viernes, 25 de noviembre de 2011

Dominada por el Deseo. Capitulo 23

—Vaya, pero si es He-Man.
La sexy propietaria del club vestía esa noche un corsé negro de cuero que rozaba la ilegalidad y una minifalda a juego que dejaba al descubierto esas piernas interminables embutidas en unas medias de liga. Dio un paso atrás sobre sus tacones de aguja para dejarlos entrar. La música retumbaba en la pequeña trastienda del club. Era difícil pasar por alto la letra de la canción, una melodía de los ochenta sobre chicas calientes que necesitaban amor.
Entraron y Joe cerró la puerta tras ellos.
—Pero si es mi bailarina favorita pole dance. ¿Qué tal te va?
Alyssa se retiró el pelo color platino de la cara y miró a Joe con desdén.
—Bueno hasta ahora me creía afortunada de no recibir noticias tuyas o de tu primo. La última mujer que estuvo con vosotros no pudo caminar en una semana.
—No tienes por qué preocuparte. Preferimos a las damas.
La ex-stripper se puso rígida.
—Te voy a joder vivo.
Joe se encogió de hombros.
—No me importaría, pero no eres el tipo de Luc. Gracias de todas formas.
—No me estaba ofreciendo —explotó la mujer—. La próxima vez que quieras algo, envía a tu primo. Al menos es educado.
Así dejaba claro que Joe no lo era. ¿Qué les pasaba a esos dos? _____________ observaba la escena con el ceño fruncido. Alyssa y Joe se caían realmente mal. Muy mal.
—Odio interrumpir —intervino _____________ entre dientes—, pero ¿puedo recuperar mi bolso, Alyssa?
La mujer la miró.
—¿_____________? Caramba, lo siento, no te había reconocido con el pelo rojo y... ¿qué demonios llevas puesto?
—Un chándal de Nick y una sudadera de Joe.
La expresión de Alyssa sugería algo no apto para menores.
_____________ se sonrojó de vergüenza y cólera.
—No es lo que piensas, pero no preguntes. Sólo quiero recuperar mi bolso y salir de aquí.
—¿Encontró Nick al tío que te perseguía?
—No, pero creemos que está en California buscándome dado que ayer le prendió fuego a mi casa.
Alyssa la agarró de la mano.
—Yo no estaría tan segura, cariño. Ven conmigo. Y tú también, musculitos de esteroides.
_____________ la siguió por un estrecho pasillo que desembocaba en una oficina. Joe las siguió, refunfuñando que él jamás había usado esteroides. _____________ no le prestó atención. ¿Sabía Alyssa algo nuevo del acosador?
La mujer cerró la puerta de la pequeña oficina. Ah, estaba insonorizada. Qué alivio.
Se dirigió detrás del escritorio con unas zancadas sorprendentemente largas y seguras a pesar de los altísimos tacones, y cogió un sobre grande. Era un sobre familiar de papel de manila. Sin franquear.
A _____________ se le cayó el alma a los pies.
—Llegó esta mañana. Al parecer, la indigente que lo trajo dijo que un hombre le pagó para que lo entregara en mano. Habría llamado a Jack para decírselo, pero hoy estuve en Nueva Orleáns. Acabo de regresar y verlo.
Con manos temblorosas, _____________ abrió el sobre y sacó las fotos. Sólo había dos, habían sido tomadas en Las Sirenas Sexys el día que Jack la había llevado allí para ocultarla y disfrazarla. ¿Hacía sólo tres días de eso? Habían ocurrido tantas cosas desde entonces que parecía que había pasado toda una vida.
La primera foto mostraba a Nick, con los dedos curvados sobre la cadera de _____________ y la palma de la mano sobre la curva de su trasero. Tenía la boca justo sobre su oreja. _____________ se estremeció al recordar aquella voz hipnótica y la sombra de la barba que le cubría la cara que atentaban contra sus sentidos.
Se tragó el nudo de pesar y anhelo mientras pasaba a la siguiente foto. La impresión la dejó sin aliento.
Nick la agarraba por la nuca y la mantenía inmóvil bajo la firme acometida de su boca. La devoraba con los ojos cerrados. La foto fija había captado la agresividad, la posesividad de sus dedos en el frágil cuello femenino, la presión de sus hombros, como si estuviera determinado a acercarse tanto a ella como fuera posible. Su boca, completamente abierta, devoraba la de ella. _____________ no pudo evitar mirar fijamente la foto; en ella abrazaba a Nick por el cuello, apretando los pechos contra su tórax y abriendo los labios con ansia para saborear todo lo que ese beso pudiera ofrecerle. No sólo aceptándolo, sino deseándolo ardientemente. Se estremecía con sólo mirarla.
Joe soltó un silbido.
—Menudo beso.
—Sí, jamás había visto a Nick tan concentrado en algo que no requiriera unas esposas —comentó Alyssa con franqueza.
_____________ le dirigió una mirada atormentada. Por supuesto que Alyssa se había acostado con Nick. Probablemente más de una vez. ¿Qué mujer en su sano juicio no lo habría hecho teniendo la oportunidad al alcance de su mano?
