viernes, 25 de noviembre de 2011

Dominada por el Deseo. Capitulo 22

_____________ tragó; no dudó ni por un momento de que Nick cumpliría esa amenaza.
—Por favor, no me lo hagas decir, señor.
—Es tu última oportunidad —le espetó, deteniendo sus envites por completo—. O saldré de tu cuerpo.
Ella cerró los ojos y apretó los párpados, impotente entre las necesidades de su cuerpo y sus miedos. ¿Le escandalizaría a él también? ¿Pensaría Nick también que era una puta depravada?
—Dímelo —la alentó.
Con un suave tirón, Nick removió las pinzas de sus pezones. La sangre volvió a centrarse allí, hinchando las cimas con un violento despliegue de necesidad. ¡Sí! Luego la sensación bajó vertiginosamente hacia su clítoris.
Mientras llegaba allí, él tanteó en ese lugar otra vez, los dedos revolotearon cerca de su dolorido botón y _____________ pudo sentir el calor de su mano. Pero él no le tocó el clítoris. _____________ gimió. Todo lo que tenía que hacer era ser sincera sobre ese espantoso secreto y él le daría el mejor orgasmo de su vida.
Ése era Nick. El comprendía sus fantasías. Estaba claro que él tenía también las suyas. Hasta el momento, le había dado todo lo que su cuerpo había ansiado en secreto. La ayudaría también con eso. Tenía que creer que lo haría. Tenía que confiar en él...
—Dos hombres —farfulló mientras abría los ojos para buscar la mirada de Nick en el espejo de la puerta.
Pero lo que se encontró fue a Joe en el umbral, observándolos.
Agrandó los ojos, y se retorció bajo Nick, intentando escaparse. Pero con las muñecas y los tobillos esposados, no podía ir a ningún sitio.
Ni lo hizo Joe. Permaneció allí parado, mirando fijamente cómo Nick le penetraba el ano. El brutal calor del deseo que se reflejó en la cara del gigante rubio, junto con la gruesa protuberancia de su miembro en los pantalones, la hizo arder. Los ojos azules de Joe capturaron los suyos, y la necesidad pura y dura se abrió camino en su cuerpo.
_____________ apartó la mirada y vio a Nick en el espejo a la derecha de Joe. La oscura mirada conectó con la de ella, clavándola en el lugar.
— ¿Qué? —ladró Nick.
—Deseo a dos hombres. —Las palabras salieron de golpe.
Nick le agarró las caderas para penetrarla con una furia y una urgencia renovadas.
— ¿Qué te posean a la vez?
—Sí —ella logró decirlo entre los gemidos de placer.
Una maldición escapó de los labios de Joe mientras se ajustaba la bragueta de los vaqueros. El corazón de _____________ latía con tanta fuerza que apenas oía nada más.
— ¡Mírale! —rugió Nick, rodeando su cuerpo con una mano para alzarle la barbilla y obligarla a mirar a Joe.
Y él le devolvió la mirada. Esos ojos azul claro recorrieron su piel desnuda como ácido sulfúrico mientras Nick la taladraba con lentas e implacables embestidas en ese canal prohibido. Ella podía sentir cada duro centímetro y vena de su polla; el pesado glande le rozaba todas las terminaciones nerviosas con cada envite, impulsándola hacia el orgasmo.
— ¿Quieres tener la polla de Joe en tu vagina mientras yo poseo tu culo? —murmuró con voz áspera en su oído.
Incluso esas palabras consiguieron que su necesidad se volviera aún más dolorosa.
—Sí, señor —sollozó, arañando la mesa. La idea convirtió el ardor de entre sus piernas en un infierno que estaba a punto de estallar, dando lugar a una hecatombe que iba más allá de sus fantasías—. ¡Dios mío, sí!
—Nick, tócale el clítoris antes de que le dé algo a esta pobre chica. Necesita correrse —señaló Joe con la voz calmada y, a pesar de todo, llena de deseo.
—No me digas cómo tengo que follar a mi mujer —gruñó.
—La estás presionando demasiado y demasiado rápido. No está acostumbrada. La estás destrozando.
Detrás de ella, Nick masculló algo claramente desagradable sobre Joe. Pero siguió la sugerencia de su amigo. Sólo por eso, _____________ le dio gracias a Dios.
Unos segundos después, los dedos de Nick le tocaron el clítoris, el sordo latido de su entrepierna se convirtió en una dura y oscura bola de fuego que atravesó y atormentó su piel.
—¡Córrete! —gritó Nick.
Las agudas y dolorosas sensaciones ardieron desde su interior mientras ella explotaba en mil pedazos.
_____________ gritó mientras se convulsionaba en torno a Nick, apretando su miembro con fuerza. La afilada cresta del orgasmo se estrelló contra ella y todo lo demás desapareció. Lo único que podía sentir era a Nick y un placer tan liberador y sublime, tan perfecto, que casi perdió el sentido. El corazón amenazaba con explotarle en el pecho.
En ese instante, sintió que las manos de Nick se aferraban a ella, notó sus dientes en el cuello y
luego el endurecimiento de su erección en los más profundo de su interior. Un largo y ronco gemido
surgió del pecho masculino.
Nick aminoró el ritmo hasta detenerse. _____________ cayó desmadejada sobre la mesa, totalmente
agotada. Aun así, era consciente de la mirada de Joe sobre su cuerpo.
Pero lo peor era la tensión que sintió en Nicka sus espaldas.
