diecinueve cuando la habían ascendido a ayudante del vicepresidente de (tu
apellido) Chemicals. Con veinte cuando su madre había organizado un baile en su honor. Con
veintiuno cuando se había graduado en Harvard. Con veintidós cuando la ascendieron a
vicepresidenta de marketing...
"Dios mío," exhaló. "¿Que está pasando aquí?"
"Tendría que haberlo ocultado mejor," murmuró Joe al otro lado del cuarto, dejándola sin
respiración. Ella levantó la cabeza y se percató de que él sólo se había puesto unos
pantalones antes de salir a buscarla.
"Joe ," murmuró buscándolo con la mirada. "¿Qué es esto?"
Alzó una ceja sardónicamente. "¿No te reconoces?" Y suspiró mientras se frotaba distraidamente
la barbilla y desviaba la mirada. "Eres tú, ______," dijo suavemente. "Estás en todas las fotos"
Eso ya lo sabía. Pero todavía estaba demasiado conmocionada para hablar. Nunca le había importado
lo suficiente a ningún hombre como para guardar una foto de ella en la cartera, sin embargo Joe
había construido un santuario forrado en cuero en su honor.
______ se quedó mirándolo, demasiado atontada como para decir una palabra, esperando que hiciese
más revelaciones.
"Lorenzo me le prometió," murmuró él, y se quedó allí parado contra la pared con aire azorado.
"Durante años, me dijo que tú y yo nos casaríamos algún día."
Sus ojos se agrandaron.
Joe metió las manos en los bolsillos de los pantalones. "Pero Lorenzo me engañó y me despidió
por algo que no había hecho. Y entonces desapareciste de mi vida." Suspiró, su intensa mirada
castaña perdida en el pasado. "Durante muchos años creí que algún día serías mía, _______
_______.
"El trabajo, el dinero- nada de eso me importaba una mier*da. Pero no podía aceptar perderte
también a ti. No cuando había trabajado tanto todos esos años para que te sintieses orgullosa de
mí."
______ sintió como se le erizaba la piel de todo el cuerpo. "¿Orgullosa de ti?" susurró, mientras
su corazón se desbocaba. "¿Pero por qué diablos se te ocurriría pensar que alguien no estaría
orgulloso de ti tal y como eres?"
Él se encogió de hombros, aunque ella se dio cuenta de que este tema era un recordatorio doloroso
de su pasado. "Porque era un don nadie," murmuró. "Un don nadie enamorado de alguien inalcanzable.
Aspirar a casarme contigo era lo mismo que si un minero de carbón pretendiese casarse con una
princesa."
Sintió como se le llenaban los ojos de lágrimas. "¿Me amabas?" preguntó en voz baja.
Su mirada intensa se concentró en la suya. "Siempre," susurró él.
______ parpadeó con fuerza intentando contener las lágrimas. Cerró el álbum, deslizó una mano
por la cubierta de cuero, y después lo colocó de nuevo en el cajón.
Aturdida, levantó la vista hacia su marido. "No sé qué decir." Respiró profundamente. "Esto
desde luego proporciona una nueva perspectiva a todo lo que ha pasado."
Joe la miró fijamente intentando descubrir lo que sentía antes de volver a hablar. "Sí, es
cierto."
______ mordisqueó su labio inferior. Algo había cambiado en él. Como si estuviese esperando que
ella dijese o hiciese algo.
¿Como admitir que ella también había estado siempre enamorada de él?
No tuvo tiempo de aclarar sus confusas emociones. Lo siguiente que supo fue que Joe caminaba por la
oficina y revolvía en los cajones del escritorio.
"Toma," dijo, tendiéndole un pedazo de papel. Ella le echó un vistazo, y se dio cuenta de que ese
era el documento que necesitaba para conservar (tu apellido) Chemicals. "Ahora comprendo que tú no
tenías nada que ver con esto," dijo suavemente. "Nunca debí haber intentado hacerte pagar por los
pecados de tu padre. Él te alejó de mí. Pero he necesitado todo este tiempo para convencerme de
que realmente nunca fuiste mía."
Sus ojos se abrieron como platos. Sorprendida, alerta ante lo que se temía que iba a decir - no
estaba segura.

