domingo, 7 de agosto de 2011

Placeres Nocturnos. Capitulo 16

La sonrisa de _________ se ensanchó y mostró un hoyuelo en su mejilla derecha. Qué extraño que no lo hubiese notado antes.

-Malos e inmortales no te lo discuto pero, ¿de verdad os comportáis como locos?

-Si te refieres a que somos unos chiflados, ¿tú qué opinas al respecto?

Los ojos de _________ brillaron con picardía.

-Que es completamente cierto en tu caso. Pero ¿sabes lo que te digo? Que me gusta eso de ti. Tu forma de ser, tan impredecible, me encanta.

Nick no estaba muy seguro de quién de los dos se había sorprendido más a causa de la inesperada confesión. _________ apartó rápidamente la mirada con las mejillas arreboladas.

Le gustas...

Esas palabras le hacían regresar a sus años de juventud; sentía el extraño impulso de salir corriendo y gritarle al primero que se encontrara: «Le gusto, le gusto».
¡Por todos los dioses del Olimpo! ¿Qué le estaba pasando?

Tenía dos mil años; hacía mucho que dejó atrás la edad propia de semejante comportamiento.

Aunque era inútil negar la satisfacción y la felicidad que lo embargaban.

Un incómodo silencio cayó entre ellos mientras acababan la cena. _________ se esforzó por no pensar en su hogar. En todo lo que había perdido. Ya se enfrentaría a eso por la mañana. De momento, tenía que pensar en sobrevivir a la noche.

-Tabitha va a quedarse en casa -le dijo a Hunter mientras observaba cómo él llevaba su plato al fregadero y lo enjuagaba.

-Bien.

-¿Sabes? -le dijo en voz baja-. Aún no me has contado cómo es que sabías tantas cosas sobre mi hermana la noche que nos conocimos.

Él dejó el plato y los cubiertos en el lavavajillas.

-Kevin y Tabitha tienen un amigo en común.

_________ abrió los ojos de par en par. Un topo... quién lo habría imaginado.

-¿Uno de los integrantes del Circo de Tabitha?

Él asintió.

-¿Quién?

-Puesto que espía para nosotros, no tengo intención de decirte quién es.

_________ se rió, entrecerró los ojos e intentó imaginarse quién podía ser.

-Apuesto lo que quieras a que es Gary.

-No voy a soltar nada.

Era un asunto fascinante, pero no tanto como el Cazador Oscuro que tenía delante. Con un suspiro, continuó comiendo y echó un vistazo a la cocina, a la que no le faltaba detalle, mientras Nick guardaba la comida. Había una encimera de mármol, para desayunar, que recordaba vagamente a un templo griego y que servía para separar la mesa donde ella estaba sentada del resto de la estancia. A lo largo de la encimera se habían dispuesto tres taburetes altos.

Todo estaba nuevo, limpio y resultaba enorme.

-Es una casa muy grande para una persona. ¿Hace mucho que vives aquí?

-Poco más de cien años.

_________ estuvo a punto de atragantarse.

-¿Lo dices en serio?

-No me apetece mudarme; me gusta Nueva Orleáns.

Ella se puso en pie y le dio el plato.

-Has echado raíces, ¿verdad? ¿Dónde viviste antes?

-En París una temporada -le contestó, dejando el plato en la encimera-. Génova, Londres, Barcelona, Hamburgo y Atenas. Y antes de establecerme en esos lugares me dedicaba a vagar por ahí.

_________ observó el rostro de Hunter mientras hablaba. No había modo de saber lo que estaba pensando. Estaba ocultando sus sentimientos y se preguntaba si existiría alguna forma de resquebrajar su coraza.

-Me da la sensación de que estuviste muy solo.

-No fue tan malo. -Ni una mueca.

-¿Hiciste amigos en esos lugares?

-En realidad, no. He tenido unos cuantos Escuderos a lo largo de los siglos pero, por lo general, prefiero la soledad.

-¿Escuderos? -le preguntó-. Qué raro. ¿Cómo los que había en la Edad Media?

