sábado, 6 de agosto de 2011

Placeres Nocturnos. Capitulo 8

-Muy bien, hablaremos entonces. Te quiero.

-Yo también. -________ colgó el auricular-. ¿Lo has oído?

Hunter se inclinó sobre ella; se acercó tanto que ________ podía percibir el calor que emanaba de su cuerpo. La oscura mirada la inmovilizó.

-Todos mis sentidos están extremadamente desarrollados. -Sus ojos descendieron hasta el pecho de ________. Observó cómo se le endurecían los pezones por la intensidad de su mirada-. Puedo sentir cómo tu corazón se acelera y tu sangre corre con más rapidez por tus venas mientras estás ahí sentada, preguntándote si voy a hacerte daño o no.

El tipo era ciertamente aterrador.

-¿Lo harías? -susurró.

Él volvió a mirarla a los ojos.

-¿Tú qué crees?

________ mantuvo la vista fija en él, tratando de descubrir sus intenciones por sus gestos o su comportamiento. Pero el tío era como un muro de ladrillos.

-Si te soy sincera, no lo sé.

-Eres más lista de lo que pensaba -le dijo mientras daba un paso hacia atrás.

________ no supo qué contestarle. De modo que llamó al trabajo y les contó que estaba enferma y que se tomaba el día libre.

Hunter volvió a restregarse los ojos.

-¿Te molestan las luces? -le preguntó ella.

Él bajó la mano.

-Sí.

________ recordó el comentario acerca de sus agudizados sentidos.

Antes de que pudiera preguntarle cualquier otra cosa, él cogió el teléfono y marcó un número.

-Hola, Rosa. ¿Cómo está?[1]

¿Español?, pensó, perpleja. ¿Hablaba español correctamente?

Pero lo que resultaba más inquietante era escuchar el increíblemente atractivo sonido de su voz con aquel extraño acento.

-Sí, bien. Necesito hablar con Liam, por favor.[2]

Hunter sostuvo el teléfono apoyándolo entre el hombro y la mejilla, mientras se masajeaba la muñeca, donde el grillete le estaba dejando una marca rojiza. ________ se preguntó si se daría cuenta de la ferocidad que reflejaban sus ojos cada vez que miraba los grilletes.
-Oye, Liam-continuó hablando tras la pausa-. Necesito que recojas mi coche que está en la esquina de Iberville y Clay, y lo traigas a St. Claude. Puedes dejarlo en el estacionamiento reservado para los médicos. -Dejó el grillete y volvió a coger el teléfono-. Sí, sé que es un asco trabajar para un imbécil como yo, pero no te olvides del sueldo y del resto de compensaciones. Ven a las tres y, una vez que dejes aquí el coche puedes irte a casa temprano.

Hizo una breve pausa y después continuó:

-Coge el maletín del armario... Sí, ése. Necesito que lo traigas y que lo dejes en el hospital, junto con mi juego de llaves de emergencia, a nombre de Tate Bennett. -Se tensó, como si el tal Liam hubiese dicho algo que lo molestase-. Sí, puedes tomarte el día libre mañana, pero mantén el busca encendido y el móvil también, por si necesito algo.

Hunter soltó un gruñido.

-Chico, no me cabrees. No olvides que sé dónde duermes. -Aunque las palabras fueron afiladas, estaba claro que en el fondo no eran más que una broma-. Vale, pero no se te ocurra volver a quemar el embrague. Nos vemos luego.

________ lo miró y alzó una ceja mientras él colgaba el teléfono.

-¿Quién es Liam?

-El chico de los recados.

Ella lo miró boquiabierta.

-¡Dios mío! ¿Acabas de responder una pregunta? Cielos, será mejor que llamemos urgentemente a Tate antes de que te desplomes muerto, o no-muerto, o lo que sea que os pase a los vampiros.

-Ja, ja -le contestó Hunter con una sonrisa.

Joder, cuando sonríe es un vampiro muy sensual...