"Regresa a Atlanta," murmuró.
"Joe!..."
"Por favor," dijo en voz baja, y sus ojos se entrecerraron un momento. Con mano derrotada se
restregó la mandíbula en la que comenzaba a asomar una barba incipiente. "Pensé que podría
conformarme con tomarte por la fuerza, pero me parece que no soy tan despiadado como creía."
Después se alejó de ella, esforzándose por mantener la expresión impasible. Se paró en la
puerta antes del umbral, mirándola bastante tiempo con esa mirada perdida y angustiada a la que
estaba tan acostumbrada. Ahora entendía por qué siempre tenía esa mirada intensa cuando ella
estaba cerca. Había planeado todo esto para conseguirla. Nunca se había tratado de venganza.
"Te amo, ______ _______. Ahora. Entonces. Siempre."
Y luego se fue.
______ se cubrió la boca con la mano. Entumecida, se hundió en la silla de cuero tras el
escritorio y durante casi una hora miró fijamente al vacío. Sentía como si estuviese soñando. Se
sentía perdida en la niebla surrealista que la había engullido. ¿Joe, Joe Jonas la amaba? ¿La
había amado siempre? ¿A la corriente ______ ________que no poseía ni una sóla pizca de glamour?
Tragó sintiendo un nudo en la garganta. Como si una presa invisible se rompiera en su interior,
jadeó y dejó que los restos fluyeran libremente.
Ella también lo había amado siempre. Ahora. Entonces. Siempre. Exactamente igual que él le había
dicho. Debería haberlo confesado. Tendría que haberle dicho cómo se sentía...
Saliendo de su estupor, _______ se levantó rápidamente de la silla de cuero y salió corriendo de
la oficina. Por favor, que no sea demasiado tarde, se dijo. Por favor. .
La bata le colgaba abierta mientras corría en busca de Joe . Sin hacer caso a su cuerpo expuesto,
voló escaleras arriba, y no paró hasta alcanzar el dormitorio. Cuando empujó las puertas dobles y
las abrió, respiraba con dificultad y la transpiración humedecía su frente.
Se ha ido, pensó, y su corazón se rompió en pedazos al observar el cuarto que una vez había
estado lleno de los objetos personales de su marido. Se ha ido ya.
"Oh no," susurró, hundiéndose en la cama. "Oh Joe."

Tres días después.

Joe suspiró y su mirada recorrió la mansión de tipo medieval que había mandado construír hacía un año. Él era la única persona adinerada e influyente de Atlanta que no poseía un hogar de diseño victoriano o con influencia de preguerra. Se había decidido por el estilo barroco porque Lorenzo había mencionado una vez que era el favorito de ________.

Se sirvió un brandy y se hundió en una silla delante de la gran chimenea de estilo antiguo. Había sido un estúpido dejando que se fuese, decidió. Quizás habría podido vivir tomándola por la fuerza si ésa era la única forma de tenerla.

Verdaderamente era un infierno estar sin ella.

Perdido en sus pensamientos, miró abstraído hacia la inmensa silla situada en la parte más alejada de la biblioteca. Bebió un trago de brandy y miró de nuevo hacia la chimenea, entonces, tuvo que mirar dos veces.

______.

Estaba aquí. Desnuda, sentada en la inmensa silla, con las piernas abiertas de par en par, colgando de los reposabrazos.

Joe posó rápidamente el brandy para no derramarlo.

"No fué nada deportivo por tu parte retractarte de nuestro acuerdo," dijo _______ y con la mano derecha se acarició perezosamente esa exquisita y afeitada vagina. "¿Ninguna de esas ocho mil cláusulas tuyas contempla qué le sucede al marido incorregible cuando abandona a su esposa?"

Durante un momento, él se quedó allí sentado, sin hacer otra cosa que mirarla fijamente. "No," dijo por fin, levantándose de su silla. Su pene estaba tan hinchado que le dolía. "No lo contempla."

______ irguió una ceja cafe. "Entonces quiero que firmes un nuevo acuerdo mañana. Porque si me abandonas de nuevo..."

"Yo no te abandoné. Pensé que no me querías."

"Porque si me abandonas de nuevo entonces me reservo el derecho de... bien, no tengo muy claro que derecho quiero exactamente. Tendré que pensarlo."
Esa magnífica ceja suya volvió a arquearse. "Podemos añadir la cláusula tropecientos mil nueve."

Joe reprimió una sonrisa. "¿Por qué estás aquí?" susurró.

Ella suspiró como si fuera una mártir representando a toda la raza femenina y él el varón descerebrado del bando contrario. Para su sorpresa, sacó de detrás de ella una fotocopia de su acuerdo matrimonial y la agarró con fuerza. "Según la cláusula 76, yo, la abajo firmante, me presto a ofrecer mi cuerpo como receptáculo del esperma de mi marido dos veces diarias, todos los días, mientras vivamos."

Joe se estremeció al escuchar las insensibles palabras del documento. Apartó la mirada y carraspeó.

"Hace tres días que no me he ofrecido como receptáculo de tu esperma. Eso significa que te debo seis orgasmos. Para nada soy como Lorenzo. Yo siempre cumplo mi parte del trato, ya ves."

Su intensa mirada encontró la suya. "¿Entonces eso es todo?" murmuró. "¿Simplemente cumplir tu palabra?"

Lo miró con ternura. "Por supuesto que no," susurró, y se puso seria. Se levantó de la inmensa silla y se paró delante de él.

"¿Entonces qué está pasando?"

Ella sonrió suavemente. "Te amo, Joe ," murmuró. "Te he amado desde que era una niña y seguiré amandote durante todo el resto de mi vida."

Sus ojos escudriñaron su cara buscando la verdad.

"Si me hubieras dado tiempo para recuperarme del shock más grande de mi vida antes de salir pitando para Atlanta como la heroína trágica de una novela gótica, te habría dicho estas palabras hace tres días."

Él sonrió abiertamente. Sus miradas chocaron y se entralazaron.