-Algo parecido. -La miró pero no explicó nada más-. ¿Y tú? ¿Has vivido aquí toda tu vida?

-Nacida y crecida aquí. Mis abuelos maternos eran emigrantes rumanos que escaparon de la Depresión y la familia de mi padre era de origen Cajun y se dedicaba a la agricultura.

Él se rió al escucharla.

-He conocido a un montón de ésos.

-Supongo que es normal si llevas más de cien años viviendo aquí.
_________ reflexionó acerca de la vida que Hunter habría llevado. Todos esos siglos de soledad, siendo testigo de las muertes de las personas a la que apreciaba, viéndolos envejecer mientras él permanecía igual. Debía haber sido muy duro. Pero a la par, seguro que había tenido momentos estupendos.

-¿Qué se siente sabiendo que vas vivir eternamente?

Él se encogió de hombros.

-Si te soy sincero, hace mucho tiempo que dejé de pensar en eso. Supongo que, como el resto de la humanidad, me limito a levantarme, hacer mi trabajo y volver a la cama.

Qué sencillo. Sin embargo, percibía algo más; una profunda tristeza. Vivir sin sueños debía ser muy doloroso. El espíritu humano necesita objetivos por los que luchar, y a ella no le parecía que matar Daimons fuese un verdadero objetivo.
Desvió la mirada hasta la encimera e intentó imaginarse al hombre que una vez fue Hunter. Julian
le había dicho que solían beber hasta emborracharse después de una batalla y que siempre había
deseado tener hijos.

Sí, recordaba el modo en que había abrazado a Vanessa y la expresión de su rostro mientras la
sostenía.

-¿Has tenido algún hijo?

Sus ojos reflejaron un intenso dolor un instante antes de volver a mostrarse impasible.

-No, los Cazadores Oscuros somos estériles.

-Así que eres impotente...

-Claro que no. Puedo mantener relaciones sexuales, pero no puedo tener descendencia.

-¡Ah! -exclamó _________, haciendo un mohín con la nariz que confirió a su rostro una apariencia
traviesa y, al instante, intentó aligerar la conversación-. Estoy siendo muy entrometida, no
debería haber preguntado eso. Lo siento.

-No pasa nada. -Mientras ponía en marcha el lavavajillas le preguntó-: ¿Te gustaría dar una
vuelta por la casa?

-¿Casa? -preguntó ella, alzando una ceja con incredulidad-. Si esto es una casa, yo vivo en una
choza. -Al instante recordó que ya no tenía un hogar donde vivir y jadeó. Se aclaró la garganta
e intentó alejar esos pensamientos-. Sí -dijo en voz baja-. Me encantaría verla.
Hunter la guió hasta la puerta situada a la izquierda de la cocina y entraron en un gigantesco
salón. Las paredes estaban decoradas con molduras y medallones, con un estilo elegante y
maravillosamente neoclásico, pero los muebles eran actuales y muy modernos. La estancia estaba
decorada para resultar cómoda, no para impresionar a las visitas. Pero claro, se suponía que los
vampiros no tenían muchos invitados a los que agasajar.

En una de las paredes se había instalado un equipo completo de imagen y sonido JVC, con una enorme
pantalla de televisión, un sistema de video y un reproductor de DVD.

Aunque había lámparas por toda la estancia, la luz provenía de las velas de tres vistosos
candelabros.

-Parece que no te gustan las bombillas, ¿eh? -le preguntó a Hunter mientras lo observaba encender
más velas.

-No -le contestó-. La luz es demasiado brillante para mis ojos.

-¿Te hace daño?

Él asintió.

-Los ojos de los Cazadores Oscuros están especialmente creados para ver en la oscuridad. Nuestras
pupilas son más grandes que las de los humanos y no se dilatan del mismo modo. Como resultado,
dejan pasar mucha más luz.
A la par que lo escuchaba, _________ observó que las ventanas que se alzaban desde el suelo hasta
el techo estaban cubiertas con cortinas negras que debían resguardar la casa de la luz del sol.

