sábado, 20 de agosto de 2011

Dominada por el Deseo. Capitulo 8

__________ se despertó en una habitación desconocida y envuelta en las sombras. Una mosquitera cubría la cálida y elegante cama. Un poco más allá, en la mesilla de noche, había una antigua lámpara de queroseno de estilo colonial que iluminaba la habitación. ¿Dónde estaba?
Parpadeando, se incorporó con un gemido. Frunció el ceño al ver el top de cuero color púrpura que le cubría el torso y las caderas. ¿Cuero de color púrpura? ¿Ella? No es que fuera incómodo, pero la desconcertaba verse vestida de esa manera. ¿Por qué demonios se había puesto eso?
Luego recordó. Un psicópata le había disparado. El Amo N —no, Nick—, la había rescatado, luego se la había comido con la mirada hasta hacerla ruborizar, y le había recorrido todo el cuerpo con las manos.
Bueno, tenía que agradecer a Alyssa el extravagante atuendo. Eso, junto con Nick y su escandaloso comportamiento, habían conseguido sacarla con vida de Lafayette.
Una liviana manta color beige le calentaba las piernas. Una cortina oscura y transparente ondeaba ante la única ventana de la habitación a través de la cual podía verse la luz plateada de la luna. Una robusta cómoda de cerezo, ocupaba la pared junto a la ventana.
Girando la cabeza, __________ observó el otro lado del pequeño dormitorio. Una puerta entreabierta dejaba ver el hermoso suelo de madera, que brillaba en la oscuridad del pasillo.
Y en la silla que había entre la puerta y el armario estaba sentado Nick, sin camisa y despeinado, mirándola con atención.
—Buenos días, __________.
«¿Buenos días?» La mirada de Nick la acarició a través de la oscuridad iluminada por la luna, recorriendo su mejilla y deslizándose por su boca y su cuello hasta el suave montículo de los pechos que sobresalían por encima del top de cuero. Bajo esa mirada atenta, sintió que se ruborizaba. Incluso a dos metros, la evidente sexualidad de Nick era como un estruendo. En ese instante recordó todas las cosas que le había hecho en el dormitorio de Alyssa, y sintió un apremiante tirón entre las piernas.
Lo recordó todo: la manera en que la había tocado, el beso, las caricias, la forma en que asumió el control. Su misterioso aroma y sus ásperas palabras la habían intrigado. Incluso después de dormir unas horas, nada había cambiado. La curiosidad y el deseo le roían las entrañas cuando Nick la miraba fijamente, con un cálido conocimiento en sus ojos color chocolate. Una necesidad dolorosa le atravesó el cuerpo.
No podía permitirse eso, no podía permitírselo a él. __________ apartó la mirada, rompiendo el contacto visual.
Lo que sentía él o lo que sentía ella... nada de eso importaba. Tenía que concentrarse en permanecer a salvo y en recabar información para el programa. Babear ante los musculosos hombros y el pecho de Nick, que exudaban virilidad, e imaginar todas las maneras posibles en que él podía darle placer no iban a servir para el programa... ni para permanecer con vida.
—¿Qué tal? ¿Estás bien? —preguntó él.
—Sí —dijo ella finalmente—. ¿Qué hora es?
Nick se encogió de hombros y miró por la ventana.
—Deben de ser las cinco de la mañana. Puedes volver a dormir. Yo me quedaré vigilando.
__________ lo miró. Como si saber que los ojos de Nick no se apartarían de ella pudiera permitirle darse la vuelta y volver al país de los sueños. «Imposible». Apenas podía respirar cuando la miraba. Dormir era imposible.
¿Qué le pasaba con ese hombre? Cierto, era muy atractivo, pero ya había salido antes con hombres guapos. ¿Sería la manera en que la miraba?