-¿Liam sabe lo que eres? -le preguntó.

-Sólo las personas que necesitan saber lo que soy tienen esa información.

________ sopesó su respuesta durante un instante.

-Supongo que, en ese caso, me encuentro entre los privilegiados.

-«Malditos» sería más apropiado.

-No -dijo ella al analizarlo más a fondo-. Cuando dejas el sarcasmo de lado y no te comportas de forma terrorífica ni dictatorial, no resulta tan insoportable estar a tu lado. -Y añadió con malicia-: Claro que, desde que te conozco, ésas han sido tus actitudes más habituales, exceptuando quizás un par de ocasiones, de modo que... ¿quién soy yo para juzgarte?

El rostro de Hunter se suavizó.

-No sé tú, pero yo necesito dormir. Ha sido una noche muy larga y estoy exhausto.

________ también se encontraba bastante cansada pero, al observar el sofá de piel sintética, se dio cuenta de que no podrían dormir allí los dos juntos.
Hunter le dedicó una sonrisa.

-Para ti el sofá; yo duermo en el suelo.

-¿Podrás?

-He dormido en sitios peores.

-Sí, pero ¿no necesitas un ataúd?

Hunter la miró con una chispa de diversión en los ojos, pero no dijo nada al acercarse al sofá.

________ no había hecho más que tumbarse cuando se dio cuenta de que no iba a funcionar.

-Esto es muy incómodo. No puedo dormir con el brazo colgando y además necesito un sofá el doble de largo que éste.

-¿Y qué sugieres?

Agarró la manta y la almohada y se estiró en el suelo, a su lado.
Eso es el pasado, se dijo a sí mismo. Recuerdos que son historia.

Pero algunas cosas resultan imposibles de olvidar. Y ni siquiera un hombre con poderes psíquicos
hiperdesarrollados podía enterrarlas.

No pienses en lo que sucedió.

No era momento para recordar. Tenía que ser práctico. Desiderius iría tras él en cuanto cayera
la noche y, si quería salvar a ________ y a su hermana, tendría que estar bien despierto y alerta.

Cerró los ojos y se obligó a relajarse.

Hasta que ________ se movió y su trasero le rozó la entrepierna.

Nick apretó los dientes. Se sentía a punto de estallar en llamas tan sólo por el aroma a rosas
que desprendía. Hacía tanto tiempo que no se acostaba con una mujer... Tanto tiempo desde que se
atreviera a cerrar los ojos con una mujer a su lado...
La necesidad era una puta traicionera. Pero ya había aprendido la lección mientras luchaba contra
los romanos. Tragó saliva y se obligó a dejar la mente en blanco. No había nada en su pasado que
fuese digno de recordar. Nada, excepto un sufrimiento tan hondo que, aún después de dos mil años,
lo dejaba postrado de rodillas.
Concéntrate, se dijo, echando mano de su firme entrenamiento militar. Es hora de descansar.

________ se tensó cuando Hunter se movió y se acomodó tras ella. Cuando le pasó el brazo por
encima se le aceleró el corazón. Ese cuerpo fuerte y esbelto presionaba su espalda de un modo muy
inquietante. Miró fijamente su mano, que yacía delante de su rostro. Hunter tenía dedos largos y
elegantes; dedos que podrían pertenecer a un artista o a un músico. Dios santo, resultaba muy duro
recordar que no era un hombre en realidad.

¡Estás acostada con un vampiro!

No. Es un Cazador Oscuro. Aunque todavía no tenía muy clara la diferencia. Pero ya lo aclararía.
Encontraría el modo de hacerlo.

Durante horas, permaneció tendida, escuchando la respiración de Hunter. Supo el momento exacto en
el que por fin se quedó dormido, ya que sintió cómo su brazo se relajaba y la respiración sobre
su cuello se hizo más pausada.