Además, no hacia falta más que mirar a la exótica criatura vestida de cuero negro y con una
brillante cascada de cabello platino que exudaba sexualidad por todos sus poros para que
_____________ se sintiera como un patito feo... con ropas enormes, pecas y llena de represión.
Dios, tenía que alejarse de allí. Si se quedaba lo suficiente como para ver a Nick tocar a ésa o
a otra mujer, la imagen la destrozaría. No tenía dudas. Había confiado en Nick, le había abierto
el corazón, revelándole más de si misma de lo que nunca le había revelado a otro hombre. Él le
importaba. No, era mucho más que eso. Pero no quería pensar en ello.
Era una estúpida, eso es lo que era.
—Si tanto te interesan las esposas, puedo conseguirte un par de ellas —dijo Joe intentando picar
a Alyssa.
La rubia se burló:
—Ya te gustaría.
Esa conversación la estaba poniendo de los nervios. No tenía ni idea de por qué Joe seguía
pinchando a Alyssa, pero tampoco le importaba.
—¿Has llamado a Nick? —inquirió _____________.
Alyssa la miró con el ceño fruncido.
—No. Iba a hacerlo ahora.
_____________ sacudió la cabeza.
—Espera a que me vaya. Quiero estar bien lejos antes de que aparezca.
—Muñeca, no puedes irte con ese tío suelto por ahí. Podría estar esperándote.
Ella intentó no estremecerse ante esa alarmante posibilidad.
—Tengo que irme. Estoy exhausta, quiero estar sola y dormir un poco. Mañana...
—Mañana podría ser muy tarde. Tienes que esperar a Nick y enseñarle esas fotos. Deja que te
proteja.
—Esta noche estaré bien. Mañana por la mañana haré varias llamadas y contrataré a alguien
para protegerme. —Miró a Alyssa—. ¿Puedes darme mi bolso, por favor? Necesito el carnet de
conducir, las llaves del coche, dinero...
—¿Y qué pasa con la nota? —preguntó la rubia.
—¿La nota?
Alyssa cogió el sobre de las manos de _____________ y metió la mano hasta el fondo para coger una
nota doblada.
—Esta nota.
La tensión se apoderó de _____________ mientras cogía el papel y lo desdoblaba.

«Me perteneces a mí. Sólo a mí. Te mataré antes de que otro hombre vuelva a tocarte».

La brevedad y la osadía de esas palabras la dejaron helada. Tenía que ser Reggie. _____________ se
cubrió la mano con la boca y sintió que le temblaban las rodillas.
Joe la agarró antes de que sus piernas cedieran y cayera al suelo. Alyssa apareció delante de ella
con la preocupación y la confusión reflejadas en su rostro.
—Deja que llame a Nick. Tiene que saber esto.
—No, no tiene por qué saberlo. —_____________ apartó la mirada, conteniendo las lágrimas que
aparecieron de repente en sus ojos.
Alyssa se acercó a ella y le levantó la barbilla con una mano sorprendentemente fuerte a pesar de
esas largas uñas con manicura francesa.
—Bueno, ahora sí que voy a llamarle para echarle una buena bronca. ¿Cómo diantres te ha roto el
corazón en tan sólo tres malditos días?
—No creo que sea unilateral —aclaró Joe.
Joe estaba equivocado, resolvió _____________. Ya había oído bastante de esos dos.
_____________ se apartó de ellos y se dirigió a la puerta. Estaba cansada y enfadada. Quería
darse una ducha y dormir profundamente. Pero hasta que no saliera de allí, no conseguiría hacer
ninguna de las dos cosas.
Si Reggie había conseguido entregarle ese sobre a Alyssa, quería decir que él todavía estaba
resuelto a matarla. Lo más probable era que estuviera por allí. Sabía con quién y cuándo había
dejado el club. Razón de más para no quedarse con Nick, para buscar un nuevo guardaespaldas.
Tenía que salir de allí YA.
—¡Dame el maldito bolso! —gritó—. Me marcho.
Alyssa levantó las manos en un gesto de rendición y volvió al escritorio. Se levantó el
dobladillo de la minifalda, revelando un juego de ligueros negros. De un lazo de raso rojo colgaba
una pequeña llave oculta debajo del liguero. Tiró del lazo y la llave cayó en su mano.
Dirigiendo una mirada burlona a Joe, Alyssa cerró el puño sobre la llave, se alisó la minifalda y
abrió el cajón del escritorio. Luego le tendió el bolso a _____________.
—Déjame llamar a Nick antes de que te vayas.
—Estaré bien. Joe puede acompañarme al coche para recuperar mis cosas y asegurarse de que no me
ocurre nada. Luego decidiré qué hacer.
_____________ no esperó respuesta de ninguno de los dos. Salió con rapidez de la oficina y se
dirigió a la salida trasera. Estaba oscuro. Podía esperar en las sombras del callejón.
Unos momentos después, oyó el ruido de los pasos de Joe a sus espaldas.
—Me quedaré contigo esta noche, hasta que encuentres un nuevo guardaespaldas.