Finalmente, la verdad la abofeteó en la cara. No, era por su intensidad, su integridad, la seguridad que tenía de poder controlarlo todo. Jamás se había podido resistir a los hombres con personalidad fuerte. Y a diferencia de los demás hombres de su pasado, __________sabía que Nick la tenía de verdad.
Utilizaba su mejor arma, el sexo. No sólo ataba a una mujer, controlaba sus reacciones y las de él, ejerciendo un control absoluto sobre su cuerpo, sus orgasmos, y en ese momento, hasta en su propia alma.
Eso atraía a __________ mucho más que cualquier otra cosa.
Moviéndose hacia el borde de la cama para poner distancia entre ellos, dijo:
—No, no tengo sueño. Si quieres dormir en la cama, puedo levantarme.
—Quédate donde estás.
Las palabras resonaron por todo su cuerpo. Era una orden, una orden clara y concisa. Cada parte de
su ser ardió, confundiéndola. No le gustaba ser mangoneada... por nadie. Pero las órdenes
ladradas de Nick la hacían sentir una dolorosa inquietud en todos los lugares donde no debía
sentirla.
Diablos, puede que simplemente estuviera excitada porque sí, y que no tuviera nada que ver con
Nick. Después de todo, hacía casi un año que había roto con Andrew.
—He dormido en la silla —aclaró él.
—Eso no puede ser cómodo.
Él se rió.
—Cher, después de pasar unos meses con el ejército en Afganistán, esta silla es como el Ritz.
—__________ asintió con la cabeza., dándole la tazón—. Ya que estás despierta, te haré unas
preguntas. ¿Quieres tomar antes un café?
Ella se estremeció.
—No bebo ese brebaje. Tiene un sabor repugnante. Es demasiado amargo.
__________ supo por el destello de sus dientes blancos que estaba sonriendo.
—Yo que tú no iría por ahí diciendo eso. Somos conocidos por nuestro café de achicoria. No
beberlo es un sacrilegio.
—Bueno, es más que probable que ya me haya ganado el infierno por hacer otras cosas, como cuando
le pinté las uñas al G.I.Loe de mi primo cuando tenía cinco años. Sólo será otra cosa más que
añadir a la lista.
Nick se rió con un sonido áspero como el papel de lija.
—Vaya, eso fue de lo más cruel. Satanás debe tener reservado un lugar especial para ti.
__________ asintió con la cabeza. Luego la habitación se quedó en silencio. Atrás se quedaron
las bromas dejando en su lugar una tensa calma. Podía sentir la mirada penetrante de Nick sobre
ella, fija en su cabello.
Sin ser consciente de ello, se apartó los mechones de los hombros y los dejó caer sobre la
espalda.
—Me quitaste la peluca. Es... rojo —tartamudeó—. Mi pelo, quiero decir.
Él vaciló.
—No me lo esperaba.
Luego su mirada se tornó pensativa. __________ frunció el ceño. ¿Qué había esperado él? ¿Por
qué le importaba tanto el color de su pelo? Tal vez sólo le gustaban las rubias. Quizá. Pero su
mirada decía otra cosa.
—Y veo que también me quitaste las botas.
—Estabas incómoda.
La idea de que Nick la había estado tocando mientras ella dormía como un bebé consiguió que otra
oleada de calor atravesara su cuerpo. ¿Le habría tocado algo más íntimo que la cabeza o los
pies?
Ese pensamiento subió aún más la temperatura de su cuerpo, sobre todo entre sus piernas.
__________ se retorció buscando alivio. No lo encontró.
— ¿Qué quieres preguntarme? —le dijo. Mejor conversar, sí. Mucho más seguro que mirarle
fijamente en silencio.
La postura relajada de Nick se transformó de inmediato en una de alerta. Se inclinó hacia delante,
apoyando los codos en las rodillas.
—Para empezar, ¿quién crees que puede estar siguiéndote para matarte?
Boom. Directo al grano. __________ no podía decir que la sorprendiera. Ése, después de todo, era
el meollo del asunto, y ella sospechaba que Nick era, a fin de cuentas, un hombre muy directo.