Escuchaba los ruidos de la gente que iba y venía por el pasillo del despacho de Tate y las voces de
los conserjes, informando a través del sistema de megafonía o llamando a los doctores. Poco
después del mediodía, Tate le trajo el almuerzo, pero ella no quiso que despertara a Hunter. Se
comió la mitad del sándwich y continuó echada en el suelo, preguntándose cómo podría sentirse
tan segura junto a un vampiro al que apenas conocía.
Giró con cuidado para quedar tendida de espaldas y poder observarlo. Era magnífico. El pelo le
caía sobre los ojos mientras dormía y sus facciones tenían un encanto muy juvenil. Observó su
boca y recordó el sabor y las poderosas sensaciones que había despertado en ella cuando se posó
en su cuello. El recuerdo de aquel beso aún abrasaba sus labios y la hacía estremecerse. La
habían besado en más ocasiones de las que podía recordar, pero ningún hombre había conseguido
que sintiera aquello. El roce de la boca de Hunter sobre la suya había incendiado su cuerpo.

¿Cómo lo hacía? ¿Qué tenía Hunter que despertaba su deseo hasta extremos casi dolorosos en
contra de su voluntad? ¿Tendría algo que ver con sus poderes de inmortal?

Ella no era una ninfómana. Llevaba una vida sexual saludable y muy normal, no demasiado esporádica
pero tampoco excesiva. Aun así, cada vez que lo miraba deseaba tocar su piel, sus labios, su
pelo...

¿Qué le estaba pasando?

Destiérralo de tu mente. Cerró los ojos y comenzó a contar desde el cien hacia atrás.

Cuando llegó a menos sesenta, se dio cuenta de que era inútil.
Con un suspiró, alargó el brazo de modo inconsciente y comenzó a juguetear con el anillo que él
llevaba de nuevo en la mano. Antes de darse cuenta sus dedos estaban entrelazados.

Hunter murmuró en sueños y se acurrucó más contra ella. ________ abrió los ojos de par en par
cuando sintió su cálido aliento en el cuello y su erección presionándole perturbadoramente la
cadera. Él le apretó la mano con fuerza un momento antes de abrazarla hasta rodearla por completo
con su cuerpo. Susurró algo en una lengua extraña y se quedó quieto, aún dormido profundamente.
El corazón de ________ latía desbocado. Nadie la había abrazado nunca de ese modo. De forma tan
posesiva; tan completa. Se sentía protegida, rodeada por su fuerza. Lo más extraño de todo era
que, en el fondo, le gustaba la situación mucho más de lo que estaba dispuesta a admitir.

Finalmente se quedó dormida, acurrucada entre sus brazos.

________ se despertó y sintió que la pierna de Hunter descansaba entre sus muslos y que una de
sus manos, que parecía quemarla con su contacto, vagaba bajo su sudadera, acariciándole el
estómago. La estaba abrazando con tanta fuerza que le costaba trabajo respirar.
-Te he echado de menos -susurró con ternura, segundos antes de deslizar la mano bajo el sujetador y
rodearle el pecho.

________ dejó escapar un siseo de placer al sentir que sus dedos la acariciaban trazando lentos
círculos, despertando su deseo y marcándola como si se tratase de un hierro candente. Le costaba
un enorme esfuerzo permanecer tendida de costado y no darse la vuelta para besarlo.

-Theone -jadeó Nick dulcemente.

-¡Eh! -exclamó ella. Al llamarla por el nombre de otra persona se había sentido ofendida hasta el
alma. ¿Cómo se atrevía? Si quería meterle mano, joder, ya podría recordar con quién estaba-.
¿Qué estás haciendo?

Nick se tensó al despertarse por completo y abrir los ojos. Fue consciente del pecho suave y
cálido que estaba acariciando e, inmediatamente después, de un dolor punzante que le exigía
buscar un alivio inmediato.

¡Mierda!

Apartó la mano como si se hubiese quemado.

¿Qué coño estaba haciendo?

Su trabajo era protegerla, no tocarla. Y menos aún cuando parecía encajar a la perfección entre
sus brazos. La última vez que había cometido ese error con una mujer le había costado el alma.