¿Para que luego le dijera a Nick dónde estaba y viniera a calentarle el trasero por haber huido de
él?
—Acompáñame sólo hasta el coche. Cogeré mis cosas y llamaré un taxi para mayor seguridad. A
partir de ahí no seré responsabilidad tuya.
—Si hago eso, Nick me matará —masculló.
—Si no lo haces, te mataré yo. Te retorceré las pelotas.
Aunque _____________ era dolorosamente consciente de que no podía cumplir esa amenaza, se sintió
aliviada cuando Joe sacudió la cabeza y suspiró.
Condujo hasta el coche de Brandon, se detuvo al lado y se apoyó en el volante.
—Lo que hizo Nick estuvo mal, _____________. No voy a negarlo. Él lo sabe. Pero ese gilipollas
que te vigila es peligroso. Y es posible que haya cogido un avión hasta aquí. Déjame llamar a
Nick. Él puede protegerte hasta...
—Maldita sea. ¿Qué es lo que no entiendes?
— ¿Y si ese psicópata te encuentra? Ha intentado matarte una vez. Volverá a intentarlo. Ya has
visto esa nota.
—Soy una adulta bastante inteligente. Puedo esconderme yo sola esta noche. Mañana ya veré lo que
hago. Nick no es el único que puede protegerme.
—Es quien más se preocupa por ti. Haría cualquier cosa para cuidarte, incluso daría la vida por
ti.
—Todos los guardaespaldas corren ese riesgo.
Joe asintió con la cabeza.
—La diferencia es que en nuestro trabajo nos pagan por arriesgar la vida. Pero Nick te salvaría
sin pedir nada a cambio.
—No, no es así. —_____________ negó con la cabeza, molesta por el temor y la alegría que
burbujeaban en su interior—. Tendría que amarme para...
—Te ama.
«¿Sería posible?», susurró una vocecita en su cabeza. Una entrevista había conducido a su
acuerdo para protegerla y luego a algo... más. Se vio bombardeada por imágenes de Nick;
protegiéndola de las balas, empalándola contra la puerta, bromeando con su abuelo, alentándola a
aceptar su sumisión y luego hacer que maldijera sus fantasías cuando la abandonó.
Nick no la amaba. Joe estaba equivocado y no iba a convencerla de lo contrario.
Se quitó la sudadera de Joe, se la devolvió y recogió su bolso.
—Estaré bien.
—No creo que subirte a este coche sea seguro. Sabe Dios lo que ese lunático podría haberle
hecho. ¿Por qué no dejas que te lleve a algún sitio hasta que podamos examinarlo?
Y luego, en cuanto se diera la vuelta, le diría a Nick dónde estaba.
—Gracias, pero llamaré a un taxi.
Con un largo suspiro de derrota, Joe apagó el motor del Hummer.
—Al menos déjame comprobar que ese bastardo no ha manipulado el coche.
Por mucho que lo deseara, _____________ no podía discutirle eso. Asintió con la cabeza.
Joe bajó de un salto y rodeó el vehículo para abrirle la puerta. La cogió por la cintura y la
sacó del coche. Sus manos tardaron en soltarla.
—¿Estás segura?
—Sí. —Tenía un acosador dispuesto a matarla, pero podría contratar a alguien muy grande y muy
feo que velara por ella, regresar a casa, y comenzar a rodar los nuevos programas de Provócame.
En la mirada de _____________ asomó algo parecido a una helada determinación.
—No puedo quedarme.
_____________ buscó las llaves en su pequeño bolso recién recuperado, y maldijo entre dientes
cuando Joe chocó con ella y desparramó la mitad del contenido por la calle oscura. Dios, ¿es que
no podía salir nada bien?
—Lo siento. He tropezado. —Joe se inclinó y recogió un cepillo, la cartera, su loción de
manos, y lo metió todo de nuevo en el bolso—. Ya está.
_____________ abrió el maletero de Brandon después de que Joe hubiera comprobado el vehículo por
dentro y por fuera, luego apagó la alarma. Con un suave juramento, él llamó a un taxi mientras
ella cogía sus pertenencias del maletero.
—Gracias. —No logró que su voz sonara más alta que un susurro.
—Espero que volvamos a vernos en otra ocasión.
Palabras sinceras. No eran nada del otro mundo, ni tampoco una invitación. Una enorme oleada de
decepción la inundó.
_____________ asintió y observó cómo el coche de Joe se alejaba con lágrimas ardientes
resbalando por sus mejillas mientras la cruda verdad se abatía sobre ella: jamás volvería a ver a
Joe. Peor aún, nunca volvería a ver a Nick. Sólo lo conocía desde hacía unos días, pero se
sentía como si estuviera dejando atrás una parte de sí misma, como si le hubieran arrancado el
corazón.
Perfecto. Así era ella. Había tenido que dejar a Nick, para darse cuenta de que estaba enamorada
de él.
Gracias a Dios el taxi llegó unos momentos más tarde y la sacó de su ensimismamiento.