—Sinceramente, no sé quién puede ser. No es la primera vez que recibo correos extraños de mis
admiradores, pero no tan extraños como éste.
—Parece que ese tío te conoce bastante bien: el lugar en el que vives, dónde viven tus amigos y
tu familia, todos los sitios donde podrías refugiarte. — Nick entrecerró los ojos—. Háblame
sobre tus relaciones.
— ¿De qué tipo?
—De tus novios. —La voz ronca de Nick era exigente mientras unas sombras misteriosas jugaban con
los duros ángulos de su cara y su torso. Podría mirar a ese hombre durante horas, y no sentirse
aburrida jamás. Excitada y molesta, sí. Pero nunca aburrida.
Maldita sea, necesitaba pensar en algo seguro, en el programa por ejemplo, pero no en su protector.
Sacudió la cabeza.
—La última vez cortaron conmigo, no al revés, así que dudo que de repente le dé por exigir que
le pertenezco sólo a él.
— ¿Y antes? —le espetó.
__________ sintió que se ruborizaba.
—Estuve saliendo con un jugador de fútbol americano, pero cuando todo esto empezó él estaba
jugando fuera, así que no pudo ser él quien me hiciera las fotos. También salí brevemente con un
embajador, pero ahora está en el extranjero por lo que tampoco puede ser él. En la universidad, me
enrollé con un tío, pero está casado y acaba de tener un bebé.
— ¿Quién más?
— ¿Quién más qué?
Nick endureció la mandíbula.
— ¿Quién más te folló?
La intensidad de su voz —y las palabras— sugerían que sus preguntas no eran por motivos
estrictamente profesionales.
—Haces preguntas de carácter personal, eso sin mencionar tu grosería.
—Sólo hago una lista de sospechosos sin dejar ningún cabo suelto, cher. Responde a la pregunta.
El tono sensato había regresado, y ella no encontró excusas para discutir.
—Nadie más. Y lo cierto es que ni siquiera me acosté con el embajador.
— ¿Sólo has tenido tres amantes? — preguntó Nick con la curiosidad asomando en su voz—.
¿Ninguno más?
__________ suponía que haber tenido sólo tres amantes a la madura edad de veinticinco años la
convertía en un bicho raro. Pero no iba a contarle todos los detalles sobre su vida sexual sólo
para satisfacer su curiosidad. Aunque la razón de ese intercambio fuera hacer una lista de
sospechosos, el tono ronco de Nick tenía una connotación sexual que gritaba «peligro».
Y él no dejaba de mirarla fijamente. Cada una de esas miradas le traían recuerdos de sus besos y
sus caricias, de la manera en que asumía el mando y su cuerpo hervía como si fuera una olla a
presión.
— ¿Qué importancia tiene eso? —contestó __________, consciente de que estaba eludiendo la
pregunta—. ¿Acaso no es más importante averiguar cómo conoce mis hábitos, a mis amigos, a mi
familia, y los lugares a los que suelo ir?
Nick se encogió de hombros.
—Cher, no hay hombre en el mundo que no esté dispuesto a matar por la mujer con la que está
obsesionado. Pero si esa mujer huye de él, arrebatándole de esa manera el objeto de su deseo, ese
hombre puede llegar a convertirse en un enemigo peligroso y cruel.
Con un escalofrío, __________ se preguntó si Nick había insinuado de alguna manera que esa
descripción se aplicaba a alguien más que a su acosador. ¿Se estaba incluyendo él mismo en el
lote? De alguna manera, no podía imaginarse que Nick necesitara excusas para mostrarse cruel, pero
tampoco podía imaginárselo doblegándose ante una mujer.
—Será especialmente peligroso si ya ha disfrutado lo que ahora no tiene. Necesito conocer todas
las posibilidades para ir descartándolas según proceda. Luego retomaremos tus otras preguntas.