________ percibió la confusión en el rostro de Hunter mientras se separaba de ella y se
incorporaba hasta quedar sentado.
-¿Quién es Theone? -preguntó.

El odio llameó en sus ojos.

-Nadie.

Vale, no le gustaba mucho la tal Theone cuando estaba despierto, pero hacía un momento...

Hunter se puso en pie despacio y la ayudó a levantarse.

-No tenía intención de dormir tanto. Casi está anocheciendo.

-¿Lo tuyo con el sol es algún tipo de conexión psíquica extraña?

-Puesto que mi vida se rige por su presencia o su ausencia, sí. -Tiró de ella mientras se dirigía
hacia la puerta-. Entonces, ¿conoces a alguien que puede ayudarnos a librarnos de esto?

-Sí. Deberían estar en casa, ¿quieres que llame para comprobarlo?

-Sí.

________ se acercó al escritorio, cogió el teléfono y llamó a Grace Alexander.

-Hola, Gracie -la saludó tan pronto como Grace cogió el auricular-. Soy ________. ¿Vais a estar
en casa esta noche? Necesito pediros un favor.

-Claro. Mis suegros estarán aquí un rato, pero así los niños estarán entretenidos. ¿Quieres
pedirme...?

-Por teléfono no. No tardaremos.
-¿Quiénes? -preguntó Grace.

-Iré con un amigo, si no te importa.

-No, para nada.

-Gracias. Hasta ahora. -Y colgó el teléfono.

-Vale -le dijo a Hunter-. Viven pasando St. Charles. ¿Conoces el lugar?

Antes de que él contestara, Tate entró en el despacho con un maletín negro en la mano.

-Hola -le dijo a Hunter-. Suponía que ya estarías despierto. Un chico llamado Nick vino hace un
par de horas y dejó esto para ti.

-Gracias -le contestó Hunter mientras cogía el maletín. Lo dejó sobre el escritorio y lo abrió.

A ________ casi se le salieron los ojos de las órbitas al ver el contenido: dos pistolas pequeñas,
una repetidora, un par de pistoleras, un móvil, tres navajas de aspecto peligroso y unas gafas de
sol pequeñas y de cristales muy oscuros.

-Tate -le dijo Hunter, con un tono tan amistoso que extrañó a ________-, tú sí que vales.

-Espero que Liam no haya olvidado nada.

-No, no. Lo ha pillado todo.

________ alzó una ceja ante ese lenguaje tan informal, en un hombre con una voz tan profunda y
seductora.

Tate se despidió de ellos con un movimiento de cabeza y se marchó.
_______ observó cómo se colocaba las pistoleras alrededor de las caderas, quitaba el cargador y
metía una bala en cada una de las armas. Acto seguido, les puso el seguro, las hizo girar en ambas
manos y las metió en las fundas, de modo que el abrigo las mantuviera ocultas.

Después, cogió una navaja automática y la guardó en el bolsillo trasero del pantalón. Las otras
dos fueron a parar a los bolsillos del abrigo antes de que asegurara el móvil y la PDA al
cinturón.

________ volvió a alzar una ceja ante semejante arsenal.

-Pensaba que bastaba una estaca de madera para matar a un vampiro.

-Una estaca de madera en el corazón acabaría con cualquiera. Y si no lo hace, sal corriendo como
alma que lleva el diablo -dijo Hunter suavemente-. Vuelvo a decirle, señora, que ve usted demasiada
televisión. ¿Es que no tienes vida?

-Sí, al contrario de lo que te ocurre a ti, tengo una vida felizmente aburrida en la cual nadie
intenta matarme. ¿Y sabes qué? Me gusta, y quiero que siga siendo así cuando salga de ésta.

El humor chispeó en los ojos de Hunter.

-Muy bien, entonces vamos a ver a tus amigos para que nos separen, de modo que puedas recuperar tu
aburrida vida y yo pueda volver a tomar las riendas de mi peligrosa existencia.
Recorriéndola de arriba abajo con una mirada ardiente y lujuriosa, se pasó la lengua por los
colmillos y se colocó las gafas de sol.