De repente, él se retiró de su cuerpo, se quitó el condón y lo lanzó al cubo de basura de la
esquina.
— ¡Hijo de perra!
Nick le dirigió a Joe e una mirada endiablada mientras se dirigía a la puerta completamente
desnudo.
¿Qué...? _____________ observó atontada a Nick. ¿A dónde iba?
En cuanto alcanzó el umbral, Nick se volvió hacia ella con una mirada penetrante y furiosa, como
si _____________ le hubiera traicionado de alguna manera. El dolor y la cólera eran patentes en
esos ojos.
Luego cerró la puerta de golpe.
Un silencio ensordecedor siguió a la salida de Nick. Tras recorrer el pasillo, _____________ oyó
cómo cerraba la puerta del cuarto de baño de un portazo. A pesar de estar esposada a la mesa, dio
un brinco, sobresaltada.
Con un largo suspiro, Joe se impulsó desde la pared. _____________ observó que la miraba mientras
se acercaba y comprendió cómo se sentía un ciervo delante de los faros de un coche. ¿Qué debía
de pensar ese hombre de ella, después de que hubiera admitido que lo quería enterrado en su sexo
mientras Nick la penetraba analmente? Era mejor no saberlo. Aunque Nick le había dicho que Joe
practicaba el ménage, había algunas cosas que no se debían confesar en voz alta. Al menos, Deke
parecía tomárselo con calma...
A diferencia de Nick.
Su peor pesadilla se había hecho realidad; se había rendido a Nick y a la naturaleza sumisa que
él juraba que ella poseía, luego le había contado sus fantasías. Y él se había vuelto loco. No
como Andrew. Nick no la había llamado puta depravada ni le había dicho que se buscara ayuda
profesional. Pero había sido muy claro. No podría haber sido más gráfico ni aunque se lo hubiera
dibujado.
¡Dios, lo había echado todo a perder! ¿Qué diablos le pasaba? Si esa última fantasía dejaba
estupefacto incluso a Nick, ella debía de ser una completa y total depravada.
_____________ contuvo el impulso de cerrar los ojos y echarse a llorar. Ya lo había hecho una vez,
después de que Andrew se ensañara verbalmente con ella. Las lágrimas no servían para nada.
Derramarlas no haría que desapareciera su más íntima fantasía ni los problemas que había
creado.
El propio Nick le había asegurado que sus fantasías eran perfectamente normales y que no había
nada de qué avergonzarse. «Mentiroso», quería gritar. Pero no iba a malgastar saliva.
Eso le pasaba por confiar en él.
Maldita sea, esas fantasías estaban echando a perder su vida, se sentía atormentada por la culpa y
por ahuyentar a los hombres. Tenía que superarlas y expulsarlas de su cabeza costara lo que
costase.
Joe rodeó la mesa, y _____________ observó su avance, mirando por encima del hombro como él se
acomodaba detrás de ella sin decir palabra. Él podía verlo todo. La larga línea de su espalda.
El húmedo calor de su sexo hinchado por las caricias de Nick. Los globos desnudos de su trasero.
Una oleada de mortificación la cubrió junto con otra cosa a la que no quiso dar nombre. Cerró los
ojos.
Con las muñecas y tobillos esposados, _____________ no podía hacer nada más que dejarle mirar y
absorber el calor que él desprendía justo detrás de ella. Nick había estado en el mismo lugar
hacía menos de cinco minutos. Contuvo el aliento.
En silencio, Joe se inclinó sobre ella, cubriendo su piel fría. La suave camiseta de algodón y
los duros músculos de su pecho le cubrieron la espalda desnuda. Dura como el hierro, su polla
ardía entre sus nalgas a través de los vaqueros. Era un calor sofocante, demasiado fuerte para
ignorarlo, mezclado con humillación.
Realmente, aquello probaba cuan retorcida era. ¿No podía, simplemente, matar su deseo?
Sintió la cálida palma de la mano de Joe en la cintura, curvando los cálidos dedos sobre la
redondez de su cadera desnuda. Le rozó el cuello con la nariz, y _____________ soltó otro
tembloroso suspiro. Oh, Dios, ¿qué iba a hacer Joe? Ella estaba desnuda, atada e indefensa. Lo
único que impedía que él la violara eran un botón, una cremallera y su conciencia.
Nick le había advertido que Joe no era el tipo genial que parecía. _____________ se sintió
invadida por el pánico.
Ese enorme rubio era un desconocido que iba a tocarla, a seducirla. A follarla. Y ella no podía
hacer ni una maldita cosa para detenerle. Dejando a un lado sus fantasías sobre un trío, no
quería sexo con él... no sin Nick.
Ella se tensó temblorosa contra las extremidades masculinas y le advirtió.
—Joe.
Detrás de ella, él se irguió y lo sintió más duro.
—Ahora sé por qué Nick está tan loco por ti. Hueles genial.
Su voz era como una caricia suave que se deslizó por su espalda y se convirtió en una vibración
sensual. _____________ tembló. Los largos dedos se aferraron a su cadera para mantenerla quieta.
—¡Maldita sea, suéltame! —le exigió.
—Shhh —le murmuró contra su pelo, acariciándole suavemente la cadera con el pulgar—.
Paciencia, muñeca.
—¡A la mierda la paciencia! Ser utilizada y abandonada no saca a relucir precisamente mis mejores
virtudes. Sólo quiero salir de aquí.