Rodeó un sofá de piel negra y se quedó plantada en el sitio. ¡Había un ataúd delante de los
sillones!

-¿Eso es...? -fue incapaz de acabar la frase. No mientras se imaginaba la siniestra imagen de
Hunter durmiendo ahí dentro todos los días.

Él le echó un vistazo y la miró sin parpadear. _________ parecía realmente atónita.

-Sí -contestó con voz neutra-, es un ataúd. Es mi... mesita de café. -Se acercó a ella,
levantó la tapa y cogió un mando a distancia-. Ten, por si te apetece ver la televisión mañana.

_________ meneó la cabeza. Una vez recuperada de la impresión, reconoció unos cuantos objetos
típicamente vampíricos colocados por la habitación. Miniaturas, pequeñas ballestas e incluso una
baraja de tarot encima de una repisa.
-Liam cree que es gracioso -le explicó Hunter mientras ella cogía la baraja-. Cada vez que
encuentra algo relacionado con vampiros, lo trae y lo deja aquí para que yo lo vea.

-¿Te molesta?

-No, es un buen chico... casi siempre.

A medida que él la conducía a través de las dependencias de la antigua mansión, llegó un
momento en que _________ se sintió perdida.

-¿Pero cuántas habitaciones hay en este lugar? -preguntó al entrar a una sala de juegos.

-Hay doce dormitorios y tiene más o menos unos dos mil metros cuadrados.

-¡Jesús! He estado en centros comerciales más pequeños.

Él soltó una carcajada.

En el centro de la habitación había una mesa de Billar tallada, y en uno de los laterales podían
verse unas cuantas máquinas de videojuegos, sacadas de algún salón recreativo, y una gran
pantalla de televisión a cuyos pies se alineaba una colección de videoconsolas, sobre una mesita
de café. Pero lo que le resultó más sorprendente, fueron unos guantes de béisbol y una pelota
que estaban sobre una mesita plegable en un rincón. _________ se acercó a la mesa.
Algunas noches Liam y yo nos lanzamos unas cuantas bolas -le explicó.

-¿Por qué?

Hunter se encogió de hombros.

-Es una forma de aclararme las ideas cuando estoy en un aprieto.

-¿Y a Liam no le importa?

Él se rió.

-A Liam le importa todo. No recuerdo ni una sola ocasión en la que le haya pedido algo sin tener
que escuchar sus quejas después.

-Y entonces, ¿por qué dejas que siga trabajando para ti?

-Soy masoquista.

En esta ocasión le tocó reír a _________.

-Me encantaría conocer al tal Liam .

-Sin duda, lo harás mañana.

-¿De verdad?

Él asintió.

-Cualquier cosa que necesites pídesela y él te la conseguirá. Si te ofende en lo más mínimo,
házmelo saber y lo mataré en cuanto me levante.

_________ percibió algo en su tono de voz que le hizo pensar que, posiblemente, no se tratara de
una falsa amenaza.

Hunter abrió las enormes puertas francesas y entró en un atrio acristalado. El techo estaba muy
limpio y dejaba ver las miles de estrellas que brillaban en el cielo mientras los pasos de ambos
resonaban sobre las baldosas del suelo.

-Es precioso.

-Gracias.
_________ se acercó a una gran escultura, en el centro de la estancia, que mostraba a tres mujeres
jóvenes. La pieza era extraordinaria. La más joven de las tres estaba tumbada de costado con un
pergamino entre las manos, mientras las otras dos se sentaban de espaldas la una a la otra. Una
sostenía una lira y la otra parecía estar cantando. El modo en que estaban pintadas resultaba muy
extraño. Las tres parecían reales y todas ellas tenían un asombroso parecido con Hunter.

-¿Es griega? -le preguntó.

Una mirada apenada ensombreció su rostro y asintió.

-Eran mis hermanas.

Con el corazón en un puño, _________ las observó con más atención.

