jueves, 4 de agosto de 2011

Un amante de ensueño. Capitulo 18

- Y lo hago. Ésta era la habitación de mis padres. Murieron hace tiempo -miró a uno y otro lado, incrédula. Una cosa era que fuese tras ella, pero ¿por qué había hecho esto?
Contempló la ropa esparcida por el suelo; ropa que le traía a la memoria tantos recuerdos maravillosos... Las camisas que su padre llevaba al trabajo; el jersey favorito de su madre y que ella siempre le pedía prestado; los pendientes que su padre había regalado a su madre en su último aniversario de boda. Todo estaba desparramado por la habitación, como si no tuviese valor alguno.
Pero para ella eran objetos muy valiosos. Era lo único que le quedaba de ellos. El dolor le desgarraba el corazón.
- ¿Cómo ha podido hacerlo? -preguntó, mientras la rabia se abría paso en su interior.
Nick la atrajo hacia sus brazos y la sostuvo con fuerza.
- No pasa nada, ______ -murmuró sobre su pelo.
Pero sí que pasaba. ____ dudaba poder superar aquello alguna vez. No podía dejar de pensar en las manos de ese animal tocando la ropa de su madre o desgarrando las sábanas. ¡Cómo se había atrevido!
Nick miró al agente de policía.
- No se preocupe -dijo el hombre-, encontraremos al tipo.
- ¿Y después qué? -preguntó Nick.
- Eso tendrá que decidirlo un tribunal.
Nick lo miró de arriba abajo y soltó un gruñido, asqueado. Tribunales. No entendía cómo un tribunal moderno podía permitir que un animal así estuviese suelto.
- Sé que todo esto es duro -comentó el agente-. Pero necesitamos que compruebe si se ha llevado algo, doctora Alexander.
Ella asintió.
A Nick le sorprendió el coraje que demostró al desprenderse de su abrazo y limpiarse las lágrimas. Comenzó a inspeccionar todo aquel desastre. Él se arrodilló a su lado; quería estar cerca por si lo necesitaba de nuevo.
Después de comprobarlo todo concienzudamente, _____ cruzó los brazos sobre el pecho y lanzó una rápida mirada al agente.
- No falta nada -le dijo, y salió de la habitación para ir a la suya.
Entró en ella con mucha aprensión. Un rápido vistazo le indicó que su dormitorio había sufrido los mismos daños que el de sus padres. Había registrado meticulosamente tanto la ropa de Nick como la suya. Toda la lencería estaba tirada por el suelo, había desgarrado las sábanas y el colchón estaba ladeado.
Ojalá Rodney hubiese encontrado la espada de Nick bajo la cama y hubiese cometido el error de tocarla. Eso sí que habría sido una justa recompensa.
Pero no la había visto. De hecho, el escudo aún seguía apoyado sobre la pared, junto a la cama, donde él lo dejó.
______ se sentía casi violada al contemplar toda su ropa esparcida por la habitación; como si las manos de Rodney hubiesen tocado su cuerpo.
En ese momento, vio la puerta del vestidor ligeramente abierta. Estaba muerta de miedo mientras se acercaba para abrirla y mirar en el interior. Entonces se sintió como si el tipo le hubiese arrancado el corazón y lo hubiese aplastado.
- Mis libros -murmuró.
Nick cruzó la habitación para ver lo que _____ estaba mirando. Se quedó sin respiración al llegar junto a ella.Todos los libros habían sido destrozados.
- Mis libros no -balbució, cayendo de rodillas.
Le temblaba la mano al pasarla sobre las hojas de los libros que su padre había escrito. Eran irremplazables. Jamás podría abrirlos de nuevo y escuchar su voz hablándole desde el pasado. No podría abrir Belleza Negra y oír a su madre mientras se lo leía.
Todo había desaparecido.
Rodney Carmichael acababa de matar de nuevo a sus padres.