Joe suspiró. Con la mano libre le quitó la esposa de la muñeca derecha. Luego le liberó la otra
muñeca. Después se retiró, apartando la sólida calidez de su cuerpo de la espalda de
_____________. Se arrodilló y le liberó los tobillos.
—¿Puedes mantenerte en pie? —la mirada que se clavó en la de ella, brillaba con picardía y
preocupación.
¿La había soltado? ¿Así sin más? Suspiró aliviada.
_____________ se incorporó y lo miró por encima del hombro para descubrir que se estaba ajustando
la bragueta.
—Eres preciosa y yo soy un hombre. —Una sonrisa jugueteaba en las comisuras de su boca—.
Jamás te follaría sin Nick. Palabra de Boy Scout. —Levantó tres dedos con el símbolo de los
exploradores.
Pero, ¿la follaría con Nick? _____________ sacudió la cabeza, ante tan ridícula pregunta.
Después de cómo había reaccionado Nick a esa misma sugerencia... bien, _____________ tenía más
probabilidades de convertirse en una santa. Aun así su cuerpo se estremeció ante la posibilidad,
totalmente irrelevante y molesta.
Se volvió hacia Joe, cruzando los brazos sobre el pecho para cubrirse los pezones visibles por
encima del borde del indecente sujetador. Joe no la había tocado. Pero ella no era el tipo de mujer
que se paseaba en cueros delante de un perfecto desconocido.
—Hum, gracias, pero no pareces un Boy Scout.
—No lo soy —admitió él—. Sólo quería que captaras la idea. Además, creo que ya has tenido
suficiente por una noche.
Al instante, todo lo acontecido regresó a la mente de _____________. Nick corriéndose. Nick
maldiciendo. Nick dejándola abandonada.
¡Qué le partiera un rayo! Bueno, aquello no era culpa de Joe, era culpa de Nick, pero él no
estaba allí. Joe era el espécimen masculino que tenía más a mano, así que sería su chivo
expiatorio.
—¿Tú crees? —le respondió con sarcasmo mientras se alejaba, de la mesa.
Le fallaron las piernas. Si Joe no se hubiera apresurado a extender la mano para sujetarla, ella se
habría caído sobre el frío suelo de cemento.
Con una maldición, él la levantó en brazos contra el duro calor de su pecho.
—Tienes todo el derecho del mundo a estar cabreada con Nick.
_____________ se cubrió los inflamados pezones con los brazos y levantó la vista hacia los
insondables y fuertes rasgos de la cara de Joe.
—¿No vas a ponerte del lado de Nick?
Él bajó la mirada hacia ella con el ceño fruncido.
—Demonios, no.
Lo dijo como si debiera ser obvio. ¿Acaso los tíos no se cubrían las espaldas unos a otros sólo
por principios?
Sin apenas hacer ruido Joe recorrió el pasillo, pasando por delante de la puerta cerrada del cuarto
de baño hasta el dormitorio y la depositó encima de la cama deshecha. Suavemente, le cubrió los
hombros con la sábana, tapándole los pezones desnudos.
—Espera aquí. Ahora vuelvo.
Frunciendo el ceño, lo observó darse la vuelta y salir de la habitación con un marcado paso
militar que hizo evidente sus años en el ejército. Era un soldado. Un guerrero. Preparado para
luchar y proteger. Dispuesto a follar, como Nick. Pero con Joe parecía más fácil hablar. ¿Por
qué entonces deseaba al enigmático Nick?
_____________ suspiró. Al parecer, prefería a Nick porque necesitaba nuevos retos en su vida. Se
burló en silencio. Sí, eso era exactamente.
Con pasos silenciosos, Joe entró de nuevo en el dormitorio con un tubo entre las manos. Se sentó
en el borde de la cama y le apartó el pelo de la frente.
—Sé que estás enfadada. Nick rompió la confianza que depositaste en él. Prometió ocuparse de
ti y de tu placer. Esta noche, no lo ha hecho. Tiene sus razones. Nick tendrá que compartirlas
contigo. No soy yo quien debe hacerlo. —Encogió los hombros y dejó el tubo a un lado—. No
puedo hacer nada para aliviar tu corazón, pero puedo aliviar tu cuerpo. Siéntate.
Aturdida, mientras intentaba asimilar las palabras de Joe, _____________ accedió y se incorporó
con la sábana por encima de los pechos. ¿Nick tenía sus razones? ¿Qué razones podía tener para
provocarle un infinito placer y luego dejar que sumiera en la desesperación? ¿Para hacerla sentir
otra vez como si fuera un engendro?
Antes de que pudiera profundizar en sus pensamientos, Joe le rodeó la espalda con una mano y con
rapidez le desabrochó el sujetador. Mientras _____________ contenía el aliento, los tirantes se
deslizaron por sus brazos. El la ignoró y le colocó suavemente la mano en el hombro, luego bajó
la sábana.
_____________ tragó saliva y levantó las manos para cubrirse. Joe se anticipó y le agarró las
muñecas, sujetándolas a los lados.
—Suéltame —protestó ella.
El se inclinó sobre ella y soltó un suspiro de resignación. La presión de sus dedos en torno a
sus muñecas era sorprendentemente suave.
—Mira, acabo de ver cómo te corrías con tal fuerza que parecías capaz de provocar un terremoto
mientras mi mejor amigo te follaba el culo. ¿No crees que podemos saltarnos toda esta tontería de
la virgen modesta? Estoy tratando de cuidar de ti antes de irme a meter algo de sentido en la cabeza
de nuestro amigo en común.
