martes, 24 de julio de 2012

No podía contar cuántos siglos habían pasado desde que compartiera una risa real con una amante. Y esta mujer lo hacía reír. Lo volvía loco.
Mejor aun, lo hacía arder.
__________ había tropezado con su mundo y lo había puesto al revés. Había tocado las emociones que había enterrado hacía mucho tiempo. Haciéndolo sentir extrañamente vivo otra vez, lo cuál para un hombre que había muerto mil quinientos años atrás era realmente un logro.
Le dio sentimientos que no entendía. Se sentía como un niño en la mañana de Navidad, sobrecargado con vistas y olores. Sus sentidos lo estaban abrumando con necesidad.
Con deseo por ella.
Relamiéndose los labios anticipadamente, corrió su mano sobre su muslo sedoso, hasta sus caderas. Esta mujer tenía el culo más fino que alguna vez hubiera acariciado. Levantó el vestido hasta su cintura mientras ella cerraba sus tobillos detrás de su espalda.
Su cabeza dio vueltas al sentir como se envolvía alrededor de él. El calor de sus muslos internos quemaron su cintura en tanto sentía su humedad contra su estómago.
Regresando a sus labios, la llevó a la cama y la acostó sobre el colchón. Sin soltarse del abrazo, se colocó encima y la besó completamente, profundamente, mientras posaba su hinchada erección contra la parte de ella en la que él ya no podía esperar para enterrarse. Probó la calidez de su boca y escuchó sus gemidos de placer.
Cerrando los ojos, inspiró su perfume único y dejó que lo inundara.
__________ quería sollozar de lo bien que se sentía sobre ella. El cuero de sus pantalones la acariciaba íntimamente mientras sus labios atormentaban los de ella. Sus trenzas le hacían cosquillas en su cuello con cada movimiento que él hacía. Y sus manos se sentían malvadamente maravillosas mientras las deslizaba sobre su cuerpo, buscando cada parte suya.
Casi lloriqueó en señal de protesta cuando él se apartó.
Le sacó el vestido y lo lanzó al piso.
Se sintió más que físicamente desnuda delante de él. Por alguna razón también se sentía espiritualmente desnuda. Era como si pudiera ver profundamente dentro de ella de alguna forma, como si conociera cosas acerca de ella que nadie más sabía.
Como si estuvieran conectados en un nivel que transcendía el vínculo físico.
¡Al fin! Pensó, cuando volvió a acomodarse sobre ella. Luego sus pensamientos se dispersaron otra vez y se convirtió en una con el momento. Esta percepción de él era realmente extraña.
__________ siseó ante lo maravilloso que él sabía. Toda esa piel lujuriosa, bronceada, un poco pinchuda por su barba masculina. Adoraba el sabor de la mandíbula de un hombre.
Ninguno había tenido un sabor más perfecto.
Movió las manos desde la cintura hasta la bragueta. Su erección era enorme. Echándose hacia atrás ligeramente, observó su cara mientras le abría los pantalones y lo tocaba por primera vez.
Él cerró sus ojos y gruñó profundamente en su garganta mientras se mecía suavemente en contra de sus manos. Oh, a ella le gustó como lo sentía. Estaba tan duro y listo para ella.
Entrelazó sus dedos en los rizos pequeños, moviendo su mano más abajo, hasta poder ahuecar el calor suave de él en su palma.
Nick gimió de placer. Se sentía tan increíblemente bien que lo sostuviera de esa forma. Había tenido sexo más veces de las que podía contar, y aun así había algo nuevo en esta experiencia.
Algo fresco.
Ella tiró hacia abajo sus pantalones a fin de engancharlos con los pies y quitárselos de encima. No fue hasta que ella frunció el ceño que ambos recordaron que todavía llevaba puestas las botas.
-Uy -dijo ella con una sonrisa.
Nick se rió ahogadamente, la besó profundamente, y se dio la vuelta para quitárselas. Ella se levantó en sus rodillas y recostó su cuerpo desnudo contra la espalda desnuda, haciéndolo temblar al sentir sus pechos contra su columna vertebral.
-Simplemente amo este tatuaje -dijo mientras lentamente lo trazaba con su lengua bajando por su espalda.



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