Nick acarició con ternura el brazo de la chica que sostenía el pergamino. Había fruncido
ligeramente el ceño mientras estudiaba la estatua a tamaño real de la joven, que no tendría más
de dieciocho años. El peplo azul hacía juego con sus ojos.
-Althea era la más pequeña de los cuatro -le explicó con voz ronca-. Era callada, tímida y
tartamudeaba de un modo muy gracioso cuando se ponía nerviosa. ¡Por los dioses! Ella lo odiaba
pero a mí me parecía muy tierno. Diana -siguió con la explicación, señalando la chica que
portaba la lira y que iba vestida de rojo-, era dos años mayor que yo y tenía el carácter de una
arpía. Mi padre solía decir que nos parecíamos demasiado y que por eso no nos llevábamos bien. Y
Phaedra era un año más joven que yo y cantaba como los ángeles.

_________ observó a la muchacha vestida de amarillo.

Las tres compartían una dulzura muy especial. El escultor las había representado como si
estuviesen en movimiento, incluso los pliegues de los peplos parecían reales y delicados. Nunca
había visto una maestría igual en una escultura. Parecían tan reales que casi esperaba que una de
ellas empezara a hablar en cualquier momento.No era de extrañar que Hunter estuviera tan afectado.

-Las querías mucho.

Él asintió.

-¿Qué les sucedió?

Antes de contestar, Hunter se alejó un poco.
-Se casaron y tuvieron unas vidas largas y felices. Diana le puso mi nombre a su primer hijo.

Una débil sonrisa se dibujó en los labios de _________ al pensar que la hermana que peor se había
llevado con él hubiese hecho tal cosa. Decía mucho de la relación que habían compartido.
Observando a las jóvenes, recordó lo que él le había contado sobre Althea en el coche: la
muchacha de largo cabello rubio ondulado se había rapado la cabeza al enterarse de la muerte de su
hermano. Debían haberlo amado tanto como él a ellas.

-¿Qué pensaron sobre tu transformación en Cazador Oscuro?

Él se aclaró la garganta.

-Nunca lo supieron. Para ellas, yo estaba muerto.

-Entonces, ¿cómo sabes tanto sobre...?

-Podía escucharlas mientras vivieron. Sentirlas; del mismo modo en que tú puedes abrir tu corazón
a Tabitha y saber si está preocupada.

Ella se tensó al escucharlo.

-¿Cómo lo sabes?

-Ya te lo he dicho, puedo percibir tus poderes.

Un escalofrío le recorrió la espalda y _________ se preguntó si podría ocultarle algo.

-Eres un hombre aterrador.

Una extraña luz brilló en los ojos oscuros.

-No soy un hombre. Dejé atrás mi humanidad al morir.

Quizás él lo creyera así, pero _________ sabía que no era cierto. Puede que no tuviese alma,
pero era un hombre de buen corazón y era humano.

-¿Por qué accediste a convertirte en Cazador Oscuro a pesar de que nunca te vengaste de Theone?

-En ese momento me pareció una buena idea.
Con esas palabras, _________ sintió que algo se derretía en su interior. Quizás fuese la soledad
que se filtraba en su voz o la resignación que mostraban sus ojos. No podía decirlo con certeza,
pero sabía que sería incapaz de regresar a su antigua vida y olvidar a este hombre. Había sido
testigo de su bondad. De su dolor. Y, que Dios la ayudara, cuanto más sabía de él más lo
deseaba.

Lo deseaba de un modo que iba más allá de todo razonamiento. Apenas se conocían y aún así
había un vínculo entre ellos.

Observó los atormentados ojos oscuros que la miraban con pasión y deseo. Él era lo que su madre
llamaba «la otra mitad». Ésa era la expresión que su madre usaba para describir a su padre, y
Selena para referirse a Joe .

Por primera vez en su vida, _________ comprendía su significado. No podía dejarlo escapar ahora
que lo había encontrado.

No sin luchar.

Ajeno a los pensamientos de _________, Hunter se dio la vuelta y la instó a regresar a la casa. La
acompañó a una suite situada en la planta baja.
-Puedes pasar la noche aquí. Te traeré algo más cómodo para dormir.