Hum, mirándolo de aquel modo, Joe tenía bastante razón.
Con un suspiro, _____________ dejó de resistirse y se relajó sobre la cama.
Sacudiendo la cabeza, Joe cogió el tubo que había dejado a un lado. Quitó el tapón y, con dedos
ágiles, apretó el envase. Un charco de aceite claro cubrió la palma de su mano. Joe se frotó las
manos.
Luego puso cada una encima de un pecho.
_____________ jadeó tensa, y buscó su mirada. Joe la ignoró y se centró en la tarea.
El aceite, calentado por sus manos, impregnó sus pechos, cubriendo sus doloridos pezones. Hasta que
él no los alivió con el aceite balsámico, _____________ no se había dado cuenta de lo lastimados
que estaban realmente.
Pero cuando él le frotó los doloridos pechos con las palmas, sintió que una aguda sensación
atravesaba su cuerpo. _____________ cerró los ojos, en parte avergonzada y en parte... mejor no
pensar en ello. ¿Qué demonios le pasaba?
Luego Joe concentró el aceite justo en las fieras cimas enrojecidas, y comenzó a rodarlas
suavemente entre sus dedos, masajeándolas con un ritmo lento e hipnótico. Y con cada roce, con
cada caricia, con cada tirón, aquella sensación empezó a convertirse en algo que _____________,
molesta, reconoció como deseo.
—_____________. —La voz de Joe era más ronca y profunda.
Ella intentó ignorar la atracción que ejercía esa voz. Pero la voz resonó en su cabeza,
palpitando al mismo tiempo que sus doloridos pezones.
Dispuesta a presentar batalla, abrió los ojos y le lanzó a Joe una mirada de advertencia. Él
tenía las mejillas ruborizadas. Sus ojos eran ahora de un profundo azul oscuro. Pero apartó las
manos de sus pechos, arqueó una ceja y le dirigió una sonrisa contrita.
—Ahora sé con exactitud por qué Nick está colado por ti. Cólera y sumisión en un tierno
paquete. —Aspiró bruscamente—. Date la vuelta.
— ¿Colado por mí? —Agitó las manos en el aire—. ¿Estamos hablando del mismo hombre? Del
que me maldijo y salió como alma que lleva el diablo de la habitación después de que le dijera...
bueno, en fin, debería de haberme callado. Pero con esa actitud me quedó claro que quería que me
perdiera.
—Muñeca, conozco a Nick desde hace diez años. Estuvimos juntos en el ejército. Lo hemos hecho
juntos con la misma mujer, y la idea jamás le ha molestado en lo más mínimo. Hasta que te
conoció a ti.
¿Nick había participado antes en un ménage?¿Con Joe? La sorpresa la golpeó en el estómago,
dejándola sin aliento. Con rapidez, recordó la conversación que había mantenido con Nick sobre
las preferencias de Joe. Tenía sentido que Nick conociera la vida sexual de su amigo si en algún
momento él había formado parte de ella, algo que por otra parte la llenaba de celos.
Pero si Nick había participado en algo así en el pasado, ¿por qué ahora rechazaba la idea?
—Tener fantasías sobre un ménage, es algo que Nick tenía que saber —le aseguró Joe.
—Pero...
— ¿Le molestó? Bien, eso es problema suyo, no tuyo. —Suspiró—. Date la vuelta.
Ella vaciló, pero Joe no se dio cuenta ya que se levantó de la cama y desapareció de la
habitación. Con el ceño fruncido, ella clavó los ojos en él cuando regresó.
Un hombre extraño. Bastante considerado, pese a lo ocurrido esa noche. A pesar de ser tranquilo,
racional y normal, le gustaban los tríos. Y aunque obviamente estaba excitado, no hacía más que
aliviar las marcas que otro hombre había dejado en su cuerpo. No la había presionado para hacer
nada, a pesar de su reacción ante él, cuando la mayoría de los hombres hubieran considerado luz
verde el evidente deseo de _____________.
Luego había intentado calmar sus sentimientos heridos, asegurándole que ella significaba algo para
Nick. Aunque _____________ sabía que estaba equivocado, agradeció que intentara hacer que se
sintiera mejor.
Rodando sobre su estómago, _____________apoyó la cara en la almohada con un suspiro cansado.
Inhaló entrecortadamente, y captó el olor de Nick. Almizcle, cuero, misterio, hombre. El aroma
masculino nunca dejaba de invadir su corriente sanguínea como un vino embriagador que la drogaba
con deseo. Sólo que esta vez, venía acompañado con una sensación de pérdida.
En cuanto Nick había sabido cuál era su más profunda fantasía, la había abandonado. Y parecía
no estar dispuesto a recuperarla. Esas malditas ganas de llorar que le atenazaban la garganta sólo
conseguían cabrearla aún más.
Oyó un ruido de pasos sobre el suelo de madera. _____________ se tensó hasta que reconoció la
cadencia de los pasos de Joe, más largos y lentos que los de Nick, más silenciosos. Se relajó,
aliviada y decepcionada a la vez.
Con manos enérgicas, Joe le cubrió las nalgas y las abrió. _____________ se rebeló y abrió la
boca para preguntarle qué diablos se pensaba que estaba haciendo, pero él sólo le colocó un
paño caliente y lo frotó suavemente para eliminar el lubricante.