Exhausta, _____________ inspeccionó la enorme cama estilo europeo de un bed & breadfast en las
afueras de un pueblo, con el neceser en una mano y el portátil en la otra. Había escogido para
pasar la noche un pequeño vagón reconvertido en casita que no era visible desde la carretera, y
que tenía un jacuzzi y una puerta trasera por donde salir pitando en caso de que fuera necesario.
Era un lugar solitario, con un patio con verjas. El dueño había jurado que allí jamás había
ocurrido nada en los veinte años que llevaba dirigiendo el lugar y a _____________ eso le sonó a
gloria bendita. Quería acostarse y dormir una semana entera y esa noche, era precisamente lo que
pensaba hacer.
Pero antes tenía que hacer unas cuantas cosas.
Sacó el portátil, se dejó caer en la enorme cama y le envió un correo a Brandon. Le explicaba lo
ocurrido con su casa y prometía regresar a Houston para encargarse de las reparaciones. Le decía
que estaba viva y segura y que Nick la había estado protegiendo. Le dio el nombre del motel por si
podía ponerse en contacto con ella, y poco más. ¿Cómo explicarle al ultraresponsable Brandon que
estaba siendo acosada por un desconocido?
Luego, tras suplicarle que permaneciera a salvo en Irak, cogió el móvil. Había leído en internet
que algunas veces enfrentarse a un acosador con firmeza conseguía que éste desistiera de su acoso.
Tal vez ese método surtiera efecto con Reggie. Pero una mirada al móvil fue suficiente para saber
que esa noche no iba a poder llamarlo. Su teléfono estaba muerto. ¡Maldición!
Resignada, decidió que tendría que esperar a la mañana siguiente, así que se dirigió al baño
para tomarse una ducha caliente.
Veinte minutos y dos botes de champú de muestra más tarde, _____________ salió del encantador
cuarto de baño.
Pero ya no estaba sola.

—¿Nick? —El estómago se le anudó con fuerza, luego se le cayó a los pies.
Él estaba justo en la puerta del cuarto de baño, grande, fornido y con ganas de pelea,
bloqueándole cualquier vía de escape. _____________ se humedeció los labios repentinamente secos.
Cualquier persona que no lo conociera diría que la expresión de Nick era neutra. Pero ella, que lo
conocía bien, se echó a temblar.
—¿Cómo...?
Le echó un vistazo al reloj de la pared por encima del hombro. Joe le había dicho que Nick la
encontraría en cuarenta y cinco minutos. Lo había hecho en treinta y siete. Y por lo que veía, a
duras penas podía controlar su cólera. Apretaba los puños con fuerza, tenía las venas marcadas
en los antebrazos, la mandíbula tensa, las negras cejas fruncidas sobre los reprobadores ojos
oscuros. Sin duda había echado de menos todo eso.
Y la rugiente erección que presionaba contra la bragueta de los vaqueros. Pero ése no era todo el
interés que tenía en ese demonio.
Nick cogió el bolso de _____________, le dio la vuelta y esparció el contenido en una mesa
redonda. Cogió un pequeño dispositivo de plástico. Las letras GPS en el dorso le dijeron todo lo
que necesitaba saber.
¡Maldición! Joe lo había colado en su bolso, probablemente cuando ella dejó caer el contenido
después de que «accidentalmente» Joe tropezara con ella y la «hubiera ayudado» a recoger lo que
se había caído. _____________ tomó nota mental de darle una bofetada cuando... no, no iba a
volver a verlo.
—Joe te ayudó a localizarme —le espetó.
—Te habría encontrado sin importar el tiempo que me hubiera llevado. Sin importar lo que hubiera
tenido que hacer. Joe sólo me lo facilitó un poco. De cualquier manera, te seguía los pasos muy
de cerca.
_____________ masculló entre dientes un deseo imposible. —No, no te dejaré sola. De hecho, tengo que hacerte una pregunta: ¿te has vuelto loca?
—¿Por querer alejarme de ti después de tu precipitada retirada de esta tarde? Pues sí, debo de
estar loca.
Él hizo una mueca. Oh, fue algo sutil, pero ella conocía a Nick lo suficiente como para darse
cuenta.
— ¡Maldita sea! —Se mesó el pelo oscuro y se acercó todavía más—. Alyssa me llamó cuando
dejaste el club y me contó lo de las fotos y la nota. Joe me lo confirmó. ¿Qué demonios estabas
pensando? ¿O crees que tu peligroso admirador ha recogido los bártulos para marcharse a casita?
—No tenía manera de seguirme hasta aquí. Estaré segura durante un par de noches. Después de
eso... —se encogió de hombros—. No eres la única persona del planeta que puede mantenerme a
salvo.
Al parecer no le gustó la respuesta, porque avanzó un paso más; un tipo enorme y dominante lleno
de cólera y, a pesar de todo, preocupado por ella.
—¿Conoces a algún otro guardaespaldas mejor cualificado? ¿Alguien que sea capaz de protegerte?
—No creo que sea asunto tuyo. —¿Por qué? ¿Porque antes me comporté como un estúpido? No pongas esa cara de sorpresa. Es
cierto, me equivoqué. Y lo lamento.