_________ vagó alrededor de la suntuosa habitación. La enorme cama tallada parecía recién sacada
de una antigua película. El color verde oscuro que decoraba las paredes habría hecho parecer
diminuta cualquier habitación pero, en un lugar tan espacioso, el efecto era sorprendente; le daba
una apariencia cálida y acogedora.

Hunter regresó al instante con una camiseta negra y unos pantalones de deporte que se la tragarían
entera.

-Gracias -le dijo mientras cogía la ropa.

Él se quedó frente a ella, inmóvil, mirándola a los ojos.

Para sorpresa de _________, alzó la mano y le recorrió el mentón con un dedo, erizándole la piel
con el suave roce de la uña. Intuyó que deseaba besarla y se quedó sorprendida al comprender lo
mucho que ella deseaba que lo hiciera.
Pero no la besó. Se limitó a observarla con esos voraces ojos oscuros antes de pasar el pulgar por
sus labios, obligando a _________ a reprimir un gemido ante la arrolladora sensación que
despertaban sus caricias. Y su olor. La atmósfera entre ellos estaba cargada de tensión; el deseo
y la necesidad eran recíprocos y su intensidad la debilitaba y a la vez la hacía sentirse más
fuerte que nunca.

Justo cuando pensaba que iba a besarla, Hunter se alejó.

-Buenas noches, _________.

Ella observó cómo se marchaba con el corazón en un puño.



Nick se maldijo a sí mismo con cada paso que lo acercaba a su despacho. Debería haberla besado.
Debería...

No. Había hecho lo correcto. No podría haber nada entre ellos. Los Cazadores Oscuros podían tener
una aventura de unas cuantas noches con una mujer, pero les estaba prohibido involucrarse en una
relación seria. Era demasiado arriesgado. Las mujeres se convertían, de ese modo, en objetivo de
los Daimons y debilitaban a los Cazadores, que se volvían más prudentes. Y en este trabajo, la
prudencia conducía a la muerte.
El tema nunca le había preocupado con anterioridad. Pero esa noche, el dolor era tan fuerte que
casi estaba acabando con él. Odiaba los sentimientos que estaban creciendo en su interior. Odiaba
la necesidad que _________ despertaba en él. Hacía mucho tiempo que había desterrado todas sus
emociones y prefería vivir de ese modo. Era una especie de capullo que lo mantenía libre de
cualquier tipo de confusión.

-Tengo que sacármela de la cabeza.

Entró en el despacho, y se conectó a la web de los Cazadores Oscuros, Dark-Hunter.com. Al
instante, otros Cazadores Oscuros le abrieron unas cuantas ventanas y el icono del correo comenzó a
parpadear. La tecnología era algo maravilloso. Poder comunicarse de ese modo era un regalo de los
dioses. Hacía que las largas noches fuesen más soportables y les permitía intercambiar
información importante.

Se sentó en el sillón de cuero negro y abrió una de las ventanas. Era Acheron.

«Liam ha llamado. Dice que Desiderius te ha pateado el culo. ¿Estás bien?»

Nick apretó los dientes y tecleó la respuesta.

-Voy a matarlo por esto. Estoy bien. Desiderius se ha escondido en un refugio. ¿Qué sabes de él?
«Fue el que eliminó a Cromley hace unos años, así que te estás enfrentando a unos poderes nada
despreciables. He hablado con el Escudero de Cromley y me ha dicho que Desiderius se lo pasó en
grande volviéndolo loco. Mejor no comentar cómo lo mató. Personalmente, me gustaría que el tal
D. viniera a por mí. Necesito una buena pareja de baile. Mis Daimons cojean.»

Nick se echó a reír ante el despliegue de humor de Ash. El hombre verdaderamente no tenía
paciencia con los Daimons lerdos.

-Kevin dice que usan descargas astrales. ¿Te has encontrado con algo así alguna vez?

