jueves, 18 de agosto de 2011

Dominada por el Deseo. Capitulo 5

No, era algo más. Bajo ese feo sombrero, la bufanda y el abrigo, estaba seguro de que se ocultaba una hermosa mujer, dulce e inocente, pero también sexy, provocativa y ardiente. Corromperla sería un placer. Se sintió todavía más excitado.
¿Quién iba a pensar que la venganza sería tan dulce... en todos los aspectos?
Rodeada por la música que resonaba tan fuerte como para hacer temblar las paredes, _____________ siguió a Alyssa por las estrechas escaleras del club. Al parecer la rubia era la propietaria de Las Sirenas Sexys. _____________ no podía imaginarse cómo alguien podría confundirla con una stripper, no importaba cuánto la maquillaran. Alyssa poseía una arraigada sexualidad que cualquier mujer desearía para sí... y que muy pocas poseían.
Aun así, _____________ sabía que tenía que intentarlo, representar ese papel lo mejor que supiera hasta que pudiera salir de Lafayette y escapar del psicópata que la acechaba. La otra alternativa era la muerte.
Le gustara o no el Amo N, que al parecer se llamaba Nicholas y era un extraño, era su única esperanza de salvación.
Más con miradas que con palabras, Nicholas había dejado bien claro que no era un santo. Incluso ahora, ella podía sentir el calor de su mirada en la espalda. Contra su voluntad, lo miró por encima del hombro. Nicholas la miraba fijamente, con esos ojos casi negros, observándola subir las escaleras. Una sonrisa especulativa transformaba los cincelados rasgos de su cara.
No sabía nada de ese hombre, salvo que tenía ese tipo de belleza masculina que hacía que una mujer lo mirara dos veces y babeara después. Ah, y que por supuesto le gustaba mandar en la cama. Era difícil olvidarlo. Pero su sonrisa la ponía nerviosa. ¿Por qué parecía tan feliz alguien que acababa de escapar de un tiroteo?
Finalmente, Alyssa y ella llegaron arriba. La rubia la condujo hacia la puerta del final del pasillo, a una pequeña, pero sorprendentemente lujosa, suite.
La rubia cerró la puerta tras ellas, dejando afuera el fuerte ruido de la música. El suelo todavía vibraba bajo sus pies. El ritmo sexy resonaba a su alrededor, crudo y sugerente.
_____________ observó la habitación. En el centro, había una enorme cama sin hacer, y una lámpara de pie lanzaba una luz dorada sobre las blancas sábanas. La madera del suelo brillaba bajo sus pies. Las paredes, de un suave color crema, acentuaban las cortinas blancas que colgaban de una enorme ventana. Cuatro fotos con paisajes en blanco y negro colgaban sobre la cabecera de la cama.
— ¿Esperabas un dormitorio de color rojo con una barra de stripper en el medio? —le preguntó Alyssa arqueando una ceja.
_____________ se sintió avergonzada. Se lo había preguntado.
—No sabía qué esperar. Esto es precioso.
Los rasgos de Alyssa se suavizaron.
—Es tranquilo. Venga, vamos a quitarte esas feas ropas.
Antes de que _____________ pudiera pedir un poco de intimidad o una bata, Alyssa le estaba desabrochando el abrigo y sacándoselo por los hombros.
Lo lanzó sobre la cama. Como una madre que estuviera desvistiendo a su hijo pequeño, Alyssa agarró el bolso y la camiseta de flores. Antes de poder emitir una protesta, la stripper se los había sacado por la cabeza y lanzado al suelo.
—Si me indicas dónde está el baño, podría desvestirme...
Alyssa la ignoró y apretó el cierre delantero del sujetador blanco de encaje. Un leve tirón y fuera. _____________ se quedó desnuda de la cintura para arriba ante una completa extraña.
Alyssa estudió los pechos de Morgan, sopesando uno de ellos en su mano.
—Tenemos material para trabajar.
_____________ se enderezó, resistiendo el impulso de correr y esconderse como cuando estaba en el vestuario de la escuela en séptimo grado.
— ¿Qué haces?
—No tienes nada que no haya visto ya, cariño. Una noventa C. —Le echó otra mirada al resto del cuerpo y Alyssa añadió—. Usas la talla treinta y ocho, ¿no?