¿Nick disculpándose? ¿Así sin más? No. Aquello era demasiado bonito para ser verdad. Tenía que
haber una trampa por algún lado.
—Sólo te disculpas para que vuelva a comportarme como una niñita buena y deje que me desprecies
de nuevo.
—Estoy dispuesto a disculparme para no perderte. Pero me perdones o no, no voy a dejar que ese
bastardo se acerque a ti.
_____________ señaló la habitación vacía.
—Como puedes ver, no hay moros en la costa. No veo ningún psicópata por aquí dispuesto a
matarme. Por mí, puedes marcharte.
A Nick le palpitó un músculo en la mandíbula.
—No pienso irme a ningún sitio. Es posible que ese gilipollas te haya seguido hasta aquí desde
el local de Alyssa. Puede que haya estado vigilando el club, esperando que aparecieras por allí.
¿O no has pensado en ello?
_____________ odiaba admitir que él pudiera tener tazón. Pero en ese caso, así era. Maldita sea,
tenía que comenzar a pensar con la cabeza que Dios le había dado y no con ese estúpido corazón
suyo.
—Y si crees que hemos terminado —continuó Nick, avanzando hacia ella y pareciendo más enorme y
dominante si eso era posible—, estás equivocada. No voy a perderte a manos del acosador, ni de
ninguna otra manera. Punto.
_____________ puso los ojos en blanco.
—¿Así que no quieres perderme? Ya. Un juguetito con el que follar. Eso es lo que soy para ti. Te
encantó someterme y hacer que cambiara el concepto que tenía de mí misma. Te felicito por
convencerme de que soy una sumisa. Ahora sal de mi vida. —Pasó con rapidez por su lado.
Nick la cogió por la cintura y la atrajo contra su pecho. _____________ no tardó más de un
segundo en sentir el acero de su polla presionando contra su trasero. Aquello no debería
importarle, no debería ponerla tensa de necesidad, no debería hacer que se sintiera ansiosa por
entregarse a él.
Pero lo hacía. _____________ le deseaba con un desesperado anhelo que tensaba su cuerpo y hacía
que le doliera, y se temía que sólo él podía darle alivio.
—¿Un juguetito con el que follar? —le gruñó al oído—. No. A un juguete podría haberlo
devuelto a su caja y olvidarlo. Podría haberlo desdeñado sin volver a pensar en él. Un maldito
juguetito no me pondría duro cada vez que oigo su voz ni me afligiría cuando lo viera llorar. Ni
estaría dispuesto a entregarle mi corazón en una bandeja a cambio de una jodida sonrisa.
_____________ contuvo el aliento. Nick no podía estar hablando en serio. Era imposible después de
cómo la había tratado esa noche.
—Suéltame.
La demanda cayó en saco roto. En su lugar, Nick le gruñó al oído:
—El colgante que te puse la noche pasada, significaba algo. Me refiero al corazón de rubí. Sé
que lo sabes. No puedes haber pasado por alto el simbolismo.
¿Su corazón? No...
—No significaría tanto cuando me maldijiste antes de abandonarme. Me presionaste una y otra vez,
hasta que conseguiste que me abriera a ti y te contara mis fantasías, prometiéndome que todo
estaría bien. Mientras tú te guardas tus secretos para ti, yo tengo que...
—Mi ex me puso los cuernos —la interrumpió Nick con la respiración entrecortada—. Me enteré
de que se acostaba con mi mejor amigo por un vídeo que me encontré.
_____________ se quedó boquiabierta. Su acalorada perorata quedó interrumpida de golpe. ¿Sería
verdad que Nick había visto a su mejor amigo y a su esposa juntos en la cama? ¿Qué no se había
enterado por unos rumores o por la confesión de su propia esposa? ¿Qué lo había presenciado todo
y que era algo que no se podía quitar de la cabeza?
Para un hombre fuerte y orgulloso como Nick aquello debía de haber sido como una bofetada en la
cara.
_____________ se arriesgó a mirarle por encima del hombro. Con las defensas bajas, la mirada de
Nick rezumaba cólera y, a la vez, imploraba perdón.
—No estábamos... muy unidos. Fue el final. Había intentado darle lo que necesitaba: dinero,
seguridad, tiempo, espacio, después de que tuviera un aborto involuntario. Siempre le fui fiel,
pero...
No había sido suficiente. Y no había sabido qué más hacer. Lo proclamaba su atormentada mirada y
el doloroso silencio que siguió.
Nick la giró de cara a él y luego la soltó.
—Ver cómo otro hombre se la tiraba me carcomió por dentro. Ver cómo le rogaba que la acariciara
—tragó saliva—, cuando apenas podía soportar estar en la misma habitación que yo... Y luego
me dejó. Por él.
El resto del mensaje brilló claramente en su mirada torturada. _____________ le importaba y no la
dejaría marchar. Tampoco ocultaba su intención de volver a poseerla.
Y ella le había contado que tenía fantasías sobre dos voraces pollas sometiéndola y poseyéndola
a la vez. Él quería que comprendiera por qué no deseaba compartirla con otra persona.