«Si te soy sincero, en mis once mil años... joder, no. Es la primera vez. He hablado con los
Oráculos y ahora mismo están consultando a las Parcas. Pero ya sabes cómo son. Estoy seguro de
que nos saldrán con algo como: "Cuando el cielo verde esté y el negro cubra de la tierra su faz,
un ataque de los Daimons os sorprenderá. Si queréis al que tiene el poder capturar, algo especial
tenéis que hallar", o una porquería por el estilo. Odio a los Oráculos. Si quisiera ejercitar la
mente, me compraría un Cubo de Rubik.»

-Yo no lo veo tan claro, Ash, eres un especialista en esas adivinanzas. ¿Estás seguro de que no
quieres convertirte en Oráculo?
«Apúntate esto, General: que te jodan. Ahora, déjame trabajar. Tengo Daimons que perseguir,
Cazadores con los que pelearme y mujeres que seducir. Luego hablamos.»

Sin muchas ganas de mantener otra conversación, Nick abandonó la web y abrió el correo, pero
tampoco le apetecía leer los mensajes.

Lo que quería estaba más allá de su alcance.

En contra de su voluntad, cruzó lentamente el pasillo y descendió las escaleras. Antes de ser
consciente de lo que estaba haciendo, se descubrió junto a la habitación de _________. Apoyó la
mano sobre la oscura madera de la puerta y extendió los dedos mientras cerraba los ojos. Podía
verla sentada en la cama. Se había puesto su camiseta negra, que dejaba a la vista esas largas
piernas desnudas.

El fuego incendió su cuerpo, recorriéndole las venas. Sentía el dolor de _________ por la
pérdida de su hogar; el miedo a la posibilidad de que Desiderius hiciera daño a su hermana; la
preocupación por la compañera de Tabitha, Allison.

Y, lo que era peor, percibía las lágrimas que se esforzaba por contener. Era tan fuerte, tan
resuelta... Jamás había conocido a una mujer igual.
El sueño que lo había despertado esa mañana le volvió a la mente. Aún podía sentirla entre sus
brazos.

«Te deseo»

Daría cualquier cosa porque esas mismas palabras fuesen una realidad y _________ lo mirara con
ganas de devorarlo. En ese preciso momento, lo único que quería era tirar la puerta abajo de una
patada y hacerle el amor. Sentir sus caricias. Dejar que lo abrazara.

Que le diera la bienvenida.

Pero no podía ser.

Con el corazón encogido, se obligó a marcharse. Tenía trabajo que hacer.



_________ miró el reloj. Las doce y media. Por regla general, a esa hora estaba profundamente
dormida. Pero para Hunter la noche aún sería joven.

Comenzó a preguntarse qué haría él a esa hora tan temprana. Con toda seguridad, no se dedicaría
todas las noches a matar Daimons. No podría haber tantos... ¿o sí?

Antes de darse cuenta de lo que hacía, salió de la cama y comenzó a vagar por la enorme casa. No
sabía dónde estaba Hunter. No se había molestado en mostrarle su habitación cuando le enseñó
la casa. Pero el instinto le decía que debía estar en la planta alta. Probablemente, tan lejos de
la suya como fuese posible.
Estaba a mitad de la escalera cuando escuchó un ruido extraño en el patio. Una especie de silbido.
Dio la vuelta y se encaminó hacia la sala de juegos. No había ninguna luz encendida, pero la luna
y las estrellas eran tan brillantes que podía distinguir una figura oscura en el atrio. Su primer
impulso fue llamar a Hunter pero, antes de hacerlo, se detuvo.

Había algo familiar en ese perfil. Se acercó un poco más a las puertas francesas y reconoció a
Hunter y a Terminator. Llevaba una camiseta de manga corta y unos panlones de deporte y estaba
lanzando la pelota de béisbol a una especie de red que se la devolvía. En cuanto tiraba la bola,
Terminator comenzaba a correr, persiguiéndola, para volver al instante junto a él. La escena le
arrancó una sonrisa. Hunter daba unas palmaditas al perro y volvía a lanzar la bola.