______ se fijó entonces en lo que quedaba de su ejemplar de La Ilíada. Los ojos se le llenaron de lágrimas al recordar la expresión de Nick mientras pasaba sus páginas. Las horas que habían pasado juntos mientras ella lo leía. Habían sido unos momentos muy especiales, mágicos; los dos tumbados frente al sofá, perdidos en la historia, como si hubiesen estado en un reino privado, sólo de ellos dos. Su propio paraíso.
- Los ha destrozado todos -murmuró-. ¡Dios! Ha debido pasar horas aquí.
- Señora, sólo son...
Nick agarró al agente Reynolds por el brazo y lo sacó de la habitación.
- Para ella son mucho más que simples libros -le dijo entre dientes-. No se atreva a burlarse de su dolor.
- ¡Vaya! -exclamó el hombre avergonzado-. Lo siento.
Nick volvió junto a ________.
Sollozaba incontrolablemente mientras pasaba las manos sobre las hojas sueltas.
- ¿Por qué lo ha hecho?
Él la levantó, la sacó del vestidor y la acostó en la cama. Ella no lo soltó. Se aferraba a él con tanta fuerza que a Nick le costaba trabajo respirar, y lloraba como si el corazón estuviese rompiéndosele a pedazos.
En ese momento, Nick quiso matar al hombre que le había hecho esto.
Sonó el teléfono.
________ gritó y forcejeó para incorporarse.
Shh -le dijo Nick, mientras le limpiaba las lágrimas y la sostenía, impidiendo que se moviera-.
No pasa nada. Estoy aquí, contigo.
El agente Reynolds le pasó el teléfono.
- Conteste, por si es él.
Nick miró con furia al hombre. ¿Cómo podía ser tan insensible? ¿Cómo podía pedirle que
hablara con ese perro rabioso?
- Hola, Yarelis -saludó ____, y volvió a estallar en lágrimas mientras le contaba a su amiga lo
que había sucedido.
La mente de Nick bullía al pensar en el hombre que había invadido la casa de ________ y la había
herido tan profundamente. Lo que más le preocupaba era que el tipo sabía dónde golpear. Conocía
a _____. Sabía lo que era importante para ella.
Y eso le hacía mucho más peligroso de lo que la policía sospechaba.
Ella colgó el teléfono.
- Siento mucho haber perdido el control -dijo, limpiándose las lágrimas-. Ha sido un día muy
largo.
- Sí, señora, lo entendemos.
Nick observó cómo se recomponía; _____ tenía una fuerza de voluntad que muy pocos hombres
poseían.
Acompañó al policía por el resto de la casa.
- No debe haber visto este libro -dijo uno de los agentes con el libro de Nick en la mano,
ofreciéndoselo a ella.
Nick lo cogió de las manos de _____. Al contrario que el agente, él no estaba tan seguro. Si el
bastardo había intentado romperlo, se habría llevado una desagradable sorpresa.
No podía ser destruido. Él mismo había intentado hacerlo en incontables ocasiones a lo largo de
los siglos. Pero ni siquiera el fuego hacía mella en él. El libro le hizo recordar las palabras de
_______.
Él se iría en unos cuantos días y ella se quedaría sola, sin nadie que la protegiera. Y esa idea
lo enfermaba.

Los agentes se marcharon en el mismo instante que Yarelis llegaba en su coche. Salió del Jeep
acompañada de un hombre alto y moreno que llevaba el brazo en un cabestrillo. Yarelis
prácticamente corrió hasta la puerta.
- ¿Estás bien? -le preguntó a _____ mientras la abrazaba con fuerza.
- Sí -le contestó ella. Miró sobre su hombro y entonces saludó al hombre-. Hola Joe.
- Hola ____. Hemos venido a echarte una mano.
Ella le presentó a Nick y los cuatro entraron en la casa.
Nick detuvo a Yarelis tan pronto como estuvieron dentro, y la llevó aparte.
- ¿Puedes mantenerla un rato aquí abajo?
- ¿Por qué?
- Tengo que ocuparme de algo.
Yare frunció el ceño.
- Claro, no hay problema.
Esperó hasta que yare y su marido sentaron a ______ en el sofá. Entonces, fue a la cocina, cogió
un par de bolsas de basura y se encaminó al vestidor.