—Si más tarde te encuentras molesta, un baño te sentará bien —le murmuró, volviendo a
cubrirla con la sábana—. Ahora duerme.
_____________ asintió, agrandando los ojos cuando él se inclinó sobre ella. ¿No iría a...? Sí,
lo iba a hacer.
Un momento después, Joe cubrió su boca con la de él. La suave presión de sus labios fue como un
suspiro. Un beso seco, casi casto. De alguna manera, él había logrado transmitir afecto, consuelo
e incluso un claro indicio de deseo. Luego, tras rozar una última vez los labios sobre los de ella,
se apartó.
—Sí, ahora sé exactamente por qué Nick se ha vuelto loco por ti —dijo él con una agridulce
sonrisa en la boca cuando se puso de pie.
— ¡Un momento! —_____________ le agarró la mano—. ¿Cómo llegaste a aceptarlo? ¿Cuándo
has aprendido a sentirte bien con...?
— ¿Con los tríos? —dijo él, acertando a la primera y encogiéndose de hombros—. Fue a los
diecisiete, cuando oí que una mujer gritaba extasiada bajo una penetración doble. No hay nada
mejor que saber con exactitud cómo hacer que una mujer pierda la cabeza.
—Pero no es algo que sea normal, no es algo que haga todo hijo de vecino.
Joe cruzó los brazos sobre el pecho.
—Luc y yo tenemos vecinos. Dudo que sepan que compartimos mujeres, pero me importa un bledo si lo
hacen.
— ¿Luc?
—Mi primo. Vivo con él ahora que estoy fuera de servicio. Es el que se encarga de tener la casa
en perfecto estado, a la espera de que la mujer adecuada venga a vivir con nosotros.
Había que estar muerta para no percibir el tono sarcástico en la voz de Joe.
— ¿No crees posible que eso pueda ocurrir?
Se sintió triste por él. La pena en los ojos de Joe le indicaba lo mucho que lo deseaba.
—¿Qué mujer en su sano juicio querría vivir con un chef temperamental y un ex-sargento? Si por
separado haríamos que una mujer se diera a la bebida, juntos... —Se encogió de hombros—. Me
conformo conque funcione una noche o dos.
Joe mentía. Le mentía a ella, y se mentía a sí mismo. Esos deseos le estaban costando la
felicidad.
—Pero eso ahora no viene al caso —dijo interrumpiendo los pensamientos de _____________—.
Estábamos hablando de Nick y de ti.
Estaba claro que Joe no quería hablar de sí mismo más de lo que ella quería hablar de sí misma.
—Tendrás que aceptar tus deseos para ser feliz. Y no deberías conformarte con menos. Nick te
ayudará. No te puedo decir cuándo o cómo ocurrirá, pero conseguirás sentirte bien contigo
misma. De eso estoy seguro.
_____________ intentó contener la frustración. ¿Por qué todo el mundo le decía que todo se
arreglaría cuando se aceptase a sí misma? Estaba claro por la reacción de Nick que la cosa no era
tan simple como parecía.
Maldita sea, se había sentido genial cuando tomó la decisión de entrar en el cuarto de juegos de
Nick. La manera en que la había tocado, el placer de su tacto, cada caricia halagadora, la habían
hecho sentirse aceptada, como si todo lo que había pasado entre ellos en la habitación de juegos
hubiera sido correcto. Y luego... Luego, él la había abandonado. Eso quería decir que no todo era
normal en ella, ¿verdad?
Maldición, ¿había estado alguna vez más confundida?
Por no contrariar a Joe, asintió con la cabeza.
—Yo... Gracias.
Una simple palabra de agradecimiento parecía insuficiente, dado que se había ocupado de su
comodidad física y la había tratado con corrección. Además de haber desnudado su alma ante ella,
la había hecho sentirse femenina e importante; había sido como un bálsamo tras el rechazo de
Nick.
Sonriendo, _____________ se arrodilló en la cama y le ahuecó las mejillas.
—No es mucho..., pero, gracias.
Luego posó su boca en la de él y con un suspiro femenino le rozó los labios antes de apartarse.
Eso era realmente extraño. Esa compresión mutua había provocado una ligera llama de deseo.
_____________ no lo comprendía más de lo que lo comprendía a él. Pero de todas formas estaba
agradecida.
—De nada. —Él se apartó, alisándole suavemente la masa de pelo rojizo—. Prueba a descansar
ahora. Deberías recuperar fuerzas. Es difícil de creer después de todo lo ocurrido, pero vine
hasta aquí porque nadie contestaba al teléfono. Quería deciros que al parecer el acosador ha
abandonado Lousiana. Dile a Nick, porque yo estaré demasiado ocupado pateándole el trasero, que
ese bastardo destrozó la casa de tu novio hace tres días, y que intentó prenderle fuego a tu casa
en L. A. ayer.
—Oh, Dios mío —Pobre Brandon. Estaba tan orgulloso de esa casa y no tenía por qué haberse
metido en este lío por ella. Sólo intentaba ayudarla. Y su propia casa... —¡Maldito sea!
—Lo sé —la tranquilizó Joe—. Es un asco. Pero lo bueno es que, estando tan furioso como
está, si ese bastardo supiera dónde te encuentras ahora mismo, ya estaría aquí, no yendo de un
lado a otro del país destruyendo tus propiedades.