Ver a otro hombre acostándose con su ex-mujer le había afectado mucho, había herido su orgullo.
Esa ardiente y penetrante mirada le decía a _____________ que Nick se convertiría en un maniaco
celoso si veía cómo otro hombre la tocaba. Aquello podría llegar a destruirlo.
Oh, Dios. Él no había salido disparado del cuarto de juegos porque se hubiera sentido
escandalizado; lo había hecho porque tenía miedo. De perderla.
Porque ella le importaba.
—No dejé de preguntarme qué era lo que mi ex necesitaba. —A Nick se le quebró la voz. Se
aclaró la garganta y cerró los ojos. Apartó la mirada-—. En diez meses de matrimonio, jamás me
dijo que me amaba. En el vídeo, se lo dijo a ese tío tres veces en ocho minutos. Desde entonces,
no he podido dejar de preguntarme si realmente podré hacer feliz a una mujer.
La intensidad de su mirada la dejó sin aliento. En esos ojos oscuros acechaba el miedo de que ella
no pudiera amarlo. De todas las cosas que ella había esperado de él, el amor se encontraba al
final de la lista.
Los sentimientos, cálidos y profundos, estallaron en el pecho de _____________. Con una mano, le
ahuecó la áspera mejilla oscurecida por la barba y le acarició el pómulo con el pulgar. La
vulnerabilidad que escondía su ceño le rompió el corazón mientras él le besaba la palma de la
mano y la observaba con una mirada que no podía ocultar la cruda verdad.
—¿Le has contado a alguien lo que hizo tu ex-mujer?
—No. —La voz tensa sonó entre un susurro y un barboteo, luego le dirigió una afligida
sonrisa—. Bueno, se lo largué a Joe un fin de semana de borrachera.
Ese hombre, orgulloso y autoritario, acababa de dejar al descubierto su miedo y dolor. A ella. Para
que comprendiera por qué la había dejado antes.
—Tienes todo lo necesario para hacer que una mujer te ame —le dijo _____________ con voz
temblorosa—. Después de todo, estoy intentando contener el peligroso deseo de enamorarme de ti
desde hace tres días.
Los ojos de Nick se agrandaron y ardieron. Se acercó más a ella, metiéndole los dedos entre los
cabellos, comiéndosela de arriba abajo con una mirada hambrienta.
—¿Y lo has conseguido?
_____________ vaciló. Si contestaba a esa pregunta, le daría mucho poder sobre ella. Pero a pesar
de ello, _____________ oyó la orden sutil de su voz, aquella que siempre lograba excitar su cuerpo
y que la impelía a someterse a él. Vio cómo la aprensión tensaba los rasgos de Nick y no pudo
guardar silencio.
—No lo suficiente para mi tranquilidad.
Una amplia sonrisa se extendió por la cara de Nick, los dientes blancos brillaron contra la morena
piel cajún. Los ojos parecían del color del chocolate derretido. Y esa expresión... tan
brillante, tan feliz.
—Vale. Pero no esperes lo mismo de mí.
Luego le cubrió la boca con la suya, con un deseo urgente y exigente a la vez. Con control y
maestría. Los fríos labios de _____________ se calentaron bajo su tacto con rapidez. Su cuerpo se
derritió, se calentó y comenzó a dolerle. El roce de esos labios, la danza sensual de su lengua,
y de repente, todo su ser se llenó de Nick; de su olor y de la dura anchura de su pecho, del sabor
de su boca y de la forma en que la abrazaba como si ella fuera... todo para él.
Con la respiración jadeante, Nick le dio un beso ligero en la comisura de los labios y retrocedió.
—¿Para ti es importante esa fantasía?
¿Podría prescindir de eso? No es que fuera tan importante. Después de todo, había prescindido de
ello durante años. ¿Por qué perseguir algo que iba a causar más desasosiego? ¿Por qué
arriesgarse a hacerle daño a ese hombre que ya había sufrido bastante?
—La verdad, _____________. No me digas lo que crees que quiero escuchar.
Si le mentía, aunque fuera para no herir sus sentimientos, la castigaría severamente. El mensaje
no hubiera podido ser más claro ni aunque lo hubiera anunciado con un letrero de neón.
_____________ cruzó los brazos sobre el pecho. ¿Era tan importante? Suspiró e intentó aclarar
ese lío.
Bien, no había tenido más que relaciones penosas desde que comenzó a tener citas. Y Nick había
sabido por qué desde el primer momento en que la vio: _____________ no había escuchado sus
necesidades, no le había dado a su cuerpo lo que necesitaba para obtener placer. Se había
sacrificado, negando y enterrando esos deseos por el bien de esas relaciones. Y lo único que había
conseguido a cambio de ignorar su naturaleza sumisa era echar a perder esas mismas relaciones.
Le había costado admitirlo y tenía que agradecérselo a Nick. Él le había enseñado a no
esconderse, la había obligado a afrontar que era imposible ser feliz basándose en una mentira.
Y la verdad era que de todas esas fantasías nocturnas, la idea de que la tomaran dos hombres a la
vez, había sido la más explosiva. Y sí, podía renunciar a ella por ahora. Pero ¿cuánto tiempo
pasaría antes de que negar sus deseos afectara a su relación?