Ahora, ¿sólo has tenido esos tres amantes?
—Sí.
—Necesito saber sus nombres, su descripción, su edad, y por último dónde viven para comenzar a
investigar.
—Esto es muy embarazoso.
—Es importante. Empieza a hablar.
__________ suspiró, se removió inquieta y bajó la mirada a las manos entrelazadas sobre su
regazo.
—Sean Gardner. Mide cerca de uno ochenta. Pelo rubio y ojos marrones. Ahora debe rondar los
veintiocho años. Lo último que supe de él era que vivía con su esposa en las afueras de San
Diego.
— ¿Fue el primero?
Ella asintió con la cabeza.
—Cuando hacía segundo de carrera, sí.
— ¿Cuándo lo viste por última vez?
—Hace cuatro años, poco después de graduarnos. Sólo salimos unos seis meses. No fue nada serio.
— ¿Pero perdiste la virginidad con él?
—Ya te lo he dicho.
— ¿Por qué?
—A eso no pienso contestar. Va más allá del nombre y la descripción.
—Necesito saber los motivos, cher. Quizá él todavía te ve como su pequeña virgen, y no le
gusta pensar que has compartido esa hermosa rajita que tienes, y que él considera suya, con otros
hombres.
__________contuvo el aliento. No estaba acostumbrada a esa manera de hablar, no con una madre tan
estricta. Jamás había salido con un hombre como Nick que hablaba de esas cosas con tanta ligereza.
Su madre se habría desmayado en el acto, como hizo la primera vez que vio Provócame.
—Ni en sueños. Cuando lo dejamos, me sugirió que saliera con su compañero de habitación, que
era un salido. Créeme. Sean pasaba de mí tanto como yo pasaba de él.
Nick movió los hombros, como si se hubiera liberado de parte de la tensión.
— ¿El segundo?
—Brent Pherson.
— ¿El Brent Pherson que jugó con los Raiders hace unos años?
—El mismo. Si quieres saber cómo es, puedes verlo en ESPN.com.
Con la mandíbula tensa, él preguntó.
— ¿Cómo lo conociste?
—En una fiesta de la cadena. Él estaba haciendo un programa sobre lo que hacen los deportistas en
temporada baja para la misma cadena que emite Provócame. Dudo que me esté acechando. Estuvimos
juntos sólo... una noche.
Nick frunció el ceño, parecía decididamente infeliz por ello.
— ¿Por qué dejaste que te follara?
— ¿Tienes que hablar así?
—Eso es lo que sucedió, ¿no? ¿Por qué le dejaste? ¿Sentías algo por él?
Brent tenía un físico imponente y era el capitán del equipo. Al principio le había parecido
seguro de sí mismo y controlado. Esa imagen, junto con su impresionante
físico era lo que le habían atraído de él. Sólo bastó una noche para saber lo inseguro y
descontrolado que era en realidad.
—Eso no es asunto tuyo.
Nick se levantó de la silla y se acercó a la cama, cerniéndose sobre ella. __________ levantó la
vista, recorriéndole con la mirada desde los duros abdominales a los anchos hombros. Tenerle tan
cerca no era bueno para su salud mental. Era en parte afrodisíaco, en parte salvaje. Y ella
reaccionaba ante él más de lo que quería hacerlo.
—Si quieres que te ayude, necesito conocer tu pasado. No es extraño que los antiguos amantes se
conviertan en acosadores, y saben dónde vives, con quién te relacionas, e incluso es probable que
tengáis amigos en común a los que sonsacar información. Comportarte con modestia mientras me
tratas como a un vulgar mirón sólo servirá para que ese bastardo no tarde en encontrarte y
matarte. ¿Quieres morir?
—Si esa fuera mi intención no estaría aquí, sino en Lafayette dejando que practicara el tiro al
blanco conmigo —replicó __________—. ¿Crees que nos ha seguido hasta aquí? ¿Has visto a
alguien en el camino?