Joe tenía razón, y parecía corroborar el razonamiento de que Reggie era el acosador. No se había
molestado en llamarla desde hacía dos días, y él era una de las pocas personas que sabían que
ella estaba en Lousiana. Además, nunca había tenido lo que se llama un buen carácter. ¿Estaría
loco? ¿Obsesionado? Probablemente las dos cosas a la vez. _____________ suspiró.
Hasta ahora había estado a salvo porque se había quedado con Nick. Pero esta noche las cosas
habían cambiado. Dado el rechazo de Nick — otro hombre más que la había desairado después de
conocer sus fantasías—, y la información de Joe, ella tenía que empezar a valerse por sí
misma.
Si Reggie ya había dado el primer paso, quizás... quizás fuera el momento de que ella también
tomara cartas en el asunto.
Nick había imaginado que Joe saldría al porche trasero, donde la noche se cernía sobre el pantano
y el aire frío de febrero erizaba su piel desnuda. Después de tomar una larga ducha, se había
puesto la bata que _____________ había dejado colgada en la puerta del cuarto de baño. Esa maldita
cosa olía a ella, lo que lo volvía a poner increíblemente duro.
Intentando borrar de su mente la sensación del apretado ano de _____________ en torno a su polla y
su expresión de dolor cuando salió disparado del cuarto de juegos, Nick agarró la botella de
cerveza y se volvió hacia su amigo para recibir la reprimenda que sabía que se merecía.
—No hace falta que digas nada —le aseguró Nick, tomando un largo trago de cerveza.
—Ya, pero quiero hacerlo. —Joe se acomodó en la silla de al lado y lo fulminó con la
mirada—. Te has comportado como un cabrón.
—Tienes razón. _____________ sólo... me dejó noqueado. No tenía ni idea de que tuviera
fantasías sobre un ménage. Apenas puede aceptar la idea de someterse a mí. Que haya pensando en
ser poseída por dos hombres... —Se encogió de hombros—. Fue como si me pegara un tiro.
Reaccioné sin pensar.
—Traicionaste su confianza y no cumpliste ninguna de las promesas que le hiciste.
—No lo niego. —Nick se pasó una mano por la cara cansada—. Maldita sea. Ya es malo que le
haya dado la espalda, pero estuve a punto de castigarla por tener esa fantasía. Lo más probable es
que se sienta miserable y rechazada.
—No quieres compartirla.
—No, no quiero —admitió Nick, bebiendo otro largo trago de cerveza. Con aire distraído se
preguntó cuánto le llevaría emborracharse para dejar de preocuparse por haberse comportado como
un asno.
— ¿Por Kayla?
Nada como poner el dedo sobre la llaga. Su ex había traicionado los votos matrimoniales con uno de
sus mejores amigos, retorciéndole las entrañas con una furia que llevaba años alimentando con ira
y odio. Ahora esa vieja herida volvía a abrirse al pensar en otro hombre tocando a _____________.
Maldita sea, Kayla ni siquiera le había importado demasiado, y sin embargo, al descubrir que otro
hombre se la había tirado, se había llenado de una rabia asesina.
Pero _____________ le importaba y mucho.
—En lo que se refiere a _____________ soy un egoísta bastardo que quiere conservar para sí todo
ese dulce descaro, esa sumisión y esa dulce sonrisa. Quiero ser el único hombre que acaricie ese
hermoso pelo de fuego, y el único que ella tome con su boca. Quiero ser el único que sepa cómo
sabe su sexo, el único que sienta cómo se cierra su culo sobre su polla. —Soltó un largo
suspiro—. Pero no es lo que ella quiere.
— ¿Amas a esa chica?
Nick cerró los ojos apretándolos, mientras agarraba la botella fría con tal fuerza que se
preguntó si la rompería. ¿Cómo podía contestar a eso cuando jamás había experimentado antes
el amor? Se sentía eufórico cuando ella era feliz, y sombrío ante su tristeza; estaba dispuesto a
matar a todo aquel que la amenazara, y se daría de tortas por haber maldecido sus deseos y
aplastado su floreciente sexualidad. Así que...
—Sí, estoy seguro de que ése es el caso. Desde el principio todo ha sido diferente con ella
—soltó una risa amarga—. Maldita sea, incluso soñé con ella antes de conocerla. Con su
cuerpo, su olor, la manera en que me hace sentir. Desde el principio sentí como si me tuviera
cogido por las pelotas, pero en realidad lo que ha atrapado es mi corazón.
—Tienes que hacer lo que sea mejor para ella.
—Yo no.... —Lanzó un nuevo suspiro y añadió—: Tengo intención de reclamarla, y sé que es
responsabilidad mía cumplir cada uno de sus deseos. Pero sinceramente, no sé si podría ver cómo
alguien, tú por ejemplo, la posee y contenerme para no arrancarle las pelotas.
—Si la amas y quieres verla feliz, tienes que darle lo que necesita. O jamás se sentirá completa
y lo que tengas con ella será una mentira.
Tan tranquilo, tan cabal. ¡Maldito Joe!
—De lo contrario —continuó Joe—, siempre habrá una parte de ella que guardará para sí,
algo que no te dará jamás a no ser que la satisfagas por completo.
— ¿Una parte de ella que guardará para sí? —Nick se quedó paralizado. Un nudo de aprensión
le retorció el vientre. Aún no había logrado llegar hasta ella por completo. Lo había
esperado... pero no había sido así. Al parecer, había esperado en vano. ¿Cómo podía hacerla
suya si ella no se rendía por completo?