Tan rápido como pudo, comenzó a ordenar todo aquel desastre para que _____ no tuviera que verlo de
nuevo. Pero con cada trozo de papel que tocaba, su ira crecía.
Una y otra vez acudía a su mente la tierna expresión de ____ mientras buscaba un libro entre toda
su colección. Si cerraba los ojos podía ver su pelo desparramado sobre su pecho mientras leía.
En ese momento, quiso la sangre de este tipo.
- ¡Joder! -exclamó Joe desde la puerta-. ¿Esto lo ha hecho él?
- Sí.
- Tío, menudo psicópata.
Nick no dijo nada y continuó arrojando los papeles a la bolsa. Su alma gritaba, clamando venganza.
Lo que sentía hacia Príapo era una leve sombra de lo que en esos momentos pasaba por su mente.
Una cosa era hacerle daño a él. Pero herir a _______...
Ya podían tener las Parcas compasión de ese tipo, porque él no pensaba tener ninguna.
- ¿Llevas mucho saliendo con _____?
- No.
- Eso me parecía. Yare no te ha mencionado, pero pensándolo bien, tampoco se ha mostrado tan
preocupada porque ______ se quedara sola desde su cumpleaños. Supongo que os conocisteis entonces.
- Sí.
- Sí, no, sí. No eres muy hablador, ¿verdad?
- No.
- Vale, lo he cogido. Hasta luego.
Nick se detuvo cuando encontró la cubierta de Peter Pan. La cogió y apretó los dientes. El dolor
lo asaltó de nuevo. Ese libro era el preferido de _______.
Lo apretó con fuerza un instante y después lo arrojó a la bolsa con el resto.

_____ no fue consciente del tiempo que pasó sentada en el sofá, sin moverse. Sólo sabía que se
encontraba muy mal. El golpe de Rodney había sido muy fuerte.
Yare le trajo una taza de chocolate caliente.
Ella intentó beber, pero le temblaban tanto las manos que tuvo miedo de derramarlo y lo dejó a un
lado.
- Supongo que necesito limpiarlo todo.
- Ya lo está haciendo Nick -le dijo Joe, que estaba sentado en el sillón haciendo zapping.
_____ frunció el ceño.
- ¿Qué?, ¿desde cuando?
- Hace poco estaba arriba, recogiéndolo todo en el vestidor.
Boquiabierta por la sorpresa, _____subió en su búsqueda.
Nick estaba en la habitación de sus padres. Desde la puerta, observó cómo acaba de poner orden y
se enderezaba. Dobló los pantalones de su padre de un modo que haría que Martha Stewart[1] hiciese
una mueca de dolor, los colocó en el cajón y lo cerró.
La ternura la invadió ante la imagen del que fuera un legendario general ordenando su casa para
evitar que ella sufriera. Su delicadeza le llegó al corazón.
Nick alzó los ojos y descubrió a _____. La honda preocupación que reflejaban sus ojos azules la
reconfortó.
- Gracias -dijo ella.
Él se encogió de hombros.
- No tenía otra cosa que hacer. -Aunque lo dijo con un tono despreocupado, algo en su actitud
traicionaba su pretendida indiferencia.
- Aún así, te lo agradezco mucho -le dijo ella mientras entraba y miraba todo el trabajo que
había hecho. Con el corazón en la garganta, colocó las manos sobre la cama de caoba-. Ésta era
la cama de mi abuela -le dijo-. Todavía escucho la voz de mi madre cuando me contaba cómo mi
abuelo la hizo para ella. Era carpintero.
Con la mandíbula tensa, Nick contempló la mano de ______.
- Es duro, ¿verdad?
- ¿Qué?
- Dejar que los seres amados se vayan.
_______ sabía que Nick hablaba desde el fondo de su corazón. El corazón de un padre que añoraba
a sus hijos.
Aunque la pesadilla ya no le persiguiese por las noches, ella le oía susurrar sus nombres, y se
preguntaba si era consciente de la frecuencia con la que soñaba con ellos. Se preguntaba cuántas
veces al día pensaba en ellos y sufría por su muerte.