—Me... me encantaría que no fuera así. Pero mucho me temo que no me sentiré verdaderamente
realizada y satisfecha hasta que no haya experimentado esa fantasía al menos una vez.
Él frunció el ceño, asintió con la cabeza, se giró y caminó al otro lado de la habitación,
dejando claro que ella quería más de lo que él estaba dispuesto a darle. La verdad le hizo daño,
le desgarró las entrañas como si estuviera bajo las fauces de una trituradora de papel. Pero
había hecho lo que debía. Mentir no hubiera funcionado. Al final, la caída sólo habría sido
más dolorosa. Les habría hecho daño a los dos. Su anterior relación con Andrew era una buena
muestra de ello.
Además, mejor dejar las cosas claras desde el principio, antes de que se sintiera totalmente unida
a Nick.
¿Podría entablar nuevas relaciones después de él? Al mirar la tensa postura de los hombros
masculinos, los puños cerrados con fuerza, recordó la sensación de ese pelo negro entre sus dedos
y esa amplia sonrisa cajún...
Probablemente no.
_____________ suspiró.
—Lo siento.
Ella observó cómo encogía los hombros.
—No quería que me mintieras. —Se giró y regresó de nuevo a donde ella estaba—. Nunca me
mientas, _____________.
Pero sus ojos se mostraron furiosos, como si el dolor fuera superior a su control. _____________
sufrió con él.
—Comprendo que no puedas...
—Shhh —murmuró él contra su boca—. Estás cansada y sólo quiero sentirte, saber que estás
bien.
Nick la llevó a la cama, le quitó el elegante albornoz del establecimiento para dejar al
descubierto su piel. Él se desnudó y se deslizó tras ella sobre el colchón. Le alzó los pechos,
y los acarició con los pulgares. Acercó su dura polla contra las curvas de las nalgas de
_____________, pero no hizo nada más. Después de esa noche, _____________ dudaba que lo hiciera.
—Duerme —le exigió en un susurro.
¿Se había vuelto loco? _____________ contuvo las lágrimas, intentando relajarse, intentando que
él no se sintiera peor por no poder darle lo que ella deseaba.
—Yo me ocuparé de todo. —Nick le besó el hombro y le acarició la curva del cuello con la
nariz.
Era agradable sentirlo contra su cuerpo. Con él, ella se sentía querida, protegida, excitada.
Incluso aceptada. Intentó con todas sus fuerzas no darse la vuelta para decirle que le amaba, que
podría prescindir de esa fantasía. Pero con esa mentira de por medio, no habría ningún futuro
para ellos.
—Nick...
—Mañana nos ocuparemos de todo. Te lo prometo.
Nick cerró el teléfono cuando _____________ salió del cuarto de baño sin nada más que una
toalla y una sonrisa incómoda. Se le tensó el vientre ante tal visión.
Resultaba muy tentador verla con una toalla color verde esmeralda cubriendo su piel clara y sus
curvas. Saber que esos pezones rosados estaban desnudos bajo la gruesa toalla de felpa no calmaba
exactamente su líbido. Con un poco de rímel negro, los vividos ojos azules resultaban enormes en
su cara. La barra de labios color ámbar enfatizaba la tierna exuberancia de sus labios. El pelo le
caía como una sedosa cortina hasta la mitad de la espalda, enmarcando la piel de alabastro de su
rostro salpicada de pequeñas pecas color canela. Ella se ruborizó.
Y Nick la deseaba tanto que apenas podía respirar sin pensar en saltar sobre ella y tomarla de
todas las maneras posibles que su retorcida mente pudiera imaginar.
¿Había tomado la mejor decisión?
Ya era demasiado tarde. Lo que tuviera que ocurrir, ocurriría.
— ¿Te ha sentado bien la ducha?
Ella asintió con la cabeza, luego miró a su alrededor. La cama con una suntuosa colcha seguía
deshecha, el suelo de madera brillaba, no había nada fuera de lugar.
— ¿Se han llevado los restos del desayuno?
—Mientras estabas en la ducha.
—Bien. —Se mordió el labio inferior.
—Acabo de hablar con Joe. Es amigo de un policia del pueblo. —La cogió de la mano esperando que
eso la tranquilizara—. A tu amigo Reggie lo arrestaron a las tres de la mañana cuando abordó a
Alyssa en el club. Joe ha ido a verla. Según le contó Alyssa, Reggie le había exigido que le
dijera dónde te encontrabas utilizando demasiada fuerza.
_____________ contuvo el aliento. Pareció que se ponía todavía más pálida, y en los ojos
azules, muy abiertos por el miedo, asomó la decepción, la cólera y el alivio.
—Así que ya no corro peligro.
—Quizá. Es posible. Reggie no estará bajo arresto demasiado tiempo, uno o dos días a lo sumo. Y
aún no estamos seguros de que sea el acosador.