"Han sido los peores tres días de mi vida," admitió.
"Los míos también." Ella sonrió. "Pero olvidemos el pasado. Todo él, " dijo ella significativamente. Ladeó la cabeza. "¿De acuerdo?"

Por toda respuesta, él la besó. Y, en un momento, pasó de estar de pie a encontrarse cautiva entre los brazos de su marido, moviendo desesperadamente la lengua contra la suya, mientras él la conducía hasta la alfombra situada ante la chimenea. Se arrodilló y la colocó delante de él, gruñendo dentro de su boca mientras se despojaba febrilmente de la ropa.
"Te deseo tanto," susurró _______ con voz ahogada y separó sus labios hinchados de los de él. "Cuando era una niña, por las noches me tumbaba en la cama y fantaseaba con la idea de estar entre tus brazos, en tu lecho."
Esta confesión inflamó su corazón, detestándola y adorándola a un tiempo. La detestó porque se suponía que a los hombres no les afectaban palabras como esas y en cambio a él lo habían conmovido. La adoró porque significaba que este momento era real y que finalmente ______ ________era toda suya.
Y no por la fuerza.
Joe tumbó a su esposa en el suelo, le separó las piernas y se arrojó sobre ella. Desesperado por estar en su interior, empaló su pene hinchado en su vagina, metiéndosela hasta el fondo.

"Seguro que no te interesa saber," jadeó él, "cuántas veces has sido la protagonista en mis
fantasías de masturbación."

Ella sonrió abiertamente, claramente encantada con esa confesión. Él rotó sus caderas y volvió
a estrellarse de golpe contra su cuerpo. Su sonrisa desapareció mientras comenzaba a gimotear.


______ alzó los pechos y se los ofreció. "Me encanta que me chupes los pezones mientras me
penetras," admitió casi sin resuello. "Por favor, ¿lo harías de nuevo?"

¿Si lo haría? Casi no había pensado en otra maldita cosa los últimos tres días con sus noches.


Joe hundió la cara en sus pechos con un gruñido y rodeó uno de sus erguidos pezones con la
lengua. Luego lo chupó vigorosamente mientras la penetraba,sus caderas oscilaban adelante y atrás
mientras enterraba el pene en su interior una y otra vez.

Justo así es como siempre había querido estar. Justo como estaba ahora.

Los pecados de Lorenzo (tu apellido) habían completado su círculo...
Mientras su pene tieso se hundía una y otra vez en la deliciosa vagina de su esposa, Joe pensó que
había conseguido algo mucho más significativo que colarse en la preciosa compañía de Lorenzo,
algo mucho más poderoso que colarse en la preciosa línea sanguínea del muy bastardo.
Se las había arreglado para encontrar la felicidad con su esposa. Se había colado en el corazón
de _______ y ella en el suyo. Finalmente todo era como tenía que ser.

Joe sonrió a su esposa mientras le hacía el amor, y todos los recuerdos del pasado quedaron
relegados definitivamente al rincón más apartado de su memoria.

Epílogo:
Cinco años más tarde.

"Es tan guapo," exhaló ______ , y apretó contra su pecho un plato de plástico con un pedazo
enorme de tarta de chocolate cubierto de espeso glaseado. Se mordió el labio cuando observó a Joe
Jonas anotar un último punto de voleibol, consiguiendo así la victoria para su equipo en el picnic
de (tu apellido) Chemicals. "Tan guapo," susurró.
Se escuchó la ovación del público mientras _____ estudiaba soñadoramente las facciones de Joe .
Su cuerpo musculoso y atlético. Su cara cincelada y su magnífico pelo oscuro. Su...
Sonrió. Habían hecho el amor hacía menos de tres horas. No debería estar pensado ya en eso.
"¡Lo has hecho!" gorjeó una voz femenina y una maravillosa morenita se lanzó a los brazos
masculinos. "Eres mi héroe," dijo con excitación, y colocó sus perfectas manitas en las mejillas
de Joe.
Joe sonrió abiertamente. "¿Tu héroe, huh?" Y le hizo cosquillas hasta que ella chilló. "Dale un
beso a papá, diablilla."
_______ cerró los ojos y su corazón remontó el vuelo. Aún no podía creerse que fuera tan feliz.
Después de todos estos años siendo su esposa, todavía sentía como le temblaban las rodillas cada
vez que lo miraba. La vida había resultado mejor de lo que nunca había soñado.
" _____ , cariño," la llamó Joe desde el otro lado del campo. "¿Donde estás?"
Ella abrió los ojos y sonrió. "Justo aquí," y se levantó, surgiendo de las sombras para reunirse
con él y con su hija. Estaba embarazada y su barriga era tan enorme que sentía que estaba a punto
de estallar.
Su mirada intensa se centró posesivamente en su vientre hinchado, después en sus pechos y en su
cara. "¿Estás lista para volver a casa, nena?"
"Por supuesto."
La cara de Joe se ensombreció mientras la enlazaba con su brazo musculoso.
"¿Algo va mal, mi amor?"
______ le sonrió. Sacudió la cabeza, después la apoyó contra su hombro mientras los tres se
encaminaban a la limusina que los aguardaba. "En absoluto," susurró.
"Todo es perfecto."



FIINNN

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