- Sí -le contestó en voz baja-, pero tú lo sabes mejor que yo, ¿no es cierto?
Nick no contestó.
_________ dejó que su mirada vagara por la habitación.
- Supongo que ya va siendo hora de seguir adelante, pero te juro que aún puedo escucharlos,
sentirlos.
- Es su amor lo que percibes. Aún está dentro de ti.
- ¿Sabes? creo que tienes razón.
- ¡Eh! -gritó Yarelis desde la puerta, interrumpiéndolos-. joe está encargando una pizza, ¿os
apetece comer algo?
- Sí -contestó ____.
- ¿Y tú? -le preguntó yarelis a Nick.
Nick sonrió a _____.
- Me encantaría comer pizza.
______ soltó una carcajada al recordar cómo Nick le había pedido pizza la noche que lo invocaron.
- Vale -dijo Yere-, pizza para todos.
Nick le dio a ____ los anillos de su madre.
- Los encontré en el suelo.
Se acercó a la cómoda para guardarlos, pero se detuvo. En lugar de eso, se los colocó en la mano
derecha y, por primera vez después de unos cuantos años, se sintió reconfortada al verlos.
Al salir de la habitación, Nick cerró la puerta.
- No -le dijo ______-, déjala abierta.
- ¿Estás segura?
Ella asintió.
Cuando entraron en su dormitorio, vio que Nick también lo había ordenado. Pero al contemplar las
estanterías que habían guardado sus libros, ahora vacías, se le rompió de nuevo el corazón.
En esta ocasión no protestó cuando Nick cerró la puerta.

Horas más tarde y después de haber comido, ____ pudo convencer a Yare y a Joe de que se fueran.
- Estoy bien, de verdad -les aseguró por enésima vez en la puerta. Agradecida por la presencia de
Nick, colocó la mano sobre su brazo-. Además, tengo a Nick
yarelis la miró con severidad.
- Si necesitas algo, me llamas.
- Lo haré.
Sin sentirse segura del todo, ______cerró la puerta principal y subió a la habitación. Nick la
siguió.
Se tumbaron en la cama, uno junto al otro.
- Me siento tan vulnerable... -susurró.
Él le acarició el pelo.
- Lo sé. Cierra los ojos y duerme tranquila. Estoy aquí. Yo te mantendré a salvo.
La rodeó con sus brazos y ella suspiró, reconfortada. Nadie la había consolado nunca como él lo
hacía.
Tardó horas en dormirse. Cuando lo hizo, estaba rendida.

Se despertó con un silencioso grito.
- Estoy aquí, _____.
Escuchó la voz de Nick a su lado y se calmó al instante.
- Gracias a Dios que eres tú -murmuró-. Tenía una pesadilla.
Nick depositó un ligero beso en su hombro.
- Lo sé.
Ella le dio un apretón en la mano antes de salir de la cama y prepararse para ir al trabajo.
Cuando intentó vestirse, le temblaban tanto las manos que no fue capaz de abotonarse la camisa.
- Déjame a mí -se ofreció Nick, apartándole las manos para poder hacerlo él-. No tienes por
qué estar asustada, ______. No dejaré que ese tipo te haga nada.
- Lo sé. Sé que la policía lo atrapará y, entonces, todo habrá acabado.
Él no contestó, y siguió ayudándola a colocarse la ropa.
Una vez estuvieron preparados, ________ condujo hasta la consulta, situada en el centro de la
ciudad. Tenía un nudo tan grande en el estómago que le costaba respirar. Pero no podía
encerrarse. No iba a dejar que Rodney controlara su vida. Ella era la que llevaba las riendas y
nadie iba a cambiar eso. No sin luchar.
No obstante, estaba muy agradecida por la presencia de Nick. La reconfortaba de tal modo que no
quería pensar demasiado a fondo en el porqué.
- ¿Cómo se llama esto? -preguntó Nick cuando entraron al antiguo ascensor del edificio de finales
de siglo.
Ella le enseñó cómo tirar para cerrar la puerta y, de inmediato, percibió la incomodidad de Nick
al quedarse encerrados.