—Tiene que serlo. Nadie más sabe dónde vivo, o dónde estaría. La fotografía es su pasión. Si
pudiera ganarse la vida con ella, no creo que estuviera trabajando en Provócame. A veces tiene un
temperamento un tanto volátil. He oído rumores de que estuvo detenido... aunque yo jamás lo he
visto ponerse violento. Sin embargo, no conozco a nadie más que pueda tener la habilidad de
seguirme y sacar todas esas fotografías.
Era posible que ella tuviera razón, reflexionó Nick. Era lo más probable. Pero no estaba lo
suficientemente seguro para bajar la guardia, en especial cuando estaba en juego la seguridad de
_____________. La atrajo hacia su cuerpo y le dio un suave beso en el hombro desnudo.
—Ya lo averiguaremos. Voy a hablar con él esta tarde. Si es el culpable, espero arrancarle una
confesión.
_____________ hundió los hombros.
—Me alegra tener unas horas de paz, pero me entristece perder a alguien que consideraba un amigo.
Y... —Se apartó de su abrazo—. Supongo que es hora de que me marche, de que nuestros caminos se
separen. Gr-gracias por haberme vuelto a proteger esta noche.
¿Qué sus caminos se iban a separar? No si él podía evitarlo. Nunca.
—De nada.
Nick esperó. _____________ no se lo había dicho todo. En la mirada azul y pensativa vio que algo
le rondaba en la cabeza. ¿Iba a preguntarle por Kayla? ¿Le diría que su fantasía no era
importante? ¿O que se perdiera de vista? La impaciencia le roía por dentro como un perro a un
hueso jugoso. Pero siguió esperando.
—Gracias por contarme lo de tu ex. Sé que no te resultó fácil. Agradezco que me lo
explicaras... ha sido un alivio saber que no te fuiste del cuarto de juegos porque mi fantasía
sobre un trío fuese demasiado para ti.
Él lamentó que hubiera pensado eso aunque sólo fuera por un instante. Lo lamentaba de verdad. Y
tenía intención de resarcirla.
—Cher. —Cruzó la estancia y la agarró por los hombros—. Nada de lo que digas o hagas será
demasiado para mí. Ni hará que deje de quererte.
Ella levantó la cara hacia él con una amarga sonrisa en los labios, una que hablaba de lágrimas
contenidas. Y él, el hombre cuyo control era legendario en los círculos de Dominación y Sumisión
de Lousiana, apenas pudo esperar para tocarla.
Tomándole la cabeza entre las manos, la atrajo hacia él y capturó su boca con un beso abrasador.
La poseyó, incapaz de detenerse, incapaz de contener la sed que lo impulsaba a beber de sus labios,
a hacer que se derritiera y gimiera. Y se rindiera. Demonios, ni siquiera intentó detenerse.
«Atrápala, devórala, domínala». Era como un cántico en su cerebro, que se repetía una y otra
vez mientras inclinaba su boca sobre la de ella, hundiéndose profundamente en esa textura gloriosa.
Buscó su lengua y la entrelazó con la suya en un baile de urgente necesidad.
Bajo él, _____________ gimió. El sonido hizo vibrar su cuerpo. ¿Cuándo no la había deseado?
¿Cuándo la había mirado y no la había considerado suya?
Y la noche anterior. Había vuelto a soñar con ella. No era la imagen familiar en el porche de la
cabaña del pantano con el sol destellando en sus cabellos. No. Había soñado con el futuro, con
ella en su cama, llevando su colgante puesto, sometiéndose a sus ardientes exigencias, aceptando su
corazón de la misma manera que él tomaba el suyo.
—Cher—murmuró contra sus labios—. J'suis fou d'te caresser
«Estoy desesperado por tocarte». Jamás había dicho nada más cierto.
—Nick, no podemos.
Él escuchó el pesar en su voz, la desesperación. Maldición, tenía que cambiar eso. Borrarlo.
Hacerlo desaparecer. Reemplazarlo por una alegría y un placer ardiente. Por una completa sumisión.
—Este momento—murmuró él contra las dulces curvas de los hinchados labios de _____________—.
Sólo te pido este momento. Arreglaremos todo lo demás más tarde.
_____________ lo miró, con los ojos azules tan relucientes como un radiante día de diciembre. Le
transmitía su incertidumbre y la necesidad de ceder. Una vez más, esa mente suya tan racional la
hacía vacilar.
—_____________ —bajó una octava el tono de voz, la presionó y aprovechó la ventaja—. No
digas que no.
_____________ cerró los ojos, sus largas pestañas sombrearon las mejillas levemente ruborizadas.
Una sonrisa autorecriminatoria, curvó sus labios llenos.
—Jamás he podido decirte que no.
Nick esperaba borrar esa palabra de su vocabulario, a partir de ese mismo día. Pero primero...
tenían que llevar a cabo la más íntima fantasía de _____________.
La peor pesadilla de Nick.
Se sintió invadido por la tensión que le roía las entrañas hasta que se sintió cabreado y...
¿cuál era la palabra justa? Vulnerable. Sí. Su vientre se retorcía por los nervios. Comenzó a
sudar.
Y a pesar de todo, tenía que saber, de una vez por todas, si _____________ y él podían hacerlo.

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