—No, no nos ha seguido. Estamos en medio del pantano, así que le resultará bastante difícil dar
con nosotros. Pero no es imposible. No puedes permitirte el lujo de subestimar a alguien así.
Nick tenía razón. A __________se le contrajo el estómago ante la cruda realidad.
—Lo sé.
—Bien, entonces coopera conmigo. Actuando así lo único que conseguirás es que te ponga sobre
mis rodillas y te dé unos azotes en el trasero.
_________ lo miró boquiabierta.
— ¡No vas a tocarme el trasero!
—No me pongas a prueba, cher. Te pondré el trasero como un tomate en tres minutos.
Una llamarada de deseo explotó entre las piernas de __________. «Mal, mal, mal. ¡Detente ahora
mismo!» Cerró los ojos, desterrando la sensación, el anhelo. La desenfrenada curiosidad y el
dolor.
—Eres un maldito bastardo, ¿lo sabías?
—Soy un hombre dominante que está llegando al límite de su paciencia con estos juegos
infantiles. Ahora dime, ¿has hablado con Pherson desde esa noche?
__________ tuvo que controlar su temperamento.
—Varias veces. Me mandó flores una semana después de estar con él. Me llamó por teléfono
algunas veces, cuando estaba en la ciudad. Pero a mí no me interesaba. Al final se dio cuenta y
dejó de llamarme.
— ¿Y desde entonces no sabes nada de él?
Ella negó con la cabeza. Y él abandonó el tema de Brent.
—Aún no lo he descartado. ¿Y el tercero?
—Andrew Cummings. Debe de ser de tu altura. Pelo entrecano y ojos grises. Tiene treinta y nueve
años. Fue el productor de Provócame el año pasado. Comenzamos a salir poco después de romper con
Brent. Al mes me pidió que me casara con él.
—¿Qué le dijiste? — Nick se acercó más, invadiendo su espacio.
—Que sí. Es guapo, educado, bien relacionado, inteligente y divertido. ¿Por qué iba a decirle
que no?
Nick se tensó de pies a cabeza... la boca, los hombros, el abdomen.
—¿Cuándo te dejó?
—Hace unos diez meses.
—¿Por qué?
Porque había frustrado su ego masculino.
Porque ella no llegaba al clímax con él. Andrew le había parecido sofisticado, como un faro de
luz en medio de un mar tempestuoso. Había estado segura de que era el hombre que lograría ver en
su interior y que liberaría su cuerpo y su corazón. Y lo había intentado a menudo. Pero rara vez
tenía orgasmos con él. Al final, la había convencido para que le revelara sus más profundos
deseos, esos que implicaban ser atada y sometida. Pensando que eso les ayudaría, le había abierto
su corazón e incluso le había revelado su más secreta fantasía: acostarse con dos hombres a la
vez. No es que ella fuera a hacer cualquiera de esas cosas que guardaba en lo más profundo de su
mente. Eran sólo fantasías... pero la hicieron perder a Andrew.
La había llamado depravada... y algunas otras cosas menos halagüeñas que le revolvían el
estómago y la hacían sentir una enorme vergüenza cada vez que pensaba en ellas.
Le había devuelto el anillo. Él lo había cogido y había abandonado su vida. No habían vuelto a
hablar desde entonces.
Y de ninguna manera se lo iba a contar a Nick.
—Simplemente no resultó —respondió evasiva.
— ¿Por qué?
—Porque... sencillamente no éramos compatibles.
—Me estás ocultando algo —gruñó él, agarrándola de la muñeca.
__________ se apartó de un brinco del eléctrico calor de su contacto.
—Es todo lo que te voy a contar. Él me dejó y yo me sentí encantada de que se fuera. Como te he
dicho, dudo mucho que de repente quiera recuperarme.
—Hasta que me lo cuentes todo, no puedo opinar. —Cruzó los brazos sobre el pecho.