— ¿Cómo lo has sabido?

Ella sonrió.
—Es mi trabajo. Termina de desnudarte y prepárate.
Alyssa desapareció por la puerta, cerrándola con suavidad. _____________ la siguió con la mirada. ¿Qué se terminara de desnudar? Como si fuera tan fácil. Como si se desnudara todos los días delante de otras personas.
Jamás lo había hecho. Bueno, lo más probable era que Alyssa sí lo hiciera, así que no la cogería desprevenida. Y _____________ se dio cuenta de que si quería salir de allí sin una bala en la cabeza, sería mejor que su¬perara con rapidez su recato.
Con un suspiro se quitó los vaqueros y las bragas blancas de algodón, doblándolos pulcramente y
colocándolos en el borde de la cama. Miró a su alrededor buscando una bata o una manta. Una
toalla... cualquier cosa que sirviera para cubrirse. Nada. _____________ no estaba acostumbrada
a pasearse desnuda. Aunque estaba claro que a Alyssa eso no le molestaba.
La rubia regresó con un sujetador negro de raso y un tanga a juego. Con los dientes arrancó las
etiquetas, deslizó un par de rellenos de gel en el sujetador y se lo pasó a _____________.
Antes de que _____________ pudiera pedirle que la dejara sola, Alyssa desapareció de nuevo, esta
vez en el cuarto de baño contiguo a la suite. Agradeciendo el respiro temporal de no sentir la
mirada de la mujer, _____________ se puso el tanga con dificultad. No era cómodo... ¿a quién le
gustaba llevar una cuerda en el culo?, pero quedaba muy bien.
Alyssa salió del cuarto de baño llevando algunas ropas muy pequeñas y unas brillantes botas de
tacón alto. La rubia se detuvo en el umbral, esperando. _____________ la ignoró. En lugar de
mirarla, observó con el ceño fruncido los rellenos de gel del sujetador. ¿Era eso la versión
moderna del sujetador relleno con algodón?
Cuando _____________ hizo una mueca, Alyssa se rió.
—Haz lo que quieras. Es la manera más rápida de conseguir un buen par de tetas. Con la ropa
puesta, nadie nota la diferencia.
Soltando el aire que contenía, Morgan se dio cuenta de que era cierto. No iba a disculparse por no
tener una copa D.
_____________ comenzó a ponerse el sujetador totalmente consciente de que Alyssa observaba cada
movimiento. Resultaba muy incómodo. Mataría por tener la misma naturalidad que Alyssa con la
desnudez, pero no la habían educado de esa manera. Había cumplido los veintiuno cuando reunió el
valor de masturbarse. Después de todo, su madre la había enviado a una exclusiva escuela para
chicas y había sabido poco de sexo antes de cumplir los dieciocho.
Hasta que fue a la universidad, Morgan no había conocido la diferencia entre cutículas y
clítoris.
Apartando esos pensamientos, _____________ se abrochó el sujetador y metió los pechos en las
copas. El sujetador era muy escotado y con unos tirantes muy estrechos. La tela de encaje negro
apenas le cubría los pezones. Los rellenos de gel le elevaban los montículos de los senos y los
exhibían con descaro. Incluso tenía escote.
Alyssa soltó un silbido y le dirigió una mirada descarada.
—Voy a darte un consejo: no le enseñes las tetas a Nicholas a menos que quieras volverlo loco de
lujuria.
La rubia se dio la vuelta y se dirigió de nuevo al cuarto de baño. _____________ clavó los ojos
en la espalda delgada de la mujer y en los sedo¬sos mechones que le caían sobre los hombros.
Alyssa era más atractiva que cualquier chica de póster. Aunque apa¬rentaba más de treinta años,
tenía una pinta estupenda. _____________ sabía con seguridad, basándose en la exhaustiva
investigación de Reggie, que Nicholas no era gay. Teniendo en cuenta todo eso, era lógico pensar
que Alyssa y él estuvieran enrollados. Pero por el consejo que le había dado la mujer, suponía
que no le importaría que ella sedujera a Nicholas.