- Es un ascensor -le explicó _____-. Aprietas estos botones y subes a la planta que quieres. Yo
trabajo en el último piso, que es el octavo. -Y apretó el botón de diseño antiguo.
Nick se puso aún más nervioso cuando comenzaron a ascender.
- ¿Es seguro?
Ella alzó una ceja y lo miró con curiosidad.
- No me puedo creer que el hombre que se enfrentaba sin miedo a los ejércitos romanos esté ahora
asustado de un simple ascensor.
Nick le dedicó una mirada irritada.
- Sé lo que son los romanos, pero esto me resulta desconocido
______ le rodeó el brazo con el suyo.
- No es muy complicado. -Señaló a la trampilla del techo-. Sobre esa puertecilla hay unos cables
que suben y bajan la cabina, y también hay un teléfono -dijo, señalando el intercomunicador
situado bajo los botones-. Si el ascensor se queda atascado, lo único que hay que hacer es apretar
el botón del teléfono y, el equipo de emergencia acudirá de inmediato.
Los ojos de Nick se oscurecieron.
- ¿Y suele quedarse atascado con mucha frecuencia?
- La verdad, no. Llevo trabajando en este edificio cuatro años y no ha sucedido ni una sola vez.
- Y si no estabas dentro, ¿cómo lo sabes?
- Los ascensores tienen una alarma que se activa si se quedan atascados. Confía en mí, si nos
quedamos encerrados aquí dentro alguien nos oirá.
Nick dejó vagar su mirada alrededor del reducido espacio y, por la luz que había en sus ojos ____
supo las malvadas ideas que le pasaban por la cabeza.
- ¿Puedes hacer que se detenga a propósito?
Ella se rió a carcajadas.
- Sí, pero no quiero que me pillen en flagrante delicto en el trabajo.
Él inclinó la cabeza y depositó un leve beso en su mejilla.
- Pero ser pillado en flagrante delicto en el trabajo puede ser muy divertido.
______ lo abrazó con fuerza. ¿Qué había en él que le hacía sentirse feliz? Sin importar lo que
ocurriera, Nick siempre conseguía que las cosas fueran mucho más divertidas. Más brillantes.
- Eres malo -le dijo, y se apartó de él de mala gana.
- Cierto, pero te encanta.
Ella volvió a reírse.
- Tienes toda la razón. Me encanta que seas malo.
Las puertas se abrieron y ______ se encaminó hacia su consulta, situada muy cerca del ascensor.
Nick la siguió.
Lisa los miró cuando entraron y abrió los ojos de par en par. Sus labios dibujaron una amplia
sonrisa al contemplar a Nick.
- Doctora _____ -dijo, jugueteando con un mechón rubio de sus cabellos-, su novio es una bomba.
Meneando la cabeza, ______ los presentó y, después, le enseño a Nick su consulta. Él se quedó
de pie, observando a través de los ventanales mientras ______ encendía el ordenador y dejaba el
bolso en el cajón de su escritorio.
Ella se detuvo al percibir que Nick la miraba fijamente.
- ¿De verdad vas a pasarte todo el día aquí?
Él se encogió de hombros.
- No tengo nada mejor que hacer.
- Te vas a aburrir.
- Te aseguro que estoy más que acostumbrado al aburrimiento.
Lo malo era que _____ lo sabía. Colocó una mano sobre su mejilla al imaginárselo dentro del
libro, solo, encerrado en la más completa oscuridad.
Se puso de puntillas y lo besó con ternura.
- Gracias por acompañarme hoy. No creo que hubiera podido estar aquí de no ser por ti.
Él mordisqueó sus labios.
- Es un placer.
Lisa la llamó por el intercomunicador.
- Doctora _____, su cita de las ocho está aquí.
- Esperaré fuera -le dijo Nick.
______ le dio un apretón en la mano antes de dejar que se marchara.
Durante la siguiente hora, no fue capaz de concentrarse en su paciente. Sus pensamientos volaban al
hombre que la aguardaba fuera, y no paraban de dar vueltas a lo mucho que significaba para ella.