Comenzó a alejarse de allí, pero se detuvo. No podía hacerlo. En lugar de regresar a la
habitación abrió las cristaleras.

Hunter se giró de inmediato. La bola, que había olvidado al escuchar sus pasos, rebotó en la red
y le dio en la cabeza. Soltó un siseo de dolor mientras se frotaba el lugar del impacto y
Terminator se marchaba en persecución de la pelota.
-¿Necesitas algo? -le preguntó con brusquedad.

Que me beses.

_________ tragó saliva.

-Nada; no sabía dónde estabas.

-Pues ya lo sabes.

Su voz volvía a ser gélida. Éste no era el Hunter que la había acompañado hacía poco rato. El
que tenía delante era el Cazador Oscuro que había despertado en la fábrica encadenado a ella. En
guardia y distante.

Y le estaba rompiendo el corazón. No se trataba de que estuviera molesto por el golpe de la bola en
la cabeza, no. Ella sabía que había vuelto a alzar las barreras. Quería mantenerla alejada.

Captando la indirecta, asintió.

-Sí, ya. Buenas noches.

Nick la observó mientras se alejaba. Le había hecho daño. Lo sabía, lo sentía y se odiaba a
sí mismo por ello.

Llámala.

¿Para qué?

Jamás podría haber algo entre ellos. Ni siquiera una simple amistad.

Apretando la mandíbula, regresó al ejercicio. Intentaría concentrarse en Desiderius. Intentaría
atraer al Daimon hasta que estuviese a su alcance.
Era inútil.

_________ seguía con él. Era su rostro lo que veía si cerraba los ojos. Era su olor lo que
respiraba. Si no se la sacaba de la cabeza iba a acabar muerto. Y si él moría, Desiderius iría
tras ella.

Volvió a arrojar la bola contra la red con un gruñido. Saltó y alzó el brazo para cogerla de
nuevo pero, antes de rozarla, sintió un dolor intenso y agudo en la cabeza. Lanzó una maldición e
intentó aliviar el dolor presionando la palma de la mano sobre el ojo derecho. Mientras se
esforzaba por recuperarse, lo asaltó una visión.

Desiderius.

Mientras la imagen cobraba fuerza, se quedó petrificado. Con una sorprende nitidez vio cómo
Desiderius lo mataba.

Y escuchó los sollozos de _________.
Cuando consiguió dormirse, sus sueños se convirtieron en un caleidoscopio de imágenes confusas
sin orden ni concierto. Rostros y lugares giraban y desaparecían en su mente, hasta que sintió que
el torbellino la arrastraba.

Pasaron unos minutos hasta que todo se tranquilizó y _________ consiguió ver las imágenes con
claridad. Unas personas desconocidas la saludaban al pasar junto a ellas. Todo era increíblemente
real; parecía un recuerdo olvidado, más que un simple sueño. Incluso conocía los nombres de
todos esos hombres sin haberlos visto antes. Sabía cosas sobre ellos de las que sólo un amigo
podría estar al tanto.

Escuchó las risas de los soldados entregados a la celebración de la victoria y sintió una curiosa
mezcla de alegría y tristeza cuando llegó a una tienda de color rojo desvaído, donde estaban
reunidos un buen número de ellos, pertrechados con antiguas armaduras.

-Has estado brillante -le dijo un veterano soldado dándole una palmada en la espalda.

Ella lo reconoció como su lugarteniente. Un hombre en el que podía confiar y que la idolatraba.
Dimitri siempre había buscado su consejo y su fuerza. Tenía una herida abierta en el lado
izquierdo de la cara, pero los cansados ojos grises resplandecían. Aunque tenía la armadura
cubierta de sangre, no parecía estar herido de gravedad.

2 comentarios:

  1. jhejhe perdon por firmarte en el capitulo 14 pensaba que estaba en el capi 16 xD

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  2. jhejhejhe pero encerio AMO COMPLETAMENTE TU NOVELA! :D es adictiva (;

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