Por Dios, había abandonado Los Angeles, donde siempre había pensado que la vida era demasiado
surrealista, y había aterrizado en el país cajún, un lugar que empezaba a parecerle la versión
sureña de Oz.
—No pienso enseñarle a Nicholas mis pechos —dijo ajustándose el su¬jetador, deseando que la
cubriera un poco más.
—Puede que no, pero te apuesto lo que quieras a que los verá.
_____________ frunció el ceño.
— ¿En qué te basas? Estaba entrevistando a Nicholas para mi programa. Y después, cuando
comenzó el tiroteo, él se ofreció para protegerme...
—Y lo hará. Es el mejor. Pero Nicholas Jonas es un hombre de pechos, y tú tienes un buen par.
Lo dijo como si estuviera hablando de algo tan cotidiano como el tiempo.
Alyssa se volvió y cogió un maletín de maquillaje del tocador. Dejando el maletín a un lado,
estudió la cara de _____________ con algo de impaciencia.
— ¿Y eso no te molesta? —_____________ no pudo contener las palabras
Desvió la mirada a la cama tan deshecha, que parecía haber sido utilizada para algo más que para
dormir. _____________ se preguntó si Nicholas había estado allí antes de conocerla... y por qué
pensar en eso la mo¬lestaba.
— ¿Qué Nicholas se acostara contigo? —Se encogió de hombros—. No es mío.
_____________ frunció el ceño. Todo eso era demasiado extraño.
—No va a ocurrir nada de eso. No tengo intención de enrollarme con Nicholas.
—El camino del infierno está lleno de buenas intenciones —le contestó Alyssa con una risa
gutural.
Antes de que _____________ pudiera deshacerse de la confusión que sentía y replicar, la rubia
cambió de tema.
—Tenemos que maquillarte.
Alyssa levantó una delgada mano y le quitó a _____________ el sombrero y la bufanda.
Un momento después, comenzó un frenesí cosmético. Cubrió el rostro de _____________ con un
maquillaje base. Continuó con el corrector; _____________ esperaba que éste cubriera lo peor del
daño causado por la falta de sueño. Después vino el colorete, seguido por el lápiz de labios
rojo sirena que aplicó con pincel y el perfilador negro para los ojos. Luego aplicó con rapidez
una sombra de ojos sobre los párpados cerrados y utilizó un rímel negro para las pestañas.
Lápiz de cejas y rímel castaño ocultaron el hecho de que sus cejas no eran del mismo color claro
de la otra mujer.
Cuando Alyssa se apartó y la condujo ante el espejo del cuarto de baño, _____________ sólo
reconoció sus ojos azules y el óvalo de su cara.
—Estás genial. De todas maneras, ahí fuera todos estarán demasiado borrachos para saber si
eres tú o yo. Aunque por si acaso, la ropa que he escogido para ti garantizará que las miradas
masculinas no suban de tus tetas.
_____________ quiso protestar. Tenía las palabras en la punta de la lengua, pero las contuvo. Si
disfrazarse de stripper la mantenía con vida, bueno... sobreponerse a la vergüenza sería mucho
más fácil que tener una bala entre las cejas.
—Haz lo que haga falta —suspiró _____________.
—Vamos a recoger tu pelo para ponerte la peluca.
—Puedo hacerlo yo. —_____________ se llevó los dedos a la cabeza y se la frotó.
—Las pelucas son un engorro. Lamento que tengas que ponerte una, pero para hacerte pasar por mí,
tienes que ser rubia.
_____________ se encogió de hombros. La incomodidad era poco sacrificio a cambio de permanecer
viva.
—Y tenemos que asegurarla bien. Nicholas va a querer pasar revista antes de que salgas. No te dejará
poner un pie fuera hasta que esté convencido de que puedes pasar la prueba. Se toma muy en serio
la tarea de proteger a sus clientes.
La idea de que Nicholas le pasara revista le provocó un vuelco en el estómago. Nicholas era muy
atractivo, y que fuera un dominador sólo hacía que _____________ se sintiera más intrigada, a
pesar de sus reticencias y miedos.
Asegurando la peluca rubia en su lugar, _____________ dejó de pensar en ello. Estaba muy cansada.