Pero entonces las palabras de Joe le recordaron que ella ya había puesto de su parte. Él tendría
que poner de la suya.
—Vamos, Nick. Ya sabes de qué hablo ¿no? ¿No lo has visto? ¿No lo has sentido?
—¿Te produce algún tipo de perverso placer tener razón y echármelo en cara? —Nick suspiró y
bebió otro largo sorbo de cerveza fría—. ¿Dónde está _____________?
—La he metido en la cama, sana y salva, y espero que se haya dormido. Parecía cansada.
—Y seguro que te has aprovechado.
Joe sonrió ante el gruñido de Nick.
—Podría haberlo hecho. Es una mujer muy hermosa.
Nick también sabía eso sin lugar a dudas. Aunque no le gustaba que Joe la tocara, no podía más
que culparse a sí mismo por haberla abandonado. Así que lo dejó pasar. Por esa vez.
—_____________ es como una suave caricia en la polla y una patada en el trasero a la
vez—masculló Nick.
—No eres el único hombre que la ama. Tiene novio en Houston, ¿recuerdas?
Brandon. ¡Menudo hijo de perra! Como si necesitase la complicación que suponía ese gilipollas.
—Sí.
—¿Qué vas a hacer con él? Mientras siga en escena, ella no será tuya.
—Gracias por recordármelo —gruñó con sarcasmo.
Arrebatársela a Brandon podría ser la mejor venganza de todas, mucho mejor que enviar un vídeo de
ellos dos follando por correo electrónico. Pero esa no era la razón por la que Nick estaba tan
determinado a conquistarla. Ni de lejos.
Sencillamente, la quería para él. Hoy, mañana, todos los días de su vida. Suya para siempre.
Joe se levantó con una extraña sonrisa en la cara.
—¿Para qué son los amigos?
«Cierto», pensó, observando cómo Joe bajaba las escaleras, se metía en el bote y se alejaba del
embarcadero.
Durante unos interminables momentos, Nick siguió allí sentado. Y maldita sea, ni siquiera lograba
emborracharse. Así que intentó lidiar con todos esos sentimientos que le estrujaban las entrañas:
miedo, cólera, posesividad, celos, determinación, preocupación, necesidad..., amor.
Cuando sintió los pies congelados, el estómago comenzó a gruñirle y pensó que _____________
habría descansado lo suficiente para hablar, entró en la casa, tiró la botella de cerveza vacía,
y se dirigió al dormitorio.
Sólo que no encontró a _____________.
El perfume a ella que se desvanecía en la habitación le dijo que no estaba allí desde hacía
tiempo. El rubí que le había dado yacía abandonado en la almohada, y decía, con más eficacia
que las palabras, que ella se había marchado.
La había perdido antes de tenerla.
Y si no la encontraba con rapidez, podría perderla para siempre a manos de ese loco acosador.
—Puedes salir —dijo Joe, con la risa burbujeando en su voz.
_____________ se quedó rígida bajo la lona que había en el suelo del pequeño bote. Joe estaba
hablando con ella. ¡Maldición! ¿Cómo demonios había sabido que estaba allí?
Se interrumpió el rítmico movimiento de los remos, y el bote se detuvo; las turbias aguas del
pantano golpearon el casco metálico de la embarcación. ¿Habían llegado ya al embarcadero de
Lafayette?
—Sé que estás ahí, _____________ —dijo Joe mientras levantaba la lona.
La fría brisa de la noche azotó de repente el cuerpo medio desnudo de _____________ mientras
levantaba la vista hacia Joe. La luna plateada iluminaba a contraluz la imponente figura masculina,
oscureciendo sus pómulos angulosos y fuertes y la barbilla cuadrada. La diversión asomaba a sus
rasgos.
—¿Cómo lo has sabido?
—Tuve que pasar por encima de ti para meterme en el bote —dijo riéndose—. Aunque la lona
hubiera logrado ocultarte, en cuando empujé el bote se hizo evidente que había alguien más a
bordo. Y alguien no muy grande. Así que eras mi única sospechosa.
Maldita sea, había intentado alejarse de Nick, y del mar de problemas en que se había convertido
su vida, sin que nadie se enterara.
Con una risa ahogada, Joe se inclinó y la ayudó a ponerse en pie.
—Muñeca, pareces encantadoramente frustrada. No te lo tomes a mal. Nosotros, los de las Fuerzas
Especiales, siempre prestamos atención a los pequeños detalles. Nunca se sabe cuando eso te
salvará la vida. —Se encogió de hombros—. Nick te habría oído salir por la ventana del
dormitorio si no hubiera estado sentado en el porche ahogando sus penas con cerveza.
El viento la azotó de nuevo, y _____________ se estremeció. El enorme pantalón de chándal de
Nick, la camisa de algodón que llevaba atada sobre el ombligo y los finos calcetines no eran
suficiente protección contra la fría brisa húmeda. No debían de estar a más de cinco grados de
temperatura.
—No voy a volver.
—No tienes por que hacerlo.
_____________ se rodeó con los brazos, intentando protegerse del frío y sospechando que la
respuesta de Joe tenía doble sentido.
—Bien. Sólo quiero recoger mi bolso, encontrar el coche y alejarme de aquí tanto como sea
posible.
—¿Quieres decir alejarte de Nick?
—¿Vas a decírselo?
Él se encogió de hombros.