Y a lo aborrecible que encontraba el hecho de que se marchara.
Tan pronto como acabó la sesión, acompañó a su paciente a la puerta.
Lisa estaba enseñando a Nick a hacer solitarios en el ordenador.
- Doctora ______ -le dijo-, ¿sabe que Nick no había jugado antes al solitario?
_______ intercambió una sonrisa chispeante con Nick.
- ¿En serio?
Lisa se apartó de nick para echar un vistazo a la agenda.
- Por cierto, su cita de las tres ha sido cancelada. Y la de las nueve ha llamado para decir que
llegará unos minutos tarde.
- De acuerdo. -_____ señaló a la puerta con el pulgar-. Mientras jugáis, voy un momento al coche.
Olvidé mi Palm Pilot.
Nick alzó la mirada.
- Yo iré.
_____ negó con la cabeza.
- Yo puedo hacerlo.
Sin contestarle, él rodeó el escritorio de Lisa y extendió la mano para que ________ le diera las
llaves.
- Yo iré -dijo con un tono que no admitía réplicas.
Como no tenía ganas de discutir, le dio las llaves.
- Está bajo mi asiento.
- Vale, no tardaré nada.
_______ le hizo un saludo militar.
Con gesto de pocos amigos, salió de la oficina y se encaminó hacia el ascensor, al final del
pasillo.
Iba a apretar el botón cuando se detuvo. ¡Por los dioses!, cómo odiaba esa cosa estrecha y
cuadrada.
Y la idea de estar allí dentro, solo...
Echó un vistazo a su alrededor y vio las escaleras. Sin dudarlo ni un instante, se dirigió hacia
ellas.
______ estaba intentando encontrar el informe de Rachel en su maletín, pero cayó en la cuenta de
que había dejado un par de archivadores en el asiento trasero del coche.
- ¿Dónde tengo hoy la cabeza? -se reprendió. Pero no hizo falta que pensara mucho la respuesta.
Sus pensamientos estaban divididos entre dos hombres que habían alterado su vida por completo.
Enfadada consigo misma por no ser capaz de concentrarse, cogió el maletín y salió de la consulta,
detrás de Nick.
- ¿Dónde va, Doctora? -le preguntó Lisa.
- Me he dejado unos cuantos informes en el coche. No tardo.
Lisa asintió.
________ se acercó al ascensor. Aún estaba rebuscando en el maletín en busca de los archivos
cuando se abrieron las puertas.
Sin prestar mucha atención, entró en al ascensor y, de forma automática, apretó el botón de la
planta baja.
Justo cuando las puertas se cerraron, se percató de que no estaba sola.
Rodney Carmichael estaba justo enfrente, mirándola fijamente.
- ¿Me vas a decir quién es él?
_______ se quedó helada mientras la invadían el terror y la furia. ¡Sentía deseos de
despedazarlo! Pero aunque su altura fuese escasa para ser un hombre, aún le sacaba una cabeza.
Y era muy inestable.
Ocultando el pánico, ella le habló con calma
- ¿Qué hace usted aquí?
Él hizo un mohín.
- No me has contestado. Quiero saber de quién era la ropa que había en tu casa.
- Eso no es de su incumbencia.
- ¡No digas tonterías! -chilló.
Se balanceaba al borde de la locura y lo último que ______ necesitaba era que él se hundiera en el
abismo mientras estuvieran encerrados en el ascensor.
- Todo lo que te rodea es asunto mío.
______ intentó hacerse con el control de la situación.
- Escúcheme, señor Carmichael. No le conozco de nada, y usted no me conoce a mí. No entiendo por
qué se ha obsesionado conmigo, pero quiero que esta situación llegue a su fin.
Él apretó el botón que detenía el ascensor.
- Ahora, me vas a escuchar, ______. Estamos hechos el uno para el otro. Lo sabes igual que yo.
- Muy bien -le contestó ella, intentando apaciguarlo-. Vamos a discutir esto en mi consulta. -Y
apretó el botón para que el ascensor comenzara a moverse de nuevo.