Además estaba estresada. No iba a hacer el amor con Nicholas, así que las preferencias sexuales de
ese hombre le traían sin cuidado.
Alguien golpeó la puerta. A _____________ se le disparó el corazón. ¿Habría logrado el
tirador seguirla hasta allí? Dirigió la mirada a la ventana, esperando que sirviera como vía de
escape.
La puerta se abrió y entró Nicholas con unos vaqueros rotos y descolo¬ridos, una camiseta, una
gorra de béisbol y un bigote falso. Todos esos cambios en su apariencia lo hacían parecer
considerablemente diferente. Pero aun así, no le pasó desapercibido su expresión de enfado.
—Maldición, ¿qué estáis haciendo aquí dentro? ¿Una fiesta de pijamas?
—No te pases, Nicholas. Me he dado toda la prisa que podía —dijo Alyssa con una sonrisa, luego
lo besó en la mejilla—. Buena suerte —le dijo a _____________.
Luego se marchó, dejándolos solos.
La mirada de Nicholas atravesó la habitación y se clavó en ella. Esos ojos oscuros la abrasaron,
y una lenta y pecaminosa sonrisa apareció en la boca masculina. Esa mirada hizo que se le
retorciera el estómago. Rápidamente, _____________ se dio cuenta de que no llevaba puesto más
que un tanga y un sugerente sujetador, y echó un vistazo alrededor buscando cualquier cosa que
pudiera cubrirla
Atravesó la estancia a toda velocidad para coger una de las sábanas blancas de seda de la cama.
Nicholas se la arrebató de las manos.
—No es el momento de ser modesta, cher —le susurró al oído; su voz tenía un inconfundible
acento cajún.
El cuerpo de Nicholas impactó contra su trasero, sus piernas se pegaron a las de ella, el ancho
pecho le rozó los hombros. El calor que él emitía le atravesó la piel y la excitó. A pesar de
la cálida sensación, los estremecimientos le recorrieron la piel y sintió que le bajaba un
escalofrío por la espalda. De manera inoportuna, se le irguieron los pezones.
_____________ tragó saliva. Puede que él fuera uno de los buenos, pero en ese momento, su postura
era la de un auténtico depredador.
—No necesito que estés aquí mientras me visto.
—Mais oui, para tu desgracia pienso supervisarte. No saldremos de aquí hasta que esté convencido
de que puedes pasar por Alyssa.
—Llevo vistiéndome sola desde los tres años. Creo que me las puedo arreglar perfectamente.
—Cierto, pero Alyssa va a ser nuestra tapadera. Vamos a pasearnos por ahí abajo como si
estuviéramos sedientos de sexo. La gente está acostumbrada a verme tocarla. Muy a menudo. Pero
tú...
La rodeó con una mano y le acarició la barriga con la palma.
Ella dio un brinco y se quedó sin aliento cuando su ancha mano se detuvo sobre su estómago
desnudo; el calor se concentró bajo su piel, insidioso e imparable.
—Saltas cuando te toco —le susurró al oído—. Si lo haces en público, toda esa gente sabrá
que no eres Alyssa.
Con cada palabra que decía, Nicholas la hacía ser más consciente de que él era un hombre —muy
hombre— y ella una mujer. Él tenía la clase de personalidad poderosa que la atraía. Sentía un
aleteo en el estómago cuando él hablaba. Se le hinchaban los pechos. Se sentía nerviosa e
insegura cuando él estaba demasiado cerca. _____________ se tragó un nudo tan grande que pensó
que se ahogaría e intentó apartarse de él.
Nicholas no se movió... ni la soltó.
Rechinando los dientes, ella dijo:
—Debe de haber otra manera de salir de aquí que metiéndome mano.
—Yo no lo aseguraría. Si quieres salir de una pieza, cher, tu acosador no debe reconocerte con
este disfraz. Para ello tenemos que conseguir que parezca real.
La mano que estaba posada sobre su estómago comenzó a subir poco a poco.
_____________ sintió vértigo ante la intimidad de sus palabras. La tocaría en público, donde
los vería gente desconocida. Al instante, se le volvieron a hinchar los pechos. Y se le humedeció
la entrepierna.