—Sólo si está demasiado borracho como para averiguarlo por sí solo. Pero no tardaré mucho en
recibir noticias suyas, así que no tendré que avisarle.
—Borracho o sobrio no vendrá a por mí.
—Dale una hora, dos como mucho. —Le echó un vistazo a su reloj—. Apuesto a que no tarda más
de cuarenta y cinco minutos.
Ella no lo creía posible. ¿Acaso Joe estaba ciego o era estúpido?
—Ese hombre me dejó tirada después de haberle provocado un shock.
—¿Le provocaste un shock? —Joe se rió—. Sería divertido, pero es imposible. Simplemente lo
sorprendiste. Se marchó para pensar. Si hubiera creído por un segundo que él no vendría a por
ti, te habría dejado con él en el pantano.
Joe creía en serio que Nick volvería a por ella. Esa misma noche. ¿Estaría decepcionado? ¿O se
alegraría de no tener que hacer más de canguro de ella?
Pero eso ahora no importaba. Tenía que salir de allí, alejarse de los pantanos y de Lafayette, y
de Nick, antes de que hiciera algo que terminaría lamentando más tarde.
—¿Por qué? Yo quiero irme. ¿Por qué me dejarías con un hombre que no quiere estar conmigo?
La brisa fría de febrero se abrió paso entre las delgadas ropas de _____________, dejándola
helada. Se arrebujó un poco más entre sus propios brazos.
—¿Que no te quiere? —preguntó Joe con incredulidad mientras se sacaba la sudadera por la
cabeza—. Mujer, no sabes nada sobre los hombres. Cuando Nick aparezca, cosa que no tardará en
hacer, pregúntale por qué te ha seguido.
_____________ intentó seguir la conversación sin ponerse a babear. Cada centímetro esculpido del
torso de Joe estaba gloriosa y dolorosamente desnudo. Fue consciente de lo duro y fornido que era.
¡Ese hombre era enorme! Qué hombros. Tenían que medir cerca de un metro de ancho. Cielo santo,
menos mal que sabía que Joe no pensaba hacerle daño, de otra manera, estaría aterrada de
encontrarse a solas con él.
—Levanta los brazos —ordenó él.
—Te vas a morir de frío.
Él negó con la cabeza.
—Tengo una de reserva en el Hummer. Levanta los brazos.
Esta vez, ella accedió. El calor que prometía la prenda era demasiado atrayente para negarse. La
sudadera envolvió su cuerpo como una nube cálida y suave que se extendió más allá de las yemas
de sus dedos y casi hasta sus rodillas.
Joe se rió.
—Eres muy menuda, muñeca. Con mi sudadera pareces mi hermanita pequeña.
Sin saber si reír o llorar, _____________ salió del bote y subió al embarcadero de madera. Joe
amarró la embarcación y la siguió.
—En cuanto termines de reírte a mi costa, me gustaría que me llevaras a Las Sirenas Sexys para
recuperar mi bolso y alejarme de todo esto.
Joe arqueó una ceja leonada.
—Ya sabes que ése es el primer lugar donde Nick te irá a buscar.
—Bueno, entonces tenemos que apurarnos para que no me pille si sale a buscarme —«Si lo hace,
claro».
—Su carroza, milady —dijo señalando, con una pícara y brillante sonrisa, un Hummer H3 lleno de
suciedad aparcado a unos tres metros. Las llantas de la enorme camioneta tenía casi la misma altura
de _____________.
Ella bufó. Como si un tío tan grandote necesitara tener un vehículo tan intimidador. Era
excesivo.
En cuanto él desbloqueó las puertas con una llave-mando que sacó del bolsillo, le abrió la
puerta del acompañante y la ayudó a subir al vehículo. No podía llamarlo «coche». Era más
como un tanque con asientos de cuero y GPS.
Cuando se acomodó en el asiento, él cerró la puerta. _____________ agradeció no seguir sometida
a ese terrible aire frío.
Detrás de ella, se abrió y cerró una puerta. Unos momentos des-pués, Joe subió al asiento del
conductor con una sudadera de West Point y una sonrisa.
Camino de Las Sirenas Sexys, _____________ le pidió que la dejara en la puerta trasera. Lo último
que necesitaba era atravesar el local lleno de gente con un chándal de Nick, una sudadera de Joe y
sin sujetador ni zapatos. Lo más probable es que pareciera recién salida de una fiesta
universitaria.
—Como si fuera a dejarte sola. —La voz de Joe destilaba sarcasmo—. Creemos que tu amiguito el
francotirador está en California. Pero no es seguro. Hasta que no sepamos con certeza dónde está,
no pienso arriesgarme.
No había manera de rebatir ese argumento. Era mejor ir con cuidado que lamentarlo más tarde.
Quería creer que Reggie estaba todavía en California, despotricando porque ella hubiera
desaparecido, pero quién podía saberlo...
Joe aparcó el Hummer en el callejón trasero, luego la ayudó a salir. Se detuvieron ante la puerta
trasera y Joe llamó con el puño. Una nueva ráfaga de aire helado recorrió el callejón. A
_____________ le castañearon los dientes. Siendo de Los Angeles no podía soportar aquel frío. Sin
decir palabra, Joe movió su cuerpo para protegerla del gélido aire y la rodeó con los brazos.
Alyssa abrió la puerta y clavó los ojos en ellos con una mirada sorprendida que cambió con
rapidez por una de decepción.

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