Él volvió a detenerlo.
- Hablaremos aquí.
_________ tomó una profunda bocanada de aire; las manos empezaban a temblarle. Tenía que salir de
allí sin enfadarlo aún más.
- Estaríamos mucho más cómodos en mi consulta.
En esta ocasión, cuando ella fue a apretar el botón él le cogió la mano.
- ¿Por qué no hablas conmigo? -le preguntó él.
- Estamos hablando -contestó _______ mientras se aproximaba lentamente al intercomunicador.
- Apuesto a que hablas con él, ¿verdad? Apuesto a que pasas horas riendo y haciendo Dios sabe qué
cosas con él. Dime quién es.
- Señor Carmichael...
- ¡Rodney! -gritó-. ¡Maldita sea! Me llamo Rodney.
- Vale, Rodney. Vamos a...
- Apuesto a que te ha puesto sus sucias manos encima, ¿verdad? -le preguntó mientras la
aprisionaba en el rincón, de espaldas al teléfono-. ¿Cuántas veces te has acostado con él desde
que me conociste, eh?
_________ se estremeció ante la salvaje mirada de aquellos ojos, pequeños y brillantes. Estaba
perdiendo el control de su mente.
_______ intentó agarrar el auricular pero, antes de poder acercárselo a la oreja, él lo agarró.
- ¿Qué coño estás haciendo? -le preguntó él.
- Necesitas ayuda.
Rodney estrelló el auricular contra el panel de botones.
- No necesito ninguna ayuda. Sólo necesito que hables conmigo. ¿Es que no me oyes? ¡Sólo
necesito que hables conmigo! -gritó, mientras estrellaba el teléfono contra el panel, enfatizando
cada palabra con un golpe.
Aterrorizada, _____ contempló cómo el auricular se hacía pedazos. Rodney comenzó a tirarse del
pelo.
- Te ha besado, lo sé. -Repetía una y otra vez la misma frase, mientras se arrancaba el pelo a
tirones.
¡Santo Dios! Estaba atrapada con un loco.
Y no había salida.

Nick regresó a la consulta de _____ con el Palm Pilot.
- ¿Dónde está ____? -le preguntó a Lisa al no encontrarla en su escritorio.
- ¿No se ha encontrado con ella? Salió unos minutos después que usted. Iba a su coche.
Nick frunció el ceño.
- ¿Está segura?
- Claro. Dijo que se había dejado unos informes o algo.
Antes de poder preguntarle cualquier otra cosa, una atractiva mujer afroamericana vestida con un
conservador traje negro y con un maletín en la mano, entró a la oficina.
Se detuvo en la puerta y se quitó un zapato con un puntapié, para frotarse el talón.
- Definitivamente, hoy es lunes -le dijo a Lisa-. Sólo me faltaba tener que subir ocho pisos por la
escalera porque el ascensor se ha quedado atascado. Y ahora, ¿qué maravillosas noticias tienes
para mí?
- Hola, doctora Beth -la saludó Lisa alegremente, mientras pasaba la mano sobre el libro de citas-.
Su cita de las nueve es Rodney Carmichael.
Nick se quedó paralizado.
- Oh, no. Espere -dijo Lisa-. Esa cita es de la doctora _____. La suya...
- ¿Ha dicho Rodney Carmichael? -le preguntó a la secretaria.
- Sí. Llamó para cambiar la cita.
Nick no esperó a que Lisa terminara de hablar. Arrojó el Palm Pilot sobre el escritorio y salió
corriendo de la oficina hacia el ascensor. Con el corazón latiendo desbocado, sólo podía pensar
en llegar hasta _______ lo más rápido posible.
Fue entonces cuando comprendió que el ruido que había estado escuchando era una alarma.
Un escalofrío de terror le recorrió la espalda al comprender lo que había sucedido. Rodney había
detenido el ascensor con ______ dentro. Estaba seguro.
De repente, se escuchó un grito sofocado tras las puertas cerradas del ascensor.
Con la visión nublada por la furia y el miedo, tiró de las puertas hasta abrirlas.

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