«Era imposible». A ella no le iban las exhibiciones públicas. Y las demostraciones cavernícolas
de Nick no deberían excitarla. Tener fantasías era una cosa. Vivirlas era algo completamente
diferente. Era una estupidez acceder a eso, en especial con un desconocido.
Nick interrumpió sus pensamientos acunándole un pecho entre los dedos para continuar subiendo poco
a poco.
Hasta que _____________ le sujeto la muñeca para detenerle.
—No creo que necesites tocarme con tanta intimidad para sacarme de aquí.
Él se detuvo.
— ¿Menos de una hora conmigo y ya eres una autoridad en la materia?
—Esto no es un juego. ¡Es mi vida!
—Exacto —le gruñó al oído—. La gente, y no precisamente la de confianza, estará ahí
fuera. Me verán con una mujer que creerán que es Alyssa. Si contienes el aliento, y me apartas la
mano cada vez que te la ponga encima, sabrán que eres una impostora. Y si el acosador les ofrece
dinero para que le informen de cualquier mujer sospechosa, serás un blanco fácil.
«Y uno fácil de matar». Nick no lo dijo, pero lo pensó. Igual que lo hizo _____________.
— ¿No podría salir de aquí disfrazada de vagabunda, de monja o algo por el estilo?
—Ese amiguito tuyo que va armado estará vigilando. ¿No crees que ver salir a una monja del club
despertaría sus sospechas?
Tenía razón, maldita sea. Tenía que relajarse. Si vestirse de stripper y dejar que un tío bueno
la acariciara unos minutos bastaba para mantenerla con vida, dejaría de lado la vergüenza y el
recato.
Sólo había un problema: no reaccionaba ante Nicholas como si fuera una farsa, sino de verdad. Su
cuerpo se excitaba simplemente con un susurro o una mirada suya. Pero aun así, la vergüenza que
sentía al responder ante él no era nada comparado con la muerte.
Cuando saliera de ese lío, encontraría un nuevo lugar donde esconderse, no tendría que volver a
ver a Nicholas Jonas ni a preocuparse de que supiera cómo excitarla.
Aspirando profundamente, le soltó la muñeca.
—Chica lista —la elogió.
_____________ sintió la mirada de Nick cuando él movió la mano hasta cubrirle el pecho por
completo. Ella tragó. Dios, sentía el peso de su seno en la cálida mano. Siguió acariciándola
mientras con el aliento le abrasaba la nuca. La tensión se le anudó en el estómago... y más
abajo. Los pezones se le endurecieron hasta lo indecible bajo esa mirada ardiente. _____________
cerró los ojos.
Luego él le rozó la tensa punta con el pulgar. Un placer electrizante le bajó por la espalda.
Incapaz de resistirse, se arqueó, presionando el pecho contra la mano.
—Buena chica —murmuró Nick en su oído, luego le rozó la sensible curva del cuello con los
labios.
El deseo pulsó en su interior, profundo y duro. El corazón le martilleaba y tuvo que apretar los
muslos.
La mano izquierda imitó a la derecha, tomando posesión del otro pecho entre los ardientes dedos.
Esta vez _____________ no brincó, pero luchó contra la necesidad de retorcerse mientras el placer
arrasaba sus sentidos ante el doble asalto. Se mordió el labio para no gemir.
¿Por qué su cuerpo reaccionaba de esa manera ante un hombre que no conocía y cuyo estilo de vida
sexual ella no practicaba?
Todo eso dejó de tener importancia cuando él le pellizcó las duras puntas de los pezones,
haciéndolas rodar lentamente con erótica paciencia.
El deseo le aguijoneó el vientre, y descendió como una flecha hacia su entrepierna.
— Nick —protestó ella.
—Shhh, lo estás haciendo muy bien, cher. Con tal de que actúes como si esto fuera normal, las
cosas irán bien.
¿Bien? Si volvía a hacer eso otra vez, se derretiría sin remedio.
No lo hizo. Su mano derecha abandonó el pecho para deslizarse hacia abajo por el estómago de
_____________, y siguió bajando, y bajando, hasta que los dedos de Nick se colaron bajo la tira
húmeda del tanga para encontrar el clítoris hinchado y hambriento. _____________ se quedó sin
aliento y apretó los muslos contra él.

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