—Es todo lo que necesitas saber.
Por la tormentosa expresión de Nick, __________ supo que no estaba de acuerdo.
—El tiempo lo dirá. —Dio un paso hacia atrás—. ¿Y quién es tu «amigo» de Houston?
__________ aspiró profundamente y le contestó sabiendo que tarde o temprano Nick volvería a
preguntarle sobre su fallido compromiso con Andrew.
—Se llama Brandon Ross.
Nick apretó los dientes.
—¿Es algo más que un amigo?
__________ vaciló. Nadie sabía que Brandon y ella estaban emparentados. Guardar ese secreto era el
acuerdo al que había llegado su madre con el senador Ross años atrás. Se lo haría pagar si
decía la verdad. Así que Brandon y ella habían hecho correr el rumor de que estaban enrollados
cuando se fue a vivir con él. Quizá que le contara esa mentira podría enfriar las cosas entre
Nick y ella.
—Sí. Es mi novio.
La boca de Nick se apretó en una línea sombría.
— ¿Y dónde está ahora?
—Estará fuera del país algunas semanas.
—Mientras un psicópata con buena puntería va detrás de tu cabeza. Parece un buen tío.
—El no quería irse —lo defendió ella—. Pero su trabajo...
— ¿Hizo algo más aparte de enviarte esas fotos? ¿Ha estado en tu casa?
—Sí... —__________ tragó saliva y luego susurró—: se masturbó en mi cama. Por eso me
asusté y abandoné L. A.
Unas lágrimas repentinas le hicieron arder los ojos, y resbalaron por sus mejillas,
sorprendiéndola. Sabía que no debía perder el tiempo llorando. Las lágrimas no la iban a ayudar
a resolver esa situación. Pero la realidad era que todo eso la estaba afectando.
Nick se sentó a su lado al momento, todo indicio de cólera había desaparecido. Suavemente le
acarició la espalda y la atrajo hacia su cuerpo, rozándole la mejilla con una mano y secándole
las lágrimas.
__________ clavó los ojos en ese hombre, era demasiado contradictorio. ¿Ternura y compasión en un
hombre que le había arrancado la verdad a la fuerza, que la excitaba con sólo acariciarle la cara?
¿Un hombre que ataba a las mujeres?
—Hiciste lo que tenías que hacer, irte de Los Angeles, y venir aquí. Ese hombre está
obsesionado y es peligroso, no hay duda.
Avergonzada por las lágrimas y demasiado consciente de la cercanía de Nick, __________ apartó la
mirada.
—Odio tener miedo y que mi vida esté patas arriba. Cuando antes se arregle todo esto, mejor.
—Lo arreglaremos —murmuró él—. ¿Quién sabía dónde estabas después de que dejaras L.A.?
__________ frunció el ceño mientras recordaba.
—Reggie, mi ayudante de producción. Mi vecina, que está cuidando de mi gato. Sabrina, que es la
maquilladora del programa. Y no puedo recordar a nadie más. Salí de allí en cuanto pude...
—Para que alguien se haga una paja en tu cama tiene que estar perturbado.
Nick le cogió la mano entre sus firmes palmas llenas de callos mientras se inclinaba sobre ella
bajo la oscura luz de la luna. Cielo santo, era tan guapo que hacía daño. Mandíbula firme, boca
cincelada, la barba de dos días cubría una cara que podría definirse como bonita. Hombros anchos
y musculosos que completaban un torso duro por el que cualquier mujer babearía.
__________ quería ser inmune a él, a su aura de poder, a su toque. Pero no era así. Nick la
recorrió con la mirada, tranquilizándola al mismo tiempo que despertaba sus tórridos recuerdos.
Dios, lo recordaba todo con claridad, el aliento que le había calentado el cuello, las manos que le
habían sostenido los pechos, los dedos que había enterrado en ella, llevándola casi al orgasmo.
La boca que se había apoderado de la suya...

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