El pulso de ________ se aceleró. Con esas gafas de sol, su apariencia de poeta romántico resultaba
aún más intensa. Y le estaba costando la misma vida no regresar a sus brazos y exigirle que la
besara de nuevo.

Hunter cogió la mano de ________, la ocultó en el bolsillo de su abrigo, junto con la suya -para
ocultar los grilletes- y la guió hasta el exterior del despacho de Tate y a lo largo del pasillo
del hospital.

Mientras caminaba, percibió el modo de andar, ligero y ágil, de Hunter. Su elegancia. El tipo se
desenvolvía con una gracia innata. Había desarrollado unos andares arrogantes y peligrosos que
llamaban la atención de toda mujer que pasara a su lado. Pero él no parecía ser consciente de la
atracción que ejercía y continuó caminando hasta llegar a la salida posterior.

Una vez en el oscuro estacionamiento, ________ dejó escapar un silbido al ver un Lamborghini Diablo
en uno de los aparcamientos para empleados. La luz de la farola se reflejaba sobre la chapa negra y
lo rodeaba con una especie de halo. Normalmente, pasaba por completo de los coches, pero el
Lamborghini siempre había sido una excepción.
Debía ser de uno de los cirujanos.

O eso pensaba hasta que Hunter se acercó a él.

-¿Qué haces? -le preguntó.

-Abriendo mi coche.

________ lo miró boquiabierta.

-¿Este coche es tuyo?

-No -le contestó con ironía-. He sacado la llave para robarlo.

-Por Dios -jadeó-. ¡Debes estar forrado!

Hunter se bajó las gafas de sol y la miró, furioso, por encima de los cristales.

-Es sorprendente lo mucho que puedes ahorrar durante dos mil años.

________ parpadeó mientras su cerebro registraba la información. ¿En serio podía tener...?

-¿De verdad eres tan viejo? -le preguntó con escepticismo.

Él asintió.

-En julio cumplí dos mil ciento ochenta y dos años, para ser exactos.

________ se mordió el labio inferior mientras deslizaba la mirada por el fantástico cuerpo de
Hunter.

-Tienes una pinta estupenda para ser tan viejo. Yo no te habría echado más de trescientos.

Hunter soltó una carcajada mientras introducía la llave en la cerradura.
Ella no pudo evitar que el diablillo que llevaba dentro saliera a la luz en ese momento para tomarle
el pelo.

-¿Sabes una cosa? Dicen que los tíos que compran estos coches lo hacen para compensar una
equipación -dijo mientras sus ojos descendían por la parte delantera de su cuerpo y se detenían
en la protuberancia que se apreciaba bajo los vaqueros- pequeña.

Él alzó una ceja y la miró con una sonrisilla cálida y traviesa mientras abría la puerta.

Antes de que ________ sospechara lo que iba a hacer, se acercó a ella y, abrumándola con su poder
y aroma masculinos, le cogió la mano apresada por el grillete y la apretó contra su hinchado
miembro.

No. Allí no había que compensar nada.

Hunter bajó la cabeza y le susurró al oído:

-Si aún no lo tienes muy claro...

Se quedó sin respiración al sentirlo bajo la mano. Eso no era un calcetín.

Hunter la miró a los labios y atrapó su rostro con la mano que tenía libre. ________ supo en ese
instante que iba a besarla de nuevo.
- toc toc-. Hablo Desiderius entre las sombras
-Esto sí que es una putada -dijo Hunter con voz serena mientras se quitaba las gafas de sol y las
guardaba en el bolsillo del abrigo.

Sus movimientos eran deliberadamente lentos y ________ supo al instante que era la forma en la que
el Cazador Oscuro hacía saber a Desiderius lo insignificante que le resultaban sus amenazas.

-Aquí estoy, intentando besar a mi chica y tienes que llegar tú a interrumpirnos. ¿Qué pasa?,
¿es que te criaste en un establo?

Con una calma que dejó pasmada a ________, Hunter se dio la vuelta para enfrentar a Desiderius.

-Por cierto, toca a la chica, o al Lamborghini, y eres hombre muerto.

Desiderius salió de entre las sombras y se detuvo bajo un rayo de luna. El contraste con la
amarillenta luz de las farolas le confería una apariencia siniestra, a pesar de su belleza
angelical.

-Bonito coche el tuyo, Cazador Oscuro -dijo Desiderius-. Gracias a él es muy fácil seguirte la
pista. Y, con respecto a tu amenaza, ya estoy muerto. -Sus hermosos labios se curvaron con una
sonrisa burlona-. Igual que tú.
Vestido con un traje de rayas azul, muy a la moda, Desiderius tenía toda la apariencia de un
modelo. Su piel tenía un color dorado, sin ningún defecto, y su cabello rubio era de un tono
ligeramente más claro que el de Hunter. Era tan apuesto que no parecía real. Y no aparentaba más
de veinticinco años. Un hombre en la cúspide de su magnetismo sexual y de su fuerza.

________ sintió que el miedo le erizaba la piel y tragó saliva con fuerza.

Esa belleza sublime en un hombre tan perverso acrecentaba su aura malévola. La única indicación
de su verdadera naturaleza eran los dos largos colmillos que no se molestaba en ocultar mientras
hablaba.

-Casi me fastidia matarte, Cazador Oscuro. Tienes un sentido del humor muy especial del que
carecían los anteriores.

-Eso intento -dijo Hunter colocándose entre Desiderius y ________-. ¿Por qué no haces esto aún
más interesante y dejas que la mujer se vaya?

-No.

Y surgiendo de la nada, los secuaces de Desiderius atacaron en ese momento.

________ escuchó un chasquido metálico.
Agarrando la muñeca que la mantenía unida a él, de modo que no pudiera hacerle daño, Hunter
golpeó al primer vampiro rubio con la punta de la bota. Cuando vio que el Daimon se desintegraba en
el aire dejando una nube de polvo, ________ se dio cuenta de que el chasquido lo había producido la
hoja retráctil oculta en la bota. Al instante, el arma volvió a su escondite.

Con un movimiento sacado directamente de Hollywood, Hunter golpeó a otro vampiro con el codo y lo
envió volando de espaldas al suelo. A la velocidad del rayo, se arrodilló, sacó una navaja y la
clavó profundamente en el pecho del Daimon; cuando éste también se evaporó, la plegó y se puso
en pie.

Un tercer atacante surgió de las sombras.

Dejándose guiar por el instinto, ________ se giró y le dio una patada. Lo alcanzó en la ingle y
lo envió al suelo entre gemidos.

Hunter la miró y alzó una ceja.

-Cinturón negro en aikido -le dijo ella.

-Si las circunstancias fueran otras, te daría un beso. -Sonrió y miró por encima del hombro de
________-. Agáchate
Ella lo hizo y él lanzó una navaja directa al pecho de otro vampiro. La criatura se desintegró
dejando una nube negra.

Hunter desenfundó la pistola.

-Métete en el coche -le ordenó, empujándola hacia el asiento del conductor.

________ entró tan rápido como le permitieron los grilletes, presa de continuos estremecimientos
provocados por la sobrecarga de adrenalina. Pasó por encima del cambio de marchas y se acomodó en
el asiento del copiloto mientras Hunter disparaba a los Daimons.

Él entró al coche cuando ella estuvo lista, cerró la puerta y encendió el motor. Dios santo,
estaba sorprendentemente calmado. Jamás en su vida había visto algo así. El tipo era
imperturbable.

Otro apuesto vampiro rubio saltó al capó en el instante en que Hunter daba marcha atrás y pisaba
el acelerador. Enseñando los colmillos, el Daimon intentó golpear el parabrisas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario